David R. Chacón Rodríguez
Corrían
placenteros aquellos años que solemos llamar coloniales, en los que los tiempos
de la fe, robustecidos por actos
externos, se arraigaban hondamente en el alma de los pobladores de nuestro país
ancestral. Venezuela, la primera nación del Continente Americano que recibió
las primicias de la sangre redentora de Cristo, debía ser también, la primera
en profesar especial dilección a la Augusta Madre del Salvador, y en recibir de Ella los testimonios de su
indefectible amor.
Venezuela
nace amparada por el culto de la Virgen
Grande, constante y dulce fue siempre la
influencia que ejerció la Madre de Dios en los fundadores de la provincia de Venezuela, en los prelados y en
sus hijos, quienes, en distintas formas, propagaron su culto bajo la protección de su manto
protector. En prueba y confirmación de lo que acabamos de expresar, diremos lo
siguiente: Alonso de Ojeda, el valeroso conquistador, recorrió las costas de
Venezuela y dio a nuestra Patria el nombre con el cual debía señalarse en el
transcurso de los siglos y ocupar un puesto honroso entre las naciones
americanas. Era un fiel devoto de la Santísima Virgen bajo la advocación de
Nuestra Señora de la Caridad, cuya imagen se encuentra actualmente en Cuba. A
Ella era que este gran guerrero y atrevido navegante se encomendaba en sus
empresas, en el denuedo de las refriegas
y combates, y en los peligros de sus aventuradas expediciones; otro
conquistador, Marcelo de Villalobos funda en la Isla de Margarita la ciudad de
La Asunción, para honrar el dichoso tránsito de la Madre de Dios.
Coro, la sede del primer Obispado de
Venezuela, se erige al amparo de Santa Ana, la Madre de la Virgen Santísima; el
Tocuyo, primer establecimiento en el interior de Venezuela, se establece el día
de la Concepción Inmaculada de la Madre de Dios, el 8 de diciembre de 1545;
Pedro Álvarez, por orden de Juan de Villegas, crea el primer puerto venezolano,
bajo el propio auxilio de Nuestra Señora de la Concepción de Borburata. La
Nueva Segovia de Barquisimeto se inaugura bajo el manto protector de la Virgen
del Carmelo, el 16 de julio de 1552. Trujillo, la perla de los Andes
venezolanos, se funda en 1557; pero, pasa sus tres primeros años en continuos
cambios, sin poder asentarse
definitivamente en los diferentes y variados sitios que escoge. Es apenas en
1570 cuando logra por fin encontrar sosiego y reposo, pues, poniéndose bajo la
advocación de Nuestra Señora de La Paz, se establece en el lugar donde hoy se
encuentra. El esforzado y valeroso capitán Diego de Losada y Quiroga, fundador
de Caracas, profesaba singular devoción a Nuestra Señora de Caraballeda, y para
honrar a la Virgen María dio al puerto que fundó, en las costas del Caribe, el
nombre de la gloriosa Virgen de Río Negro, su pueblo natal.
Después de este breve vistazo general,
veremos ahora su benéfica influencia en algunos de los próceres de nuestra
indemnidad.
El Libertador y la Virgen de Coromoto
La vinculación de la Virgen con el proceso
venezolano de la emancipación de la colonia española, se manifestó desde el
inicio de las luchas independentistas. Tanto es así, que el Hermano Nectario María nos refiere, en su obra Los
Grandes Héroes de la Independencia y la Santísima Virgen María, que Simón
Bolívar, en la campaña libertadora que culminó con el triunfo de Carabobo,
imploró la protección de la Augusta Madre de Dios, en su advocación de Nuestra
Señora de Coromoto. A fines de 1824, Bolívar pernoctó con sus tropas en Guanare,
que acababa de desocupar la 5ª división realista al mando de José María
Herrera. Atendido por el Doctor José Vicente Unda, a la sazón vicario del
partido y por el Presbítero Juan Joseph Goyzueta, cura titular de la parroquia,
el 22 de mayo de 1821, Bolívar visita la iglesia junto con sus acompañantes e
implora el auxilio y protección de la Virgen Santísima de Coromoto; por lo
tanto, el triunfo de Carabobo fue el
fruto de la confianza del Libertador en el poder de la sin par Virgen.
Una placa marmórea, en el frontispicio de
la Basílica, recuerda la visita y plegaria del Libertador a la Divina Madre de
Dios.
Otro
patriota, el General José Félix Ribas libró el 22 de julio de 1813, una
batalla contra el Coronel Florencio Oberto en el sitio de Los Horcones. Aunque
poseía un número muy inferior de fuerzas, el jefe patriota propinó a su
adversario una aplastante derrota.
Como acción de gracia por el triunfo
alcanzado, en la noche de ese mismo día depositó a los pies de la Virgen la
espada vencedora.
En febrero de 1814, José Tomás Boves, el
terrible caudillo, despedazó en La Puerta al ejército Libertador. Encontrándose
en La Victoria, José Félix Ribas, al
saber esta infausta noticia, resuelve cerrarle el paso; pero, ante la
inferioridad de sus fuerzas, decide ofrecer a la Madre de Dios, si sale
victorioso, hacerle celebrar a perpetuidad una fiesta en honor de la Concepción
Inmaculada. Y, confiado en la Virgen, acepta el combate el 12 de febrero. Fue
un brillante triunfo de las armas patriotas, lo que le hizo merecedor de los
vehementes elogios y aplausos del Libertador y del Ayuntamiento de Caracas.
Ribas, en el fragmento de la nota que envía a ese cuerpo con motivo de los
honores decretados al vencedor de La Victoria, escribe:
La sangre de los caraqueños derramada en La
Victoria y la protección visible de María Santísima de la Concepción fueron los
que salvaron la patria aquel memorable día... y espero de la Municipalidad
marque ese día para bendecir a la Madre de
Dios con el título de La Concepción jurándole una fiesta solemne anual, en la
Santa Iglesia Metropolitana a que deban asistir todas las corporaciones, y
exhortando a las demás ciudades y villas para que en gratitud ejecuten lo
mismo. Yo protesto a V.S.S. que estos son mis únicos deseos y que llegándolos a
conseguir grabarían en mi pecho un eterno reconocimiento; y os aseguro de la
mejor fe que no es moderación, que me hace explicar en estos términos, sino la
justicia.
De igual manera, el General Antonio José
de Sucre, al obtener en Ecuador, el 24 de mayo de 1822, el espléndido triunfo
de Pichincha, expresó en el parte que enviara el General V. Aguirre:
Por el buen éxito de la batalla de
Pichincha, votó el General Antonio José de Sucre una misa solemne en honor de
la Virgen de las Mercedes. Por el presente correo manifiesta vehemente deseo
porque se cumpla este religioso deber y yo tengo la honra de anunciar a Usía
Muy Ilustre para que el 28 del corriente
a las nueve de la mañana se sirva solemnizarla con su presencia.
El nombre de Coromoto
Cuando el capitán portugués Juan
Fernández de León Pacheco[1] funda la ciudad del Espíritu
Santo del Valle de San Juan de Guanaguanare, el 3 de noviembre de 1591[2], en un
sitio inmediato al río que lleva este nombre, una de las tribus que allí
habitaban, los Coromotos, al ver el arribo de los españoles, que llegaron
repartiendo tierras e indios en encomiendas, se refugiaron en la selva en un sector camino del Tocuyo entre
los estados Lara y Portuguesa, impidiendo así
su evangelización.
El nombre de Coromoto que llevaba el
caserío indígena, procedía, según parece, de una hermosa y limpia quebrada que
riega las tierras que se extienden entre los ríos Tucupido y Guanare.
Es conveniente recordar que Guanaguanare significaba en lengua
indígena El lugar de las gaviotas, tal vez
por la abundancia de estas aves en sus cercanías. Este nombre se conservó hasta el año 1750,
fecha en la cual se redujo simplemente al de Guanare.
La Aparición de la Virgen
Una mañana, a principios del año 1652, cuando el cacique de
la tribu de los Coromotos se dirigía en compañía de su mujer a su tierra de labranza, observó, al llegar a una quebrada cristalina que se encontraba en las
cercanías, que había una bella y resplandeciente señora, con un preciosísimo niño sostenido en sus brazos.
Maravillados por este acontecimiento, se
quedaron atónitos al oír que les hablaba en su idioma, diciéndoles: Vayan a casa de los blancos, y
pidan que les echen agua en la cabeza para poder ir al cielo...
Los indios cumplieron su mandato, y por el
mes de noviembre del mencionado año, un hacendado español de nombre Juan
Sánchez tomó el camino del Caura para ir al Tocuyo; y al llegar a cierto punto
del camino, se encontró con el cacique de los Coromotos, quien al verlo,
inmediatamente le narró lo sucedido. Juan Sánchez, gratamente sorprendido por
el relato del indio, le ofreció inmediatamente su ayuda indicándole que
preparara su viaje, ya que él en ocho días regresaría.
El cacique, animado con el recuerdo de la
bella señora, como la llamaban desde entonces, no se hizo esperar; y
efectivamente, al cumplirse los días señalados, Juan Sánchez volvió y los
condujo cerca de la confluencia de los ríos Guanaguanare y Tucupío (hoy
Tucupido), a 10 km. de Soropo, cerca de una quebrada que corre en medio de unos
parajes conocidos con el nombre de Coromoto.
Allí, los Alcaldes de la Villa, don
Baltazar Rivero y don Salvador Cerrada, dispusieron que los indios se quedaran
en ese pueblo y convinieron en nombrar a Juan Sánchez, su encomendero, con el encargo
de que le señalara las tierras para sus labores y los adoctrinara en los
rudimientos de la religión cristiana, preparándolos así para recibir el santo sacramento del
bautismo.
Cumpliendo su cometido, varios de los
naturales recibieron el agua de Cristo, pero el cacique, que al principio
cumplió gustoso las instrucciones, poco a poco se disgustó con su nueva
realidad, y como anhelaba la libertad y la tranquilidad de sus bosques, comenzó
a alejarse de la doctrina; allí él mandaba, y aquí tenía que obedecer...
Obstinado por esta situación, preparó su huida y la hubiera realizado, a no ser
por la nueva intervención de la Santísima Virgen, quien velaba por él y por su
tribu. Así, en la tarde del sábado 8 de
septiembre de 1652, se negó a asistir a un acto religioso y regresó enojado a
su bohío, donde lo esperaban su mujer, y su cuñada Isabel con su hijo pequeño
de 12 años de edad.
Entrada la noche, mientras todos dormían,
el cacique luchaba con su orgullo humillado por la obediencia y pérdida de
libertad sacrificada por su encomienda. En este estado se encontraba cuando se
le presenta en forma corpórea la Virgen Santísima en el umbral del bohío,
irradiando de su ser, potentes rayos de luz.
Al verla, asombrado, el cacique rompe el
silencio y dirigiéndose a la Bella Señora con enojo, le dijo: ¿Hasta
cuándo me quieres perseguir? Bien te puedes volver, que yo no he de hacer más
lo que tú me mandas; por ti dejé mis tierras y pertenencias y he venido aquí a
pasar trabajo.
Ante estas irrespetuosas palabras, la
mujer del cacique le reprochó su mal proceder en estos términos: No hables así a la bella mujer, no tengas
tan mal corazón.
Cuando el cacique oyó estas palabras montó en cólera y, encendido
de rabia, se levantó violentamente. Tomó el arco que estaba en la pared,
cargó la flecha y le apuntó diciendo: Con matarte me dejarás; pero La Virgen,
como buena Madre que nunca teme a su hijo, se le acercó. El entonces, soltó el
arco y se abalanzó para sujetarla y sacarla de la choza, pero ella en el
momento desapareció, dejándole en la mano un pequeño pergamino con su imagen
diminuta resplandeciente. Al verla, el indio
la escondió entre la paja del techo de su casa diciendo: Ahí te he de quemar para que me dejes.
Inmediatamente, el indiecito hijo de
Isabel, que a pesar de sus cortos años
desaprobó la desconsiderada actitud de su tío, salió corriendo para dar
aviso de lo sucedido al señor Sánchez, quien de inicio no le creyó; ante su insistencia, Sánchez le
pidió que trajera dos mulas para ir, pensando que por estar muy lozanas,
ariscas y gordas, el indiecito no podría; pero la ferviente insistencia del
pequeño logró vencer el obstáculo y de
esa manera convencer al español. Este, acompañado
por dos de sus amigos: Bartolomé Sánchez y Juan Cibrián, regresó a la choza
y recogió la sagrada reliquia.
El domingo 9 de septiembre, el cacique
dispuso volver a sus montañas con todos sus hombres; pero apenas entró en el bosque, fue mordido por una culebra venenosa. Al verse mortalmente herido, se arrepintió de
su actitud, clamando a voces por el santo sacramento del Bautismo regenerador, que se había negado a
recibir.
Dio la casualidad que en esos momentos
transitaba por la zona un joven moreno de Barinas de apellido Ochogavies, quien
al reconocer la gravedad de su estado, lo bautizó.
El cacique, resignado por los dolores,
rindió su último suspiro recomendando a su tribu que permaneciera con los
blancos.
De vuelta a su casa en Soropo, Juan
Sánchez refirió lo acontecido al cura del pueblo, el Licenciado Diego Lozano;
pero éste no le dio crédito, por lo que decidió guardar la efigie en el altar
de su casa, hasta el primero de febrero de 1654, es decir, un año y cuatro
meses.
La fama y veneración del culto se hicieron
tan grandes, que al día siguiente, víspera de la fiesta de la Presentación y
Purificación de Nuestra Señora, el Vicario de la iglesia, don Diego de Lozano,
ordena el 2 de febrero de 1654, que se traslade
para la iglesia parroquial de Guanare,
a la venerada reliquia. Con este acto, las fechas del 8 de septiembre y
el 2 de febrero se constituyen los días de mayor atención, devoción y
concentración de los piadosos admiradores del
culto a Nuestra Señora de Coromoto.
La imagen de Nuestra Señora de Coromoto,
providencialmente conservada hasta ahora, es pequeña, mide tan sólo 27 mm. de
alto por 22 mm. de ancho. Representa a
la Santísima Virgen sentada con la cabeza recta y la vista al frente, con el
niño sobre sus rodillas, con la mano derecha levantada, para bendecir; y con la
izquierda, sostiene el mundo, simbolizado
por una esfera dominada por la Cruz. La Virgen tiene sobre la cabeza una
Corona Real y el velo blanco que cae, simétricamente, por los lados. Al fondo,
se observan dos columnas, unidas entre sí por un arco en forma de portal. Es
lamentable observar que la parte correspondiente a la cabeza y al cuerpo del
niño se encuentra muy deteriorada.
El milagro que indicó el lugar exacto
Atraídos por los muchos favores de la
milagrosa imagen, la casa de Juan Sánchez, con el tiempo, se convirtió en un pequeño santuario. Tal fue
su fama, que el mismo cura de la Villa,
Diego Lozano, resolvió el 1º de febrero de 1654, depositarla con toda
solemnidad en la iglesia de Guanare, en el misterio de la presentación del niño y purificación de
la Virgen María. De esta manera, La Madre de Dios dirigió su mirada sobre las
selváticas tierras venezolanas y le impartió su bendición en Coromoto.
Tiempo después, llegó de Caracas el
misionero capuchino Fray José de Nájera, para instruir y civilizar a los indios
Coromotos. Este sacerdote fundó con los indígenas el pueblo de San José,
situado a una legua al Norte de Coromoto y próximo a unas llanuras conocidas
con el nombre Sabanas de San José. A pesar de ello, los naturales nunca se
olvidaron del sitio de la Aparición, al que visitaban con frecuencia y en el
que construyeron una humilde capilla.
Una
demostración fehaciente de la fundación de esta pueblo, nos la ofrece el
Reverendo Padre Fray Marcelino de San Vicente, cuando afirma:
Los indios de la Aparición de Nuestra
Señora de Coromoto nos los entregó el Señor Obispo por estar pocos poblados y
no haber clérigo que los asistiese y el padre Fray Joseph de Nájera los pobló y
se llamó San Joseph el nuevo pueblo y fue muy numeroso y luego que murió dicho
padre se volvió a entregar al Señor Obispo por falta de religiosos. Este dicho
pueblo está en la jurisdicción de la ciudad de Guanaguanare[3].
Elaboración del primer Sumario Jurídico
sobre la aparición
En 1668 -apenas transcurridos diez y seis
años de la Aparición de la Virgen en la quebrada y en el bohío-, el Licenciado
Juan Caldera de Quiñones, para ese entonces Vicario de la ciudad de
Carora, hizo el primer informe jurídico
sobre estos sucesos, recogiendo el testimonio autenticado de siete testigos
oculares, en autos separados y bajo fe de juramento. Entre ellos, figuran Bartolomé Sánchez y Juan Cibrián,
compañeros de Juan Sánchez en el rescate de la reliquia. Estas informaciones se
asentaron en el Libro de Autos y Constituciones de la Cofradía
de María Santísima de Coromoto. Una
copia de este informe fue enviado al Obispo de Venezuela, Fray Alonso Briceño, en Trujillo, para su
conocimiento y posterior aceptación, la cual fue dada en los siguientes términos:
la aprobación y declaratoria para que se
diese veneración, culto y reverencia a la sagrada imagen, se colocase en el
Altar Mayor, y, dictó además órdenes para que citado y convocado el pueblo con
la mayor solemnidad que se pudiese, como se ejecutó por don Diego de Lozano,
cura y vicario de la ciudad de Guanare. Lamentablemente, este documento se
quemó el 19 de marzo de 1723, durante un incendio que ocurrió en la casa del
Mayordomo de la Cofradía de Nuestra Señora de Coromoto, Don José de Montesinos.
El milagro de la Virgen del Topo
Con el tiempo, la gente se olvidó del sitio preciso de la
Aparición de 1652, hasta que, providencialmente, en marzo de 1698, el religioso
Diego de Olaya, llegó de la Orden de San
Agustín que recolectaba limosna. Traía
desde la Catedral de Bogotá la imagen de Nuestra Señora del Topo, que
representa a la Madre de Dios en el descendimiento de Nuestro Señor Jesucristo
de la Cruz; pasó por Tucupido, tierra que gozaba entonces de gran fama por sus
cultivos de tabaco que tanta nombradía tenía en Europa y América. Al llegar a
esa última casa de Tucupido, que era de Justo Burgos, se le entregó a dicho
religioso la limosna recogida, que fue de
cuarenta y ocho pesos en tabaco y 4 reales en plata[4]; Fray
Diego de Olaya acompañado de 128 personas[5],
emprendió el regreso a Guanare por el camino de Maraca, pero poco antes de
atravesar el río Guanare, observaron con sorpresa que el rostro de la imagen se
puso amarilla, recobrando al poco rato su color natural. Prosiguiendo su
travesía invocando a coros la segunda decena del santo rosario, notaron que una
sombra tenebrosa cubría por completo la
cara de la estatuilla. Temerosos los presentes por este prodigio inesperado, se
entregaron durante tres horas a actos cristianos de devoción y contricción
religiosa, pidiendo e invocando su misericordia. Ante este fenómeno, el
comisionado Marcos Paredes de San Nicolás ordena a dos fieles devotos, que eran
los hermanos Juan y Cristóbal Calsado[6], la
construcción de una cruz, y decide
plantarla en aquel sitio, por representar ella el descendimiento de
Cristo, y en el momento de fijarla en
tierra, la efigie recobró de nuevo sus colores originales.
Después de este acontecimiento, el señor
Paredes regresó solo a Guanare, con el
fin de informar al cura Párroco de los hechos;
aprovecha esta ocasión y solicita el permiso para construir en el lugar de la cruz una
capilla dedicada al culto de la Madre de Cristo.
Diego Lozano, el cura de Guanare,
presintiendo que tal suceso fuera un aviso del cielo para indicar el sitio de
la Aparición de la Madre de Dios, en 1652, quiso que Paredes de San Nicolás
buscara dicho lugar; y al efecto, le mandó hiciera las diligencias del caso.
Mucho agradó a Paredes esta decisión, pues él había resuelto construir una
ermita en el lugar del suceso de la Virgen del Topo.
Las diligencias de Paredes se iniciaron el
24 de agosto de dicho año de 1668, cuando salió con dos compañeros que le
señaló dicho cura. Ellos eran Santiago López y Lorenzo Díaz. Estas actuaciones
resultaron vanas, pues nadie en la comarca sabía el sitio exacto donde había
aparecido la Santísima Virgen de Coromoto hacía cuarenta y ocho años. Hasta que
casualmente, el día 26 de dicho mes de agosto, cuando Paredes estaba cortando
unos palos para la edificación de la capilla en las inmediaciones de la
Quebrada, inesperadamente se encontraron con un grupo de 9 indios Coromotos que
venían a caballo, comandados por el
cacique Gaspar Tabares, quien le expresó
a Paredes: Hemos sabido que un
hombre viene a hacer iglesia para nuestra Ama la Virgen, y, si vienen de nuestra parte a hacerla donde la Virgen bajó del cielo cuando la cogió mi suegro,
vendremos todos a poblarnos aquí[7].
De esta impensada llegada todos se
regocijaron y a su proposición tan esperada respondió el declarante: que si, que de su parte venían a aquel
intento. Ante esta respuesta Gaspar Tabares dio orden a uno de sus
acompañantes, llamado Jacinto, diciéndole: Andad
y decid a don Julián que vengan todos con sus mujeres y familias que Dios se ha
acordado de nosotros[8].
Paredes identificó con los Coromotos el
lugar que ocupaba el bohío del Cacique. Lo sorprendente del caso fue que los
indios reconocieron y aseguraron que el sitio de la choza donde la Santísima
Virgen había aparecido en 1652 era el mismo donde estaba plantada la cruz
colocada en memoria del milagro de Nuestra Señora del Topo. La salida de los
indios fue tan inesperada, que uno de los pobladores de nombre Nicolás Mateos,
afirmó que en diez años que tenía viviendo en esas tierras jamás había visto a
tales indios.
Una vez que se determinó el sitio de la
Aparición, los indios Coromotos se establecieron alrededor de la pequeña ermita
pajiza que construyera Marcos Paredes de San Nicolás.
Tanto el Gobernador Eugenio de Ponte y
Hoyos y el Obispo de Venezuela, Don Diego de Baños y Sotomayor, examinaron la
tradición, declarando la autenticidad de la Aparición; autorizaron la erección
del pueblo de la Aparición de Tucupido; elevaron este pueblo como parroquia
individual, separándola del Vicariato de Guanare y dieron permiso a Marcos
Paredes para recoger limosnas en toda la Diócesis, con el fin de reemplazar la
ermita por una iglesia.
Descripción de Schabel
En 1704, un misionero jesuita llamado
Miguel Alejo Schabel realizó un viaje desde Curazao hasta Barinas, haciendo
escala en Barquisimeto, Araure, Guanare y el pueblo de la Aparición de Nuestra
Señora de Tucupido. De toda esta jornada dejó una Relación detallada que
intituló Noticias de América el cual se conserva en el Archivo del Generalato
de los Padres Jesuitas en Holanda. Y al referirse al pueblo de la Aparición nos
dice: Había cierto hombre llamado Nicolás Paredes
(su nombre completo es Marcos Paredes de San Nicolás), mulato, esto es, nacido
de padre blanco y madre negra o etíope que yo había traído conmigo de los
valles de Caracas, y éste más que los otros me mostraba una singular gratitud,
humanidad y afabilidad.
Gratitud,
dije, pues a mi entrada llevé conmigo a este hombre bueno acogido (por decirlo
así) bajo la sombra de mis alas y puse término a los peligros si no de su vida,
de su fama y fortuna. Este había tenido un pleito y proceso con la ciudad de
Guanaguanare. Aunque él había ganado ante el Gobernador y Obispo de Caracas,
sin embargo quedaba un odio oculto y
deseo de venganza en el ánimo de los Guanaguanarenses; de allí provenía que
habían decretado unánimemente por otro motivo y pretexto cogerlo cuando
volviera de Caracas entre los suyos por las tierras Guanaguanarenses y
encerrarlo en el cepo. Había oído que yo había regresado donde los indios por
eso me esperó en la ciudad de Araure, para que bajo mi protección evadiese el
peligro inminente. Lo que sucedió y por respeto y atención a mi persona sus
enemigos le permitieron seguir el viaje libremente. De Caracas, en donde dos
años se había escondido, llevaba consigo el buen hombre y en mi opinión santo,
dos imágenes de la Beatísima Virgen a saber del Real y Coromoto las cuales
había hecho pintar con las abundantes limosnas recogidas en el Distrito y
Diócesis de Caracas por dos años que había adornado, maravillosa, preciosa y
curiosamente con piedras preciosas y radios y cadenitas de oro encerradas en
cajitas y altarcitos.
Las
llevaba al cuello (yugo suave y de carga leve) el piadoso y juicioso mariófilo
y por todas partes en el camino donde se hospedaba las exponía a la veneración
de la casa y recitaba el rosario delante de ellas con los domésticos y cantaba
las letanía lauretanas con el himno Salve Regina, y hacía esto todos los días
tres veces, a saber: por la mañana, al mediodía y por la tarde, aunque fuera en
el campo abierto cuando descansara al mediodía o pernoctara al cielo
descubierto. Cuando pasaba una vez conmigo por cierto pueblo indio llamado
Tucupido, maravilloso eran el afecto y devoción con que nos recibieron con las
sagradas imágenes.
A
tres días de camino nos mandaron al encuentro cinco hombres, y algunos de ellos
fueron a avisar al pueblecito que pronto llegaríamos cuando he aquí que casi
todo el pueblo nos salió al encuentro. El pastor y párroco del lugar a caballo
con muchos otros a pie fue el primero que nos saludó desde lejos casi a una
legua del pueblo, pronto recibió del amante de María la sagrada Imagen de Coromoto
y la cogió del cuello. A mí me tocó llevar la imagen de la Deípara del Real. Así los dos
mariáforos (para decirlo así) procedimos hasta el río (Guanare) cerca del pueblo,
entre música y disparos de escopetas y aclamaciones del pueblo.
Después
que habíamos pasado el río, el devoto sexo femenino, con velas encendidas que
todas tenían en las manos, salieron a recibirnos y entonces el párroco dio su
imagen al que hacía las veces de paje para que la llevara.
Siguiendo
su ejemplo yo también entregué mi imagen a un indígena que me la pedía.
Después
de un intervalo, las sagradas imágenes pasaron de mano en mano, y de éstas a
éstos, así es que ya los unos ya los otros, ya éstas ya aquéllas las llevaban
hasta que llegamos al templo. Entonces me entregaron a mí una imagen y al párroco la suya, las cuales, ambos
colocamos en el templo sobre el altar maravillosamente adornado con luces y
flores, entre los reiterados disparos de las escopetas y entre el sonido de los
tímpanos y repiques de campanas. Y después cantó el párroco el himno
Ambrosiano, seguido del Santo Rosario, y el canto de las Letanías Lauretanas y
la Salve Regina.
La
tradición y certificación auténtica examinadas y aprobadas por el Obispo de
Caracas es: que la milagrosa imagen de la Beatísima Virgen María de Coromoto
apareció y fue vista en aquel pueblo y cuando aquel devoto amante de María
había llevado algunos ejemplares de aquella imagen al pueblo, llenó a todos de
una gran alegría y consuelo inexplicable. Que la aparición de la Beatísima
Virgen fue aprobada por el Obispo de Caracas (por las diligencias de aquel
amante de María) y que donde dicen que apareció en el mismo lugar que éste haya
construido el templo en honor de Deípara, fue causa de odio contra este hombre
santo de parte de los habitantes y magistrados de Guanaguanare que son vecinos
de aquel pueblo tres leguas.
Porque
el lugar de la aparición comenzó a ser frecuentado por los devotos de María y
familias enteras de trescientos miembros se incorporaron al pueblo aquel
Tucupío contra el gusto de los magistrados de Guanaguanare. Además, en la
ciudad de Guanaguanare se conserva y se honra una imagen milagrosa de Coromoto
y que por miedo de que esa devoción verdaderamente y ciertamente útil se
disminuya fue iniciada aquella persecución contra ese devoto de María. Trajo
consigo aquel muy devoto mariano dos cálices y cinco casullas nuevas de
las limosnas recogidas.
La primera iglesia
El pueblo tuvo pronto real desarrollo y
una vez vencidas las dificultades que suscitaron contra él algunos notables de
Guanare, Paredes de San Nicolás se dio a la noble tarea de asegurar recursos
para el nuevo pueblo, y en tal sentido se trasladó al sitio de Aguaviva,
situado a media legua al Sur de Guanare donde vivía Diego Pacheco Carvajal,
descendiente directo del glorioso fundador de Guanare, Juan Fernández de León
Pacheco, con el fin de solicitar la donación de las tierras para la
Virgen. Esta tierras estaban limitadas por los ríos Guanare y Tucupido y el camino
real entre Guanare y Barinas. Con igual paciencia y abnegación, recogió
limosnas para la construcción de la iglesia parroquial, así como de todos los
enseres necesarios para hacerla digna del motivo que originó su construcción.
Esta iglesia estaba formada por un solo
cañón y medía 45 varas de largo por 10 de ancho, tenía tres puertas al frente y
tan sólo el presbiterio estaba enladrillado. El altar medía 6 varas de ancho y ocupaba todo el espacio de
la choza del cacique, donde había aparecido la Virgen. La mesa de este altar
era de ladrillos a los lados, con adobes en el centro y estaba cubierta con una
tabla. Igualmente, tenía otro altar con
un sagrario de una vara de alto y cinco cuartas de ancho, en el cual estaba
colocada una custodia que guardaba la pequeña imagen que providencialmente ha
llegado hasta nosotros.
En este viaje a Caracas, Marcos Paredes de
San Nicolás, al pasar por el sitio de Camoruco, se encontró con la india
Isabel, hermana de la esposa del cacique, quien le contó su versión de los
sucedido.
En abril de 1715, el Ilustrísimo Obispo de
Venezuela, Fray Francisco del Rincón, visitó Guanare y mandó que se fijara el
Santísimo Sacramento en la ermita de la Coromoto, ya que desde 1699 se hacían
allí bautizos y demás ceremonias.
De esta manera, recibió el sello de
aprobación oficial de la máxima autoridad eclesiástica de Venezuela.
Segunda Información Jurídica: Pedro
Francisco Posada
El 20 de enero de 1728, setenta y seis
años después de la Aparición, el Juez Eclesiástico Don Pedro Francisco Posada
realiza la segunda información jurídica, formada por las declaraciones de
Antonio de Burgos, el Alférez Francisco de Alaejos y siete testigos más,
miembros de la Cofradía de Nuestra Señora de Coromoto.
Con el tiempo, la ermita fue convertida en
iglesia y la nueva construcción fue bendecida solemnemente por el Vicario de
Guanare el 8 de septiembre de 1745,
según orden del Obispo don Juan García Abadiano.
