Por David R. Chacón Rodríguez
Cuando el capitán portugués Juan Fernández de León funda la ciudad del “Espíritu Santo
del Valle de San Juan de Guanaguanare”, el 3 de noviembre de 1591, en un sitio
inmediato al río que lleva este nombre, una de las tribus que allí habitaban,
los Coromotos, al ver la llegada de los españoles, que llegaron repartiendo
tierras e indios en encomiendas , se refugiaron en la selva, en un sector camino del Tocuyo;
entre los estados Lara y Portuguesa, impidiendo así su evangelización.
Es bueno recordar que Guanaguanare significaba en
lengua indígena “El lugar de las gaviotas”, tal vez por la abundancia de estas
aves en sus cercanías. Este nombre se conservó hasta el año 1750, fecha en la
cual se redujo simplemente al de Guanare.
Una mañana, a
principios del año 1651, cuando el cacique de la tribu de los Coromotos,
se dirigía en compañía de su mujer, a su
tierra de labranza, observo al llegar a
una quebrada cristalina que se
encontraba en las cercanías, que había una bella y resplandeciente señora,
con un preciosísimo niño sostenido en
sus brazos.
Maravillados por este acontecimiento, se quedaron
embelezados al oír que les habló en su idioma diciéndoles: "Vayan a casa
de los blancos, y pidan que les echen agua en la cabeza para poder ir al
cielo..."
Los indios cumplieron su mandato y por el mes de
noviembre del mencionado año, un hacendado español de nombre Juan Sánchez tomó
esa ruta para ir al Tocuyo, y al llegar a cierto punto del camino, se encontró
con el cacique de los Coromotos, quien al verlo, inmediatamente le narró lo
sucedido. Juan Sánchez, gratamente sorprendido por el relato del indio, le
ofreció su ayuda indicándole que preparara su viaje ya que él en ocho días
regresaría.
El cacique, animado con el recuerdo de la bella
señora, como la llamaban desde entonces, no se hizo esperar; y efectivamente,
al cumplirse los días señalados, Juan Sánchez volvió y los condujo cerca de la
confluencia de los ríos Guanaguanare y Tucupío (hoy Tucupido), a 10 km. de
Soropo, cerca de una quebrada que corre en medio de unos parajes conocidos con
el nombre de Coromoto.
Allí, los Alcaldes de la Villa, don Baltazar Rivero y
don Salvador Cerrada, dispusieron que los indios se quedaran en ese pueblo, y
convinieron en nombrar a Juan Sánchez, su encomendero, con el encargo de que le
señalara las tierras para sus labores y los adoctrinara en los rudimientos de
la religión cristiana, preparándolos así, para recibir el bautismo.
Cumpliendo su cometido, varios de los indios
recibieron el sacramento, pero el
cacique que al principio cumplió gustoso las instrucciones, poco a poco se
disgustó con su nueva realidad, y como anhelaba la libertad y la tranquilidad
de sus bosques, comenzó a alejarse de la doctrina; allí él mandaba, y aquí
tenía que obedecer... Hostinado por esta nueva situación preparó su huída y la
hubiera realizado, a no ser por la nueva intervención de la Santísima Virgen,
quien velaba por él y por su tribu; y así, en la tarde del sábado 8 de
septiembre de 1652, se negó a asistir a un acto religioso, y regresó enojado a
su bohío, donde los esperaban su mujer,
su cuñada Isabel con su hijo pequeño de 12 años de edad.
Entrada la noche, mientras todos dormían, el cacique
luchaba con su orgullo humillado por la obediencia y su pérdida de libertad
sacrificada por su encomienda. En este estado se encontraba cuando se le
presenta en forma corpórea la Vírgen Santísima en el umbral del bohío,
irradiando de su ser, potentes rayos de luz.
Al verla, asombrado, el cacique rompe el silencio y
dirigiéndose a la Bella Señora con enojo, le dijo:"¿Hasta cuándo me
quieres perseguir? Bien te puedes volver, que yo no he de hacer más lo que tú
me mandas; por tí deje mis tierras y pertenencias, y he venido aquí a pasar
trabajo".
Ante estas irrespetuosas palabras, la mujer del
cacique le reprochó su mal proceder en estos términos "No hables así a la
bella mujer, no tengas tan mal corazón".
Cuando el cacique oyó
estas palabras montó en cólera y encendido de rabia, se levantó
violentamente, tomó el arco que estaba en la pared, cargó la flecha y le apuntó diciendo:"Con
matarte me dejarás", pero La Virgen, como buena Madre que nunca teme a su
hijo, se le acercó. Él entonces soltó el arco y se avalanzó para sujetarla y
sacarla de la choza, pero ella en el momento desapareció, dejándole en la mano,
un pequeño pergamino con su imagen diminuta resplandeciente. Al verla, el
indio la escondió entre la paja del
techo de su casa diciendo:"Ahí te he de quemar para que me dejes".
Inmediatamente, el indiecito hijo de Isabel, que a
pesar de sus cortos años desaprobó la desconsiderada actitud de su tío Galió
corriendo para dar aviso de lo sucedido al señor Sánchez, quien de inicio,
no le creyó; pero la ferviente
insistencia del pequeño logró convencer al español, y acompañado por dos de sus
compañeros: Bartolomé Sánchez y Juan Cibrián, regresaron a la choza y
recogieron la sagrada reliquia.
De vuelta a su casa en Soropo, Juan Sánchez refirió lo
acontecido al cura del pueblo, el Licenciado Diego Lozano, pero éste no le dió
crédito, por lo que decidió guardar la efigie en el altar de su casa.
El domingo 9 de septiembre, el cacique dispuso
regresar a sus montañas con todos sus hombres, pero apenas entró en el
bosque, fue mordido por una culebra
venenosa, y al verse mortalmente herido
se arrepintió de su actitud clamando a voces por el santo sacramento del Bautismo, que se había negado a recibir.
Dió la casualidad que en esos momentos transitaba por
la zona un joven de Barinas apellido Ochogavies, y al reconocer la gravedad de
su estado lo bautizó.
El cacique, resignado por los dolores, rindió su
último suspiro recomendando a su tribu que permanecieran con los blancos.
Atraídos por los muchos favores de la milagrosa
imagen, la casa de Juan Sánchez con el tiempo se convirtió en un pequeño
santuario. Tal fue su fama que el mismo cura de la Villa, Diego Lozano resolvió
el 1º de febrero de 1654, depositarla con toda solemnidad en la iglesia de
Guanare, en la víspera de la
presentación del niño y purificación de la Virgen María.
Tiempo después llegó de Caracas el misionero capuchino
fray José de Nájera, para instruir y civilizar a los indios Coromotos. Este
misionero fundó con ellos el pueblo de San José, situado a una legua al Norte
de Coromoto y próximo a unas llanuras conocidas con el nombre “Sabanas de San
José”. A pesar de ello, los indios nunca se olvidaron del sitio de la Aparición
al que visitaron con frecuencia y en el que construyeron una humilde capilla.
Con el tiempo la gente se olvidó del sitio preciso de
la Aparición de 1652, hasta que providencialmente, en marzo de 1698 un
religioso de la Orden de San Agustín que traía desde la Catedral de Bogotá la
imagen de Nuestra Señora del Topo, pasó por Tucupido, y poco antes de atravesar
el río Guanare, observaron con sorpresa que el rostro de la imagen se puso
amarilla, recobrando al poco rato su color natural. Al seguir el camino notaron
que una sombra cubre por completo la cara de la imagen. Ante este fenómeno el comisionado Marco
Paredes de San Nicolás decide plantar una cruz en aquel sitio y en el momento
de fijarla en tierra, la imagen recobró de nuevo sus colores originales.
Después de este acontecimiento, el señor Paredes regresa,
a Guanare con el fin de informar al cura Párroco de los hechos, aprovecha esta ocasión y solicita el
permiso para construír en el lugar de la
cruz una capilla dedicada al culto de la madre de Cristo.
En 1668, -apenas transcurridos 16 años de la Aparición
de la Vírgen en la quebrada y en el bohío- el Licenciado Juan Caldera de
Quiñones, para ese entonces Vicario de la ciudad de Carora hizo el primer informe jurídico sobre estos
sucesos, recogiendo el testimonio autenticado de siete testigos oculares, en
autos separados y bajo fe de juramento. Entre ellos figuran Bartolomé Sánchez y
Juan Cibrián, compañeros de Juan Sánchez en el rescate de la relíquia. Estas
informaciones se asentaron en el “Libro de Autos y Constituciones de la
Cofradía de María Santísima de Coromoto”. Una copia de este informe fue enviado
al Obispo de Venezuela, fray Alonso
Briceño, en Trujillo, para su conocimiento y posterior aceptación, la cual fue
dada en los siguientes términos: “la aprobación y declaratoria para que se
diese veneración, culto y reverencia a la sagrada imagen, se colocase en el
Altar Mayor, y, dictó además órdenes para que citado y convocado el pueblo con
la mayor solemnidad que se pudiese, como se ejecutó por don Diego de Lozano,
cura y vicario de la ciudad de Guanare”. Lamentablemente, este documento se
quemó durante un incendio que ocurrió en la casa del Mayordomo de la Cofradía
de Nuestra Señora de Coromoto, Don Gaspar de los Reyes.