Tercera Información Jurídica: Doctor
Carlos Herrera
A fines de enero de 1746, el Obispo Juan
García Abadiano (1742-1747) comisiona al cura Rector de la Catedral de Caracas,
Doctor Carlos Herrera, para que fuese a Guanare en carácter de Visitador
General y realizara el tercer sumario jurídico. Esta información se efectuó en
dicha ciudad y fue titulada Información de la Aparición y Milagros de
María Santísima de Coromoto, Titular y Patrona de la Ciudad de Guanare, sita en
su Iglesia Parroquial, recibida en visita por el señor doctor don Carlos Herrera,
Cura Rector de la Santa Iglesia Catedral, Examinador Sinodal, Vicario
Superintendente y Visitador General de este Obispado, por el Ilustrísimo Señor
don Juan García Abadiano, dignísimo Obispo de esta Provincia de Venezuela, del
Consejo de Su Majestad. Hecho por febrero del año de 1746[9].
La protesta de los indios
El pueblo de la Aparición de Coromoto
estuvo en el lugar donde la Virgen se apareció
desde 1698 hasta 1778, es decir, 80 años solamente. Después se trasladó
para el lugar que hoy es Tucupido. Pues, el Presbítero Francisco Buenaventura
de Egurrola[10],
quien había desempeñado el curato del pueblo por espacio de 18 años, resolvió,
en 1778, trasladarlo al sitio donde
están hoy los restos de lo que fue Tucupido. Alegaba que estaba muy cercano a
los ríos Guanare y Tucupido, cuyas grandes avenidas, sobre todo del primero,
inundaban las cercanías del pueblo.
Como el Obispo Mariano Martí y el Capitán
General desconocían los motivos de la fundación del pueblo, autorizaron su traslación.
Con los despachos de ambas autoridades, el
7 de septiembre de 1776 el padre Egurrola se llevó la efigie de Nuestra Señora
de Coromoto de este pueblo y la colocó en la nueva iglesia que había construido
en Tucupido a imagen y semejanza de la anterior, por cuyo motivo se llevó de
ésta las puertas, ventanas y cuanto contenía.
Los indios, apegados al sitio de la
Aparición, se rebelaron contra el cura y no quisieron seguirlo. Así andaban las
cosas, cuando el 23 de enero de 1778 llegó de visita pastoral el Obispo Mariano
Martí, quien en su libro personal, hablando del padre Egurrola nos refiere lo
siguiente: Antes era muy estimado por todos sus feligreses, pero desde que
anda este negocio de trasladar la
iglesia y el pueblo viejo a esta mesa de Tucupido, todos los que no gustan de
esta traslación se manifiestan enemigos de este Cura, quien la ha promovido. Es
bastante circunspecto, y los indios, que no quieren la traslación, son los
enemigos o que no quieren a este cura[11]. Y
viendo el conflicto en que estaba el padre Egurrola, vino personalmente de
Tucupido al pueblo de la Aparición con el fin de convencer a los indios a
mudarse. He aquí en qué términos el Obispo nos relata su visita al pueblo de la
Aparición, que él denominó Pueblo Viejo, por contraste al que quería fundar el
padre Egurrola y que se denominó Pueblo
Nuevo: Llegamos a este pueblo de
Nuestra Señora de la Aparición de Coromoto a las 11 de la misma mañana y
más abajo expresa: Esta iglesia es baxo
la invocación de Nuestra Señora de la Aparición de Coromoto. La capilla mayor
es de tapias, y lo restante de la Capilla interina, que aún no está concluida,
es de bajareque; pero este cura está en ánimo de hazer nueva iglesia de tres
naves, y se irá fabricando dicha nueva iglesia, quedando dentro esta nueva
iglesia interina, y todavía no está concluida, como se dijo antes[12].
Y luego, al referirse a la Aparición nos
explica:
En
el siglo pasado apareció Nuestra Señora en diferentes parages de estas
vezindades, y en la quebrada nombrada Coromoto, distante de el sitio donde está
la iglesia del pueblo viejo y de este pueblo nuevo como una legua de cada uno
de estos pueblos, viejo y nuevo. en el año 1652, según dize esta Cura, se
apareció esta Nuestra Señora de Coromoto en el sitio donde hoy está la iglesia
de dicho pueblo viejo, después se fundó
una iglesia en la sabana de San Joseph distante de acá como una legua, un
pueblo de indios y españoles por un Capuchino que permaneció pocos años en
dicho pueblo de la Sabana de San Joseph, porque se ahogó en en río de Guanare,
que distará de allí como una legua. En el año de 1692, se estableció pueblo de
españoles y iglesia en el sitio que ayer fui a visitar, distante de este pueblo
nuevo dos leguas, y después en el año de1699, se agregaron estos indios a la
iglesia y pueblo viejo, que ahora se ha mandado trasladarlo todo a esta mesa de
Tucupido, donde se va fundando este nuevo pueblo e iglesia, cuya nueva
fundación de iglesia se hizo el día 7 de setiembre de 1776 trasladándose como
se trasladó, por este Cura la imagen de Nuestra Señora de Coromoto dicho día 7
de septiembre de 1776, y desde entonces se han executado acá todas las
funciones parroquiales y desde el mes de julio de 1777, se empezaron a edificar
casas; todo con competentes licencias de la Curia eclesiástica y del Governador
de Caracas. Esta nueva iglesia y pueblo se han establecido como iglesia y
pueblo de españoles, con agregación de estos indios, así estava antes la
iglesia, y el pueblo viejo que ahora se trasladan.
Esta
iglesia, desde que se erigió en el dicho año de 1692, siempre ha sido
administrada por Clérigos seculares, que se llaman Curas o Capellanes
(¿rurales?), que antes eran sin colación y ahora con colación.
Dize
este Cura que haviéndose aparecido esta divina señora en forma humana con rayos
de luz, y tirándole...un indio enojado porque esta misma Señora sacava de
los... a los indios, y cogiendo dicho indio a dicha Señora, quando la cogió, no
quedó en sus manos otra cosa que una imagen de Nuestra Señora muy pequeña,
pintada, con el niño Jesús en los pechos de la misma Señora, y tan pequeño, que
una copia (que dizen no corresponde al original, por ser grande) era como un
peso fuerte, que está en Guanare, tal vez no será más una peseta.
A
este Cura no le pagan estipendio los españoles ni los indios; y la renta que
tiene la percibe la cofradía de Animas, que le da cada año ciento y diez pesos
por sus funciones, y de la Cofradía del Santísimo percibe cada año sesenta y
seis pesos por las funciones de los terceros domingos y por un aniversario.
También percibe primicias, así de españoles como de indios, y también percibe
obvenciones, porque nada le dan de Caxas reales. En su visita, ni le he
concedido ni le he negado que perciba obvenciones de estos indios. Acá en está
Iglesia hay pila baptismal. No hay cementerio, y se ha mandado hazer contiguo a
esta iglesia[13].
Una vez efectuada la mudanza del pueblo de
la Coromoto para Tucupido, el sitio de la Aparición, siguió denominándose Pueblo Viejo, o también, La Plazuela (por la explanada alta que
limitaba el río de Guanare por el Este).
Sagrario de Nuestra Señora de Coromoto
En julio de 1756, se concluyó el Sagrario
de Nuestra Señora de Coromoto, que se encuentra en el Altar Mayor de la iglesia
de Guanare. Fue hecho por Domingo Vicente Nuñez en un estilo barroco (rico en formas,
adornos y repujados). Su tamaño es de 3 metros con 4 cm. de alto, lo que lo
convierte en la pieza más grande de la orfebrería venezolana. En la inscripción
del copete dice: En el mes de julio de
1756 se acabó este Sagrario de Nuestra Señora de Coromoto que a devoción del
Señor Domingo Ortuño de Tovar lo hizo Vicente Núñez. Está compuesto por
tres Sagrarios, dos mayores y otro pequeño, al pie. Su armadura es de cedro y
su diseño fue inspirado por el magnífico retablo de madera que hiciera el hábil
tallista Pantaleón José Quiñones de Lara en 1739, delante del cual está
colocado. En él se guardaba anteriormente la Sagrada Reliquia.
Descripción de François Raymond Joseph Depons
Cuando François Raymond Joseph Depons[14]
recorrió y visitó la provincia de Venezuela entre los años 1801-1804, al
referirse de la ciudad de Guanare[15] nos
describe con amplitud de detalles el esplendor con que allí se venera la Imagen
de Nuestra Señora de Coromoto, cuyas virtudes y milagros le obligan a expresar
los detalles que recogió sobre su Aparición, y sobre ello nos refiere:
La iglesia parroquial es grande, bella y
ricamente ornamentada. Una buena parte de su esplendor se debe a que allí se
venera la imagen de Nuestra Señora de Coromoto,
y
luego, más adelante expresa algunos datos sobre su aparición en estos términos:
Sólo
la tradición local había conservado memoria de las circunstancias relativas a
la aparición de Nuestra Señora de Coromoto, hasta el 3 de febrero de 1746,
fecha en que hallándose en Guanare en calidad de visitador, el doctor Don
Carlos Herrera, Cura Rector de la Catedral de Caracas, abrió un indagación
pública, con propósito de dejar
asentados positiva e indiscutiblemente los hechos, de modo que la tradición no
olvidara algunos o alterara su memoria. He aquí el Resultado:
Un
día del año 1651, un terrateniente de la región, llamado Juan Sánchez. iba de
la villa del Espíritu Santo al Tocuyo, por un camino que atraviesa áridas
sabanas. Un cacique lo detuvo para decirle que una mujer muy hermosa se le
había aparecido en cierta quebrada y le había ordenado que fuera, en compañía
de los suyos, a buscar a los blancos para que éstos les echaran agua en la
cabeza, como único medio de abrirse el camino del cielo. Sánchez, que iba de
prisa, aplazó su retorno, que fue a los ocho días, el examen de esto. El
cacique lo esperó puntualmente en el mismo sitio el día indicado, tan
convencido como al principio de lo que la mujer le había dicho. Se les avisó a
los Alcaldes que toda la nación del Cacique iría a la iglesia a recibir las
aguas del bautismo, lo cual se ejecutó puntualmente, y, en menos de una hora, más de setecientas personas
entraron por el camino de la salvación eterna.
Después
de aquel acto solemne, todos los niños hijos de los indios bautizados veían a
la mujer en la quebrada donde había aparecido por primera vez. Como iban a
buscar agua, y permaneciendo más tiempo del necesario, sus padres los
reprendían y azotaban a menudo. La misma falta y el mismo castigo se repetían
diariamente, hasta que al fin los niños confesaron que una mujer se les
aparecía, en tan hermosa apariencia, que no podían cansarse de admirarla.
Las
personas mayores no lograban ver nada, pero por lo que decían los niños se les
atribuyeron virtudes milagrosas a las aguas de la quebrada. Su fama creció de
punto en 1699, cuando habiendo mandado el Obispo Diego de Baños, un poco de esa
agua a Madrid, se supo que, al cabo de diez meses, había llegado tan fresca
como si se acabara de coger en la quebrada. Por aquellos tiempos, el Gobernador
Don Nicolás Eugenio de Ponte, envió a las Canarias otro poco de agua para su
mujer, y también, cuando la recibieron, la hallaron igualmente fresca.
Muchos,
por sus necesidades, van a bañarse a la quebrada, llevando luces encendidas. El
agua se envía a todos los pueblos. Hasta las mismas piedras se consideran como
reliquias y hay quien las lleva colgadas al cuello. Sin embargo, lo extraño
está en que, en medio de esta fe general por tales milagros, el único que
persistió empedernido en su incredulidad fue el mismo Cacique que contó
aquellos hechos a Juan Sánchez.
El
8 de septiembre de 1652, dice la investigación llevada a cabo por el Doctor
Herrera, se trató de obligar al Cacique a asistir a los oficios divinos. El se
nego a ello, y se retiró a su morada, distante dos leguas de allí. Apenas había
llegado, se le apareció la Virgen, con tanto esplendor, que en medio de la
noche daba tanta luz como el sol al mediodía. El Cacique al verla, le dijo:
-¡Oh, Señora! hasta cuándo me has de perseguir. Bien puedes volverte; no te he
de obedecer. Por ti estoy pasando trabajos. Quiero regresar a mis bosques,
ahora que me arrepiento de haberlos abandonado. La mujer del indio le dijo a su
marido: -”No insultes a la Señora; no tengas tan mal corazón”. El indio
entonces echó mano a sus flechas, tratando de herir a la Virgen, pero ésta se
le aproximó tanto, que no pudo ejecutar sus designios. El quiso echársele
encima, pero ella entonces desapareció, y de nuevo reinó la oscuridad. Al mismo
tiempo el Cacique sintió algo entre sus manos, hizo luz y vio una imagen de la
Virgen; la escondió entre la paja del techo de su choza y salió al bosque,
donde murió, mordido de serpiente.
Un
niño de doce años encontró la pequeña imagen y la colgó en su escapulario. Pero
en cuanto se supo la cosa, vinieron a buscar la imagen con toda la solemnidad
del caso. La transportaron a la iglesia, la cual muy pronto se transformó en un
templo digno de la reliquia. A ella acuden de continuo los fieles a tributarle
homenajes con profunda veneración. Sólo le ha faltado a la Virgen de Coromoto,
para igualar a Nuestra Señora de Loreto, los tesoros de la Virgen italiana,
pues al par de ella, se le considera todopoderosa”.
La construcción de la Iglesia de Guanare
Una vez mudado el asiento de la ciudad
para el sitio que hoy ocupa, en 1710, se inician las labores para la
construcción de la nueva iglesia parroquial, bajo el curato de don Leonardo
Reinoso, ya que anteriormente los oficios se celebraban en edificaciones de
palma que servían de iglesias provisionales.
Los trabajos de reconstrucción de la
Iglesia culminaron el 3 de noviembre de 1807. Pero la difícil circunstancia
política que atravesaba el país retrasó su bendición hasta el 26 de diciembre
de 1814, cuando el Doctor José Vicente Unda pudo consagrarla.
Nueva riada del Guanare
En 1892, el río de Guanare se desbordó de
tal manera que arrasó el Pueblo Viejo
y la iglesia levantada sobre la choza
del cacique, en el lugar de la Aparición.
Participación del Hermano Nectario María
El inmenso deseo del Hermano Nectario
María, del Instituto La Salle de Barquisimeto, por glorificar a la Madre de
Dios, lo llevó en 1915 a realizar unas
investigaciones con el fin de esclarecer
y escribir de manera documentada la historia de la Virgen en Venezuela;
es decir, la relación histórica de los santuarios que le son dedicados y las
advocaciones, bajo las cuales es honrada en Venezuela. Desde esa remota fecha
comenzó a hurgar archivos, entrevistar familias, viajar con baquianos por las
difíciles carreteras de tierra de aquellos años, para recabar datos y escribir
de la manera más documentada posible el libro de La Maravillosa Historia de Nuestra Virgen de Coromoto.
El 3 de mayo de 1922, el Hermano Nectario
María, publica en la revista Excelsior,
órgano de la Sociedad Literaria La Salle, de Barquisimeto, sus primeras
investigaciones marianas bajo el título La
Maravillosa Historia de Nuestra Señora de Coromoto de Guanare, y en junio
de ese mismo año, da a la luz otro artículo con el título María Santísima de Coromoto, Protectora e iniciadora de las
misiones de indios en Venezuela, con
una ilustración a color de la imagen de
Nuestra Señora de Coromoto. Todos estos trabajos fueron firmados con el
seudónimo de H. Chonei Mereigua, que en lengua indígena significaba Hijo de María, y estaban destinados a
difundir el conocimiento, renovación y aumento de la fe en toda la República.
De ambas publicaciones, el diario El Impulso de Barquisimeto hizo una separata de cincuenta ejemplares.
Visita a
Guanare
En
la pesquisa que hiciera el Reverendo Hermano Nectario María, en el
archivo de la Iglesia de esa ciudad, en diciembre de 1922, encontró el manuscrito de un Sumario Jurídico
que lleva por título: Información de la
aparición, y milagros de María Santísima de Coromoto, titular, y patrona de la
ciudad de Guanare, cita en su Yglecia Parroquial, recivida en visita por el
Señor Doctor Don Carlos de Herrera, cura rector de la santa Yglesia Cathedral,
examinador synodal, vicario superintendente, y visitador general de este
obispado por el Ylustrísimo Señor Don Juan García Abadiano, dignísimo Obispo de
la provincia de Venezuela del Consexo de Su Magestad. Fecha por febrero del año
de 1746, el cual constituye el más completo documento que comprueba
históricamente la Aparición y milagros de Nuestra Señora de Coromoto[16].
Viaje a Caracas
Poco tiempo después, en noviembre de 1923,
el Hermano Nectario María se traslada a Caracas con el fin de buscar en el
Archivo Arzobispal documentos que sustentaran testimonialmente sus
investigaciones. En ese repositorio
halló bajo un armario que estaba en el rincón de la sala del recinto el
manuscrito del Libro Secreto de la Visita del Obispo Mariano Martí. Al abrirlo,
observó con dolor que los comejenes lo
tenían casi destruido y pululaban por todas partes.
El resultado de sus investigaciones las da a conocer el
Hermano Nectario María el 8 de
diciembre de 1924, cuando publica La
Maravillosa Historia de Nuestra Señora de Coromoto de Guanare (Venezuela) y
Orígenes Portugueseños. Allí expone, de una manera amena e interesante, el
trabajo realizado en los archivos de Caracas y de los pueblos del Estado
Portuguesa, en especial los de la curia de Barquisimeto.
Localización del sitio de la Aparición
Gracias a las diligencias y al arduo
trabajo de investigación del Hermano Nectario María, se localizó con la ayuda
del señor Nemesio Parra el lugar exacto de la providencial Aparición de Nuestra
Madre, gloria y honor de nuestra raza, que por la fausta noche del 8 de septiembre de 1652, se le
presentó al representante autóctono de nuestro pueblo aborigen, dejando un
perenne recuerdo de su visita al suelo
patrio.
Deseoso el Hermano de que este sitio
perdurase en la memoria del pueblo cristiano, resolvió, el 3 de enero de 1925,
indicar el sitio colocando allí, sobre un bucare, una lápida recordatoria con la siguiente inscripción: Aquí la Madre de Dios apareció el 8 de
septiembre de 1652. ¡Salve María!.
Monumento Nacional a Nuestra Señora de
Coromoto en Guanare
Por ser la Aparición de la Virgen en la
selva de Coromoto el mayor
acontecimiento religioso que registran los anales de Venezuela, para cooperar
en la recolección de fondos, en enero de 1926 un grupo de personas organizaron una Junta con el noble propósito
de levantar en Guanare un Monumento Nacional para testimoniar a la Virgen el
agradecimiento del pueblo de Venezuela por su portentosa Aparición. Para
acelerar los trabajos de acopio de dinero, se creó una sucursal en Valencia.
Entre los integrantes del grupo de Barquisimeto figuran el doctor Andrés Delgado,
el padre Félix Quintana, Aurelio Manzano y las señoritas Andresita e Inés
Delgado. El comité de Valencia fue organizado por la señorita Rosa Sereno de
García, felizmente secundada por la señorita Beatríz Delgado.
El sitio escogido fue la entrada oriental
del pueblo en una plaza de 1.936 metros. Este monumento lo encargó el Hermano
Nectario María a la Casa artística fundidora Durenne de París. Tiene una altura
de 8 metros y el pedestal 5 metros, 20 centímetros de alto, sobre la que se
alza, radiante de hermosura, la colosal estatua de la Augusta Reina de
Venezuela. El Niño, en el tierno regazo de la Madre, abre sus candorosos
brazos, y con una celestial sonrisa parece que llama a todos a rendir tributo
de amor y homenaje a su Madre Inmaculada. En su frente, el pedestal ostenta una
hermosa alegoría que representa la grandiosa Aparición de la Santísima Virgen
de Coromoto por la noche del sábado 8 de septiembre de 1652, y al pie se lee la
siguiente declaratoria: A nuestra Señora
de Coromoto, el pueblo venezolano, agradecido y suplicante, dedica este
recuerdo, 1928.
Esta obra fue realizada en granito por los
artistas barquisimetanos, hermanos Santiago y Miguel Gómez, según dibujo que
realizara el padre A. Pavageau, a quien Caracas debe también la bellísima
Iglesia de la Inmaculada de los Palos Grandes.
Bendición del Monumento
En la tarde del 12 de abril de 1928[17], se
verificó la bendición del monumento. Las ceremonias fueron presididas por el
Obispo de Barquisimeto, Monseñor Enrique María Dubuc y el Obispo de Valencia,
Monseñor Salvador Montes de Oca, quien en esa grandiosa jornada retórica
expresó: Está aquí entre nosotros, como
eterno monumento del amor de María, Coromoto, el Lourdes de Venezuela, en honor
de nuestro amado pueblo, el más honroso blasón de nuestra historia, y la fuente
de nuestras esperanzas, pues al dignarse la santísima Virgen dar a Venezuela,
esta inestimable prenda de su amor fue, sin duda, con altísimos fines de
misericordia y de piedad.
Y luego continuó sus palabras el insigne
Obispo, diciendo: Yo tengo la más firme
confianza, hermanos míos, en que la renovación de la verdadera devoción a
María, que, partiendo de este amado Santuario de Coromoto, inflamará todos los
corazones de los venezolanos, indicará la renovación del verdadero espíritu
cristiano en todos los ámbitos de la República, y, reinando María, reinará
Cristo, porque Ella no es sino la Aurora del Sol de Justicia, y reinando
Cristo, reinará siempre la Paz, la Dicha y el Amor.
Posteriormente, se colocó alrededor de la
plaza un monumental Vía Crucis de metal, fundido en Francia. Cada una de las
estaciones lleva, al pie y en relieve, el nombre del donante.
II Congreso Mariano Nacional de Coro
Con ocasión de cumplirse en 1928 el Cuatricentenario de la fundación de la
ciudad de Coro (1528-1928), el Episcopado Venezolano decretó el II Congreso Mariano Nacional. En esa
asamblea, el Hermano Nectario María dio
a conocer el manuscrito de su nueva obra Venezuela
Mariana. Relación Histórica compendiada de las imágenes más célebres de la
Santísima Virgen en Venezuela[18], donde
bosqueja, históricamente, las grandes manifestaciones de la Santísima Virgen María, que iluminan el
cielo patrio desde los albores del descubrimiento hasta el esplendor glorioso
de esa fecha, y el fundamento histórico
de esas manifestaciones. Durante el discurso que pronunció en la Catedral de
Coro el 11 de diciembre de ese mismo año, propuso que se reconociera y
proclamara a la Virgen de Coromoto como Patrona de Venezuela, por ser la única
verdadera Aparición, lo que le hacía tener primacía sobre las demás
advocaciones.
Inauguración de una hermosa cruz de
Mármol en el sitio de la Aparición
Años después, el 3 de febrero de 1936, se
colocó en el sitio de la Aparición una hermosa cruz de mármol, como emblema de
nuestra Redención. El acto contó con la presencia de una gran cantidad de
peregrinos.
Restauración del Retablo de la Iglesia.
Con motivo de cumplirse en 1939 dos siglos
de la terminación del retablo, se contrató al decorador Luis Peña Negrí para que
lo restaurara y sustituyera las piezas
que con el tiempo se habían deteriorado.
Construcción de la carretera hasta el
sitio de la Quebrada de la Virgen
En vista de que era casi imposible
facilitar el acceso de los fieles hasta el sitio de la Aparición, la señora
Adriana de Valery obtuvo del Presidente de la República, General Isaías Medina
Angarita, en 1942, la apertura de la carretera hasta dicho lugar, para poder
así asistir el afluir continuo de los fervorosos devotos de la Augusta Señora.
Inauguración del Monumento en la
Quebrada de la Virgen
La señora Valery, secundada por un grupo
de esforzadas y piadosas damas, agrupadas bajo la Junta Nacional Pro Coromoto, había recogido una cuantiosa suma de
dinero para la construcción de un Monumento en el propio sitio de la Aparición,
pero como Europa se encontraba en guerra la compra de insumos y maquinarias se
hizo muy lenta. Para prevenir sospechas,
infundadas críticas y malos entendidos, decidieron contratar los servicios
del señor Franco Roversi para que
hiciera el tan ansiado monumento en la Quebrada de la Virgen, justo al término
de la carretera que se acababa de construir.
Es conveniente aclarar que en el sitio
donde está actualmente este Monumento, nunca
hubo allí ninguna Aparición de la Virgen, y
su nombre se debe a que esas fueron las tierras donadas a Nuestra Señora
de Coromoto por su antiguo dueño, Diego Pacheco Carvajal[19].
La obra mide 11 metros de altura y la
remata una majestuosa cruz. En su base, de veinte metros cuadrados, hay un
artístico altar en cuya parte superior se destaca un enorme óvalo con la imagen
de Nuestra Señora de Coromoto, adornada con una columna a cada lado.
Este Monumento fue inaugurado el 19 de
abril de 1944 y constituye la obra que la piedad coromotana de toda Venezuela, por medio de las devotas damas de la Junta Nacional Pro-Coromoto, quiso
erigir allí en testimonio de amor y gratitud de Venezuela a Nuestra Señora de
Coromoto[20].
Proclamada Patrona de Venezuela
En la reunión plenaria de la Conferencia
Episcopal efectuada en abril de 1942, los Señores Obispos se hicieron eco del
clamor general del Universo Católico, y de común acuerdo, el 1º de mayo de 1942
la declararon Patrona de Venezuela mediante el siguiente Decreto:
El Episcopado Venezolano considerando:
1º.- Que la Aparición de la Santísima
Virgen María en tierras de Guanare a la tribu de los Cospes[21]
hace tres siglos según rezan la historia y la tradición, es un gaje de
exquisita misericordia de la Excelsa Madre de Dios, para con nuestros hermanos
indígenas, una gloria que enaltece y anima nuestra piedad, y una prenda
maternal de amor que empeña la gratitud nacional.
2º.- Que el Pueblo Venezolano ha
reconocido tan feliz acontecimiento con demostraciones elocuentes de encendida
fe, expresada principalmente en las numerosas peregrinaciones o romerías que de
todos los confines de la República se realizan anualmente al Santuario de
Guanare, y confirmada en los monumentos piadosos que se han levantado en honor
de Nuestra Señora de Coromoto, como son la parroquias, templos y altares que le
han dedicado en testimonio de filial amor;
3º.- Que es profundamente consoladora la
rapidez con que en toda la extensión de nuestra Patria se propaga el culto de
la Santísima Virgen bajo la susodicha advocación, gracias a los singulares
favores que Ella ha dispensado a sus fervorosos devotos;
4º.- Que esta devoción ha reavivado
visiblemente la fe cristiana en nuestros
pueblos y se ha traducido en notable mejoramiento de las costumbres entre las
multitudes creyentes; y
5º.- Que la gran mayoría de los
venezolanos pide que sea proclamado el PATRONAZGO NACIONAL de la Santísima
Virgen de Coromoto:
DECRETA:
1.- La Santísima Virgen María, bajo la
advocación de Nuestra Señora de Coromoto, es declarada y proclamada PATRONA DE
VENEZUELA, quedando así, de modo especialísimo, bajo su maternal protección
toda nuestra República, con sus Diócesis, Estados e Instituciones.
2.- De acuerdo con el canon 1.278[22]
del Código Canónico, será elevado este Decreto al conocimiento de la Santa Sede
para su confirmación.
3.- Anúnciese en las Parroquias de
nuestras Diócesis a los fieles esta proclamación con solemnes repiques de
campanas y celébrense solemnes festividades en honor de la Santísima Virgen de
Coromoto. El Venerable Clero aproveche esta ocasión para instruir más y más a
los fieles sobre la verdadera devoción a la Santísima Virgen María, reafirmando
la fe y amorosa confianza en nuestra Celestial Patrona.
4.- En los templos de la República, el
último Domingo de mayo, cántese un Te Deum en acción de gracias al Dios de las
infinitas misericordias, por la incomparable merced que ha otorgado a Nuestra
Patria dándole por Patrona y Protectora a la Excelsa Reina del Cielo.
Dado en Caracas, en el Salón de las
Conferencias Episcopales, el 1º de mayo de 1942.
+ Felipe Rincón González, + Lucas Guillermo Castillo,
Arzobispo de Caracas. Arzobispo Coadjutor.
+ Acacio Chacón, + Arturo Celestino Álvarez
Arzobispo de Mérida. Obispo de
Calabozo.
+ Sixto Sosa, + Marco Sergio Godoy,
Obispo de Cumaná. Obispo del Zulia.
+ Miguel Antonio Mejia, + Enrique María Dubuc,
Obispo de Guayana. Obispo de Barquisimeto.
+ Gregorio Adam, + Rafael Arias,
Obispo de
Valencia. Obispo
de San Cristóbal.
+ Francisco
Iturriza, + Pedro
Pablo Tenreiro,
Obispo de Coro. Obispo Auxiliar
de Cumaná.
+ Constantino
Gómez Villa, +
Enrique de Ferrari,
Vicario Apostólico del Caroní. Prefecto Apostólico del Orinoco[23].
En la Pastoral Colectiva del 4 de mayo de
ese mismo año, los excelentísimos señores Obispos anunciaban al pueblo tan
fausto acontecimiento de la siguiente manera: El broche diamantino, empero,
que hemos puesto a nuestras Conferencias de este año ha sido, venerables
cooperadores y amados hijos, decretar, con el corazón bañado en santo gozo, PATRONA DE VENEZUELA a la Santísima
Virgen María en su gloriosa advocación de Nuestra Señora de Coromoto.
Este
Patronazgo, basado en que la advocación
de la Virgen de Coromoto es la más extendida en la República, y en que la
creación de Venezuela por Carlos III el año de 1777 y la Aparición de la
Santísima Virgen a los Coromotos en 1652 coinciden en la misma fecha del 8 de
septiembre, será fuente para el país de incontestables beneficios, siendo uno
de ellos, asó lo esperamos, el avivar la fe cristiana en todo el territorio de
nuestra amada Patria.
Sobre los acontecimientos ocurridos en esa
importante sesión, Monseñor Tenreiro nos cuenta cómo ocurrió la elección
durante la sesión: La empresa empero, no parecía del todo fácil
ya que diversas corrientes entre los mismos Prelados hacían la decisión muy
poco favorable. El Señor Obispo de Maracaibo, por ejemplo, juzgaba importuna la
solicitada declaración ya que, siendo la Virgen de Chiquinquirá, la amada Chinita
centro de la devoción mariana del fervoroso pueblo zuliano no parecía
conveniente desplazarla sin el disgusto de sus diocesanos. Otro tanto opinó el
Obispo de Guayana, Monseñor Mejía, en cuya extensa Diócesis, la Virgencita del
Valle, patrona de Oriente es
entrañablemente venerada por los religiosos hijos de aquellas regiones. Igual
fue el parecer del recordado Monseñor Arias, el eximio Obispo de San Cristóbal,
ya que las regiones andinas siempre profesaron intensa devoción a la Virgen de
la Consolación.
El
caso, pues, se presentaba bastante difícil pero no imposible pues el anciano y
venerado Obispo de las Pampas, Excelentísimo Monseñor Álvarez con su
indiscutible autoridad y el Excelentísimo Señor Dubuc en cuya jurisdicción
había aparecido la Virgen de Coromoto (Guanare entonces, Trono afortunado de la
celestial patrona, pertenecía a la Diócesis de Barquisimeto) junto con el
suscrito defendían ardorosamente el Patronato Nacional de la Celestial Señora.
Monseñor Castillo y Monseñor Chacón se mostraron indecisos...
Así
la situación ocurrió algo que bien podríamos considerar como inspirado de lo
Alto, y fue lo siguiente; siendo aquella
Asamblea un acto colegial, es decir, en que las decisiones debían ser tomadas
por votación el Excelentísimo Señor Álvarez propuso que así se hiciese. Su
proposición fue aceptada y de inmediato se procedió a ello.
El
Presidente de la Asamblea el Excelentísimo Señor Castillo invitó a sus
Venerables Hermanos a ponerse de pie con el objeto de invocar las luces del
Espíritu Santo, como es de rigor en actos semejantes, a fin de que se dignase
iluminarlos en acto de tanta trascendencia. Monseñor Tenreiro fue designado
para introducir las esquédulas en blanco a fin de que, con un simple Si
o No se conociese la voluntad del
cielo. Una vez efectuada la votación secreta la emoción de los Venerables
Prelados no se hizo esperar al comprobarse que todos los votos habían sido
afirmativos...no obstante las opiniones adversas que, momentos antes, habían
manifestado[24].
Aquella solemne, entusiasta y unánime determinación
fue ratificada con un solemne aplauso. Y después, el Monseñor Dubuc, por
encargo de la Asamblea redactó el respectivo Decreto, el cual fue firmado por
todos los Prelados asistentes, y siguiendo los Sagrados Cánones, fue enviado a
Roma para que en la Sede Apostólica fuese aprobado antes de su publicación.
Pero debido a la guerra europea, la decisión del soberano Pontífice quedó
archivada en la Sagrada Congregación de Ritos, y con el pasar del tiempo, se
ignoró el resultado.
Después de cuatro años, en abril de 1948,
estando en Roma el Reverendo Hermano Nectario María, le tocó hacer las
gestiones necesarias para esclarecer este asunto. Cuando consultó a la Sagrada
Congregación de Ritos, allí nadie tenía noticias, pues el anterior Prefecto
había fallecido y los empleados eran todos nuevos. Ante esta situación, el
Hermano Nectario María, con la tenacidad y acuciosidad que le caracterizaba,
siguió indagando hasta que por fin fueron hallados los informes y la decisión
final aprobatoria. Complacido por el resultado, hizo sacar copias legalizadas
de las piezas documentales, las cuales fueron oficialmente entregadas a la
Sagrada Congregación de Breves; y el 7 de abril de 1948, a las 11,30 a.m.,
dicha Congregación le entregó en sus manos el tan anhelado documento, por el
cual la Santa Sede proclamaba a Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de
Venezuela[25].
En ese glorioso día para la República, la
voz del Episcopado Venezolano, en sesión plenaria, resonó en los ámbitos de la
patria para proclamar a la Virgen de Coromoto
como Patrona Celestial de la República de Venezuela;
De intenso regocijo fue para los católicos
venezolanos. Después de ponderar todas las circunstancias y cumplir los
procedimientos legales señalados en el canon 1278[26] del
Derecho Canónico, el 7 de octubre de
1944, Su Santidad el Papa Pío XII respondió a la noble gestión del Episcopado
Venezolano emitiendo el Breve Pontificio
Maternam Beatae Mariae Virginis
Tutelam, firmado por Monseñor Domingo Spada, confirmando, declarando y
constituyendo a la Virgen de Coromoto como Celeste
y Principal Patrona de Venezuela. Por considerar que éste es un documento
de singular trascendencia y significación, lo damos a conocer íntegramente a
continuación:
Exhortación Pastoral del Excelentísimo
Señor Arzobispo de Caracas anunciando la
confirmación, constitución y
declaración de la Santísima Virgen
María de Coromoto en Guanare
de los Cospes CELESTE Y PRINCIPAL PATRONA de toda la República de Venezuela[27]
NOS, LUCAS GUILLERMO CASTILLO,
Por la Gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica,
Arzobispo de Caracas.
A
Nuestro Muy Venerable Señor Deán y Capítulo Metropolitano, al Clero y a los
Fieles de la Arquidiócesis, Salud y
Bendición en Nuestro Señor Jesucristo.
Lleno
el ánimo de la más grata complacencia, venimos a promulgar solemnemente por
medio de las presentes, el texto precioso y venerable del Breve Pontificio, a
través del cual, ha querido Su Santidad
el Papa PÍO XII acceder benignamente a la súplica del Episcopado Patrio, quien
ya desde el año 1942 y a norma del canon 1.278[28]
solicitó de la Sagrada Congregación de Ritos la canónica confirmación del Decreto del mismo
Episcopado, de fecha 1.º de mayo de 1.942, declarando y proclamando a la
Santísima Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora de Coromoto,
PATRONA DE VENEZUELA. He aquí, amados hijos, el tenor del Breve de su Santidad,
el cual por las anormalidades de las comunicaciones, no pudimos recibir con la
debida anterioridad:
“PÍO
PAPA XII -Para perpétua memoria-. Todos los pueblos, que desde los más
apartados rincones de la tierra llegaron a la luz de la verdad cristiana, han
experimentado la tutela maternal de la Santísima Virgen María y, en acción de
gracias por los beneficios de Ella recibidos, le levantan férvido y solemne
himno entonado ”por todas las tribus, lenguas, pueblos y naciones”. No de otra
suerte acaece entre los fieles cristianos, nacionales o europeos, que, de todas
partes de Venezuela, numerosos acuden con piedad al Santuario dedicado a Dios
en honor de la Divina Madre “de Coromoto”, en el lugar llamado “Guanare de los Cospes”([29]).
Este amor de la Virgen en realidad esclareció las inteligencias de los
nacionales, elevó sus corazones hacia el cielo y los alivió en las adversidades
tanto públicas como privadas, desde el momento en que, según la tradición, la
misma Madre de Dios apareció en el propio lugar en donde luego se levantó un
Templo, que pronto fue como el Trono de la misericordia y gracia Divinas. Por
tanto, la Fe de los Venezolanos en Cristo Señor, que los Españoles, sobre todo
los Padres Predicadores de la Orden de Santo Domingo, llevaron allá el siglo
XVI y que los Romanos Pontífices, atentos a la dilatación del Reino de Cristo,
próvidamente fomentaron por medio de la institución canónica en aquel tiempo de
la Sagrada Jerarquía y de la primera
Cátedra Episcopal, esa Fe, gracias principalmente a la fuerza y auxilio de una
encendida devoción a la Santísima Virgen María “de Coromoto”, fue creciendo
cada día más y permaneció incontaminada.
Por esto, todos los Obispos de Venezuela y a la cabeza el Venerable Hermano
Lucas Castillo, Arzobispo titular de Rizeo y Coadjutor de Caracas, a nombre
también de los Sacerdotes y de todos los fieles, el año de 1.942, declararon a
la misma Divina Madre “de Coromoto” Patrona de toda la República y luego nos
pidieron encarecidamente que ratificáramos y confirmáramos su declaración. Y
como quiera que, a ejemplo de Nuestros Predecesores, es de transcendental
importancia para Nuestro paternal corazón el que, a mayor gloria de Dios y para
provecho espiritual, se aumente cada vez más la piedad mariana, hemos
gustosamente resuelto acceder benignamente a estos ruegos y votos de los
Obispos, de uno y otro Clero, de la sociedad y de todo el pueblo de Venezuela.
Por consiguiente, secundando los deseos del mencionado Arzobispo, después de
haber oído también a Nuestro Venerable Hermano Carlos Salotti, Obispo de
Palestrina, Cardenal de la Santa Iglesia Romana, Prefecto de la Sagrada
Congregación de Ritos, con pleno conocimiento Nuestro y madura deliberación,
por la plenitud de Nuestra Apostólica potestad, en virtud de las presentes
Letras y a perpetuidad : confirmamos, constituimos y declaramos a la Santísima Virgen María “de Coromoto” en
“Guanare de los Cospes” CELESTE Y PRINCIPAL PATRONA de toda la República de
Venezuela, con todos y cada uno de los privilegios litúrgicos que competen a
tales principales Patronas. No debiendo en ninguna manera obstar nada en
contrario. Esto declaramos y estatuimos, decretando que las presentes Letras
sean y permanezcan firmes, válidas y eficaces para siempre; y que ellas surten
y obtienen todos sus plenos e íntegros efectos; y que ellas dan fe ahora y
siempre plenamente a quienes competa o competir pudiere; y que así se ha de
juzgar y definir; y que será irrito y vacuo cuanto desde ahora alguien, con
cualquier autoridad, consciente o ignorantemente, atentare hacer distinto
acerca de esto. Dado en Roma, en San Pedro, bajo el anillo del Pescador, el día
7 del mes de Octubre, del año 1944, sexto de Nuestro Pontificado.- Por mandato
especial del Santísimo.- Por el Señor Cardenal Secretario de Estado (firmado)
DOMINGO SPADA, Canciller de los Breves Apostólicos”. La lectura de esta
soberana y paternal concesión del Vicario de Cristo debe su estímulo para
acrecentar en nosotros la devoción de la Excelsa Patrona Nacional y reiterar nuestra fidelidad
inquebrantable a la Cátedra de San
Pedro. La Santísima Virgen ha contraído, por decirlo así, un nuevo compromiso
con Venezuela. ¡Muestra que eres nuestra
madre! podremos invocarla con exactitud y derecho propio. Pero al continuar
depositando en la Augusta Madre de Dios
nuestra filial confianza, también nosotros debemos demostrar que somos consecuentes con su celestial
Patrocinio y cada uno de los venezolanos, cada hijo de esta tierra, puesta para siempre bajo el manto de Nuestra Señora
de Coromoto, debe exteriorizar en una renovación de fe y en un mejoramiento de cristianas costumbres
la gratitud y el amor a la que es la vida, dulzura y esperanza de
Venezuela.
Por
tanto, y para juntar en un solo homenaje
el debido agradecimiento a la Madre de Dios y el acatamiento a las intenciones
expresadas por Su Santidad el Papa en la reciente encíclica “Auspicia Quaedam”,
el 1º de mayo del año en curso, en la cual nos exhorta el Padre Santo a obligar
con nuestras plegarias el corazón benigno y la segura intervención de María en
pro de la Paz del mundo y de manera especial, de la paz de los Santos Lugares
de Palestina, disponemos: que se dedique la última semana del presente Mes de
Mayo a orar por dichas augustas intenciones; que, el último Domingo del mismo
mes de Mayo se promueva una Comunión general de niños y niñas; que, el próximo
lunes 31, se celebre con toda pompa y solemnidad en todos los templos
parroquiales y filiales de la Arquidiócesis la ceremonia de la Coronación de la
Santísima Virgen, como un anticipo de la canónica Coronación de la Sagrada
Imagen de Nuestra Señora de Coromoto, que próximamente, pediremos a la Santa
Sede; a tal efecto, y antes de dicha simbólica función, se expondrá el
Santísimo Sacramento, se cantará el Te Deum; en acción de gracias a Dios por la
incomparable merced que ha otorgado a nuestra Patria, al darle por Patrona y
Protectora a la Excelsa Reina del Cielo; y se anunciará a los fieles con
prolongado y solemne repique de campanas el Breve Pontificio de la confirmación
canónica del Patronazgo Nacional de Nuestra Señora de Coromoto.
Estas,
Nuestras Letras, se leerán en todos los
templo de la Arquidiócesis el domingo siguiente después de recibidas, se
registrarán y del cumplimiento de sus disposiciones finales se Nos dará puntual
participación.
Dadas,
firmadas, selladas y refrendadas en
Nuestro Palacio Arzobispal de Caracas, a diecinueve de mayo de mil novecientos
cuarenta y ocho.
(L.S.)
+ Lucas Guillermo Castillo,
Arzobispo
de Caracas.
Pbro. Francisco A. Maldonado.
Secretario[30].
Como se puede observar, mediante el
mencionado Breve Maternam Beatae Mariae Virginis Tutelam, firmado por Monseñor
Domingo Spada, se confirmaba la canónica declaración y proclamación de la
Santísima Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de Coromoto, como Patrona de Venezuela.
Dudas de Monseñor Navarro
Aún después que el Episcopado Venezolano
proclamara unánimemente a Nuestra Señora de Coromoto como Patrona Oficial de
Venezuela, el Vicario de la Arquidiócesis de Caracas, Monseñor Nicolás Eugenio
Navarro Ortega, no quedó muy convencido de la autenticidad de su Aparición, y
aprovechando la visita de la Doctora María Teresa Bermejo de Capdevilla, quien
se encontraba en Caracas realizando algunos trabajos de paleografía en los
archivos de Venezuela, le pidió que hiciese un examen técnico y exhaustivo de
la historia coromotana. Ella, después de compilar y estudiar la documentación
existente sobre ese tema, realizó el estudio, y al entregárselo le
expresó: Hay más documentación que para Loreto, El Pilar, La Guadalupe, Lourdes
y Fátima. Monseñor Navarro al leer el informe y ver que no tenía nada que
objetar, exclamó Esto es algo sumamente serio y desde ese
momento cambió la medallita que siempre llevaba en el pecho con la Imagen de
Nuestra Señora del Valle, por la de Nuestra Señora de Coromoto. Porque no
tenía nada que objetar científica e históricamente[31].
Coronación Canónica y Pontificia, título de Basílica:
El 14 de mayo de 1949, Su Santidad el Papa Pío XII, a
representación y solicitud del Excelentísimo e Ilustrísimo Monseñor Rafael
Ignacio Arias Blanco, concedió los más altos favores espirituales al Santuario
de Nuestra Señora de Coromoto de Guanare y al culto a la Santísima Virgen de
esta advocación, permitiendo la Coronación Canónica y Pontificia de la imagen
sagrada de Nuestra Señora de Coromoto. El documento fielmente traducido del
latín dice así:
Secretaría de Estado
de su Santidad
Nº 202.304.
Del Vaticano, 14 de
mayo de 1949
Al Excelentísimo y
Reverendísimo Monseñor Doctor Pedro Pablo Tenreiro, Obispo Titular de Ortossia
de Fenicia.
Roma.
Excelentísimo y
Reverendísimo Señor:
Mediante carta
suplicatoria hace poca recibida, el Excelentísimo Señor Rafael Ignacio Arias
Blanco, Obispo de San Cristóbal en
Venezuela y Administrador Apostólico de la Diócesis de Barquisimeto, rogó
encarecidamente al Augusto Pontífice se dignase distinguir con el título de
Basílica Menor la Iglesia Parroquial de
Guanare, en donde piadosamente se venera la insigne Imagen de Nuestra Señora de
Coromoto; y tuviese a bien conceder que la misma imagen fuese coronada en su
nombre.
Me apresuro a comunicar a Vuestra
Excelencia, que se encuentra en la Curia,
y se digne llevar a conocimiento del Excelentísimo Señor Arias Blanco,
que el Padre Santo se ha dignado conceder el título de Basílica Menor a la nombrada Iglesia Parroquial y,
además, la facultad de coronal en su nombre la Imagen de Nuestra Señora de
Coromoto.
Con relación al título de Basílica Menor,
ya se ha comunicado el asunto a la Sagrada Congregación de Ritos, la cual
procurará preparar el documento conducente.
Mientras participo a V. E. Cuanto
antecede, me es grato presentarle los sentimientos de mi consideración y declararme
de V. E. muy adicto,
(firmado)
Juan Bautista
Montini,
Sustituto
Diez días más tarde, el 24 de mayo de 1949, Su Santidad el Papa Pío XII,
para complacer las peticiones de su rebaño, una vez cumplidos los requisitos
pertinentes, concede el título de
Basílica Menor para el Santuario y templo parroquial de la Virgen en Guanare,
donde se encuentra la sagrada efígie de
Nuestra Señora de Coromoto mediante el siguiente Breve Pontificio:
PÍO PAPA XII
PARA PERPÉTUA MEMORIA
En
medio de las máximas calamidades que nos afligen en este grave momento para la
iglesia, en que hombres llenos de impiedad, con diabólica audacia y locura
digna de lágrimas, se atreven a declarar la guerra contra el Señor y su Cristo,
nos llena de suavísimo y peculiar consuelo el contemplar cómo todos los fieles
del orbe católico honran con fervidísima devoción y obsequian con filial amor a
la Santísima Madre de Dios, auxilio de los cristianos y consuelo de los que
sufren.
Entre
esos fieles, complácenos recordar ahora a los Venerables Obispos, y a nuestros
dilectos hijos los Sacerdotes, a los
dirigentes y todo el pueblo de la Nación Venezolana, cuya piedad hacia la
Bienaventurada Virgen María bajo la popular advocación de Coromoto, ha crecido
de tal suerte que en estos últimos años su Santuario y Templo Parroquial,
situado en la región de Guanare, perteneciente a la antigua tribu de los Cospes[32],
es meta de peregrinaciones cada vez más
numerosas, y los Obispos todos de la República de Venezuela, reunidos en
Conferencia Quinquenal, tuvieron a bien declarar y elegir el día primero del
mes de María de 1942, a la misma veneradísima Madre de Dios, Patrona principal
de todo el país. Elección que Nos, por letras Apostólicas semejantes, dadas el
7 de octubre de 1944, con grande alegría de Nuestro ánimo, aprobamos y
confirmamos. Sin embargo, no quedó contenta la devoción de los venezolanos a la
virgen María, a tal punto que ahora el Venerable Hermano Rafael Arias Blanco,
Obispo de San Cristóbal, en Venezuela, y Administrador Apostólico de la
diócesis de Barquisimeto, presente en la Curia Romana, al exponer los antiguos
y muy fervientes anhelos tanto de los demás Obispos como del clero y pueblo de
toda la República, nos ha pedido instantemente que Nos dignásemos a elevar a la
dignidad de Basílica Menor el templo parroquial de Guanare, en donde, famosa
por sus milagros, se ha mostrado siempre la Imagen Santísima de la Virgen de
Coromoto a la piedad de los fieles. Hemos determinado gustosamente acceder a dichas peticiones, al referírsenos cómo muchos
fieles, llenos de piedad y amor filial, impulsados por la fe, acuden en
peregrinación asidua a impetrar la poderosísima protección de la Madre de Dios,
venidos de todas las regiones del país a dicho templo o Santuario, digno de
admiración por su arquitectura y amplitud, así como por sus obras de arte, su
decoro y magnificencia. A fin, pues de que esta advocación mariana del amado
pueblo venezolano alcance nuevo y mayor acrecimiento, de nuestra libre
voluntad, tras la madura deliberación y con perfecto conocimiento, en uso de la
plenitud de Nuestra Apostólica Potestad, a tenor de las presentes letras y a
perpetuidad, distinguimos con el título de BASILICA MENOR la iglesia parroquial
o Santuario de Guanare, situado en la jurisdicción de la Diócesis de Barquisimeto,
en el que se venera la imagen de Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de la República de Venezuela,
con todos los derechos y privilegios que a tal título competen.
Sin que obste nada en contra. Hemos
determinado y decretamos que las presentes Letras sean y permanezcan firmes,
válidas y eficaces y obtengan plenos e íntegros efectos, con obligación de
someterse a ellas todos a quienes se refieren o puedan referirse al presente y
para siempre; que como tales sean tenidas y definidas y que sea írrito y sin
valor cuanto pudiere intentarse contra ellas, a sabiendas o ignorantemente, por
cualquier autoridad.
Dado en Roma, en San Pedro, bajo el
anillo del Pescador, el día 24 de mayo de 1949, año undécimo de Nuestro
Pontificado.
Por especial mandato de Su Santidad.
Por el Señor Cardenal encargado de Negocios Públicos
de la Iglesia.
L.S. (firmado).
GILDO BRUGNOLA,
Regente de la Oficina de los Diplomas
Pontificios.
Breves Apostólicos nº. 146. 1949[33]
Al
día siguiente, la Sagrada Congregación de Ritos, concede a Venezuela el Oficio
y la Misa en honor a nuestra Señora de Coromoto, en los términos siguientes:
Sagrada Congregación de Ritos:
San Cristóbal de Venezuela.
A instancias del Excelentísimo Señor
Rafael Arias, Obispo de San Cristóbal de Venezuela, la Sagrada Congregación de
Ritos, en virtud de facultades otorgadas especialmente por el Santísimo Padre
Pío XII, concedió benignamente que en la fiesta de Nuestra Señora de Coromoto,
Patrona de toda la República de Venezuela, el sábado siguiente al día 8 de
septiembre con rito doble de primera clase y octava Misa como en el Propio de
la Santísima Virgen de Guadalupe, exceptuando la Oración y las Lecciones del
segundo Nocturno y al Introito de la Misa según se especifica en el folio que
va adjunto. Concedió además que la solemnidad externa de la misma festividad se
pueda celebrar el domingo siguiente con una sola misa solemne, o sea cantada y
otra rezada; siempre que no ocurra doble de primera clase; y caso de que
ocurriese doble de segunda clase se permite solamente una misa solemne o
cantada. Deberán observarse las Rúbricas. El presente permiso es válido por
diez años. Y sin que obste nada en contrario. Día 25 de mayo de 1949.
(Firmado)
Clemente Cardenal Micara
Prefecto
A. Carinci
Arzobispo de Seleucia
Secretario
La
Virgen de Coromoto en Sevilla
Encontrándose
el Hno. Nectario María en Sevilla, en el año 1949, la directiva de la Hermandad
de La Macarena, que venera la imagen de Nuestra Señora de La Esperanza, de
acuerdo con él, planeó y aprobó dedicar la mejor capilla del Santuario (a la
derecha de la entrada) al Culto de Nuestra Señora de Coromoto. En ella se
colocó un gran retablo esculpido en madera[34] que
representa la Historia de Nuestra Señora de Coromoto y una estatua de La Virgen
ofrecida por el Ilustrísimo Señor Arzobispo de Caracas.
Como
Venezuela aceptó sufragar el valor de la Capilla, en Caracas se organizó una
honorable Junta encargada de recibir las donaciones. Dicha Junta quedó
integrada por las siguientes personas: Pbro. José V. Lozano, Sr. Dimas J.
Porras, Fray Ángel Sáenz, Sra. Rosaura Mirales de Tagliaferro, Sra. Luisa
Amelia de Acosta y Sra. Leticia de Osorio.
El arco Hispanoamericano fue pintado entre 1957-1959 por Luis
Encina, y colocado en esos mismos años.
Estatua de Nuestra Señora de Coromoto en
el sitio de la Aparición.
El 2 de febrero de 1950, el Gobernador del
Estado, don Rafael Pérez Arjona, inauguró en el sitio de la Aparición una
estatua de metal que él había donado. Representa a Nuestra Señora de Coromoto, colocada sobre una base de piedra[35]. Al
poco tiempo se levantó sobre esa imagen un significativo templete.
Proyecto para una Basílica Nacional
Con motivo de estar próxima la fecha para
la celebración del Tricentenario de la
Aparición, La Junta General Pro Tricentenario de la Aparición de Nuestra Señora
de Coromoto y Pro Basílica Nacional de Guanare, en octubre de 1950[36], abre
un concurso entre los Arquitectos e Ingenieros que desearan tomar parte en él,
para elaborar el Proyecto del Santuario Nacional de Nuestra Señora de Coromoto,
en que se estipulaba:
“Los planos deben comprender:
a) El Santuario, (no menor de 50 metros
x 30).
b) Una grande explanada para Peregrinos.
c) Delante, envolviendo la explanada una
amplia rambla de 16 metros de ancho, sobre columnas, ambas plantas para el
desenvolvimiento de las peregrinaciones.
d) Altar Mayor (estudio especial para la
colocación del Relicario mayor, en forma permanente y acceso de los fieles para
la veneración de la Santa Reliquia).
e) Altares de las Vírgenes célebres en Venezuela.
Los
proyectos deben señalar el material de construcción, costo de la obra,
condiciones de pago, etc.
Se
advierte que la obra debe de entregarse para la Coronación de la Virgen en su
Tricentenario, 8 de septiembre de 1952.
La
obra, en estilo moderno, debe reunir las condiciones de arte e inspiración
religiosa.
La
Junta General Pro Tricentenario y Pro Basílica Nacional de Guanare, advierte a
los Señores concursantes, que se reserva todos los derechos sobre el proyecto
aceptado para dar su ejecución, bien sea al autor o a quien juzgue más
conveniente, previa la entrega de Bs. 7000 al autor, caso de no ser éste el
contratista. Por el mero hecho de tomar parte en el concurso, los aspirantes
declaran aceptar las condiciones aquí señaladas.
Este concurso se cierra el 20 de enero
de 1951.
Nota.- La Directiva de la Junta General
dará a los concursantes todas las indicaciones que deseen obtener.
Por la Junta
El Secretario General,
Dr. F. S. Angulo Ariza[37]”.
A las 4 p.m. del jueves 15 de marzo, se efectuó
en un amplio salón del Palacio Arzobispal la entrega de los 9 proyectos
concursantes a la Junta Calificadora de los mismos. La reunión estuvo presidida
por Su Excelencia el Señor Nuncio Apostólico, Ilustrísimo Señor Armando
Lombardi, el Ilustrísimo Señor Lucas Guillermo Castillo, Presidente del Jurado
Calificador, junto a los señores Luis Eduardo Chataing, Ramón Valeri Pinaud,
Luis Malaussena, Erasmo Calvani, etc.
Después de exhibir los proyectos, y
estudiar la parte religiosa, técnica y artística de cada diseño dentro de los
límites de su ejecución, el jurado lo declaró desierto. Posteriormente, el
Ministro de Obras Públicas, Luis Eduardo Chataing, le encomendó los planos al
Doctor Erasmo Calvani, arquitecto de fama internacional, quien al recibir este
encargo, puso manos a la obra y después de un largo estudio de todo lo
relacionado con el arte barroco español, presentó un proyecto verdaderamente
artístico. El General Marcos Evangelista Pérez Jiménez, patrocinó la obra,
dando órdenes para la ejecución y pago de los planos. Lamentablemente, el
proyecto fue suspendido por problemas económicos[38].
Nuevo Rector de la Basílica Nacional
Por disposición de la Autoridad Eclesiástica, desde
el primero de abril de 1951 asumió el rectorado de la Basílica Nacional de
Guanare, Monseñor José de Jesús Crespo.
Monumento de Nuestra Señora de Coromoto
en la Iglesia de la Divina Pastora de Caracas[39]
Por iniciativa del Reverendo Hermano
Nectario María y de Monseñor Francisco Castillo Toro, el 28 de mayo de 1951, Monseñor Francisco de
Paula Castillo Toro inauguró el Monumento alegórico a Nuestra Señora de
Coromoto, que representa el momento de la aparición de la Santísima Virgen al
Cacique Coromoto y a su mujer el 8 de septiembre de 1652 y las estatuas
colocadas en el jardín adyacente de la entrada Oeste de dicha iglesia y que
representan los principales episodios de la maravillosa historia de Nuestra
Señora de Coromoto. El acto fue presidido por una misa cantada que celebró el
Señor Arzobispo Metropolitano. En la tarde se realizó una procesión y en la
hora de la bendición se izó la Bandera Nacional. Acto seguido, se escuchó un
persuasivo discurso del Hno. Nectario María, el gran Apóstol de la Coromoto. La celebración se cerró con
hermosos cantos.
La obra fue hecha en piedra artificial por
el escultor Eugenio Cano Pelle, con la colaboración de Miguel Moreno como
maestro de obra y Julián Montiel Rojas en la decoración del mismo. La
dirección, ejecución y disposición general de la obra fue asumida por el Doctor
Francisco Ayala Duarte. El maestro de obras fue el señor Miguel Moreno, como
decorador actuó el señor Julián Montiel Rojas y la instalación del neo-gas fue el señor Pedro
Cairo. Comprende las siguientes representaciones alegóricas:
1.-
La Aparición de la Santísima Virgen al cacique de los Coromotos y a su mujer
sobre las aguas de una corriente en la montaña. Este grupo consta de tres
estatuas.
La
representación natural de la montaña ha sido bien interpretada y felizmente
reproducida la corriente de agua por medio de gran depósito que la alimenta por
medio de una potente bomba de 4 pulgadas, todo tan bien disimulado que nadie
sospecha siquiera su existencia.
2.-
El grupo de La Aparición de la Santísima Virgen en la choza del cacique
Coromoto en la noche del 8 de septiembre de 1652. Consta de cinco estatuas y
del consabido bohío con su rústico ajuar aborigen.
3.-
La fuga del cacique Coromoto, su mordedura por la víbora y su bautismo por el
español; cuatro son las estatuas de este grupo y constituye el episodio mejor representado
de toda la serie.
4.-
Un cuadro doble con personajes en relieve que representa:
4.1.-
El episodio del milagro de la virgen del Topo, y
4.2.-
La inesperada llegada de los Coromotos, que fijan el propio sitio de la
aparición que ya había marcado el portento acontecido en la venerable imagen
del Topo.
Este conjunto escultórico posee, además,
un altar de piedra tallada dentro de la representación artificial de la
montaña, que permite la celebración del Santo Sacrificio de la misa al aire
libre. La realización de este altar fue sufragada por el distinguido Doctor
Antonio Bertorelli Cisneros[40].
Conmemoración del Tricentenario
Con el fin de preparar las fiestas
jubilares de los trescientos años de la Aparición de la Virgen a los indios
Coromotos el 8 de septiembre de 1952 y su Coronación, el Episcopado Nacional
emitió desde Mérida, el 21 de octubre de 1951,
una Carta Pastoral colectiva[41], que
expresa:
Los Arzobispos, Obispos, Vicarios y
Prefectos Apostólicos al Venerable Clero Diocesano y Religioso y a todos los
fieles de Venezuela salud y bendición en el Señor.
AMADISIMOS HIJOS:
Acontecimiento
sobremanera grato al corazón de todos vuestros Pastores, nos ha reunido en la
ciudad de Mérida para acompañar fraternalmente al Excelentísimo Señor Arzobispo
de esta Arquidiócesis, en el vigésimo quinto aniversario de su Consagración
Episcopal. De diversos puntos de Venezuela hemos venido animados por el
sentimiento fraternal de solidaridad a celebrar en esta ciudad la fecha clásica
de uno de nuestros más amados hermanos y preclaros Obispos de Nuestra Patria.
Nos reunimos en la ciudad por autonomasia llamada de
los Caballeros, en un ambiente de paz, que nos recuerdan las
clásicas ciudades donde la cultura es ya una herencia de mayores.
Después de haber cumplido con esta
fraternal obligación de acompañar a nuestro hermano en su jubileo, aprovechamos
estos días para reunirnos en Conferencia Episcopal y tratar de los problemas
que la Iglesia, confiada a nuestros desvelos y cuidados, confronta en los
actuales momentos. Dentro de poco, por medio de otra Carta Pastoral, os
informaremos de nuestras deliberaciones.