El 20 de enero de 1728, -76 años después de la
Aparición- el Juez Eclesiástico Don Pedro Francisco Posada, realiza la segunda
información jurídica, formada por las declaraciones de Antonio de Burgos, el
Alférez Francisco de Alaejos y siete testigos más, miembros de la Cofradía.
A fines de enero de 1746, el Obispo Abadiano (1742-1747),
comisiona al cura Rector de la Catedral de Caracas, Doctor Carlos Herrera, para
que fuese a Guanare en carácter de Visitador y realizara el tercer sumario
jurídico. Esta información, se efectuó en Guanare y fue titulada “Información
de la Aparición y Milagros de María Santísima de Coromoto”. Dicho manuscrito se encuentra en el Museo
Coromotano de Guanare.
En 1892, una inundación arrasó Pueblo Viejo con su
iglesia en el lugar de la Aparición.
El inmenso deseo del Hno. Nectario María, del Instituto
La Salle de Barquisimeto, por glorificar a la Madre de Dios, lo llevó en 1915, a realizar unas
investigaciones con el fin de esclarecer
y escribir de manera documentada la historia de la Virgen en Venezuela,
es decir, la relación histórica de los santuarios que le son dedicados y las
advocaciones, bajo las cuales es honrada en Venezuela.
El 3 de mayo de 1922, el Hno. Nectario María, publica
en la revista Excelsior, órgano de la Sociedad literaria La Salle, de
Barquisimeto, sus primeras investigaciones marianas, bajo el título “La
Maravillosa Historia de Nuestra Señora de Coromoto de Guanare”, y en junio de
ese mismo año, da a la luz otro artículo con el título “María Santísima de
Coromoto, Protectora e iniciadora de las misiones de indios en Venezuela, con una ilustración a color de la imagen de Nuestra
Señora de Coromoto”. Todos estos trabajos fueron firmados con el seudónimo de
H. Chonei Mereigua, que en lengua indígena significaba “Hijo de María”.
El resultado de
sus investigaciones las da a conocer el Hno. Nectario María, el 8 de diciembre
de 1924, cuando publica “La Maravillosa Historia de Nuestra Señora de Coromoto
de Guanare (Venezuela) y Origenes Portugueseños”, donde expone de una manera amena e interesante,
el trabajo realizado en los archivos de Caracas y de los pueblos del Estado
Portuguesa, en especial los de la curia de Guanare.
Con motivo de cumplirse en 1928 el cuatricentenario de
la fundación de la ciudad de Coro (1528-1928), el Episcopado Venezolano decretó
el II Congreso Mariano Nacional. En esa
asamblea, el Hno. Nectario María dió a conocer el manuscrito de su nueva obra
“Venezuela Mariana. Relación Histórica compendiada de las imagenes más célebres
de la Santísima Virgen en Venezuela”, en donde bosqueja históricamente las
grandes manifestaciones de la Santísima
Virgen María que iluminan el cielo patrio, desde los albores del descubrimiento
hasta el esplendor glorioso de esa fecha,
y el fundamento histórico de esas manifestaciones. Durante el discurso
que pronunció en la Catedral de Coro, el 11 de diciembre de ese mismo año,
propuso que se reconociera y proclamara a la Virgen de Coromoto como Patrona de
Venezuela, por ser la única verdadera aparición, lo que le hacía tener primacía
sobre las demás advocaciones.
En 1935, gracias a las diligencias y al arduo trabajo
de investigación del Hno. Nectario María, se localizó el lugar exacto de la
Aparición y de la iglesia que se edificó sobre la choza del Cacique Coromoto.
Una placa recuerda este acontecimiento : “Aquí la Madre de Dios apareció el 8
de septiembre de 1652”. En ese mismo sitio Monseñor Pedro Pablo Tenreiro,
edificó un templete y, actualmente, se construye el Templo Votivo
Nacional.
El 1º de mayo de 1942, el Episcopado venezolano en
sesión plenaria, proclamó a la Virgen de Coromoto como Patrona Celestial de la
República de Venezuela.
Este dictamen de los Obispos, fue ratificado mediante
un Breve de Su Santidad el Papa Pío XII del 7 de octubre de 1944.
En el mes de mayo de 1949, Su Santidad el Papa Pío
XII, concede el título de Basílica para el Santuario de Guanare, donde se
encuentra la sagrada imagen de Nuestra Señora de Coromoto.