Por ahora, queremos hablaros de fecha ya próxima, que no podemos dejar de pasar
inadvertida, porque reviste singular importancia en la historia religiosa de nuestra
Patria. Se trata del Tricentenario de la Aparición de la Virgen de Coromoto.
Importante
hemos llamado tal fecha y los es por su significado religioso y por su
significado Nacional. La Virgen de Coromoto es para la Nación Venezolana,
símbolo de unidad religiosa; es para la religión, unidad de Fe, unidad de
Creencia en la Madre del Divino Redentor.
Pensando
en ello, hacemos nuestras las hermosas palabras de San Cirilo de Alejandría, en
el Concilio de Éfeso, palabras que de modo admirable sintetizan las enseñanzas
teológicas a cerca de la Augusta Madre
de Dios.
“Salve,
oh María, Madre de Dios, Virgen y Madre, lucero y vaso de elección!
¡Salve, Virgen María, madre y sierva;
Virgen en verdad, por Aquel que nació de tí Virgen, madre por virtud de Aquel
que llevastes en pañales y nutristes con tus pechos; sierva, por Aquel que tomó
de siervo la forma!.
“¡Salve,
María, templo donde mora Dios, templo santo, como le llama el profeta David,
cuando dice: “Sanctum est templum tuum, mirabile, in aequitate”. ¡Salve María,
criatura la más preciosa de la creación; salve, María, purísima paloma; salve,
María, antorcha inextingible; salve, porque de tí nació el sol de Justicia!
¡Salve, María, morada de la inmensidad, que encerraste en tu seno al Dios
inmenso, al Verbo unigénito, produciendo sin arado y sin semilla la espiga
inmarcesible! ¡Salve, María, madre de Dios, aclamada por los Profetas,
bendecida por los pastores, cuando con los Angeles cantaron el sublime himno de
Belén: “Gloria in altissimis Deo et in terra pax nominibus bonae voluntatis”!
Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena
voluntad! ¡Salve, María, Madre de Dios, alegría de los Ángeles, júbilo de los
Arcángeles que te glorifican en el Cielo! ¡Salve, María, Madre de Dios, por tí
adoraron a Cristo los Magos guiados por la estrella de Oriente; salve, María,
Madre de Dios, honor y prez de los Apóstoles! ¡Salve, María, Madre de Dios, por
quien Juan el Bautista desde el seno de su madre saltó de gozo, adorando como
lucero a la luz perenne! ¡Salve, María, Madre de Dios, que trajisteis al mundo
gracia inefable, de la cual dice San Pablo: Apparuit gratia
Dei salutaris omnibus hominibus. Apareció
la gracia saludable de Dios, a todos los hombres. María, Madre de Dios, que
hiciste brillar en el mundo al que es luz verdadera, a Nuestro Señor
Jesucristo, al que dice en su Evangelio: Ego sum lux mundi: Yo soy la luz del mundo. Dios te salve,
Madre de Dios, que alumbraste a cuantos estaban en tinieblas y sombras de
muerte; “porque el pueblo sentado en las tinieblas vio una luz grande”; aquella
luz que no es otra sino Nuestro Señor Jesucristo, luz verdadera que ilumina a
todo hombre que viene a este mundo. Salve, María, Madre de Dios, Madre del que
los Evangelios proclaman bendito: benedictus qui venit in nomine Domini ¡Bendito sea el que viene en nombre del
Señor!.
Siendo
pues, amadísimos hijos, la Virgen Santísima Madre de Cristo conforme al valioso
testimonio que acabáis de oír en la palabra vibrante del Santo que podemos
llamar el más valioso expositor de la doctrina de la Maternidad Divina y
encomendado por el mismo Señor el honrar a esa Madre, en aquellas sublimes
palabras que le dijo a San Juan: He aquí a tu
Madre, no tenemos por qué poner en tela
de juicio ni aminorar la devoción que el pueblo venezolano viene profesando,
cada día más intensamente a la Santísima Virgen en su advocación de Coromoto.
La Virgen de Coromoto es una de las tantas manifestaciones con que la Madre
Celestial ha querido honrar a los
pueblos entre los cuales misericordiosamente se encuentra Venezuela. Francia la
hija primogénita de la Iglesia y cerebro
del mundo, tiene también su Lourdes, a
donde acuden de todas partes numerosas e imponentes romerías para venerar a la
Virgen en su milagrosa gruta de Masabielle. España, la Madre que nos legara
sangre, religión y lengua, tiene su Virgen del Pilar, venerada, desde los
primeros siglos de la Era Cristiana.
No
es de extrañar, que la Santísima Virgen, una vez llegada los Cielos por su
Asunción gloriosa, quisiera también perpetuar entre los hombre su misión de
Madre, misión que recibiera, como un solemne testamento, de su Divino
Hijo, en la cumbre del Calvario.
En
nuestra América Latina, florecen las advocaciones de la Virgen; pero
refiriéndonos a nuestra Patria especialmente, debemos dar gracias a Dios porque
aquí ha nacido una que ha logrado apoderarse del corazón del pueblo venezolano.
En
consideración a ello, los Obispos nos dirigimos a la Santa Sede para conseguir
que fuera declarada Nacional la Virgen de Coromoto, solicitud que benignamente
se dignó conceder a perpetuidad el Romano Pontífice. Tenemos nuestro Lourdes,
tenemos nuestro Monserrat, tenemos nuestro Guanare en que se venera la Patrona
Nacional, el símbolo de la unidad religiosa del Pueblo Venezolano.
Todo
sacrificio tiene altar, oferente, objeto de sacrificio y pueblo que lo ofrece.
En el Calvario está el altar que es la Cruz; está el oferente que es el mismo
Jesucristo, Sacerdote y Víctima al mismo tiempo, y está el pueblo, representado
no por el que allí maldice al Sacrificio sino por María que ofrece al Eterno
Padre, en unión de su Divino Hijo, la sangre derramada en el Calvario: que
ofrece su cuerpo: el mismo Crucificado en el Calvario; que ofrece su vida; la
misma vida que se extingue humanamente en el Calvario. No olvidemos jamás,
amadísimos hijos, esta trascendencia que tiene la devoción a la Santísima
Virgen en el Cristianismo; no es cosa superficial; es fundamental en su
estructura; es inseparable María del fundamento Cristiano. Un Cristo sin María,
no es el Cristo que viaja a Egipto para ser escondido por su Madre de las
atrocidades herodianas; un Cristo sin María no es el Cristo que en medio de los Doctores recibe la manifestación
de dolor de la Virgen por haberse quedado en el Templo y no haberla seguido; no
es el Cristo de las Bodas de Caná, que
hace su primer milagro; no es el Cristo del Camino del Calvario donde la
encuentra ella, y no es por fin el Cristo que a su presencia expira en la Cruz;
ni es el Cristo resucitado que desde las alturas celestes envía sobre el
Cenáculo donde se encuentra María con los Apóstoles, al Espíritu Santo para
consolidación de la Iglesia y de sus grandes misterios.
Bien
sabéis, amadísimos hijos, como en el curso del año piadosas romerías se dirigen
desde los más diversos punto de Venezuela hacia el Santuario de Guanare, para
presentar sus cordiales ofrendas de amor y devoción a la Santísima Virgen de
Coromoto. Frutos de bendiciones son estas romerías, mediante las cuales nuestro
pueblo hace pública manifestación de su fe, a la vez que se purifica con la
recepción de los sacramentos de Penitencia y Eucaristía.
No
tenemos palabras con que alabar a Dios, por estas grandes manifestaciones de
las que nosotros mismos hemos sido testigos y por las bendiciones con que la Santísima
Virgen corresponde a estos amorosos testimonios del pueblo venezolano.
Fruto
de bendición es también la multiplicación por todos los sitios de la imágenes
de la Santísima Virgen de Coromoto. Raro será el hogar venezolano donde no haya
una imagen suya presidiendo la entrada o el altar familiar; incontables son los
compatriotas que llevan ostensiblemente su medalla; y aún en los vehículos de
tránsito nos encontramos con esa amable efigie porque el Venezolano de hoy a
caído en la cuenta de que la Virgen de Coromoto es su defensora, su amparo y su
protección.
Si
por algún tiempo esta devoción a la Virgen de Coromoto no logró una amplia
difusión ello es fácilmente explicable por las perturbaciones políticas y
sociales que viene sufriendo nuestro país, por la falta de vías de
comunicación, por toda esa serie de acontecimientos que fijan la historia de
nuestra Patria, pero sin embargo podemos hacer constar que los pueblos de
nuestras llanuras, a través de estos tres siglos, han sido los solícitos y fieles
mantenedores de la fe y de las venerables tradiciones que han dado fundamento a
su culto. Se ha llegado la hora de que esa devoción alcance la plenitud de su
difusión entre nuestros fieles.
A
insinuación de nuestro Venerable Hermano el Obispo de Barquisimeto, en cuya
Diócesis se realizaran las grandes manifestaciones marianas del Tricentenario y
Coronación de Nuestra Señora de Coromoto por medio de las presentes letras os damos las pautas que han de seguirse, a fin
de obtener frutos de espiritual provecho con motivo de este histórico
acontecimiento.
PRIMERO:
Declaramos Año Jubilar Coromotano el próximo de 1952, durante el cual,
celebramos el tercer centenario de la Aparición.
SEGUNDO:
En nuestra respectivas Diócesis decretaremos particularmente los actos de
preparación para la digna celebración de la fecha centenaria.
TERCERO:
Celébrese un Congreso Mariano Nacional, en la ciudad de Barquisimeto, del 8 al
11 de Septiembre de 1952, el cual a ser posible será precedido por congresillos
marianos en las parroquias y capitales de nuestras Diócesis.
CUARTO:
Aprobamos la Cofradía Nacional de Nuestra Señora de Coromoto, según el proyecto
y reglamento que nos sometió nuestro Venerable Hermano, el Obispo de
Barquisimeto, los cuales se encuentran a continuación de la presente Pastoral y
bendecimos dicha Cofradía.
QUINTO:
Autorizamos con carácter de exclusividad a la Junta Central Pro-Tricentenario
de Coromoto para hacer colectas en cada una de nuestras Diócesis, destinadas a
los festejos centenarios y a la construcción de la nueva Basílica Nacional de
Guanare. Esta autorización es válida sólo por el año de 1952.
SEXTO:
Pasado el año jubilar a que se refiere el número uno, la recolección de fondos
con destino a la construcción de la Basílica aludida sólo podrá ser efectuada
por la Cofradía Nacional de Nuestra Señora de Coromoto, que acabamos de
aprobar.
SEPTIMO: Hágase en
todos nuestros Institutos de enseñanza una conveniente propaganda en
favor del próximo centenario coromotano, lo cual encomendamos especialmente a
la (AVEC.) Asociación Venezolana de Educadores Católicos.
OCTAVO:
Antes de que sea solemnemente coronada en su Basílica de Guanare, la milagrosa
imagen de Nuestra Señora de Coromoto, recorrerá en el interior de la Nación,
según itinerario que se fijará oportunamente; después de la Coronación, la
santa imagen visitará la Diócesis de Barquisimeto y la Capital de la República,
acto este último con el cual concluirán los homenajes centenarios, regresando
nuevamente a su Basílica.
Para
concluir, debemos, amadísimos hijos, indicaros que vuestra devoción a la
Santísima Virgen no debe limitarse a actos externos y pomposos; es necesario
que ella vaya en vuestros corazones, se apodere de la Sociedad, sea la guía
para la renovación cristiana de Venezuela; renovación en los hogares, que han
de ser santificados con la Doctrina del Dios Hijo de Nuestra Señora de
Coromoto; renovación en las escuelas, en las que se ha de enseñar a Cristo,
para que ese Cristo sea conocido también como la Santísima Virgen de Coromoto
su Madre y su Cooperadora más eficaz en la redención de la humanidad; renovación en la Sociedad a
fin de que en las costumbres públicas impere siempre la ley de Cristo y
Venezuela merezca en espíritu y en verdad el glorioso calificativo de
cristiana.
No
basta que digamos que somos devotos de la Virgen, sino es necesario que nuestra
actitud ante la vida, sea como una actuación perenne de esa misma devoción.
“Stabat Mater Dolorosa juxta crucem lacrimosa”. Estaba la Virgen Dolorosa junto
a la cruz de Cristo. Y esa es la verdadera devoción de la Virgen; estar junto a
Cristo con nuestra actitud de Cristianos; en la vida privada, en la vida del
hogar, y en la vida de Sociedad.
Al
concluir esta carta, os impartimos amorosamente nuestra pastoral bendición.
La
Presente Carta Pastoral será leída y explicada en todas las iglesias y capillas
públicas y semipúblicas de Venezuela, en varios días festivos.
Dada,
firmada y sellada en el Palacio Arzobispal de Mérida, a los veintiún días del
mes de Octubre de mil novecientos cincuenta y uno.
+ Acacio Chacón + Mons. Juan José Bernal
Arzobispo de Mérida Obispo de Guayana
+ Lucas Guillermo Castillo + Crisanto Mata Cova
Arzobispo de Caracas Obispo de Cumaná
+ Marcos Sergio Godoy + Antonio Ignacio Camargo
Obispo del Zulia Obispo Coadjutor de Calabozo
+ Gregorio Adam + Fray Constantino Gómez Villar
Obispo deValencia Vic. Apost del Caroní.
+ Rafael Arias Blanco + Fray Angel G. Turrado M.
Obispo de San Cristóbal Vic. Apost. de
Machiques
+ Francisco José
Iturriza + Segundo García
Obispo de Coro Prefecto Apostólico del Alto Orinoco
+ Dr. Críspulo Benítez Fontúrvel + José Rincón Bonilla
Obispo de Barquisimeto Obispo Auxiliar del Zulia[42]
NOS. LUCAS GUILLERMO CASTILLO,
Por la gracia de Dios y de la Santa Sede
Apostólica, Arzobispo de Caracas
CONSIDERANDO
Que
el Episcopado Venezolano, en su
Conferencia en la ciudad de Mérida, ha decretado año jubilar de Nuestra Señora
de Coromoto el próximo de 1952.
CONSIDERANDO
Que
es voluntad del Episcopado Venezolano que ese año se empiece un templo digno a
la Celestial Patrona de Venezuela, en Guanare, donde únicamente está su sagrado
relicario;
CONSIDERANDO
Que
es privativo del Ordinario, a tenor del canon 1.503[43]
y 622[44],
el autorizar colectas y limosnas y revocar las ya autorizadas;
DECRETAMOS
1.-
Todas las colectas que desde la fecha de la publicación de este decreto hasta
el final de 1952, se hagan para Nuestra Señora de Coromoto, serán
exclusivamente para LA BASÍLICA DE GUANARE, a cuya construcción excitamos a
todos Nuestros Diocesanos a contribuir;
2.-
Prohibimos en Nuestra Arquidiócesis toda otra colecta hecha para cualquier otro
fin, a nombre de Nuestra Señora de Coromoto;
3.-
Prohibimos toda petición de limosnas para templos, construcciones, etc., de la
Virgen de Coromoto hechas por la radio o por la prensa, y cualquier otro medio
que salga de los ámbitos de los templos. Estos medios solamente podrán ser
utilizados por este año jubilar por la Junta General Pro-Tricentenario de
Nuestra Señora de Coromoto.
4.-
Sin embargo, podrán recogerse ofertas para el culto de las fiestas que durante
este año se hagan en honor de Nuestra Celestial Patrona.
5.-
Las obras que estén en construcción en honor de Nuestra Señora de Coromoto
podrán pedir ofertas dentro de su Iglesia o casa.
Dadas,
firmadas, selladas y refrendadas en
Nuestro Palacio Arzobispal de Caracas a
los tres días del mes de diciembre de mil novecientos cincuenta y uno.
+
Lucas Guillermo Castillo
Arzobispo de Caracas
Por mandato de Su Excelencia
Reverendísima
Luis Henríquez
Secretario[45]
Como se puede observar en las
disposiciones del Episcopado Nacional, se establece, entre los actos
programados para festejar ese magno acontecimiento, realizar la llamada Jira Coromotana, para que la sagrada
reliquia de Nuestra Señora de Coromoto recorriera las principales ciudades de
Venezuela, antes y después de su Coronación Canónica.
11 de septiembre: Día de Regocijo
Nacional
El Gobierno Nacional mediante Resolución
del Ministerio de Relaciones Interiores, aparecida en la Gaceta Oficial de los
Estados Unidos de Venezuela, correspondiente al día 29 de agosto de 1952,
declara Día de Regocijo el 11 de septiembre y ordena sea enarbolada la Bandera
Nacional en todos los edificios públicos y casas particulares. En dicha
Resolución se estipulaba:
Por
cuanto ha sido escogido por las Autoridades Eclesiásticas el 11 de septiembre
del corriente año, para la Coronación Canónica en la Ciudad de Guanare de la
Virgen de Coromoto, Patrona de la República por el Cardenal Legado de Su
Santidad, dispones la Junta de Gobierno de los Estados Unidos de Venezuela, que
el referido día sea de regocijo en todo el país, y que para la mayor solemnidad
de los actos programados con motivo del Tricentenario de la Aparición de la
venerada Imagen, se enarbole en todos los edificios públicos y casas
particulares de 8 a.m. a 6 p.m.
Jira Coromotana
Cumpliendo con la mencionada disposición, desde el 19 de abril de 1952
hasta el 28 de junio siguiente se hizo la primera parte del recorrido. La
primera en disfrutar los espirituales beneficios de esta Mariana Romería fue la
ciudad de Calabozo[46], Sede
Episcopal de la Diócesis del mismo nombre. Una vez realizada esta visita, la
Virgen siguió su recorrido en el siguiente orden[47]: Diócesis de Guayana[48],
Vicariato del Caroní[49],
Vicariato del Alto Orinoco[50],
Diócesis de Cumaná y Margarita[51],
Diócesis de Coro[52],
Diócesis de Maracaibo[53],
Vicariato de Machiques[54],
Arzobispado de Mérida[55], y
Diócesis de San Cristóbal[56]. La
Línea Aeropostal Venezolana, representada por su insigne Director, el señor
Antonio Arráez, proporcionó el nuevo avión que permitió que nuestra amadísima
Patrona visitara gran parte del territorio Venezolano.
Hospedajes
para Peregrinos
Con
el fin de auxiliar a los numerosos peregrinos que asistirían a la conmemoración
del Tricentenario, la Junta Pro Tricentenario de la Aparición de Nuestra Señora
de Coromoto y Pro Basílica Nacional de Guanare, resolvió la construcción del
hotel Betania[57]
y la de la Casa destinada a las Hermanas que debían atenderlo, cuya
edificación iniciara el Reverendo Padre
Félix García.
El 31 de enero de 1952, fue solemnemente
bendecido el hotel Betania. El acto
contó con la asistencia del Señor Gobernador del Estado, Doctor Colmenares
Pacheco y su distinguida esposa, el Secretario General y un numeroso público
que plenó los pasillos de la planta baja del edificio. Después de la Bendición
por Monseñor Julio César Pineda, el Reverendo Hermano Nectario María dirigió
unas breves palabras. La terminación de la obra fue realizada por la firma de
Manuel Dagá y Cía. Este edificio constaba de tres plantas con más de cien
cuartos, y tenía cabida para unos cuatrocientos peregrinos, aproximadamente.
Casi todos los cuartos tenían baño independiente; además, en cada piso había un
baño general. En el patio central, existía un tanque de agua de 50.000 litros
del cual se bombeaba agua constantemente a los pisos superiores. Esta obra fue
iniciada por el padre Félix García y terminada gracias al infatigable esfuerzo
del Hno. Nectario María, quien no cejó hasta ver concluida la obra.
Igualmente, se mejoró la Hospedería de San
José y se construyeron unos albergues provisionales para recibir a los
peregrinos.
Celebración del III Centenario de la
Aparición de Nuestra Señora de Coromoto, con la Coronación Canónica de la
Virgen
Con fecha 30 de julio de 1952, el Papa Pío
XII emitió el siguiente Breve Pontificio:
Carta
Apostólica de Su Santidad PÍO XII al Excelentísimo Cardenal Manuel Arteaga y
Betancourt, nombrándolo Legado a latere para la Coronación Canónica de la
Virgen de Coromoto.
Traducción:
A nuestro dilecto hijo, Manuel, del título de San Lorenzo in Lucina, de la
Santa Iglesia Romana Presbítero Cardenal Arteaga y Betancourt, Arzobispo de San
Cristóbal de La Habana,
PÍO
PP: XII
Salud
y apostólica bendición.
Dentro
de los límites de la diócesis de Barquisimeto, en la República de Venezuela,
existe el celebérrimo Santuario de la Santísima Virgen María de Coromoto, que
está situado en un lugar llamado Guanare de Los Cospes. Pues bien hace diez
años que los Obispos de Venezuela, reunidos en la Junta Quinquenal, para
aumentar la devoción del pueblo a la Madre de Dios e incrementar su
religiosidad mediante piadoso y saludable acuerdo, determinaron elegir y
declarar a la misma Virgen María de Coromoto como principal Patrona de toda La
Nación; habiendo Nos aprobado y confirmado esa elección en ánimo benevolente,
por Letras Apostólicas del día VII del mes de octubre del año 1944. Además,
hace tres años, accediendo a los ardientísimos deseos de los Obispos de
Venezuela y de sus fieles, condecoramos con el título y dignidad de Basílica
Menor el Santuario de Guanare, en el cual se venera con tanta piedad la
prodigiosa imagen de Nuestra Señora de Coromoto, y al cual acuden en piadosas
peregrinaciones tantos fieles que vienen de todas partes de la República. Ahora
bien, al cumplirse el tercer siglo de la aparición de la Virgen María, según
refiere la tradición, en el mismo lugar donde más tarde fue edificado el templo
de Guanare, atendiendo benignamente las preces del mismo Episcopado de
Venezuela, determinamos coronar por medio de un Legado Nuestro aquella insigne
imagen, con toda solemnidad, en el próximo mes de septiembre. A este propósito,
te elegimos a ti amado hijo, que constituido en la dignidad arzobispal brillas
con el esplendor de la púrpura romana, y te declaramos Nuestro Legado a Latere,
para que en el Santuario de Guanare impongas la sagrada corona, como con
Nuestras propias manos, a la venerable imagen de Nuestra Señora de Coromoto.
Asimismo, te otorgamos la facultad necesaria para que el día asignado, habiendo
celebrado Misa Pontifical bendigas en Nuestro nombre y con Nuestra autoridad a
todos los fieles presentes, concediéndoles la indulgencia plenaria según las condiciones establecidas por la Iglesia.
De igual manera, te encomendamos hablar en Nuestro nombre a todos los que se
congreguen en ocasión de las fiestas que se van a celebrar, encareciéndoles que,
mediante una ferviente devoción a la Santísima Virgen de Guanare, unida al
ejercicio de las virtudes cristiana, se hagan y se manifiesten cada día más
dignos de gozar su patrocinio. Mientras tanto, en prenda de los dones
celestiales, y en señal de Nuestra peculiar caridad, te impartimos a ti, amado
hijo, y al Obispo, clero y pueblo de la diócesis de Barquisimeto, la Bendición
Apostólica, con el mayor amor en el Señor.
Dado
en Roma, ante San Pedro, el día XXX del mes de julio, del año MDCCCCLII (1952),
el décimo cuarto de Nuestro Pontificado.
PÍO
PP.XII.
Como
se puede observar, en él, delegó en nombre y representación al Excelentísimo
Cardenal Manuel Arteaga y Betancourt[58],
Arzobispo de San Cristóbal de La Habana, para que realizara la solemne
Coronación Canónica de la Venerable Reliquia que guarda la sagrada y milagrosa
imagen de Nuestra Señora de Coromoto, así como reconocerla como Patrona.
En el mismo Breve, su Santidad le recuerda
al Cardenal que al hablar en su nombre, el día de la
Coronación, le recuerde a los fieles que unidos a una ferviente devoción a la
Virgen de Coromoto y unidos al ejercicio de las virtudes cristianas se hagan y
se manifiesten cada día más dignos de gozar su Patrocinio[59].
Cumpliendo con su mandato, en la noche del
11 de septiembre de ese mismo año, se inició esta imponente celebración que
llenó de gozo los corazones de todos los presentes. A las 7 de la noche comenzó
la grandiosa procesión de antorchas, seguida de la carroza de la Virgen desde la Basílica hasta
el campo de la Coronación. En esta ceremonia la reliquia fue conducida por el
Cardenal Legado. Una hora después, las autoridades eclesiásticas presentes
efectuaron la Bendición del Monumento, y a las 9,30 p.m. comenzó la gran Misa
Pontifical de la Coronación, oficiada por el Cardenal Arteaga con asistencia de
los demás Altos dignatarios de la iglesia, autoridades civiles, militares y un
gran número de fieles. El Excelentísimo Señor Doctor Gregorio Adam, Obispo
de Valencia, pronunció una brillante
oración sagrada que contaba las glorias de Nuestra Señora de Coromoto. A las
11,15 de la noche, el Cardenal Legado efectuó la solemne Coronación de la
Virgen, bendiciendo la Corona que puso a la reliquia de la Patrona de
Venezuela. Fue un acto grandioso que llenó de gozo con vítores y aplausos a todos los presentes y produjo entre ellos un júbilo inenarrable.
Mientras tanto, el Cardenal permanecía arrodillado frente a la Virgen recitando
los preces litúrgicos propios de estos casos. Luego se dirigió a los fieles
allí congregados, y después de su peroración, tomó la Corona y la dirigió al
público presente. A las 11,30 p.m. Su Santidad el Papa Pío XII, desde su
Palacio de Castel Gandolfo, dirigió una
Alocución al pueblo venezolano -el mismo que conoció, durante su visita
a nuestra tierra, hace años, cuando aún era el Cardenal Pacelli-. Millares de
personas en Guanare y en toda Venezuela escucharon las cálidas palabras del
Vicario de Cristo, pronunciadas en cadena por todas las emisoras del país, las
cuales expresaban: Venerables hermanos y amados hijos, católicos
venezolanos, que en la linda Guanare asistís conmovidos a la solemne coronación
de vuestra Excelsa Patrona, Nuestra Señora de Coromoto.
Si
siempre fue un espectáculo altamente atrayente y conmovedor el ver a una Madre
circundada por el amor y la devoción de sus hijos, cuánto más lo será cuando,
como en las circunstancias presentes, se trata de todo un gran pueblo que, no
contento con saberse desde hace diez años bajo el poderoso patrocinio de su
Madre del Cielo, anhela ahora exteriorizarle su acendrada piedad y su auténtica
sumisión colocándole en las sienes una preciosa corona y aclamándola como a su
Reina Natural y Señora.
¡Y
es que éste pueblo ha comprendido lo que significa la Virgen Santísima en la
historia de las naciones!
Imposible
sería ni pergeñar siquiera, prescindiendo de su dulcísimo nombre, la de vuestro
inmenso continente, cuya ruta encontró con gesto audaz la ruda proa de una nao
que se llamaba precisamente Santa María y en un día consagrado a la
Virgen del Pilar; cuyo primer nombre, en la piadosa e ingenua lengua de sus
descubridores fue archipiélago del mar de Nuestra Señora, y cuyas playas hollaron por primera vez
aquellos esforzados campeones que, bajo el hierro de las armas, escondían su
corazón tiernísimo, amante de su Madre Celestial, como lo fue vuestro Alonso de
Hojeda, el hombre que llevaba siempre consigo una imagen de la Reina de los
Ángeles y que iba dejando su recuerdo -al incorporarlos al mundo- en las
denominaciones de pueblos y ciudades, de las cimas de las montañas y de los
puertos de vuestra nación eminentemente mariana.
Porque ésta es, efectivamente,
venezolanos queridísimos, una de vuestras más fúlgidas glorias. Canten unos la
belleza de vuestras gigantescas cimas, de donde se despeñan abundantes y
caudalosos ríos que, atravesando ora las interminables llanuras de suaves y
sabrosos pastos, ora las tupidas florestas, ricas en toda clase de maderas
preciosas, van a desembocar en las feraces tierras del próspero litoral o a
mezclar sus aguas con las del imponente Orinoco; celebren todos la suavidad
perenne de vuestro cielo, lo templado de su clima o la buena y amable condición
de vuestra gente; pondérese justamente la riqueza que el Señor ha escondido en
vuestro suelo o el alto ingenio de vuestro hijos, que tan ilustres nombres -un
Mariano de Talavera, un Andrés Bello- han dado a la iglesia y a la cultura de
toda la América hispánica; para Nos, especialmente en estos momentos, Venezuela
será siempre la tierra de la Virgen, y al recorrerla con la imaginación, lo que
nos vendrá al recuerdo será la Maracaibo de Nuestra Señora de la Chinquinquirá;
más al sur, la Táriba de Nuestra Señora de la Consolación, hacia el centro, la
Valencia de la Virgen del Socorro; todavía más allá, Nueva Barcelona con su
Virgen del Totumo, y como capital, Caracas con su santuario de la Merced, de
Altagracia y de la Soledad, para citar solamente los primeros que se nos vienen
a las mientes. Y todavía si del continente quisiéramos saltar a las islas que
nos saldrían a esperar, en la Isla Margarita, las torres del templo de Nuestra
Señora del Valle.
Pero
hay un rincón escogido al borde de los llanos y a la sombra de la impotente
Sierra de Mérida, que la Madre de Dios prefirió entre todos. Estamos en los
primeros capítulos de la colonización, segunda mitad del siglo XVI, Juan
Fernández de León -una recia personalidad donde una vez más se hermanan las
ansias expansivas y apostólicas de España y Portugal- funda la Ciudad del
Espíritu Santo del Valle de San Juan de Guanaguanare. El Evangelio parece que penetra con buenos auspicios en nuevos e
inmensos territorios; pero hay un alma rebelde, y es precisamente la que más
interesa conquistar. Es ahora la mitad del siglo XVII cuando, para acabar de
vencer todos los obstáculos, florece el prodigio. Sobre las aguas tranquilas
que corren hacia el fondo de la quebrada -según narra la tradición- una hermosa
Señora invita repetidamente a la sumisión y al Bautismo. Y cuando, tras la
rebeldía estalla la violencia, entre las manos airadas del que no quería
rendirse a la gracia queda esa imagen -vencedora, al fin- de Aquella que sabe
siempre ganar para gloria suya y provecho nuestro.
El resto de la historia, hasta llegar al
gran Santuario Nacional de principios del siglo pasado y hasta ese precioso
relicario de hoy, lo sabéis perfectamente, aprendido acaso en el regazo de
quien os dio la vida y conservado entre los más amables recuerdos de una
infancia lejana, cuando apenas érais capaces de retener más que la idea
central, la misma que esa preciosa joya simboliza: una Venezuela idólatra
transformada en un país cristiano por la intervención maternal de María
Santísima, cosa que, como muy bien ha dicho vuestro Episcopado, es gloria
que enaltece y anima vuestra piedad y prenda maternal, amor que empeña la
gratitud nacional.