En 1952, se
cumplieron trescientos años de la
Aparición de la Virgen a los indios coromotos, y entre los actos programados
para festejar ese magno acontecimiento, el Episcopado Nacional ordenó realizar
la llamada "Jira Coromotana", para que la sagrada reliquia de Nuestra
Señora de Coromoto recorriera todos los ámbitos de la patria, antes y después
de su coronación canónica.
Cumpliendo con esta disposición del Episcopado, desde
el 19 de abril de 1952 hasta el 14 de junio siguiente, se hizo la primera parte
del recorrido, visitando las Diócesis de
Calabozo, Guayana, Vicariato apostólico del Caroní y de Puerto Ayacucho, de
Cumaná, Coro y Maracaibo y, Vicariato Apostólico de Machiques.
El 11 de septiembre de ese mismo año, el Eminentísimo
Cardenal Manuel Arteaga y Betancourt,
Arzobispo de La Habana, fue legado en nombre y representación por Su
Santidad para realizar la coronación
canónica de la venerable reliquia que guarda la sagrada y milagrosa imagen de
Nuestra Señora de Coromoto, así como, reconocerla como Patrona. Este acto se verificó en el campo de
la coronación de Guanare.
La segunda parte de la "Jira Coromotana", se
efectuó después de la coronación, comenzó el 13 de septiembre y terminó el 22
de noviembre, día de su apoteósico regreso a la ciudad de Guanare, después de
haber recorrido las Diócesis de Barquisimeto, Valencia, las Archidiócesis de
Caracas y Mérida, y la Diócesis de San Cristóbal y las islas de Curazao, Aruba
y Bonaire. Gracias a esta jira, se logró elevar a Guanare a sede Episcopal, se
fundó el Seminario Diocesano y el Palacio Episcopal.
En agosto de 1954, La Santa Sede crea el Obispado de
Guanare, nombrando a Monseñor Pedro Pablo Tenreiro como su primer Obispo.
En 1969, se conmemoró las bodas de plata de este
Patronazgo Nacional.
El 18 de
febrero de 1976, bajo el patrocinio de Monseñor Alfonso de Jesús Alfonzo Vaz,
se constituye en Caracas la Asociación Civil, sin fines de lucro,
"Venezuela a la Virgen de Coromoto" para la promoción de la
piedad y devoción a la Virgen de
Coromoto, y la consecución de fondos para la construcción del Templo Votivo
Nacional. El proyecto de la construcción del templo, para honrar a la Santísima
Madre, fue encomendado al competente arquitecto Erasmo Calvani, quien
después de vencer los múltiples
problemas que ocasionó lo arenoso del terreno, logró cimentar sus bases con una columnas de 18 metros de profundidad.
A las once y veinte de la mañana del lunes 28 de enero de 1985[1], después de pronunciar su
homilía en los terrenos de Montalbán, el
Papa Juan Pablo II, realizó la coronación canónica de la imagen de la Virgen de Nuestra Señora de Coromoto, que
será venerada en la nueva basílica de Guanare, mientras un coro de 1.500 voces cantaban un himno
sacro y cientos de palomas blancas
cruzaban el cielo.
Con motivo de celebrarse en Roma, el 7 de mayo de
1995, la beatificación de Laura
Evangelista Alvarado Cardozo, Madre
María de San José, el Presidente Caldera
viaja a Roma, y aprovecha esta
oportunidad para invitar al Santo Padre a la inauguración el Templo Votivo Nacional,
siguiendo así, fielmente su petición de honrar el sitio de su Aparición el 8 de septiembre
de 1652, bajo la advocación que ella misma eligió.
.- León XXIII (1878-1903)
.- Pío X (1903-1914)
.- Benedetto XV (1914-1922)
.- Pío XI (1922-1939)
Urbi Arcano Dei
.- Pío XII (1939-1958)
.-
Juan XXIII (1958-1963)
Rerum
Novarum; Mater et Magistra; Pacem in Terris.
.- Paulo VI
(1963-1978)
Eclesiam Suam,
.- Juan Pablo I .1978. (30 días)
.- Juan Pablo II. 16-10-1978.
Bibliografía:
Venezuela. Presidente (1984-1989: Lusinchi). :”Su
Santidad Juan Pablo II, poder moral del Universo”. Caracas: Ministerio de la
Secretaría de la Presidencia. 1985.
UCV: 262.13F V458; UCV: Sala de Publicaciones
Oficiales: Nª de Control Temporal: AAQ7239.
Bienvenido el Papa (grabación). <S.L.>: AS
International; Caracas: Suramericana del disco <distribuidos>,
<1984>
BN: Div. de Cine: B-02-378.
Bn
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