¡Aclamadla,
sí, aclamadla, amadísimos venezolanos, como medio principal de que la divina
Providencia se valió para llevaros en beneficio inestimable de la fe! Pero
quienes ya la poseéis, los que os decís hijos de una nación católica, corred
ante su trono de amor y de gracia, pidiéndole que os la conserve y os la
consolide, libre de las influencias malsanas que buscan ponerla en peligro.
Pedidle que la Iglesia, fundada por su Divino Hijo para salvación de vuestras
almas, pueda hacer llegar a todas partes el beneficio inestimable de la
educación cristiana sin trabas de ninguna clase; que la familia, célula
fundamental de toda sociedad, se salve de la carcoma que la corroe, manteniendo
intacta su santidad y unidad; que la caridad de Cristo triunfe en las relaciones
sociales, haciendo llegar a todos los beneficios del justo progreso y del
razonable bienestar; que no arraiguen jamás en el pródigo terruño venezolano
doctrinas extrañas, especialmente aquellas que ofenden a Ella y a su precioso
Hijo, negándoles las más excelsas de sus prerrogativas, y que, reconociendo
todos su verdadera maternidad, todos se sientan hermanos en Jesucristo, hijos
de un mismo Padre que está en los cielos, que pueden y quieren vivir en paz
para dar al mundo, agitado por el odio y la violencia, el ejemplo de una nación
que sabe gozar de los beneficios de la fraternidad cristiana.
¡Hazlo
así Tú, Madre amorosísima de Coromoto, Reina del pueblo venezolano, que te
dignaste honrar con tu presencia, salvaguardia invencible de su fe! Y
escúchalos cuando te cantan:
No
permitas que sucumba; Nuestra Patria en la tormenta; la fe de nuestros mayores;
en sus ámbitos renueva.
Con
estos sentimientos y estos deseos, encomendándolos a vuestra Madre y Reina os
bendecimos, amados hijos: A nuestro dignísimo Legado, a nuestros hermanos en el
Episcopado, a todo el pueblo venezolano y a cuantos, de una manera o de otra,
oyen nuestra voz, que quiere ser siempre pregonera de nuestro amor de padre y
testimonio de nuestra devoción filial a la Augusta Reina de los cielos.
Mediante esta alocución, el sello del augusto representante de Cristo sobre la tierra el
Papa, Pío XII, vino a autenticar tan
acertada proclamación.
El proyecto y ejecución del Monumento de
la Coronación fue efectuado por el escultor español Antonio Rodríguez del
Villar. La realización de este trabajo requirió diez meses completos de ardua e
ininterrumpida labor y en él se quiso plasmar en la piedra y en el mármol la
portentosa historia de la Augusta Madre de
Dios, Patrona Excelsa de Venezuela, Nuestra Señora de Coromoto.
Este monumento comprende cuatro cuerpos.
En el primero, se encaja un altar de 7 metros de ancho, donde se celebró la
misa pontifical. En el frente del
segundo cuerpo, está la reproducción del cuadro de la Virgen del Topo que se
venera en la Catedral de Bogotá, por ser Ella la que indicó el sitio exacto de
la aparición de Nuestra Señora de Coromoto. A la derecha, se destacan las
figuras en relieve de las personas que acompañaban a la Virgen del Topo, cuando
de efectuó el milagro, en marzo de 1668. Los personajes están hechos de tamaño
heroico, en actitud de piadosa oración, con el Santo Rosario en la mano. A la
izquierda, se detallan las efigies de los indios Coromotos saliendo del sitio
donde se plantó la Cruz, cuando tuvo lugar el portentoso milagro de la Virgen
del Topo. En el frente del tercer cuerpo, luce el cacique de los indios
Coromotos, mostrando la fiereza aborigen con toda su acerba y desconsiderada
actuación. A su lado sobresalen su cuñada Isabel, el sobrino y su mujer.
Seguidamente en el otro cuerpo, se alza la representación de la Santísima
Virgen con más de 4 metros de alto; que con su sonrisa maternal contempla a la
raza aborigen y a todo el pueblo Venezolano, que implora su amparo y
protección, y derrama sobre la Patria que allí sintetiza el Escudo Nacional, la
efusión de sus espirituales bendiciones.
En ambos lados y en un plano superior,
aparecen dos ángeles en mística actitud, atentos a los deseos de la Patrona de
Venezuela. Culmina este importante monumento con el sacro emblema de la Cruz,
símbolo augusto de nuestra Redención.
Continuación de la Jira Coromotana.
La segunda parte de la Jira Coromotana se efectuó después de la
coronación y del Congreso Mariano. Comenzó el 13 de septiembre y terminó el 22
de noviembre, día de su apoteósico regreso a la ciudad de Guanare; después de
haber recorrido las Diócesis de Barquisimeto, Trujillo, San Felipe, Valencia, y las islas de Aruba, Curazao y
Bonaire. Gracias a esta Jira, se logró elevar a Guanare a sede
Episcopal, y se fundó el Seminario Diocesano y el Palacio Episcopal.
Después de la famosa Jira
que realizó la sagrada reliquia de la Santísima Virgen de Coromoto por toda
Venezuela, se inculpó al Hermano
Nectario María de ser el causante de la rasgadura que presentaba la
imagen en medio del pecho de la Virgen y la cabeza del niño. Pero, en honor a
la más estricta verdad, la razón de la ruptura la encontramos en la declaración
escrita, que sobre la Imagen Original de Nuestra Señora de Coromoto de Guanare,
presentó bajo juramento el Ilustrísimo Monseñor Félix Ignacio Quintana, el 27
de octubre de 1953, ante el Presbítero Fernando Falcón Hurtado, Canciller del
Obispado de Barquisimeto y los Presbíteros Notarios de la Curia Diocesana José
Clemente Montesdeoca y Enrique Díaz Ruiz[60]. En
dicho informe, el mencionado Monseñor afirma en el parágrafo 5º: De mis investigaciones privadas pude deducir
que, durante algún tiempo, la Custodia de la Virgen estuvo bastante descuidada
en Guanare, hasta tal punto que el sacristán de la Iglesia solía sacar la
imagen de su camarín o sagrario y sentarse con élla en el altosano del templo,
en donde la mostraba a la gente. El nombre propio de este sacristán es José
Amaro. Más adelante, expresa: Así
mismo pude investigar cómo sucedió el deterioro,
del cual vengo hablando, y el cual fue ocasionado así: unas damas devotas
estaban viendo, con una lupa, la imagen de la Virgen y para ello habían sacado
el pequeño relicario de la Custodia donde se guardaba. Por descuido o por
nerviosismo, dejaron caer la lupa sobre el pequeño relicario y se rompió el
cristal que le servía de tapa. Acudieron, entonces, a ponerle otro cristal y
trajeron de la casa de la señorita Heraclia Rodríguez Fontanil, uno que era de
un antiguo guardapelo. Como la reliquia se encontraba adherida al vidrio roto,
quizás por la acción del tiempo, sufrió la rasgadura o deterioro observada
después. Y luego, concluye: Sostengo que el deterioro que hoy se observa
en la reliquia de la Santísima Virgen de
Coromoto, no ha sido producido por la
gira que la Sagrada Imagen hiciera con motivo del Tricentenario de su Aparición, sino que ya había sido
observado con muchísimos años de antigüedad”.
Según
puede apreciarse, el documento es explícito y revela, sin la menor duda,
que el Apóstol de Nuestra Señora de Coromoto en Venezuela, el Hermano Nectario
María, no tuvo nada que ver con esas falsas imputaciones que le hicieron.
Creación de la Diócesis de Guanare
Como fruto de la solemne coronación de
Nuestra Señora de Coromoto, el 11 de septiembre de 1952, y de su triunfal “Jira” por toda Venezuela, por Reforma
Parcial de la ley de División
Territorial Eclesiástica, sancionada el 31 de marzo de 1954[61] se
segregó el territorio del Estado Portuguesa de la Diócesis de Barquisimeto, con
el fin de crear la Diócesis de Guanare[62] por
encontrarse en dicha ciudad la venerada reliquia de Nuestra Señora de Coromoto,
Patrona de Venezuela. Posteriormente, el 7 de junio de 1954, Su Santidad el
Papa Pío XII la instituyó canónicamente, y el 23 de octubre procedió a designar
a Monseñor Pedro Pablo Tenreiro Francia como su primer Obispo, quien era, desde
el 30 de agosto de 1939, Obispo Titular de Ortosia de Fenicia. Al dejar de ser
Obispo de Guanare, en 1964, construyó en Caracas una bellísima Iglesia y un asilo
de huérfanos dedicados a la Virgen de Coromoto, situada al comienzo de la avenida Boyacá, a nivel de
la entrada de la Urbanización Simón Rodríguez; sus restos fueron sepultados con
gran honor, en la ermita que él construyó.
Desde el fallecimiento de Monseñor
Tenreiro, han regido la Diócesis de Guanare: Monseñor Víctor José Pineda,
Vicario General, Administrador Apostólico (sede vacante), desde 1965 hasta
1966; Monseñor Eduardo Herrera Riera[63],
segundo Obispo, desde 1967 a 1970; Reverendo Padre Amalio Horillo, Vicario
Capitular. 1970; Monseñor Ángel Adolfo Polachini Rodríguez[64], tercer
Obispo, desde 1971 a 1994; Monseñor Alejandro Figueroa Medina[65] cuarto
Obispo desde el 16 de abril de 1994, que llegó como Administrador Apostólico y
al año siguiente tomó posesión de la Diócesis. Después de su muerte acaecida
el 30 de septiembre de 2000, fue
nombrado el 20 de marzo de 2001 para sucederle como quinto Obispo a monseñor José Sotero Valero Ruíz.
Construcción del Palacio Episcopal
A fines de 1953, de común acuerdo, los
miembros de la Junta Pro-Tricentenaria de la Aparición de Nuestra Señora de
Coromoto, resolvieron la construcción del Palacio Episcopal. Para que la obra
fuese mejor atendida en su ejecución, se formó una Junta Pro Basílica Nacional
de Guanare, la cual quedó formada por el Doctor Octavio Guédez Angulo como
Presidente, el Doctor Francisco Méndez y el Hermano Nectario María. Igualmente
se constituyó una Junta de Damas, compuesta por la Doctora Alicia Guédez
Angulo, Ester Lucila Fajardo y Mercedes Gómez Galeno.
El 24 de julio de 1954 es una fecha clave
en los anales patrios, pues ese día se realizó la bendición del grandioso
Palacio Episcopal de la ciudad de Guanare[66]. El
acto lo realizó el Señor Obispo de Barquisimeto, Monseñor Críspulo Benítez
Fontúrvel, acompañado de los sacerdotes de este nueva Diócesis, el Doctor Luis
Felipe Urbaneja, en su carácter de Ministro de Justicia, quien asistió en
representación del Señor Presidente de la
República; también estaban el Doctor Pedro Blanco Gásperi, Gobernador
del Estado Portuguesa, el Doctor F. S. Angulo Ariza, Presidente de la Alta
Corte Federal y otros ilustres guanareños residentes en Caracas que llegaron al
efecto. Una vez terminado el acto, los presentes se trasladaron al salón de
recepciones de este nuevo edificio con el fin de asistir al acto literario que
se iba a realizar. Durante el acto, tomó la palabra el Doctor Octavio Guédez
Angulo, quien era el Presidente de la
Junta Pro Construcción del mencionado Palacio, e hizo un breve recuento de los
esfuerzos ejecutados para el logro de su construcción; después intervino el
Hno. Nectario María, incansable propulsor de esta magna obra. A continuación,
el Doctor Pedro Blanco Gásperi pronunció una emocionadas palabras ponderando el
significado de esta construcción en el desarrollo religioso de Guanare. Por
último, el Señor Obispo de Barquisimeto expresó su júbilo por haberse logrado
la realización de este anhelo durante su gestión. Antes de concluir, el Señor
Obispo entregó unas placas de bronce con
letras de oro para premiar el mérito de las personas que más se distinguieron
en la realización de esta obra. Entre ellos estaban el Doctor Julián Sequera
Cardot, Gobernador de esta Entidad, el señor Andrés Guedez, Tesorero de la
Junta antes nombrada, y el Señor Juan Brunet, su esforzado constructor, por el
empeño con que la realizó[67].
La “Jira” de 1956
En octubre de 1956, se realizó otra Jira triunfal a través de los Estados
Aragua, Carabobo, Cojedes, Miranda, Portuguesa,
y el Distrito Federal. Siendo ésta una de las manifestaciones más
grandiosas en los anales religiosos y patriótico de Venezuela.
Celebración de las Bodas de Plata
Para
conmemorar las bodas de plata de este Patronazgo Nacional, en 1969
se realizó una grandiosa manifestación
en la Plaza de la Coronación, con una misa concelebrada por todos los Obispos y
el Señor Nuncio de Su Santidad, la presencia del Presidente de la República,
varios Ministros y altos miembros del poder legislativo.
La Plaza Hermano Nectario María
Con motivo de cumplirse el 3 de noviembre
de 1971 los trescientos ochenta años de la fundación de Guanare, el Presidente
de la República, Doctor Rafael Antonio Caldera Rodríguez, inauguró la plaza Hermano Nectario María, que
luce junto a su estatua una hermosa fuente luminosa, jardines y un amplio
teatro al aire libre.
Esta escultura fue fundida en bronce por Eduardo Capa en Madrid. Es
un acertado estudio que refleja en su
rostro el sugestivo mundo interior del
personaje efigiado. En sus manos ostenta el libro que escribió sobre La
Maravillosa Historia
de
Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de Venezuela, gracias a la iniciativa del
Hno. Nectario. Se encuentra sobre un pedestal de tronco piramidal, y lo
representa de pie, con sotana negra suelta y el cuello blanco, característico
de la Congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Mide 1,60 mts.
de alto, y fue realizada del natural por
el escultor sevillano Juan Abascal Fuentes[68].
Al frente de su pedestal lleva la
siguiente inscripción: Hno. Nectario
María. Homenaje del Ejecutivo del Estado en los 350 años de la fundación de
Guanare. 3-11-1971.
Empieza la construcción del templo
Con este finalidad y bajo el patrocinio de la Congregación de las
Siervas del Santísimo, la Madre Guadalupe, la Madre Elizabeth, Monseñor Alfonso
de Jesús Alfonzo Vaz, Monseñor Angel Polachini, Obispo de Guanare, y otras
personalidades, se constituyó el 18 de febrero de 1976, la Asociación Civil,
sin fines de lucro, Venezuela a la Virgen
de Coromoto para la promoción de la piedad
y devoción a la Virgen de Coromoto, y la consecución de fondos para la
edificación del Templo Votivo Nacional.
En ocasión de cumplirse los 325 años de la
Aparición de la Virgen y las Bodas de Plata de su Coronación, el Episcopado
Venezolano con fecha 4 de agosto de 1976, emitió un mensaje que recordaba: “...la presencia de Nuestra Señora de
Coromoto en la Historia de Venezuela constituye una invitación del cielo a
vivir la fe de Jesucristo, el Señor[69]”.
Igualmente, los Obispos comunican que han sido informados de la constitución de
la Asociación Civil Venezuela a la Virgen
de Coromoto[70].
El proyecto de la construcción del
Santuario para honrar a la Santísima Madre, fue encomendado al competente
arquitecto Erasmo Calvani, quien después
de vencer los múltiples problemas que ocasionó lo arenoso del terreno,
logró construir sus bases con una
columna de 18 metros de profundidad. El templo se cimentó sobre un área de
3.500 metros cuadrados, en audaz
estilo de líneas modernas para que fuese al mismo tiempo una joya de la
arquitectura moderna. El Santuario como tal mide unos 2.800 m2, sin contar el Coro alto, que tiene 360 m2,
y la cripta, 674 m2. En él han participado numerosos artistas
plásticos, arquitectos e ingenieros venezolanos.
Localización
Se llega a una gran plaza que precede al
Santuario, donde se divisan dos torres de 65 y 78 metros de altura
respectivamente. A una altura de 32 metros está colocado un mirador metálico,
de donde se puede observar la inmensa llanura que le rodea y al cual se sube por
ascensores o por escaleras.
Por una gran escalinata de 3.5 metros se
llega al atrio, donde se encuentra la entrada principal de 22 metros de
extensión y donde se puede observar un bajo relieve de Luis Guevara Moreno, que
simboliza la Aparición de la Virgen a los indios Coromotos.
Cuando se entra al recinto por la puerta
principal, se observa en la parte superior el coro, terminado en metal y
vidrio; se halla sustentado en las paredes y tiene una capacidad para 200
personas.
Las paredes del Templo describen una
alineación con muchos quiebres en ángulos de 30º, 60º, y 90º, y alturas que van
desde los 16 hasta los 35 metros, simetría que aporta la rigidez necesaria para
soportar el techo.
La nave central ocupa un área de 4.000.
metros2; se encuentra libre de columnas de sustentación y da la
impresión de grandeza. Tiene una malla
espacial (tridilosa) con una cubierta en paneles de fibra de vidrio de forma
piramidal, constituido por tetraedros de 30 cm. de altura. En su interior hay
un aislante térmico (lana mineral). Las paredes carecen de ventanas, salvo en
ciertos puntos donde aparecen unas ranuras de 80 cm. de ancho a todo lo largo
del muro, generando la ventilación e iluminación natural del edificio.
El Altar Mayor es el sitio de las grandes celebraciones.
Está diseñado en forma de bohío y se encuentra en el lugar exacto que ocupaba
la choza del cacique a quien se le apareció la Virgen. En ese lugar se
encontrará de manera sobresaliente la reliquia de Nuestra Señora de Coromoto.
Está cubierto por el Cimborrio, mejor llamado técnicamente como Doble
Hiperboloide Elíptico, que está apoyado sobre una gran pilastra. En la parte
interna, se forma el Corazón de Jesús. Al subir la mirada por dentro del
paraboloide, se ve una elipse inclinada la cual, vista desde afuera, pareciera
ser la forma de un barco; en su
conjunto, figura simbólicamente la antigua mitra papal. En su centro, existe un
vitral en forma de una cruz de 110 metros2 que simboliza en su interior la Trinidad: la mano que es el Padre, el
Corazón y el triángulo que son el Hijo y el Espíritu Santo y doce palomas en
ascenso que simbolizan el encuentro de la tierra con el cielo.
Igualmente, posee dos capillas laterales.
El piso está ejecutado en mármol y granito
rojo de Guayana que representa un cáliz lleno de espigas.
El vitral que adorna la pared del altar
lateral es la figura de San Juan Bautista; lleva motivos de agua intensamente
azul, flores, peces y un gran estanque con agua que estará en continuo
movimiento, rodeada de una viva vegetación, dando la sensación del agua del
bautismo, que fue el mensaje específico que la Virgen dio al cacique.
El lateral izquierdo tiene un área
penitencial, con confesionarios dispuestos sobre estrados y un área de espera
para la preparación de la recepción del Sacramento. Está adornado con vitrales
de color morado y azules del perdón y la reconciliación.
La espalda del Altar Mayor se denomina
Girola. En ella se encuentran unos hermosos
vitrales formado por veinte paños triangulares que representan las diversas
facetas de la historia de la Virgen de
Coromoto. Fue realizado por el artista venezolano Guillermo Márquez, quien
utilizó una técnica mixta con bajos y altos relieves.
En el techo, dando vuelta al Templo, se
encuentra un largo vitral de 330 metros cuadrados que hiciera el artista Ángel
Atienza; representa con unas espigas el símbolo del pan de la primera comunión,
éste hecho con colores claros y profusión de amarillos y blancos.
El edificio tiene capacidad para 1.100
personas en su interior, pero para las fechas puntuales del culto, las
celebraciones litúrgicas tendrán como escenario la explanada frente al
Santuario, con una capacidad de hasta 300 mil personas.
Ubicado a 20 Km. de Guanare, el Santuario
no sólo será el centro de peregrinaciones y devoción católica a nivel nacional,
por ser el Templo de la Patrona de Venezuela y el próximo depositario de la
reliquia de la Aparición. Tal y como está concebido, será además, el núcleo de
un ambicioso proyecto para dinamizar la religiosidad y la economía de esta zona
del Estado Portuguesa.
Decreto del Episcopado Venezolano
En
virtud de que el 11 de septiembre de1977 se conmemoraban los 325
años de la Aparición de Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de Venezuela y el
25 aniversario de la Coronación Canónica de la Sagrada Imagen, la Conferencia
Episcopal, en su reunión ordinaria Nº 26 que se efectuó en Caracas del 7 al 13
de julio de 1976, decidió decretar a
1977 como Año Jubilar Coromotano e igualmente decretó como Templo Votivo
Nacional al Santuario que se estaba construyendo en el sitio de la Aparición, y
asimismo se encargó a Monseñor José Alí Lebrún la elaboración del respectivo
Decreto[71].
Aprobación de la Misa y Liturgia de las
horas en honor de Nuestra Señora de Coromoto
El 28 de agosto de 1976, Jacobus R. Card.
Knox, Prefecto de la Congregación Pro Sacramento y Culto Divino, de Roma,
aprobó y confirmó el texto de la misa y liturgia de las horas en honor de
Nuestra Señora de Coromoto[72].
Mensaje del Episcopado Venezolano
De acuerdo con lo convenido en la Conferencia Episcopal, en su
reunión ordinaria Nº 26, el 4 de agosto de 1976, el Episcopado Venezolano
emitió el siguiente Mensaje:
“A
los sacerdotes y a los fieles de la República al conmemorar el año jubilar de
los 325 años de la aparición de Nuestra Señora de Coromoto, y las Bodas de
Plata de la coronación canónica de su sagrada imagen
El
8 de septiembre de 1652 Nuestra Señora se apareció al Cacique de los Cospes y
dejó entre sus manos una piadosa miniatura de la misma Virgen Santísima, que atrae
de generación en generación con el
encanto de su materno amor el corazón de los Venezolanos.
En
la noche del 11 de septiembre de 1652, el Eminentísimo Señor Cardenal Legado
Manuel Arteaga y Betancourt, Arzobispo de La Habana, en nombre de la autoridad
del Romano Pontífice en la ciudad de Guanare, realizaba la coronación canónica
de la Patrona de Venezuela. Con ese homenaje quería la nación entera proclamar
su filial amor y perseverante devoción a la que es su Reina, Señora y Madre.
El
año jubilar de tan memorables fechas comienza el próximo 8 de septiembre; de la
primera se cumplen 325 años; de la segunda 25. Interpretando el justo sentir de
toda la Patria, queremos los Arzobispos y Obispos de Venezuela elevar nuestra
acción de gracias y expresar nuestra sentida gratitud a la Madre de Dios y
Madre Nuestra. que nos mostró su especial predilección al visitar en hora
bendita nuestro suelo.
La
presencia de Nuestra Señora de Coromoto en la Historia de Venezuela constituye
una invitación del cielo a vivir la fe de Jesucristo, el Señor. És la
irresistible palabra, llena de cariño y de bondad de la Madre, que señala a sus
hijos la ruta que les conducirá al verdadero progreso y al definitivo éxito.
Siendo consecuentes con el ideal que
Ella nos propuso, esforcémonos todos por hacer realidad la súplica que
diariamente brota de nuestros labios: “Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de
Venezuela renovad la fe en toda la extensión de nuestra Patria”. Que a impulso
de esa fe, florezcan nuestras familias con vocaciones sacerdotales y religiosas
que lleven a todos los campos la presencia redentora de Jesucristo, Divino
fundador de la Iglesia. Pidámosle con Su Santidad Pío XII en su alocución del
11 de septiembre de 1952 al finalizar el rito de la coronación: “Que la iglesia
pueda hacer llegar a todas partes el beneficio inestimable de la educación
cristiana, sin trabas de ninguna clase; que la familia, célula fundamental de
toda sociedad, se salve de la carcoma que la corroe, manteniendo intacta su
santidad y unidad; que la caridad de Cristo triunfe en las relaciones sociales,
haciendo llegar a todos, los beneficios del justo progreso y del razonable
bienestar; que no arraiguen jamás en el pródigo terruño venezolano doctrinas
extrañas, especialmente aquellas que ofenden a la Santísima Virgen y a su
precioso Hijo, negándoles las más excelsas de sus prerrogativas y que
reconociendo todos su verdadera maternidad, se sientan hermanos en Jesucristo,
hijos de un mismo Padre que está en los cielos, que pueden y quieren vivir en paz
para dar al mundo, agitado por el odio y la violencia, el ejemplo de una nación
que sabe gozar de los beneficios de la fraternidad cristiana”.
Deseamos
vivamente que en este año jubilar sean más frecuentes las peregrinaciones de
todas la regiones de la Patria al Santuario de Guanare. Estamos seguros que
ellas contribuirán a robustecer la fe y la práctica cristiana en nuestra
nación. Hemos sido debidamente informados de la fundación de la Asociación
Civil “Venezuela a la Virgen de Coromoto” que se propone realizar el laudable
propósito de erigir un templo votivo nacional en el sitio de la Aparición de
Nuestra Señora de Coromoto. Con el mayor gusto aprobamos y alentamos este
felicísimo proyecto y bendecimos a sus generosos
cooperadores y promotores, entre los que sobresale la Congregación venezolana
las Siervas del Santísimo, pues en ello vemos una demostración de la gratitud
de Venezuela a la Reina del cielo por la visita con que se dignó enaltecerla.
En
nuestra Arquidiócesis y Diócesis organizaremos el respectivo programa para que
estas conmemoraciones en honor y obsequio de la Virgen Santísima de Coromoto,
Patrona nacional dejen abundantes frutos de vida cristiana y contribuyan a
afianzar en nuestro pueblo las virtudes que nos vino a enseñar con su vida y su
evangelio el Hijo de Dios.
Implorando
las gracias del cielo os bendecimos con el mayor afecto.
Caracas,
4 de agosto de 1976.
En representación de todo el Episcopado
Nacional:
Críspulo Benítez Fonúrvel,
Arzobispo de Barquisimeto y
Presidente de la Conferencia Episcopal
Venezolana”.
Presentación de la Maqueta del Santuario
Ante una gran concurrencia, el 26 de julio
de 1977, el Arquitecto del Santuario, Doctor Erasmo Calvani presenta al público
la hermosa maqueta del nuevo templo.
Imposición del Collar Orden del
Libertador
Con motivo de cumplirse el 3 de noviembre
de 1978 los 387 años de la Fundación de Guanare, el Presidente de la República,
Señor Carlos Andrés Pérez le impuso en la Basílica de Guanare, el Gran Collar
de la Orden del Libertador a la imagen de Nuestra Señora de Coromoto, por ser
la más alta representación de la fe de los venezolanos.
Juan Pablo II y la Coromoto
A las once y veinte de la mañana, del
domingo 27 de enero de 1985, se ofició en los terrenos de
Montalbán una misa pontificia en honor
de la Virgen Patrona de Venezuela. Durante la ceremonia, el Santo Padre besó su
imagen y después oró ante Ella,
pregonando estas palabras: ...Virgen
Santa de Coromoto, ilumina los destinos de Venezuela; guía esta noble nación
por los caminos de la paz y del progreso cristiano; ayuda a todos tus hijos,
para que de la mano con Cristo Nuestro Señor y Hermano, caminen hacia el Padre
Común en la unidad del Espíritu Santo. Amén[73].
Después de pronunciar su homilía, el
Papa Juan Pablo II realizó la coronación canónica de la imagen de la Virgen de Nuestra Señora de Coromoto, que
será venerada en la nueva Basílica de Guanare, mientras un coro de 1.500 voces cantaban un himno
sacro y cientos de palomas blancas
cruzaban el cielo.
Informe sobre el estado de conservación
de la reliquia
A mediados del mes de septiembre de 1987,
el Obispo de Guanare contrata los servicios de un restaurador, especialista en
papel del Vaticano, quien envía a su mejor experto, el señor
Tiburzo Piero; el 29 de ese mismo mes y año, presenta el
siguiente informe:
“I.- La
Sagrada Imagen se encuentra en un relicario ovalado, de metal, que mide 41 x 33
mm.. formado por dos partes, base y corniza. La corniza y la base no son
perfectamente llanas, en la corniza hay cuatro ganchos soldados sobre la base,
estas soldaduras están muy oxidadas, el gancho superior de la derecha y el de
la izquierda no son muy fuertes pero sí son resistentes, mientras que el gancho
inferior, es débil; la corniza tiene adornos de color verde y vino tinto, y
algunos de éstos son incoloros.
II.- La Sagrada Imagen detrás del vidrio
de protección presenta una mancha de color marrón, con algunos tonos más
oscuros, casi vino tinto de 15 mm. de largo y 7 mm. de ancho, que baja hacia el
lado derecho, casi hacia la mitad de la Sagrada Imagen; en la parte superior de
la mancha, se nota una oxidación que podría ser causada por el vidrio de protección; esta mancha
esconde la cara de la Virgen y una mancha negra que esconde por completo al
Niño Jesús que tiene sobre sus piernas la Virgen; sobre el lado izquierdo de la
Sagrada Imagen, se aprecia una pequeña abrasión, que al observarla con un
lente, se da uno cuenta que es de papel, pintada a mano típica del año 1500 ó
1600.
III.- También se notan manchitas negras
y pequeños rastros de colores. En el delicado examen sea a simple vista o con
lámpara de rayos ultravioletas se determina que:
III. 1.- Que la oxidación de los ganchos
que cierran al Relicario de la Sagrada Imagen se debe al contacto de ácidos,
así como: el sudor de las manos, soldadura no apta, y humedad.
III. 2.- La mancha que presenta la
Sagrada Imagen podría ser producto de una pulitura o limpieza errada hecha al
relicario, con un exceso de líquido que penetró interiormente, o también, como
información recibida y por pequeños rastros la Imagen tenía una coloración,
pasándola del sitio donde estaba a otro más caluroso, por ejemplo, donde había
sol, esto y la humedad, que había absorbido anteriormente, por residuos de
polvo y tinta, sobre la Sagrada Imagen, mientras que el color blanco del Niño
Jesús, se ha convertido en color negro por la oxidación, el color blanco y el
color negro formado por el óxido de plata y óxido de plomo con la humedad de
los ácidos del papel y de la tinta forman la reacción química que cambia el
color y determina la corrosión del papel.
La mancha superior podría tratarse de un
hongo que se forma sobre el papel cuando éste se encuentra por largo tiempo en
sitio húmedo.
Para decidir a proceder a una
restauración conservativa o a una eventual limpieza de la Sagrada Imagen se
debería abrir el relicario, pero sería un riesgo ya que la Sagrada Imagen está
pegada al vidrio, y da la impresión de que la mancha negra con el Niño Jesús,
es casi seguro, que se ha convertido en polvo”.
Templo Votivo Nuestra Señora de la
Coromoto: Sitio de Patrimonio Histórico
Cultural.
Días
antes de finalizar su mandato, el 31 de enero de 1989, el Presidente Jaime
Lusinchi declaró Sitio de Patrimonio
Histórico Cultural Templo Votivo Nuestra Señora de la Coromoto, a una
extensión de terreno sobre la cual está construido el Templo, y a su área
circundante, ubicada en la jurisdicción del Distrito Guanare del Estado
Portuguesa.
En este mencionado decreto se
estipulaba: Que en uso de las
atribuciones que le confiere el artículo 190, Ordinales 10º y 22º de la
Constitución Nacional y de conformidad
con lo dispuesto en los artículos 16, numeral 4 y 17 de la Ley Orgánica para la
Ordenación del Territorio, en Consejo de Ministros. Considerando que es
necesaria la preservación del Templo Votivo Nacional Nuestra Señora de la
Coromoto y su área circundante, toda vez que su importancia histórica, cultural
y religiosa compromete el interés nacional y colectivo y propiciará una masiva
afluencia turística al sector, razón por la cual se hace necesario regular el
uso de su área de influencia en forma tal que el mismo sea compatible con los
objetivos del Templo. Decreta:
Artículo 1º: Sitio de Patrimonio
Histórico Cultural Templo Votivo Nuestra Señora de la Coromoto”, a una extensión
de terreno sobre la cual está construido el Templo, así como, su área
circundante, ubicada en la jurisdicción del Distrito Guanare del Estado
Portuguesa, delimitada por una poligonal cerrada definida por accidentes
físico-naturales y puntos expresados por coordenadas U.T.M. (Universal
Transversa de Mercator), Huso 19, Datum La Canoa los cuales se especifican a
continuación:
Partiendo del punto P-1, situado en la
intersección de la carretera Boconoíto-Sipororo-Tucupido-Guanare con el río
Tucupido, de coordenadas N=991.800m, E= 407.650 m, se continúan por la margen
derecha de dicha carretera hasta su intersección con el río Guanare, punto P-2
de coordenadas N=999.850 m; E= 410.500 m, siguiendo aguas abajo por la margen
derecha del río Guanare, hasta su confluencia con el río Tucupido, punto P-3 de
coordenadas N= 985.150 m, E= 420.150; continuando aguas arriba por este último
río por su margen izquierda hasta su intersección con la carretera Boconoíto-
Sipororo- Tucupido- Guanare, en el punto P-1, ya descrito.
Artículo 2º: El Ejecutivo Nacional por
órgano del Ministerio de Relaciones Interiores, procederá a demarcar los
linderos definidos en el artículo anterior, dentro de un plazo de dos (2) años,
a partir de la publicación del presente Decreto.
Artículo 3º: El ministerio de Relaciones
Interiores junto con los Ministerios del Ambiente y de los Recursos Naturales
Renovables y del Desarrollo Urbano, elaborarán el correspondiente plan de
ordenación del territorio conformado por el área definida en el artículo 1º, en
el cual establecerán lineamientos, directrices y políticas para su
administración, así como el correspondiente Reglamento de Uso.
Artículo 4º: Los ministros de Relaciones
Interiores, y de los Recursos Naturales Renovables y del Desarrollo Urbano,
quedan encargados de la ejecución del presente Decreto.
Dado en Caracas, a los treintiún días
del mes de enero de mil novecientos ochenta y nueve. Año 178º de la
Independencia y 129º de la Federación...[74]”.
Invitación al Papa
Con motivo de celebrarse en Roma, el 7 de
mayo de 1995, la beatificación de Laura
Evangelista Alvarado Cardozo, Madre María de San José, el Presidente de la República, Doctor Rafael
Antonio Caldera Rodríguez, viajó a Roma y aprovechó esta oportunidad para invitar
al Santo Padre a la inauguración
del Santuario Nacional; seguía
así, fielmente la petición de la Madre de Dios de honrar el sitio de su
Aparición el 8 de septiembre de 1652, bajo la advocación que ella misma eligió.
Visita del Presidente de la República de
Venezuela
El
jueves, 7 de diciembre del mismo año, el Señor Presidente de la República
Doctor Rafael Antonio Caldera Rodríguez, realizó una visita de Inspección a las
obras del Santuario de Nuestra Señora de Coromoto, en las cercanías de la
ciudad de Guanare.
De Templo Votivo a Santuario
El domingo 7 de enero de 1996, Su
Excelencia Monseñor Oriano Quillici, Arzobispo Titular de Tabla y Nuncio
Apostólico en Venezuela asciende a la categoría de Santuario, el monumental
Templo Votivo de Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de Venezuela. En esta
celebración el Señor Nuncio estuvo acompañado por el Episcopado Venezolano y
las más altas autoridades del país.
En ese mismo acto, Monseñor Alfonso de
Jesús Alfonzo Vaz en representación de la Asociación Civil Venezuela a la
Virgen de Coromoto, hizo entrega del Santuario a la Diócesis de Guanare y ésta
a su vez lo remitió a la Conferencia Episcopal.
Venida del Santo Padre
El 9 de
febrero de 1996, el Papa Juan Pablo II distingue a Venezuela con su
presencia, con el fin de inaugurar el Santuario Nacional, en Guanare, Estado
Portuguesa; y así, honrar las dilectas
tierras de su Aparición, que Ella misma
escogiera para manifestaciones de clemencia y misericordia, como sede de sus
bondades y de su material protección, sentando en ellas su trono de amor y bendición. De acuerdo con el Episcopado
venezolano. Durante la ceremonia, el Santo Padre pronunció una emotiva homilía
en la que expresó la inmensa alegría que le concedía la Divina Providencia, al
poder inaugurar el Santuario Nacional de la Virgen de Coromoto, cuya imagen
coroné en su anterior viaje, encomendándole los hijos e hijas de este noble
país, los cuales le tributan una gran devoción, gracias al amor y devoción de
tantos hombres y mujeres que la han propagado y entre los cuales destacaba
particularmente a un religioso de las
Escuelas Cristianas: el Hermano Nectario María. Para celebrar tan
importante visita la Presidencia de la República ordenó hacer una nueva edición
de lujo de la obra Virgen de Coromoto.
Patrona de Venezuela, con un apéndice de actualización del documento que prueba el hecho histórico
de la Aparición de Nuestra Señora de Coromoto. Tanto la investigación como la
transcripción paleográfica del documento, fue hecha por David R. Chacón Rodríguez.
Igualmente, en
esta obra se reproduce por primera vez la imagen original de la reliquia de
Nuestra Señora de Coromoto.
Cronograma de la
visita de la reliquia de la Virgen de Coromoto a cada circunscripción
eclesiástica, desde el 13 de octubre de 2002 al 28 de septiembre de 2003 (Se
recibe un día domingo y se entrega un domingo)
|
Fecha
de la Visita de la Mariofanía de la Virgen de Coromoto |
Arzobispo/Obispo
Responsable |
Arquidiócesis/Diócesis |
1 |
13 de octubre
al 19 de octubre |
Excmo. Mons. William Enrique Delgado Silva |
Obispo de El
Vigía-San Carlos del Zulia |
2 |
20 de octubre
al 26 de octubre |
Excmo. Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo |
Arzobispo de
Mérida y Presidente de
la C.E.V. |
3 |
27 de octubre
al 2 de noviembre |
Excmo. Mons.
Vicente Hernández Peña |
Obispo de
Trujillo |
4 |
3 de noviembre
al 9 de noviembre |
Excmo.
Mons. Eduardo Herrera Riera |
Obispo de
Carora |
5 |
10 de
noviembre al 16 de noviembre |
Excmo. Mons.
Tulio Manuel Chirivella
Varela |
Arzobispo de
Barquisimeto |
6 |
17 de
noviembre al 23 de noviembre |
Excmo. Mons.
Nelson Martínez R. |
Obispo de San
Felipe |
7 |
24 de
noviembre al 30 de |
Excmo. Mons.
Ramón Antonio Linares Sandoval |
Obispo de
Puerto Cabello |
8 |
1 de diciembre
al 7 de diciembre |
Excmo. Mons.
Roberto Antonio Lückert León |
Arzobispo de Coro |
9 |
8 de diciembre
al 14 de diciembre de 2002 |
Excmo. Mons.
Juan María Leonardi Villasmil |
Obispo de
Punto Fijo |
10 |
15 de
diciembre al 18 de enero de 2003 |
Excmo. Mons. José Sótero Valero R. |
Obispo de
Guanare |
11 |
19 de enero al
25 de enero de 2003 |
Excmo. Mons.
Freddy Fuenmayor Suárez |
Obispo de
Cabimas |
12 |
26 de enero al
1 de febrero de 2003 |
Excmo. Mons.
Ubaldo Santana Sequera |
Arzobispo
Maracaibo y 1er. Vicepresidente de la CEV |
13 |
2 de febrero
al 8 de febrero de 2003 |
Excmo. Mons. Ramiro Díaz Sánchez |
Obispo de
Machiques |
14 |
9 de febrero
al 15 de febrero de 2003 |
Excmo. Mons. Tomás Jesús Zárraga Colmenares |
Obispo de San
Carlos-Cojedes |
15 |
16 de febrero
al 22 de febrero de 2003 |
Excmo. Mons. Jorge Urosa Savino |
Arzobispo de
Valencia y 2do. Vicepresidente de la CEV |
16 |
23 de febrero
al 1 de marzo de 2003 |
Excmo. Mons.
Reinaldo del Prette L. |
Obispo de
Maracay |
17 |
2 de marzo al
8 de marzo de 2003 |
Excmo. Mons. |
Obispo de
Valle La Pascua |
18 |
9 de marzo al
15 de marzo de 2003 |
Excmo. Mons.
Antonio López Castillo |
Arzobispo de
Calabozo |
19 |
16 de marzo al
22 de marzo de 2003 |
Excmo. Mons. Víctor Manuel Pérez Rojas |
Obispo de San
Fernando de Apure |
20 |
23 de marzo al
29 de marzo de 2003 |
Excmo. Mons. Ramón Ovidio
Pérez Morales |
Arzobispo-Obispo
de Los Teques |
21 |
30 de marzo al
5 de abril de 2003 |
Excmo. Mons. Gustavo García Naranjo |
Obispo de
Guarenas |
22 |
6 de abril al 26 de abril |
SANTUARIO DE GUANARE |
|
23 |
27 de abril al
3 de mayo |
Excmo. Mons.
José de la Trinidad Valera Angulo |
Obispo de La
Guaira |
24 |
4 de mayo al
10 de mayo de 2003 |
Emmo. Sr. Cardenal Ignacio Velasco García |
Arzobispo de
Caracas Presidente de Honor de la CEV |
25 |
11 de mayo al
17 de mayo de 2003 |
Excmo. Mons. George Kahhale
|
Obispo de los Griegos Melkitas
|
26 |
18 de mayo al
24 de mayo 2003 |
Excmo. Mons. José Sánchez Porras
|
Obispo del Ordinariato Militar
|
27 |
25 de mayo al
31 de mayo de 2003 |
Excmo. Mons.
César Ortega Herrera |
Obispo de Barcelona |
28 |
1 de junio al
7 de junio de 2003 |
Excmo. Mons. Manuel Felipe Díaz Sánchez |
Obispo de Carúpano |
29 |
8 de junio al
14 de junio de 2003 |
Excmo. Mons.
Diego Rafael Padrón Sánchez |
Arzobispo de Cumaná |
30 |
15 de junio al
21 de junio de 2003 |
Excmo. Mons.
Rafael Conde Alfonzo |
Obispo de Margarita |
31 |
22 de junio al
28 de junio de 2003 |
Excmo. Mons.
César Ortega Herrera |
Obispo de Maturín |
32 |
29 de junio al
5 de julio de 2003 |
Excmo. Mons.
Felipe González González |
Obispo de Tucupita |
33 |
6 de julio al 12 de julio |
SANTUARIO DE GUANARE |
|
34 |
13 de julio al
19 de julio de 2003 |
Excmo. Mons. Medardo Luzardo Romero |
Arzobispo de Ciudad Bolívar |
35 |
20 de julio al
26 de julio de 2003 |
Excmo. Mons. Mariano Parra Sandoval |
Obispo de Ciudad Guayana |
36 |
27 de julio
al 9 de agosto |
SANTUARIO DE GUANARE |
|
37 |
10 de agosto
al 16 de agosto de 2003 |
Excmo. Mons. Jesús Alfonso Guerrero Contreras |
Obispo de Caroní |
38 |
17 de agosto
al 23 de agosto de 2003 |
Excmo. Mons. José Angel Divassón C. |
Obispo de Puerto
Ayacucho |
39 |
24 de agosto
al 30 de agosto 2003 |
Excmo. Mons. Tomás Jesús Zárraga Colmenares |
Obispo de Acarigua-Araure |
40 |
31 de agosto al 13 de septiembre de 2003 |
SANTUARIO DE GUANARE |
|
41 |
14 de
septiembre al 20 de septiembre de 2003 |
Excmo. Mons.
Mario del Valle Moronta Rodríguez |
Obispo de San Cristóbal |
42 |
21 de
septiembre al 27 de septiembre de 2003 |
Excmo. Mons.
Ramón Antonio Linares Sandoval |
Obispo de Barinas |
43 |
28 de septiembre
|
Excmo. Mons. José Sótero Valero R.- |
Obispo de Guanare |
Anexo
Documental
/En portada:/
Información de la Aparición y milagros
de María Santísima de Coromoto, Titular y Patrona de la ciudad de Guanare, sita
en su Iglesia Parroquial, recibida en visita por el Señor Doctor Don Carlos de
Herrera, Cura Rector de la Santa Iglesia Catedral, Examinador Sinodal, Vicario
Superintendente, y Visitador General de este Obispado, por el Ilustrísimo Señor
Don Juan García Abadiano[75],
dignísimo Obispo de esta Provincia de Venezuela, del Consejo de Su Majestad.
Hecho por febrero del año de 1746.
En
la ciudad del Espíritu Santo de Guanare, en tres de febrero de mil setecientos
cuarenta y seis, el señor doctor don Carlos Herrera, Cura Rector de la Santa
Iglesia Catedral, examinador sinodal, Vicario Superintendente[76] y,
Visitador General de este Obispado por el Ilustrísimo Señor Don Juan García
Abadiano, dignísimo Obispo de esta Diócesis de Venezuela, del Consejo de Su
Majestad, etc., dijo: Que por cuanto en esta dicha ciudad, en su Iglesia
Parroquial, se halla colocada en el altar mayor una imagen de María Santísima,
Señora Nuestra; que para su mayor decencia y veneración se le ha hecho un
Sagrario y Custodia de plata sobredorada, el pié y el círculo y el sol que le adorna,
y donde está reverentemente inclusa, de oro toda, esmaltada de diferentes
piedras finas y preciosas, que la devoción cristiana, no sólo de esta ilustre
ciudad y provincia sino también de otras extrañas, movidas de su maravillosa
Aparición en las montañas y viñeros de la quebrada de Coromoto de la
jurisdicción de esta dicha ciudad con
sus repetidos y continuados
milagros que por la bondad y misericordia de Dios ha experimentado y
experimenta mediante la poderosa intercesión de esta Soberana Señora, con que
se hallan los fieles, así en lo temporal
como en lo espiritual, beneficiados sin merecerlo por lo mal que
corresponden a los favores divinos, ha contribuido para en algún modo mostrarse
agradecidos a su soberana liberalidad y magnificencia, como es obligado
siguiendo la inconcusa y sólida verdad de los Santos Padres; y respecto a que
en la presente Visita en que está entendiendo Su Señoría de esta dicha ciudad,
aunque ha hecho las conducentes diligencias en solicitud de los instrumentos
auténticos de que se halló noticiado en el tiempo de su Aparición, que
justificarían la realidad de ser esta maravillosa imagen verdaderamente
aparecida en la mencionada quebrada de Coromoto, no los ha podido adquirir a
causa de haber esta dicha ciudad experimentado el estrago de distintos
incendios donde se considera se consumieron dichos instrumentos, como asimismo
pretender Su Señoría se justifique[77]
plenamente las maravillas, prodigios y milagros que la liberalidad divina ha
hecho y hace continuamente a los que se acojen fervorosos debajo del asilo, protección y
patrocinio de esta
Soberana Imagen de
María Santísima, para que, en
adelante no sólo se perpetúe la tradición y realidad de su Aparición y
que con el transcurso del tiempo no se pierda de la memoria cristiana este
especialísimo favor que ha franqueado la Divina Majestad en la comunicación de
esta Soberana Imagen, sino también[78], por
este medio se enciendan más y más los corazones humanos en llamas del Divino
Amor, con que se desvanece y consume el celo de las terrenas tibiezas, y se
empleen los cordiales afectos en el reverente obsequio debido a Dios y a su
Madre Santísima, y se aumente su santo culto con el claro conocimiento de su
poderosa magnificencia, como magnífica liberalidad en la preciosa y estimada
dádiva de esta Soberana Imagen de María Santísima con que ha favorecido y
beneficiado al mundo reluciendo sus portentos y milagros con admiración de
todos, y que el justificar uno y otro redunda en mayor honra y gloria de Dios y
obsequio muy debido a esta divina imagen de María Santísima y se aviva más y
más la santa fe católica y el religioso como cristiano celo, debía de mandar,
como manda, se haga plena información con testigos fidedignos y mayores y de
toda excepción, que puedan dar razón individual
con toda realidad, distinción y
claridad sobre la Aparición de esta dicha imagen de María Santísima, su
forma o figura, circunstancias, origen, tiempo y lugar de su maravillosa
Aparición y de las personas que merecieron tal dicha y felicidad, como asimismo
sobre las maravillas, portentos y milagros que desde aquel tiempo de su
Aparición hasta el presente, auxiliada del poder divino, ha hecho con franca y
liberal mano a todos los que se han acogido debajo de la sombra de tan frondoso
como místico árbol, para en vista de todo proveer lo más que corresponda en
derecho. Así Su Señoría lo proveyó mandó y firmó. De que doy fe. Doctor Don
Carlos de Herrera. Ante mí Fernando Capdevilla. Notario Público y de Visita.
En
dicha ciudad de Guanare, en ocho de febrero de mil setecientos cuarenta y seis
años, Su Señoría el señor Visitador, para la información que por su auto
antecedente manda hacer por ante mi el infraescrito Notario de Visita.
Declaración
de Francisco Valenzuela (8-2-1746)
/Al
margen izquierdo:/
Testigo.
Recibió
juramento el licenciado Francisco Valenzuela, Cura Rector de la Iglesia
Parroquial de esta dicha ciudad y Vicario Juez Eclesiástico en ella, que lo hizo in verbo sacerdotis tacto
pectore et corona, en forma legal, so cargo del cual prometió decir verdad
de lo
que supiere en lo
que le fuere preguntado: Y siéndolo al tenor de dicho Auto, que le fue
leído, dijo: que no obstante la
notoriedad con que desde su tierna edad se halla noticiado de haberse aparecido
la Milagrosa Imagen de María Santísima, que se refiere en la quebrada de
Coromoto, que dista de esta ciudad poco más de tres leguas, de donde le viene
el titulársele María Santísima de Coromoto, luego que llegó a esta dicha ciudad
de Cura Rector de ella, que fue el año de setecientos y veintinueve, por el mes
de marzo, deseoso del modo, cómo y cuándo fue la predicha Aparición de la
referida imagen, solicitó esta noticia entre varias personas de las más
ancianas de esta dicha ciudad; y entre las confusas noticias que muchos le
dieron, la más cierta que pudo comprobar por habérsela dado de un tenor el
licenciado don Francisco Matute, Cura que fue del pueblo de naturales El
Tucupío, situado en corta distancia del sitio por donde corre dicha quebrada de
Coromoto; otro vecino de esta ciudad llamado Cristóbal Cibrián, de más de
noventa años de edad y hombre de verdad y cristiandad; y Francisco de Alejos,
vecino asimismo de esta ciudad y de más de sesenta años de edad y hombre de
toda verdad y cristiandad, quien habiendo ejercitado muchos años la Notaría
Eclasiástica de esta dicha ciudad, por cuyo motivo le certificó muchas veces
haber visto un Auto de Visita del doctor Caldera, el tiempo que fue Visitador
de esta dicha ciudad, en que declaraba ser la referida imagen de María Santísima
verdaderamente aparecida en
la quebrada y
montañas de Coromoto a unos
indios que habitaban o trabajaban en
dichos montes y quebrada; no habiendo podido por exactas diligencias que hizo,
encontrar otra cosa escrita que el citado Auto de Visita, en que sólo se
declaraba la Aparición y no el modo; pero que por tradición la más cierta sabía
que, estando los indios que llamaban Cospes trabajando en dichas montañas de
Coromoto, a la dirección y custodia de un vecino llamado Juan Cibrián[79], quien
les asistía como mayordomo así a su trabajo como de maestro para
(a)doctrinarlos y enseñarlos, pasando un día uno de dichos indios, en compañía
de su mujer, de su propia casa para sus labores, al pasar por la quebrada
referida de Coromoto se les apareció a los dichos dos indios una hermosa niña
de singular belleza que venía por el agua caminando hacia ellos; y el indio, al
mismo verla, intentó darle con la hacha que llevaba, cuyo impiadoso tiro su
mujer como más piadosa le impidió; y que este modo de Aparición se les había
repetido a dichos dos indios, tres o cuatro veces; hasta que un día, yendo sólo
sin su mujer el referido indio, habiéndosele vuelto a aparecer la referida
imagen en la forma de niña, en la dicha
quebrada de Coromoto, movido o
de su mal
natural o de superior impulso, levantó la hacha para herir o quitar la vida a la referida niña, y,
al mismo ejecutar el golpe, se le quedó inmóvil el brazo que levantó; y
entonces con la otra mano tirando a coger la niña, al mismo tiempo se transformó
de niña hermosa en la pequeña estampa que hoy venera la devoción cristiana
colocada en esta dicha Santa Iglesia, cuya materia no ha podido el declarante
discernir pues sólo, al perecer, demuestra ser como papel de seda, donde se
halla estampada dicha imagen. Y acobardado el referido indio de ver tan
impensada transformación, cogió la estampita dicha y la envolvió en una hojas,
metiéndola entre las pajas o palmas de la cobija de su casa; y que después la
india mujer del referido indio, volviendo en compañía de su marido y otras
veces sola a la quebrada de Coromoto y no encontrando, como solía de antes, a
la referida niña, empezó a entrar en malicia de que su marido la había muerto,
movida de las acciones que antes le había visto de quererla herir; y con esta
sospecha empezó en adelante a tener pleitos con el marido, diciéndole que él le
había matado la niña, que ya no la veía; y no pudiendo sacar fruto
de sus instancias, le dijo que
lo había de acusar con el mayordomo; y entonces
el indio el terror le descubrió
todo lo que le había pasado con la niña y su Transformación, y, para que le
creyese, sacó la estampita del lugar en donde la había puesto y se la mostró a
la dicha mujer, quien reconoció ser aquella misma que veía en la estampa, la misma
que en corpulenta estatura había visto muchas veces en la dicha quebrada de
Coromoto. Y con este sucedido se fue y le dio cuenta al Mayordomo; y éste,
viendo la belleza de la imagen, pasó y la dio al Cura de esta dicha ciudad, que
según dice era en aquel tiempo don Diego Lozano. Que es lo mismo que tiene
narrado lo que le contó Cristóbal Cebrián y el Licenciado don Francisco Matute;
quienes le certificaron al declarante haber tenido esta noticia por la más
cierta y verdadera, por haberla sabido de personas antiguas y temerosas de
Dios, que pudieron con distinción y claridad referir al hecho de la verdad.
Cuya milagrosa Aparición se comprueba y justifica con los innumerables milagros
que experimentan de la liberalidad divina todos los devotos que en romería
vienen de diversas provincias todos los años y del Nuevo Reino de Granada a
visitar esta soberana imagen de María Santísima de Coromoto, quienes certifican
haberse librado de mortales accidentes y
restituídose a sanidad perfecta por su poderosa intercesión a quien ha
invocado en sus conflictos.
Esto
es por lo que toca a lo que ha oído de sus milagros. Y por lo que mira de
cierta ciencia que ha pasado por la vista y presencia del que declara, dice:
Que estando un hijo de doña Francisca de Vetancurt, llamado Pedro Evaristo, en
los últimos extremos de su vida, de un gravísimo cáncer de que le había tres
días que casi no pasaba sustancia, y, yendo a visitarle el declarante, su
afligida madre le pidió le llevase una copia de esta santa imagen encomendó de verdad
su conflicto a María Santísima de Coromoto. Y habiendo, con efecto, entrado el
declarante y llevádole la referida imagen y puéstola en un altar que se formó
con sus luces, se experimentó instantáneamente que el enfermo empezó a cobrar
alientos, y se continuaron de suerte que, dentro de pocos días, estuvo bueno y
sano.
En
otra ocasión, corriendo el declarante con la mayordomía de esta dicha Iglesia,
aconteció a su vista y ciencia que, estando trabajando en la fábrica material
de ella sobre el arco de la portada mayor, estando puesto los andamios en más
altura de siete o de ocho varas y sobre
ellos gran porción
de material de cantería y canoas
de mezcla, cuatro peones y dos
albañiles, impensadamente se vino a plomo dicho andamio con los referidos seis
hombres, tan violentamente que apenas se oyó el estallido del maderaje que
reventó; e invocando el referido peonaje, al mismo tiempo de caer, el nombre de
María Santísima de Coromoto, descendieron congregados todos seis hombres y
material hasta el suelo, recibiéndolos[80]abajo
gran porción de cantería, cayendo encima de un indio que llamaban Antonio el
Tunjaro una canoa de mezcla que pesaría un quintal, quedando todos los peones
tapados y cubiertos del material y tablazón que cayó junto con ellos. Y estando
el declarante inmediato a este suceso, llegó el estrépito con ánimo de
absolverlos; y a este tiempo se conoció que salían todos los referidos peones,
que habían caído y cogídoles debajo tanta porción de material, intactos y sin
ninguna lesión, de tal manera que allí mismo prosiguieron su trabajo formando
de nuevo su andamio como si no hubiera sucedido tal cosa. Menos el indio
Tunjaro a quien le cayó la canoa de mezcla encima, que éste lo hizo pasar a su
posada, por persuadirse que estuviera lastimado por dentro por el grave golpe
que suponía que le había dado la
canoa de
mezcla; y, haciéndole frotar los lomos, que
fue donde recibió el golpe, con
un poco de aguardiente caliente, aplicándole unas hojas de salvia, al otro día
por la mañana volvió a trabajar a la dicha fábrica sin lesión chica ni grande,
siendo así que sólo la eminencia de donde había el referido y sus compañeros
caído era bastante y suficiente motivo, sin las circunstancias de las piedras
que los recibieron y las que les cayeron encima, para haber perdido las vidas.
Y por la invocación de María Santísima de Coromoto se libraron, como asimismo
certifica el declarante, de vista por haberse hallado presente, que estando
cortando madera para la Iglesia de esta dicha ciudad, en la montaña del
Portachuelo, aconteció que cortando un cedro tan grande que estaban seis
hombres hacheando a un tiempo sin que unos a otros se estorbaren, y, con ser de
tan grande altura dicho cedro, habían criado junto a él otro árbol que llaman
guayabo de montaña, tan alto que superitaba al cedro en su altura, y tan juntos
que estaban tejidas las ramas de uno y otro; y, como estaban tan encadenados,
al tiempo de caer el cedro hacia el oriente se llevó consigo el guayabo,
corriendo al mismo tiempo los peones hacia el poniente; y como dos ramas del
guayabo se separaron al caer
el cedro, un gajo que cayó
hacia el poniente reventó, dando
en tierra, cogiendo sobre sí toda la gente que había corrido hacia el poniente,
dejando debajo de toda aquella máquina de ramazón a don Juan de Yustes y otros.
Y cuando el declarante se persuadía que estarían difuntos o al menos para ello,
se llegó con prontitud a absolverlos y ayudarlos a bien morir, y al llegar vio[81]que iban
saliendo debajo de las ramas buenos y sanos sin lesión, publicando que la
Virgen de Coromoto, a quien habían invocado, en su conflicto, los había librado
de aquel peligro tan evidente de la vida. Y pocos días después, certifica el
declarante, cómo habiendo ido con porción de gente a poner a tiro dichos
maderos, para que pudieran entrar bueyes a tirarlos, arrastrando una troza[82] que
tenía diez varas de largo y tres cuartas en cuadro de grueso, la cual iban
tirando con sogas sobre parales más de treinta hombres, uno llamado don Pedro
de Tapias, para que la punta por donde la tiraban cogiera siempre el paral,
aplicaba el pie a sujetar el dicho paral para que lo cogiera la troza, y,
aunque el declarante le advirtió varias veces que no metiera el pie porque
pudiera cogérselo debajo el paral, nunca hizo caso, hasta que por
último le sucedió lo que le tenia prevenido, cogiéndole el paral
el pie debajo y la troza encima,
sin que con tanto peso y violencia hubiese recibido el menor golpe ni lesión en
el pie y piernas, refundiéndose todo el daño que le podía sobrevenir en una
hebilla de acero con que tenía abrochado el zapato, haciéndose ésta en cinco o
seis pedazos, por haber invocado el nombre de María Santísima de Coromoto al
tiempo de la avería; y al mismo instante, para que pudiera sacar el pie, llegó
el declarante y cogió una punta del paral y José Díaz de la otra, levantando la
troza, de suerte que pudo sacar el dicho Tapias el pie, verificándose en esta
acción dos evidentes milagros: el uno en que no se hubiese lastimado el pie el
dicho Tapias, y el otro en que hubieran solos los dos levantado la troza porque
era de tanto peso que, inmediatamente para comprobar el milagro, se puso el
declarante y tres hombres más en una punta de el paral y otros cuatro en la
otra y no pudieron levantarlo entre los ocho hombres, lo que ejecutó el
declarante y el dicho José Díaz solos, con la ayuda de María Santísima de
Coromoto.
Como
asimismo testifica el declarante que, estando en cierta ocasión enferma
doña Francisca García
de Reina, mujer
del contador don José Antonio Madrid, le llamaron tarde de la noche para confesarla; y habiendo
cumplido con su obligación
administrándole el Santo Sacramento de la Penitencia, por haberla
hallado gravísimamente accidentada, le preguntó a un médico extrangero que en
la casa estaba, llamado Adrián Chirón, que si estaba muy de peligro la enferma,
quien le respondió que le trajera luego los demás sacramentos porque estaba
mortal; con cuya noticia se los administré aquella noche. Y movido el
declarante de caridad, le llevó una
copia de Nuestra Señora de Coromoto y, cogiéndola en las manos la enferma y
héchole varias deprecaciones, empezó a alentarse, aumentándose su mejoría, de
suerte que dentro de pocos días estuvo buena con el amparo de esta Soberana
Imagen.
Asimismo
testificó el declarante cómo en una ocasión, viniendo Marcos Sánchez, natural
de las islas de Canarias y vecino de esta dicha ciudad, de su trabajo, pasando
el río de Morador en cuyas montañas tenía sus labores, y sentándose a sus
orillas a lavarse los pies y manos, vino hacia él un caimán y cogiéndole por un
brazo con tanta violencia que le reventó una de las cañas de la muñeca, lo
cargó adentro del charco y, viéndose el dicho Sánchez sumergido dentro del agua y
aprisionado el brazo en la boca
del caimán, volvió el cuerpo y se le puso encima, invocando el amparo de María
Santísima de Coromoto; y que, habiendo atravesado el caimán todo el charco con
él encima, teniéndolo dentro del agua cerca de medio cuarto de hora y
continuando sus deprecaciones a María Santísima de Coromoto, experimentó no
sólo el que no se fatigó de estar metido dentro del agua, sino también el que
abrió la boca el caimán y lo soltó, dejándolo libre, tratando a este tiempo de
salir fuera del charco, como de facto salió aunque con mucho trabajo por no saber
nadar y ser la profundidad mucha. Todo lo cual le certificó por realidad al
declarante el dicho Marcos Sánchez[83].
Asimismo
testifica el declarante[84]cómo en
otra ocasión, habiendo venido de la ciudad del Tocuyo en romería a visitar esta
soberana Imagen de Coromoto dos vecinos de dicha ciudad, el uno llamado José
Giménez, aconteció que, padeciendo éste unos vahidos que lo atormentaban
gravísimamente, estando adorando dicha Santa Imagen, le pidió al declarante que
le pusiera en la cabeza la custodia donde se halla colocada y le rezara un
Evangelio; y reparando el declarante, luego que puso en ejecución su súplica,
el que como asustado temblaba, preguntóle después la causa de aquel temblor y
respondióle el dicho Giménez que había sido porque luego
que le puso
la Imagen de
Nuestra Señora de Coromoto
en la cabeza, había sentido que le corrió de Ella para abajo un humor
como si le echaran un baño y que había sentido grandísimo alivio en la cabeza,
de que quedó bueno, como lo ha visto el declarante en diversos tiempos y le ha
certificado su sanidad. Y el otro que le acompañaba, que se llamaba Nicolás de
Orellana, después que salió de la Iglesia el declarante, le dijo el dicho
Orellana que casi no había podido ver la Imagen de Coromoto a causa de una estrella
que tenía en el hombro que casi lo deslumbraba de puro resplandor; y, volviendo
a descubrir la Santa Imagen al siguiente día, le aseguró al declarante el dicho
Orellana haber visto a la dicha Imagen vestida de blanco sin la estrella que
antes le adornaba; cuya variedad la comprueba el declarante con varias personas
que vienen de romería a visitarla;
quienes certifican verle de distintos y varios colores, aunque el declarante
siempre la ha visto con el manto blanco y sus vueltas y túnica morada; y el Niño
que tiene asido de sus soberanas manos con la misma vestidura; y con especialidad, lo que puede certificar el
declarante sobre esta variedad de colores, es que, estando de romería
don Martín y
don Ortuño de Tovar
y don Manuel de Peláez, vecinos
de la ciudad de Caracas, teniendo el
declarante en las manos la custodia en que está esta dicha imagen, y los
referidos de rodilla adorándola, dijo en presencia del declarante, don Martín
de Tovar que la veía vestida de azul, y don Ortuño de morado y don Manuel
Peláez de blanco.
Asimismo
testifica el declarante cómo, habiendo tomado posesión del Curato de esta dicha
ciudad y siendo la frecuencia que había de romeros de diversas partes de esta
Provincia y de otras del Nuevo Reino y que éstos venían de partes muy remotas
sólo a fin de visitar esta milagrosa imagen de Nuestra Señora de Coromoto, y
que siempre que se descubría para que la adorasen los que venían de romería, la
devoción del vecindario hacen que fuese dos o tres veces al día para que la reverenciasen
los dichos romeros, en compañía de ellos todos los que se hallaban en esta
dicha Iglesia llegaban a besar el pie de la custodia de Nuestra Señora; y
pareciéndole al declarante que esta continua frecuencia pudieran hacer más de
ceremonia en los vecinos que de devoción, determinó o consistió mentalmente de
darle a adorar a todo este pueblo y vecindario sólo los sábados, y a los que
vinieren a romería descubrirla a una hora incompetente en que sólo
estuvieran los referidos
en la Iglesia
sin el concurso de este.
vecindario. Y poniendo este mal pensamiento en
ejecución, en ocasión que había venido de la ciudad de Carora un mulato
llamado Cantero con su mujer e hijos en romería, a visitar esta Soberana
Imagen, estando para salir a decir misa el declarante, se llegó a él el dicho
mulato y le rogó que le descubriese la Imagen de Coromoto porque había acabado
ya sus novenas y se quería volver para su tierra; a cuya súplica le respondió
que se aguardase con su familia en la Iglesia en, yéndose el vecindario a sus
casas y quedarán los referidos romeros[85]solos en
la Iglesia, que entonces se la descubriría; lo que practicó así luego que
estuvieron solos en la dicha Iglesia, haciendo encender las luces y vistiéndose
de sobrepelliz[86]
y capa blanca como lo acostumbre, fue a abrir el Sagrario donde está colocada
esta soberana Imagen, y, siendo así que nunca había tenido dificultad en
abrirle y cerrarle por lo seguro y suave
de la llave y cerradura, en esta ocasión le aconteció que estuvo más de media
hora forcejeando para abrir dicho Sagrario, probando en todo este dicho
tiempo a ver si podía
abrirle con una
llave que tiene de plata
y con otra de hierro,
experimentando que por más diligencias
que hizo para abrirle le fue imposible por entonces el conseguirlo; hasta que,
fatigado y desconsolado con la novedad que le había sucedido, volvió y les dijo
a los que estaban en romería: “Hijos, ya
veis la imposibilidad que hay de abrir el Sagrario; o la Virgen no quiere que
yo la coja en mis manos o que vosotros la veais. Volveos a vuestra casa,
disponeos para confesaros por la mañana que yo iré a administraros el
Sacramento, y veremos entonces si yo puedo abrir el Sagrario”. Hiciéronlo
así, y aquella noche pensando el declarante en lo sucedido, fatigado con este
pensamiento, discurriendo sobre el caso, le ocurrió en que pudiera provenir
aquella novedad: por castigarle María Santísima el mal pensamiento que había
tenido de que la adoración que le dan los fieles besando el pie de su Custodia
no fuera tan continua ni común; con cuya reflexión y acuerdo, clamó a María
Santísima de Coromoto, pidiéndole que si por aquel mal pensamiento que había
tenido de no dar a besar el pie de su Custodia a todos y todos los días, que le
prometía de todo corazón el que todos cuantos
llegasen a darle adoración y
besar el pie de su Custodia, aunque
aconteciera muchas veces al día y mucho
el número de gente, a todos franquearía su soberana presencia para que tuviesen
la dicha de besar el pie de su Custodia.
Y
con esta promesa mañaneó al otro día y, habiendo confesado los caroreños y
tratando de descubrir la Imagen de María Santísima, probó a abrir el Sagrario
con la propia llave y lo halló tan fácil y suave como siempre, sin experimentar
la dificultad del día antecedente; quedando con su sagrada vista los caroreños
muy consolados y el declarante con la obligación de darla a adorar a todos los
fieles siempre que se descubriese, aunque sea en crecido número, como así lo ha
ejecutado en virtud de la promesa que hizo.
Que
es lo que puede decir y declarar en virtud del juramento que hecho tiene.
Leídole esta su declaración dijo estar bien escrita y que en ello se afirma y
ratifica y que, siendo necesario, lo que dirá de nuevo debajo del mismo
juramento hecho. Y lo firmó junto con Su Merced y yo el presente Notario. De
que doy fe. Doctor Don Carlos de Herrera, don Francisco de Valenzuela. Ante mi
Fernando Capdevila, Notario Público y de Visita.
Declaración
de Tomás José de Albarrán (12-2-1746)
/Al
margen izquierdo:/
2º
testigo
En
dicha ciudad de Guanare, en doce días del
mes de febrero de mil setecientos cuarenta y seis años, su merced el señor Visitador
General, para la información que por su Auto antecedente manda hacer, por ante
mi el infraescrito Notario de Visita, recibió juramento al licenciado don Tomás
José[87] de
Albarrán, domiciliario de este obispado y vecino de esta dicha ciudad, que lo
hizo in verbo sacerdotis, tacto, pectore et corona; so cargo del cual prometió
decir verdad de lo que supiere en lo que le fuera preguntado: Y siéndolo al
tenor de dicho Auto, que le fue leído, dijo: Que por lo que toca a el haber
sido aparecida en la quebrada y montañas de Coromoto a unos indios que en sus
contornos habitaban la Soberana Imagen de María Santísima, que se venera y está
colocada en esta Santa Iglesia Parroquial en su altar mayor, siempre lo ha
tenido por verídico y en la realidad por cierto, según la común inteligencia de
todos cuantos ha oído hablar sobre la dicha Aparición.
Y
por lo que toca a los portentos y milagros que se experimentan por la
intercesión de esta Soberana Imagen, sabe a cierta ciencia, cómo, estando
trabajando en la fábrica material de esta Santa Iglesia, en el
arco de la
portada Mayor, algunos peones
y albañiles, en la altura de siete
u ocho varas donde estaban los andamios y en ellos gran porción de piedra y
mezcla, de repente sucedió el venirse a plomo dicho andamio y material con los
referidos hombres hasta el suelo; quienes en su conflicto invocaron el nombre
de María Santísima de Coromoto, salieron de aquel peligro buenos y sanos sin
alguna lesión.
Como
asimismo le consta de vista, por haberse hallado presente el declarante, cómo
el año de setecientos y dieciseis, habiendo venido a esta[88] dicha
ciudad una india de los Valles de Aragua, con un pecho empedernido y muy
hinchado[89],
que había más de cinco años que padecía de dicha enfermedad, aconteció que
manifestándole y aplicándole el mismo declarante al pecho de la referida india
la imagen de María Santísima de Coromoto, al mismo tiempo se le reventó el
pecho de tal manera que le fue preciso al declarante el apartarse con la
Soberana Imagen de la referida india; de cuyo portento experimentó la salud.
Asimismo
certifica el declarante, de vista haber pasado en su presencia, cómo
un hombre, que no sabe
su nombre, teniendo atravesada
una espina en la garganta había dos días con sus noches, por cuyo motivo la
tenía muy hinchada y casi en los últimos términos de su vida y, viéndolo el
declarante en tanto conflicto, dispuso llevarle a la Iglesia y descubrirle la
imagen de Nuestra Señora de Coromoto, y, habiéndolo ejecutado así, aconteció
que al ponerle en la cabeza el mismo declarante la soberana Imagen de (Nuestra
Señora) de Coromoto, allí mismo eructó la espina el mozo a sus propias manos
del declarante; de cuyo milagro podrá testificar Gregorio Reinoso que se halló
presente.
Asímismo
declara cómo Juan José de Aboín, vecino de la ciudad de Trujillo de esta
Provincia, habiendo venido el año pasado a esta dicha ciudad a pagar unas novenas
que había prometido a esta Soberana Señora por haber estado más tiempo de tres
años tullido, le contó al declarante el dicho Aboín que así que prometió venir
a visitar a esta Divina Señora, al siguiente día pudo andar.
Como también
aconteció el año
que vino a esta
ciudad y su jurisdicción la plaga de la tara que consumía y aniquilaba
todas las plantas y sembrados, de que se experimentaban grandes calamidades y
desdichas, siendo tanto su número que se nublaba el sol. Y, teniendo presente el
Cura Rector de esta dicha ciudad, que en aquel tiempo era el licenciado don
Leonardo Reinoso, la desdicha que sobrevenía a esta ciudad, para alivio de sus
conflictos convocó al clero y vecindario para el siguiente día cantar misa y
sacar en procesión a Nuestra Señora de Coromoto, como así se ejecutó. Y al
siguiente día se experimentó que amaneció toda la tara en los cerritos, donde a
su cercanía está fundada esta dicha ciudad, muerta a vista del declarante y de
todo este dicho pueblo.
Como
asimismo ha experimentado esta dicha ciudad el haber quedado intacta e ilesa el
año pasado de cuarenta y cuatro del contagio de las viruelas que la circunvaló,
estando contaminado el sitio que nombran El Limoncito, de esta jurisdicción,
corriendo su contagio hasta la ciudad de Barinas, que está contigua su
jurisdicción con la de esta ciudad.
Como
también aconteció el año de setecientos
y veintitres, que Diego José Casariego, vecino[90] de la
ciudad de Valencia de esta Provincia, teniendo innumerables gusanos en las
narices y hechándose varios medicamentos, experimentó con ellos el que todos se
muriecen menos uno que le quedó en la garganta por espacio de seis días, y,
como le mortificaba tanto, prometió para su alivio una misa cantada a Nuestra
Señora de Coromoto; y, al tiempo que el declarante entraba en dicha Santa
Iglesia con el dicho Casariego a cantarle la misa, echó al gusano sin saber por[91]donde;
hallándose presente a este milagro el señor Alcalde de este presente año don
Antonio de Mendoza y muchos más vecinos.
Añadiendo
el declarante que, hallándose con graves necesidades a causa de haberle fallido
las anuales rentas de sus capellanías por estar en concurso los bienes de su
Principal, para cuya determinación que fuese de alivio a sus cortedades con la
brevedad posible, deseaba ansiosamente el que viniese el Visitador Eclesiástico
a esta ciudad; y, desesperanzado de su venida, que según las voces que corrían
y que después supo de cierto, que
el dicho Visitador nunca traía
ánimo de pasar a esta ciudad, en
medio de su conflicto se acogió al
auxilio[92]y
protección de esta Soberana Imagen de Coromoto clamándole encarecidamente
trajese a esta ciudad al dicho Visitador para ver si hallaba remedio a sus
necesidades; teniendo efecto su súplica que hizo a esta Soberana Imagen pues se
halla actualmente dicho Visitador en esta dicha ciudad, continuando su visita y
las diligencias conducentes a la consecución que espera de su capellanía para
alivio de sus necesidades y trabajos.
Que
es lo que puede decir y declarar según lo que se le ha preguntado por el Auto
Antecedente, en virtud del juramento que hecho tiene. Leídole esta su
declaración, dijo estar bien escrita y que en ella se afirma y ratifica y que,
siendo necesario, lo dirá de nuevo debajo del mismo juramento. Y lo firmó con
su merced. Y yo el presente Notario. De
que doy fe. Doctor Don Carlos de Herrera, Don Tomás José Albarrán. Ante mi Fernando Capdevila, Notario Público y
de Visita.
Declaración
de Juan José Dorantes (14-2-1746)
/Al
margen izquierdo:/
3er testigo.
En
la ciudad de Guanare, en catorce del mes de febrero de mil setecientos y
cuarenta y seis años, para dicha información su señoría hizo parecer a su
presencia al Licenciado don Juan José Dorantes, Sacristán Mayor actual de esta
dicha ciudad; a quien, por ante mi el
infraescrito Notario de Visita,
le recibí juramento, que hizo in
verbo sacerdotis, tacto pectore et corona; so cargo del cual[93]prometió
decir verdad de lo que supiere en lo que le fuere preguntado: y, siéndolo al
tenor del Auto de retro, que le fue leído, dijo: Que por lo que toca a la
Aparición de la Soberana Imagen de Coromoto, que se venera y está colocada en
esta Santa Iglesia, sabe por común y general tradición y por habérselo dicho con especialidad
Cristóbal Cebrián, vecino que fue de esta dicha ciudad, hombre de más de
ochenta años, que la referida Imagen de María Santísima fue verdaderamente
aparecida en la quebrada y montañas de Coromoto a un indio de la nación de los
Cospes que habitaba en los campos inmediatos a la referida quebrada, al cuidado
y dirección de Juan Sánchez, en formal figura de una hermosa mujer; que
queriendo el referido indio con el instrumento que llevaba en la mano, de arco
o hacha, matarla, al mismo levantar el golpe, se le encogió el brazo, e
intentando cogerla con la otra mano, al mismo tiempo se le transformó la
referida mujer en la Soberana Estampa en que se halla impresa la Soberana
Imagen de María Santísima con un niño en sus manos; que es la misma que está
colocada en esta
Santa Iglesia, cuya materia nunca se ha podido averiguar por
varias y distintas personas que han
registrado su calidad.
Y
por lo que mira a los miraculosos[94]
portentos que se experimentan continuamente de la poderosa mano de Dios Nuestro
Señor por las intercesiones de esta Soberana Imagen de María Santísima, de
Coromoto, lo que puede declarar es que, por el año treinta y cuatro, una tarde,
dando a besar al pie de esta Soberana Imagen y Santísima a los caballeros
Tovares y a don Manuel Peláez, don Pedro Miguel y don Juan Manuel de Herrera y
don Diego de Ibarra, los que se mantuvieron todo el tiempo que se mantuvo
dándole a besar, los que le certificaron que en cada una de tres ocasiones que
pasó la vieron con distintas vestiduras; en lo que también advirtió dicho
declarante.
Como
asímismo testifica el declarante que, habiendo venido a esta ciudad un
caballero de la ciudad del Tocuyo de esta Provincia, nombrado don Eugenio
González, al tragar un bocado de pescado se le atravesó una espina de las de
orqueta y se mantuvo con ella tanto tiempo que se le hincharon las fauces; y,
clamando a esta Divina Señora de Coromoto y al aplicarle su Soberana Imagen, lo
eructó, en presencia de dicho declarante.
Asimismo
declara que, viniendo en romería un ciego llamado Juan de Asuaje, a
expensas de unos arrieros que le traían
de caridad, pidió en el camino le
desmontasen y apartasen del camino a fin de hacer una necesidad[95]; y,
habiéndolo ejecutado, dichos arrieros dejándolo solo, el que sintiendo pasos
que venían hacia él preguntó si eran los compañeros, y, no respondiéndole,
invocó a María Santísima de Coromoto y se halló con vista y que los pasos eran
de un feroz tigre que le iba haciendo presa, el cual huyó luego que
im -ploró[96] el
nombre de esta Soberana Señora, quedando libre de este peligro y con su entera
vista; en la que se mantuvo hasta el día
siguiente que cegó, o bien por haberle
pedido nuevamente a esta Soberana Reina que si no le convenía la vista lo dejase
como antes ciego, o bien por haberle faltado a una promesa que le hizo al tiempo de aquel peligro, que
fue el que proseguiría lo restante del camino a pie; lo que no ejecutó a causa
de haberle instado los arrieros a que montase el caballo. Que esto supo el
declarante por habérselo dicho con evidencia y realidad el mismo ciego, a quien
se lo preguntó el dicho declarante por haberlo oído decir, divulgado de los
mismos arrieros. Como asímismo el declarante que, estando corriendo una palma[97] en el río de Guanare de esta jurisdicción, un
caimán cogió a un mozo llamado Gregorio Ruiz y le sumergió en un charco; quien,
viéndose en aquel conflicto, ya sin consuelo de la vida imploró el auxilio de María Santísima de Coromoto; y
al cabo de gran rato de tenerlo[98] debajo
del agua, para asirlo mejor, lo sacó y suspendió por los aires cayéndose entonces
el sombrero, materia en que se entretuvo el dicho caimán; y el paciente tuvo
lugar de montar por los barrancos más pendientes del río, tan destrozado del
feroz animal que todas las piernas tenía hecha pedazos, lo que no impidió para
montar como si no tuviera tal imposibilidad; cuya maravilla fue evidente a todo
lo más de esta ciudad.
Asimismo
sabe el declarante por haberlo experimentado
y visto, que todo el sebo que en esta Santa Iglesia se enciende a fin de
alumbrar a esta Divina Reina, por inmundo y hediondo que esté al instante se
pone oloroso y fragante.
Que
es lo que puede decir y declarar en virtud del juramento que hecho tiene. Leídole esta su declaración dijo estar bien
escrito y que en ella se afirma y ratifica y, que siendo necesario, lo dirá de
nuevo debajo del mismo juramento que hecho tiene. Y lo firmó con su merced y yo el presente
Notario de Visita. Doctor don Carlos de Herrera. Don Juan José Dorantes. Ante
mi Fernando Capdevila, Notario Público y de Visita.
Declaración
de Juan Cristóbal de los Reyes Fajardo (15-2-1746)
/Al
margen izquierdo:/
4º
Testigo.
En
la dicha ciudad de Guanare, en quince días del mes de febrero de mil
setecientos cuarenta y seis, su merced, para la información que está mandada
hacer, hizo parecer a su presencia al Maestre de Campo don Juan Cristóbal de
los Reyes Fajardo, vecino de esta dicha ciudad, a quien, por ante mí el
presente Notario, recibió juramento que hizo por Dios y la señal de la Cruz, so
cuyo cargo prometió decir verdad de lo que supiere y le fuere preguntado; y,
siéndolo por el Auto que está por cabeza, habiéndolo oído, que se le leyó de
verbo ad verbum, enterado de su contexto, dijo que: en tiempo de su mocedad
supo de Diego Pacheco Carvajal, su mujer Olaya Martínez, don Diego Díaz Centeno
y de otras muchas personas que la
Soberana Imagen de
Nuestra Señora de Coromoto, que hoy se venera y está colocada en esta Santa Iglesia, fue verdaderamente
Aparecida el año de mil seiscientos y cincuenta y dos, siendo Cura el
licenciado don Diego Lozano, en las montañas y quebrada de Coromoto, a un indio
de los Cospes, que estaban sujetos al Capitán Bartolomé Sánchez, en forma de
una niña muy linda. Y, al disparar el arco el dicho indio para flecharla[99] se le
quedó el brazo inmóbil, y al mismo tiempo se le volvía una mariposa, y,
cogiéndola la mujer del referido indio, la envolvió en unas hojas y la guardó,
y que después, enseñándosela a una india ladina[100], ésta
tal le dio cuenta de lo sucedido a un Juan Sánchez, que era el que los
enseñaba; el cual, movido de la novedad, se la llevó a su casa y le encendió
una corta lamparilla, dando cuenta al Cura Rector de ello, de lo sucedido. Y
pasó el dicho, acompañado de algunos vecinos,
a la casa del dicho Juan
Sánchez. Donde hallaron la Soberana Estampa de María Santísima; la misma que
contiene el Auto, y la lamparita encendida. Y la trajeron con toda reverencia a
la ciudad don le dieron culto en la Santa Iglesia.
Y
por lo que toca a los milagros que se han experimentado y se experimentan por
la intercesión de esta Soberana Imagen de María
Santísima de Coromoto lo
que puede decir es, entre los varios que han sucedido, cómo
habiendo traído los aitinales u horcones
para hacer nueva iglesia, y, habiéndolos perfeccionado, al irlos a meter en los
hoyos, uno de ellos por descuido cayó y se reventó por arriba de la mitad; y,
habiéndolo vuelto a juntar un curioso, se unió y quedó perfectamente bueno y
sano. Y esto se lo han dicho personas de excepción, de los viejos de aquel
tiempo; y aún permanece una vieja de dicho tiempo llamada Luisa Díaz, la que
también se lo ha certificado con toda realidad; en lo que se evidencia más con
la vista de dicho horcón, que permaneció
y lo vio con la señal de la rotura, el que estaba ya muy desmembrado por las
muchas astillas que para cruces le quitaban los devotos de esta Soberana Señora
de Coromoto.
Asimismo
testifica el declarante que, habiendo venido de la ciudad de Gibraltar a esta
dicha ciudad un pardo llamado Lázaro, el que vino en un sillón a causa de
hallarse con las piernas gravemente accidentadas y encogidas de llagas, de
suerte que era toda la[101]
pierna una lepra; éste hizo promesa de
morir en esta dicha ciudad de Guanare si la Virgen Nuestra Señora de Coromoto
le daba la salud de que adolecía. Y,
habiéndolo llevado a esta Santa Iglesia donde está colocada la Soberana
Imagen de esta
Divina Señora, y habiéndole
untado la lepra con el
aceite de lámpara, a los seis
días la tuvo con su entera salud y sin
la penalidad de las lepras. Lo que vio[102] el
declarante y de cierta ciencia le consta. Y, habiéndose mantenido en esta
ciudad el tiempo de ocho años, crió caudal, y, a instancias de su mujer, que se
llamaba María Roble se volvió a dicho Gibraltar su tierra, y a los veinte días
de llegada murió de la misma lepra que antes había padecido; y la mujer a los
treinta días después de la dicha llegada; habiéndole llamado por una ventana de
su misma casa, sin saber quien la llamaba, se asomó por dicha ventana y al
asomarse le cruzaron la cara, sin que se pudiese[103] descubrir
el agresor de ese hecho. Lo que supo el declarante de distintas personas de
aquella ciudad.
Como
también certifica el declarante que, habiendo venido a esta dicha ciudad del
valle de Boconó de esta jurisdicción Antonio de Torres con su mujer e hijos, a
causa de hallarse dicho Torres tullido y con muchas lepras, de suerte que para
conducirlo a esta ciudad fue necesario hacerle un sillón; quien, habiendo
llegado, se hizo llevar a esta Santa Iglesia, prometiéndole a esta Soberana
Reina María Santísima de Coromoto el no salir más de la ciudad viéndose libre de
esta enfermedad. Lo que consiguió del auxilio divino por la
intercesión de esta Soberana Imagen pues
antes de completar sus novenas estuvo bueno: siendo constante este maravilloso
portento al dicho declarante, a los hijos del referido Torres, que aún viven, y
a la mayor parte de esta dicha ciudad.
Asimismo
testifica el declarante que, estando una tarde, último día del octavario que se
le hace a esta Divina Señora de Coromoto, aguardando en concurso de más de
treinta persona a que saliese la procesión en que sacaban la Soberana Imagen de
esta Reina y Señora, ya después de haber dado el segundo repique, vino el Cura
de esta dicha ciudad, que lo era el licenciado don Leonardo Reinoso, quien se
mantuvo allí con el dicho declarante y los demás del concurso un corto tiempo;
en cuyo intermedio pasó por sobre la Iglesia tan innumerable copia de tara que
le impidió la luz al sol, quedando atónitos y acongojados los presente;
discurriendo fuese castigo del Señor por sus culpas. A quienes consoló el referido Cura diciéndole
no sería nada, exclamando al auxilio y amparo de María Santísima de Coromoto,
que fuesen fervorosos a andar su procesión, que Ella los libraría
de este peligro y desdicha; lo
que ejecutaron todos acompañando por las calles a esta
Divina Imagen y al otro día siguiente
permitió la Divina Omnipotencia amaneciese muerto todo el sinnúmero de tara que
había pasado, en el pie de un cerrillo cercano a esta dicha ciudad que llaman
de León.
También
tiene experimentado y le consta al declarante que cuantas luces y lámparas se
encienden a fin de alumbrar a esta Soberana Imagen, se califica de suerte el
sebo material de ellas que se convierte todo en fragancia y olor por muy
hediondo que esté.
Asimismo
le consta al declarante por haberse hallado presente, que, habiendo caído
gravemente enfermo un hijo de doña Francisca Betancourt, vecina de esta dicha
ciudad, estando ya éste en los últimos períodos de la vida, mandó la referida
su madre, en casa del Capitán don Antonio de Burgos, por una copia de Nuestra
Señora de Coromoto; y al instante que la entraron por las puertas del enfermo
se halló bueno y sin alguna dolencia.
Como
también testifica el dicho declarante como, habiéndole dado a un hijo de Domingo
de León un papelito para que representase en una comedia dedicada en obsequio
de esta maravillosa Señora de Coromoto, lo mandó devolver el referido su padre
y, habiéndolo ejecutado
su hijo, cayó tan repentinamente enfermo que temeroso su
padre fuese ya lo último de su vida, prometió que representaría el papel que le
habían encomendado; y, habiéndolo nuevamente revivido, se halló el referido
enfermo en su entera salud.
Así
también certifica el dicho declarante que, habiendo venido a esta ciudad en
romería la viuda, mujer que fue de don Antonio Oberto, ciega; habiéndola
llevado a esta Santa Iglesia, donde está colocada la Imagen de Nuestra Señora
de Coromoto, al entrar por las puertas se halló sana y con su entera vista;
cuyo evidente milagro se lo han certificado al declarante por de mucha realidad
personas muy veríficas.
Como
también certifica el dicho que, habiéndole traído a Tomás Chaparro un hijo con
un mamón atravesado en la garganta, con cuya vista y lástima se asustó el dicho
Chaparro de tal forma que no tuvo otras palabras con qué exclamar a esta
Soberana Reina que decirle Virgen de esta
Iglesia, favoreced a mi hijo; y al instante abortó el mamón el referido su
hijo; lo que supo el declarante por habérselo dicho el mismo Tomás Chaparro.
También
experimentó el mismo declarante que lo testifica, que, estando ya en agonía un
hijo suyo de grave enfermedad, por disposición de una mujer se mandó traer agua
de la quebrada donde se apareció la imagen de esta Soberana Señora de Coromoto;
y al instante que la bebió, lo vio el declarante en su entera salud. Del
singular prodigio rendidamente
dio infinitas gracias al
Señor por haberle concedido este
beneficio por intercesión de su Santísima Madre de Coromoto.
Que
es lo que se acuerda y puede decir, según el Auto que se le fue leído, so cargo del juramento que hecho tiene. Leídole esta su declaración dijo estar bien
escrito, que en ella se afirma y ratifica y que, necesario siendo lo dirá de
nuevo debajo del mismo juramento; que es de edad de sesenta y cuatro años poco
más o menos. Y lo firmó con su merced y
yo el infraescrito Notario, en quince días del mes de febrero de mil
setecientos cuarenta y seis. De que doy fe lo que vio el declarante y de cierta
ciencia le consta. Doctor don Carlos de Herrera. Juan Cristóbal de los Reyes
Fajardo. Ante mí Fernando Capdevila Notario Público y de Visita.
Declaración
de Marcos Paredes de San Nicolás
(16-2-1746)
/Al
margen izquierdo:/
5º
Testigo.
En
esta ciudad de Guanare, en dieciséis del mes de febrero de mil setecientos
cuarenta y seis, su merced, para la información que está mandado hacer, hizo
aparecer a su presencia a Marcos Paredes de San Nicolás, vecino de esta dicha
ciudad, a quien, por ante mí el presente Notario, recibió juramento, que hizo
por Dios y la señal de la Cruz; so cuyo cargo prometió decir verdad de lo que
supiere y le fuere preguntado. Siéndolo
por el Auto que está de cabeza, habiéndolo oído, que se le leyó de verbo ad
verbum, enterado de su contenido[104] dijo:
Que por los años de mil seiscientos[105]
noventa y ocho (según entiende, por el mes de marzo) habiendo venido a esta ciudad en cumplimiento
de unas novenas que el dicho declarante debía a Nuestra Señora de Coromoto,
siendo Cura el licenciado don Leonardo Reynoso, a la sazón vino a dicha Ciudad el Fray Diego de
Olaya, religioso lego del sagrado orden de Nuestro Padre San Agustín, quien
tenía una sacrosanta imagen que se advoca y titula Nuestra Señora del Topo, que
se venera en la catedral de Santa Fe, y habiendo impetrado Licencia dicho religioso
de dicho Cura para recoger algunas limosnas en esta jurisdicción para el culto
de dicha imagen del Topo, le ordenó al declarante el dicho Cura acompañase al
referido religioso como recogedor de dichas limosnas, como así lo ejecutó dicho
declarante; y, habiendo llegado con el dicho religioso y gran número de gente
que le acompañaba a la última casa de Tucupío, de esta jurisdicción, que era de
Justo Burgo, se le entregó a dicho religioso la limosna recogida, que eran
cuarenta y ocho pesos en tabaco y cuatro reales en plata; de donde determinaron
pasar de regreso a esta dicha ciudad, rezando el Santo Rosario a coros que
traían velas encendidas, y que, al segundo decenario que iban rezando,
advirtieron todos que la sagrada imagen
convertía los colores de su divino rostro en una amarillez que a todos causaba admiración, aunque no
suspendían el paso en este primer prodigio sino que proseguían en su rezo y
devoción; y, atendiendo todos, vieron
que los hermosos colores volvían a
ocupar su soberano rostro como si estuviera vivo; y gozosos proseguían hasta
que nuevamente experimentaron una
admirable mutación en dicha imagen, porque se cubrió el Sagrado Rostro de una sombra
tan tenebrosa que a toda la devota
compañía dejó metida en general susto, asombro y temor; y con prodigio
tal todos se ocuparon por espacio de tres horas en actos cristianos de
contricción y lágrimas, pidiendo y exclamando a su misericordia; durando
todavía el misterioso eclipse, dispuso el declarante se posase una cruz en
aquel sitio en señal de aquella maravilla, mayormente por la circunstancia de
ser la sagrada imagen del Misterio del descendimiento de Nuestro Señor
Jesucristo de la Cruz. A la voz[106] del
referido declarante hicieron luego una
cruz dos devotos, que lo eran Juan y Cristóbal Calsado, hermanos; y lo
mismo fue ir y fijarlo en el sitio que volver la santa efigie, a la hermosura de su rostro, que parece que
no esperaba otra cosa para franquearles consuelo que el que se pusiese la dicha
Cruz. Con cuyo regocijo, llorando, si
antes de pena después de gozo, determinaron proseguir, haciendo primeramente
cómputo del número de gente que acompañaba y se halló presente al prodigio; y
hallaron constar de ciento veintiocho personas; pasaron adelante y llegaron al
pueblo de Maraca[107], de
donde vino el declarante sólo a esta dicha ciudad, por llamamiento de dicho
Cura, para que le noticiara de lo sucedido. Y habiéndole dado razón individual
de todo lo que lleva declarado, le pro -puso al dicho Cura el dicho declarante
procurase y, si era posible le diese licencia, para que se hiciese una Ermita
en aquel lugar del milagro; a la cual le respondió dicho Cura estas palabras: Vuestra Merced ha venido a pagar y cumplir
su promesa a Nuestra Señora de Coromoto de novena, por los beneficios que le ha
hecho; con que Vuestra Merced le ha de servir yendo, con toda vigilancia y
cuidado, a solicitar el sitio donde se Apareció para que se logre darle la
veneración debida, pues en quince años que soy Cura no ha habido quien dé razón de este lugar.
Lo
que con efecto ejecutó dicho declarante, pues el día veinticuatro de agosto de
dicho año salió de esta dicha ciudad con dos compañeros que se les señaló dicho
Cura para esta diligencia, nombrados Santiago López y Lorenzo Díaz; los que
llegaron a Maraca y al siguiente día pasaron a dicho sitio y, habiendo
rancheado debajo de un árbol, determinó de allí, el que declara, despachar a
dichos compañeros, uno por una parte y otro por otra de aquel partido, a que congregasen a aquel
lugar a todos los habitadores de aquellas partes; lo que se efectuó así, viniendo todos cerca de las Ave Marías. Y preguntándoles si alguno sabía donde era el
lugar del Aparecimiento de Nuestra Señora de Coromoto ninguno supo dar razón,
sólo respondían que los indios Cospes solamente podrían saberlo, y que esos
estaban remontados y extrañados en
las montañas. Difícil
de hablar con ellos, disuadido ya el declarante de lograr el descubrimiento del sagrado sitio
porque había padecido el olvido de cuarenta y ocho años, trató de ir
previniendo materiales para ver si se conseguía la fábrica de dicha Ermita en
el lugar de la maravilla de Nuestra
Señora del Topo, que era a fin de que con comodidad y decencia pudiese ejercer
los ministerios eclesiásticos dicho Cura cuando fuese a aquellos
partidos, además de ser para memoria de
dichos prodigios.
Santiago
López, Simón Sánchez y Pablo Pérez
cortaron el primer estantillo
para la fábrica, que es lo que les había tocado en el repartimiento que
hizo de la obra. Este mismo día, que era
el veintiseis de dicho mes de agosto, salieron del monte, arriba de las
cabeceras de Coromoto, nueve jinetes de los Cospes, y uno de ellos, nombrado
Gaspar Tabares, habló el primero de esta
suerte: Hemos sabido que un hombre viene
a hacer iglesia para Nuestra Ama la Virgen, y si viene de nuestra parte a
hacerla donde la Virgen bajó del Cielo cuando la cogió mi suegro, vendremos
todos a poblarnos aquí. A que
añadieron los demás: Como lo hagan donde
la cogió nuestro Capitán todos saldremos.
A
cuya impensada venida todos se regocijaron y a su proposición tan deseada
respondió el declarante “que sí, que de su parte venían a aquel intento”. Con cuya respuesta el dicho Gaspar Tabares
dio orden a uno llamado Jacinto, diciendo:
“Andad y decid a don Julián que vengan todos con sus mujeres y familias
que ya Dios se ha acordado[108] de
nosotros”.
Apeáronse
al instante y llegaron a adorar la copia que llevaba el declarante de Nuestra
Señora de Coromoto para guía de aquel dificultoso descubrimiento; a quienes ordenó
el dicho declarante que fueran y sacaran de la montaña aquel estantillo que
tiene referido y con él señalaran el sitio donde fue la casa de su Capitán, en
que se Apareció Nuestra Señora la Virgen. Lo que ejecutaron así, sacando dicho
madero y con él señalaron el sitio y allí lo fijaron, donde hoy es el altar
mayor de la Iglesia de la Aparición; quedando el madero tan[109] en
frente y a nivel de la cruz que puso el declarante en señal del prodigio de
Nuestra Señora del Topo que luego prudentemente coligieron que ésta había sido el índice del sitio pues por
ella se había removido y suscitado la empresa del descubrimiento y, a la voz de
Iglesia, salido los indios tan impensadamente, lo que se calificó con un tal
Nicolás Mateos que dijo que en diez años que vivía en aquellos partidos jamás
había visto salir a tales indios.
Asentado
esto, preguntó el que declara de quién eran aquellas tierras; y, sabiendo que
eran del Capitán Diego Pacheco Carbajal, vino el dicho declarante al sitio de
Agaviñas[110]
a hablar con el dicho Pacheco para ver si hacía donación de ellos a la Virgen;
y así lo ejecutó, entregándole los títulos y donación, de los que se infiere el
año en que fue el Aparecimiento de Nuestra Señora como se podrá ver.
Fabricada
ya la Iglesia, pasó el declarante a la ciudad de Caracas con los indios, a
sacar licencia para su ministerio, dando
razón de la actitud de aquel partido
para poder ponerse Cura para el servicio eclesiástico de dicha Iglesia y que se
le diese licencia al referido declarante para recoger limosnas para la
fábrica. Todo lo cual concedió el
Ilustrísimo señor Obispo, doctor don Diego de Baños y Sotomayor[111], que
entonces era; y, al mismo tiempo, el Gobernador don Nicolás Eugenio de Ponte
dio despachos a favor de la población de dichos indios. En este viaje a Caracas
habló el declarante, de pasada, en el sitio de Camoruco[112], con
la india Isabel, hermana de la mujer del indio Capitán, lo que le dió relación
de lo siguiente, diciéndole: Que estando
ella en dicha casa una noche, con un hijo suyo de doce años, que fue el que dio
aviso como después dirá, y su hermana,
mujer del dicho Capitán, llegó éste del sitio de Soropo donde vivía Juan
Sánchez, a cuya dirección estaban los Cospes, muy airado por lo que después
dirá, y se acostó en una barbacoa[113]; cuyo
sinsabor lo echaron los dos a ira y enojo, y que inmediatamente llegó a la
puerta de la dicha casa la Virgen (que ellos llamaban: la mujer) con tales
resplandores y claridad que lo ponderó dicha Isabel que eran como los del sol
cuando está al mediodía, aunque le dijo que no quemaban como éste; a cuya vista
volvió la cara el cacique de la barbacoa y le
dijo a la Divina Señora estas palabras:
“Bien, te podeis volver que no[114]
he de hacer mas lo que me mandais, que por vos dejé mis conucos y conveniencias
y he venido a pasar trabajos”. A lo que su mujer lo riñó: “No hableis así con la mujer, no tengais mal
corazón”. Pero que el cacique, con
grande rabia, tomó las flechas y el arco
para tirarle a la Divina Señora, pero que ella al instante entró a la
choza y se le estrechó de modo que no
tuvo lugar para el tiro; y, viendo que no lograba, arrojó al suelo las armas y
fue a prenderla con los brazos para despedirla afuera. Y a este tiempo se desapareció la Virgen y
retiró sus resplandores en el mismo lugar, quedando oscura la casa como antes;
aunque es verdad que al llegar la Virgen
había un fogón que alumbraba la casa, el que con los resplandores de aquella
Soberana Señora quedó como apagado.
Con
tal acaecimiento, riñiéndole muchamente
al indio su mujer por su desesperación, dijo el dicho indio: “No sé
qué tengo aquí en la mano” y, llegándola
al fogón, halló la imagen de Nuestra Señora en la forma que hoy la
veneramos; y luego con el mismo desprecio y enojo que antes la escondió en las
pajas sin más cuidado.
De
todo el suceso referido dio aviso a Juan Sánchez el indiecito hijo de la dicha
Isabel, como lo dirá el dicho declarante según la relación que le hicieron
Bartolomé Sánchez y Juan Cebrián de lo demás que antecedió y hubo después del
Aparecimiento que hasta aquí le contó la dicha Isabel.
Los
dichos Bartolomé Sánchez y Juan Cebrián le refirieron lo siguiente, como
testigos que se hallaban en dicho sitio de Soropo en esta jurisdicción, en casa
de dicho Juan Sánchez (quien lleva declarado estaban sujetos
los Cospes) dijéronle a dicho declarante
los dos, en relación conforme, que yendo dicho Juan Sánchez a la ciudad del
Tocuyo y pasando por el camino del
Caura, le salió al encuentro el Capitán de los Cospes paganos, que en
aquella parte habitaban, quien le dijo a dicho Sánchez “que una mujer le había mandado que saliera donde estaban los blancos,
que le echasen agua en la cabeza para ir al Cielo”, a que respondió Juan
Sánchez “que a los ocho días pasaría por
allí de vuelta, que estuviesen prontos para venir con él”. Quien a los ocho días volvió y los condujo a
esos partidos de Coromoto, donde los dejó mientras daba cuenta a esta dicha
ciudad a los Alcaldes; quienes le
ordenaron los mantuviera allí educándolos y disciplinándolos en la enseñanza
cristiana y señalándoles tierras para sus labores. El que así lo ejecutó con todo desvelo, de
que se lograba grande fruto porque ya todos se iban bautizando. Solamente el
Capitán no quería aprender la doctrina cristiana; hasta que el día ocho de
septiembre del año de mil seiscientos y cincuenta y dos, día sábado y de la
Natividad de Nuestra Señora, queriéndole instar, como le insta, dicho Juan
Sánchez a que rezaran, no quiso atenderle, antes con grande enojo y rabia salió
aceleradamente de Soropo a Coromoto,
donde tenía su referida choza.
Y
allí, en este día y noche sucedió el Aparecimiento como lleva dicho. También
testifica el declarante que el dicho
Gaspar Tabares le dijo que al siguiente día, domingo, salió de Coromoto el
dicho Cacique en el destino de mudarse a otra parte, siguiéndole los demás;
pero que, yendo dicho Cacique por la montaña, le mordió una culebra, de que
murió; y, estando ya para ello, comenzó a clamar por el bautismo pidiendo agua
en su cabeza. En cuya sazón se hallaba en la montaña un moreno de Barinas,
criollo, muy bien aplicado y buen cristiano, de la familia de los Ochagavies,
quien al punto fue y le bautizó.
Luego
vino el venerable padre Capuchino fray José de Nasar[115], quien
fundó misión con los Cospes en el sitio
de esta jurisdicción nombrado San José,
que hoy está desierto porque a pocos años desamparó dicho venerable Padre la
misión, entregando los ornamentos y alhajas en esta dicha ciudad, de donde se
fue para la de Caracas. Y con este
incidente (le dijo dicho Gaspar) desampararon ellos también el lugar,
retirándose a su habitación antigua hasta el año dicho de noventa y ocho en que
salieron a descubrir el sagrado sitio de Nuestra Señora de Coromoto.
Todo
lo dijo al declarante dicho Tabares.
Prosigue
dicho testificante con Bartolomé Sánchez y Juan Cebrián, que le dijeron que la
misma noche del Aparecimiento fue a participarlo a Juan Sánchez, a Soropo, el
indiecito hijo de la india Isabel; pues por la mañana, hallándolos allí en su[116] casa
la mujer de Juan Sánchez, le contó a
ella lo que había sucedido aquella noche en la casa de su tío; aunque con
difícil explicación por falta de
expedición del indiecito en
la lengua castellana.
Díjole
su mujer a dicho Sánchez “A[117]
este muchacho le dimos licencia ayer
para ir a Coromoto a ver a su madre y ha
amanecido hoy aquí ponderando que vio a una mujer muy linda y que su tío la iba
a tirar con las flechas, y que la cogió y guardó en su casa”. Por falta de sentido que no podían dar a lo
que refería el indiecito no lo creía Juan Sánchez, sin embargo de que repitió
el[118]
muchacho de modo que podía el suyo; el
que viendo que no lo creían les dijo que fuesen a Coromoto y lo verían. A cuya instancia le dijo Sánchez que fuera a traer las dos mulas para ir, no pensando
que el indiecito las trajera por estar
éstas en su lozanía muy ariscas y gordas
y que sólo en corral y con lazo se podían coger. Y se fue dicho Sánchez con los
referidos Bartolomé y Cebrián a su labor sencillamente.
Se
fue el indiecito con sus cabestros en la mano a traer las mulas, a la sabana,
donde las halló en pie, juntas y en un profundo sueño (por disposición divina);
y allí, con el júbilo y regocijo de siempre tuvo en su relación y diligencia de
aviso, las ató ambas y las trajo a la casa, sin sentir en ellas el menor movimiento
de fuga. Con cuyo prodigio ya daban
crédito a lo que aún no entendían; fueron los tres con el indiecito para
Coromoto y, estando ya cerca, se quedaron como tres cuadras, en un zanjoncito,
mientras el muchacho iba de la casa de su tío el Cacique que a traer la mujer
que él decía que traería; el que fue sigilosamente, porque todavía estaban allí
su tío y su madre y la mujer de su tío, a un lado de la casa, y por el otro
lado entró y sacó la imagen y vino y lo
entregó a Juan Sánchez, sin que le hubiese visto su madre (como le contó el
dicho declarante dicha Isabel en Camoruco de San Carlos, que no supo en qué
había parado). Juan Sánchez, habiendo
encerrado la imagen en un relicario de plata que acostumbraba traer al cuello,
la llevó a su casa con grande admiración y júbilo de todos y, no habiendo en
casa de Sánchez velas con que alumbrarla, sólo halló un pedazo de vela de cera
negra de tinieblas, el que se encendió y estuvo ardiendo ante la soberana
imagen tres días continuamente, que se contaron desde dicho domingo a mediodía
hasta el martes en la tarde que pudo Sánchez pasar el río inmediato de Guanare,
que se mantuvo en todo ese tiempo crecido; el que habiendo pasado y venido a
esta dicha ciudad, dio aviso al Cura, que lo era el Padre Lozano, pero éste,
incrédulo, le dijo que sería estampa de algún pasajero. Con cuya respuesta, sin replicar el dicho, se
volvió contento a Soropo, habiendo adquirido sebo para la lámpara que llevaba
para alumbrar la Virgen; la que se mantuvo en casa de dicho Sánchez un año y
cuatro meses, hasta que la fama de sus milagros, que repartía en aquellos
campos con los necesitados que se acogían a su patrocinio, manifestaba su
altura, y, dando golpes en el corazón del dicho Cura, le movió a que tratase
traerla a este ciudad. Y con efecto, en
la víspera de la Purificación de Nuestra Señora ya estaba en esta ciudad e
Iglesia; trayéndola con toda veneración.
También testifica
el declarante que después el Ilustrísimo Señor Obispo don Diego
de Baños y Sotomayor despachó al dicho de Caracas, con un despacho cometido
al Vicario don Leonardo de Reinoso para que se erigiese Iglesia en el sitio que
ilustró Nuestra Señora, y se administrasen todos los sacramentos. Y que después su sucesor don Fray Francisco
del Rincón[119]
mandó colocar en ella el Santísimo Sacramento.
Sucedióle el Ilustrísimo señor doctor don Juan José de Escalona y
Cataluña[120],
quien ordenó se hiciese la fábrica de
teja. Y después el Ilustrísimo señor
doctor don José Félix Valverde[121]
despachó licencia al declarante para pedir limosnas para la segura sustentación
del Párroco.
Ultimamente
el sucesor de estos Ilustrísimos señores don Juan García Abadiano, dignísimo
Obispo actual de esta Provincia, alentó el que se acabase dicha Iglesia de teja, dando sus licencias al presente
Vicario para que pasase a bendecirla.
Que así se efectuó con general solemnidad siendo Cura de aquel pueblo
don Buenaventura Borges.
Que
es lo que sabe y puede decir en virtud de lo mandado, so cargo del juramento
que hecho tiene. Leídole esta su declaración
dijo estar bien escrita, que en ella se afirma y ratifica, que necesario
siendo, lo dirá de nuevo. Y que es de
edad de ochenta años poco más. Y lo
firmó con su merced, e yo el infraescrito Notario, en diecisiete días del mes
de febrero de mil setecientos cuarenta y seis años.
Doy
fe, doctor don Carlos de Herrera. Marcos
Paredes de San Nicolás. Ante mi Fernando Capdevila[122],
Notario Público y de Visita.
Declaración
de José Montesinos
En
la dicha ciudad de Guanare, en diecisiete días del mes de febrero de mil
setecientos cuarenta y seis, en prosecución de la información mandada recibir
por Su Señoría el Señor Visitador General de esta Provincia, para investigar la
milagrosa Aparición de Nuestra Señora de Coromoto y sus milagros, por ante el
presente Notario, hizo comparecer al Sargento Mayor don José Montesinos, vecino
de esta dicha ciudad; de quien recibí juramento: que hizo por Dios Nuestro
Señor y la señal de la Cruz, en forma de derecho, so cuyo cargo prometió decir
verdad de lo que supiere en lo que le fuere preguntado. Y, siendo examinado por el tenor del Auto de
Proceder, dijo: Que, habiendo entrado de Mayordomo de la fábrica y Cofradía de
Nuestra Señora de Coromoto el año de mil setecientos y diecinueve, en el libro
de Constituciones, al principio de él, estaban los Autos que se hicieron para
verificar la milagrosa Aparición de Nuestra Señora de Coromoto, seguidos por el
licenciado don Juan Caldera de Quiñonez, siendo Visitador de esta ciudad el año
de mil seiscientos y sesenta y ocho, que constaban de
Auto de Proceder e información de
siete testigos, remisión que hizo al Ilustre señor fray Alonso Briceño[123],
Obispo que fue de esta diócesis, despacho de aprobación y declaratoria para que
se le diese adoración, culto y reverencia, trayéndola en forma procesional del
sitio de su Aparición a esta dicha ciudad, que dista como tres leguas más o
menos, y, citado y convocado el pueblo, se colocase en el Altar Mayor con la
mayor solemnidad que se pudiese, como se ejecutó por Diego Lozano, Cura y Vicario
que era por aquel entonces de esta ciudad, en su título, no en su terreno por
ser moderna su fundación. Con cuya
diligencia firmada con testigos concluyen dichos Autos; y luego inmediatamente proseguían las
Constituciones de la erección de cofradía con aprobación ordinaria.
Cuyos
instrumentos, con los demás libros, bienes de la fábrica de la Cofradía y del
declarante se quemaron con las casas de
su morada en el incendio general que hubo en esta dicha ciudad, día diecinueve
de marzo del año pasado de mil setecientos y veintitrés.
Y que
asimismo constaba de
dicha información que
esta jurisdicción se llamaba antiguamente. La provincia de Guanaguanare,
laguna y cerrillos de Caranaca, que tomó estas derivaciones de una nación de
indios que había en ella llamados en su lengua Guanaguares, de donde se ha
corrompido Guanare, que es como hoy se titula esta ciudad.
Entre
estos indios había una parcialidad llamados en su idioma Cospes; medrosos unos
y otros de los rumores de conquista de que se les daban aviso los comarcanos,
se fueron extrayendo fuera de su provincia.
De esta nación Cospes se segregó una familia, tomando por asilo una
fértil y dilatada montaña que está a poca distancia de esta dicha ciudad; de
cuyo centro nace un abundante y cristalino arroyo de agua que en ningún tiempo
crece ni mengua en sus riberas tenían su continua asistencia, aunque mutables,
pero sin apartarse de ella, allí se infiere se mantuvieron muchos años hasta que llegó el tiempo
oportuno de su conversión, por interposición de esta Soberana Señora de
Coromoto, derivado de este mismo nombre con que llamaban en su lengua este
arroyuelo.
Pacificado
el país y fundada la ciudad por los conquistadores, corrió el
tiempo sin tener tradición
de estos indios; y con su
transcurso se fue descubriendo y
cultivando el terreno. Uno de los que a
esto se destinaron fue Juan Sánchez, hombre reconocido avecindado en esta
ciudad. Este hizo su plantaje contiguo a aquellas montañas y quebrada de
Coromoto; a éste se agregaron otros individuos nombrados Juan Cebrián y el otro
Bartolomé Sánchez Villanueva Godoy, testigos oculares e instrumentales a la
dicha información.
Talando
y descubriendo dicho Juan Sánchez aquel valle, por los fragmentos y vestigios
vino en conocimiento de que allí había indios porque no podía ser otro
gentío. Comunicóselo a los dos que en su
casa vivían; convocados los tres, frecuentaron el reconocer los montes para
examinar los indios; hasta que fueron descubiertos y, con bastante asombro,
intentaron los indios hacer fuga, pero los contuvo el dicho Juan Sánchez con
demostraciones de halago y cariño; engendraron tanta voluntad a los indios que
solícitos le buscaban. Dio cuenta de
esto Juan Sánchez a los que gobernaban la ciudad en lo espiritual y temporal;
encargáronle que los catequizase[124],
instruyéndoles en el lenguaje castellano[125]. Continuado
esto por algún
espacio de tiempo, notando Juan Sánchez
lo medroso y asombrados que estaban los indios, investigó su cuidado y
halló que procedía[126] de una
mujer que los perseguía, de quien no podían librarse. Continuando esto por algún tiempo concibió
Juan Sánchez ver efectos misteriosos y, esforzando su destino, para descubrirle
le examinaba con prolija curiosidad, hasta que supo de un hijo del indio que
comandaba haber su padre cogido la mujer
que los perseguía y que la tenía envuelta en unas hojas y metida en el
techo de su pajar para quemarla.
Y,
ardiendo en fervorosos deseos de
descubrir este enigma, pasó a la choza del indio; y él, inmutado y sin palabras
con que poderse explicar, a las suyas no satisfizo. Una hermana de la mujer del indio, que era la
más instruida en el lenguaje castellano, le refirió el suceso: dice que,
estando el indio reclinado en su lecho, llegó la mujer a la puerta de la choza
y, en su idioma, le dijo con palabras inmutadas “hasta cuándo me quieres
perseguir”; cogiendo el arco y carcaj[127],
aplicó una flecha al tendal y, entre confuso y turbado le amagó, diciéndola
“con matarte me dejarás”; y viniéndose la mujer para él rindió las armas
al respeto de su vista; y, queriendo a
manos cogerla acometió a ella y, al hacerlo,
se le desapareció, quedando el bárbaro inmóvil, con los brazos
encrucijados, una mano cerrada y la otra bierta, tan suspenso y confuso que no
osó hablar palabra; trocando en tinieblas las que antes eran rayos de luces.
La
mujer y la hermana, que presentes estaban, percibido el caso con el sentido
intuitivo, no con menos asombro y con más impresión que en sus almas labraban
efectos tan maravillosos, no sintieron bien de su descomedimiento, y le dijo la
hermana hablando con el indio: “Ya veis lo que ha sucedido”; y él, torpe
y balbuciente, dijo: “Aquí la tengo cogida”.
Ellas,
movidas de algún impulso soberano o excitadas de la curiosidad, le
dijeron: “Muéstrala para verla”, y, arrimándose a las ascuas que allí
tenían para las providencias de su alimento, abrió la
mano que mantuvo cerrada en el éxtasis que por mucho rato estuvo, volviendo las
radiantes luces con tanto resplandor que temieron ser fuego material que contra
ellos la mujer ponía.
No
percibieron la materia ni
esencia de la imagen, mas
hicieron concepto que era su adversa. Tomando
unas hojas el dicho indio, lo envolvió y metió en las pajizas del techo
de su choza, diciendo: “Ahí te he de dar fuego para que me dejes”.
Hecha
esta nación vacilaba Juan Sánchez y, cogitando medios prudentes para descifrar
este misterioso enigma, resolvió hacer confianza de la hermana y las dijo:
“Vos me habeis de dar esa hechicera que tiene tu cuñado cogida, que la
quiero quemar de mi mano por que vivan con sosiego”. Ella, fuese por esto o porque su alma ya le
vaticinaba que había de ser reengendrada con las aguas del sacrosanto bautismo,
consintió en ello.
Retiróse
Juan Sánchez ardiendo en la fragua de su católico celo; contóles a Bartolomé
Sánchez y a Cebrián lo que pasaba.
La
india sin perder instante, punto ni momento, acechaba el tiro y, dando en el
blanco del gusto de Juan Sánchez, logró, en despojo de su cuñado[128], un
tesoro incurso en pequeño círculo, de una estampa, que colocó en su pecho
gentil, para trasladarla al católico de Juan Sánchez recibió el desengaño que
cifraba aquella mujer.
Descubrir el
portento de ser la Madre del
que fue de todos Creador, y, no habiendo duda que
pudiese estimularle a conocer que era su
imagen verdadera, le dio adoración manteniéndola en altar con luz continua
cerca de dos años; hasta que de allí se
trasladó a esta dicha ciudad. Y colocada
en el altar mayor de la Parroquial, como se libró por despacho que mandó su
señoría ilustrísima, declarando por milagrosa Aparición la de este soberano
santuario. En vista de los instrumentos
en los que se verificó, de los que constaba haber sido el año pasado de mil
seiscientos y cincuenta y dos, erigióse la Cofradía con título y advocación de
María Santísima de Coromoto.
Divulgóse
en la Provincia, creció la devoción de los fieles tomando por asilo de sus
conflictos el implorar su soberano nombre.
Asimismo
testifica el declarante que son tan innumerables los portentos y maravillas que
esta Divina Señora obra todos los días con los que devotos le imploran que no
puede haber memoria que los conserve, y que así refiere los que se acuerda
haber visto o que le hayan contado; siendo la primera maravilla que ha
experimentado el ver que, aunque el sebo de las lámparas con que dan devota
adoración los fieles esté corrupto e inmundo, se purifica después de encendida
la luz[129],
como el oro en el crisol, trocando en
fragancias las putrifacciones de
esta materia sin que
el transcurso del tiempo le corrompa;
que esto es tan general que sin excepción todos lo experimentan.
Así
también testifica que el año pasado de mil setecientos y veintiuno logró la
mayor felicidad a que anhelaba su gusto, que era ver despacio y con sosiego a
esta Divina Señora; y habiendo en esta dicha ciudad copia de sacerdotes
forasteros, que habían venido a romería, se le comunicó a uno con quien tenía
intimidad, que se empeñó con el Cura para verla privadamente. Lo que habiéndole concedido dicho Cura, a puertas cerradas y luces
encendidas, concurrieron ocho sacerdotes y el dicho declarante, único seglar;
quien la vio[130]
tan a su gusto y deseo, que fue fuera de las vidrieras, y, admirados todos de
no poder distinguir la materia de que se había formado, pasaba de mano en mano
y ninguno lo resolvió; que lo que percibió el declarante sólo fue que era de
una materia tan densa que apenas se percibía en el tacto, según los sacerdotes
decían.
También
testificó el dicho declarante que una de las cosas que notan en
esta Divina Señora es la variedad de colores
con que adorna sus
vestiduras; pues estando el
dicho y otras
personas presentes en varias ocasiones, besando el pie de su Custodia,
preguntándose unos a otros pocos son los que convienen en su color. Algunos afirman que ven en el pequeño círculo
de su imagen a San Antonio y San José, uno a la diestra y otro a la siniestra,
pero que el declarante siempre la ha visto de un mismo modo sin mutación
alguna, porque, a su vista, ha percibido una viva imagen y semejanza de Nuestra
Señora de Candelaria, excepto la vela que tiene; entre dos columnas, de donde
se forma un arco a modo de portal, el manto carmesí morado, la túnica color de
pajizo; todo el campo de la materia en que se encierra tesoro maravilloso puede
circularse juntando la punta del dedo índice en la coyuntura primera del dedo
pulgar[131],
aunque sus tamaños no corresponden a tanta grandeza, que puede causar
admiración. Para noticia de tantos que no habrán logrado verla y que lo
desearán saber, da de su forma y materia breve y cierta relación.
También
testifica el dicho declarante que de ciertas personas ancianas y de toda
verdad, vecinos de esta ciudad que ya son difuntos, supo diversos prodigios que
ha obrado este Soberano Santuario. De
los que especialmente hace reflexión es uno de una Señora de Maracaibo
Gibraltar que padecía accidente habitual
e impertinente; ésta, a las noticias de sus milagros, ocurrió diligente, prometiéndolo venir en romería a
visitarlo. Hízolo así, habiendo
experimentado desde que hizo la promesa no sólo mejoría sino que del todo sanó,
acabó los días que traía destinados de visita y, el último de ellos, se quitó
una cadena de oro de valor que traía al cuello y con sus manos le dio vueltas
con ella al pie de la Custodia, estando en manos de las del Cura, que lo era
interino de esta dicha ciudad el bachiller don Juan Antonio de Angulo Villegas,
habrá sesenta años más o menos. Siguió
la vuelta de su viaje para su casa; llegó a ella olvidada del beneficio
recibido y promesas que había hecho en su recompensa; siguiendo el curso de
las profanidades mundanas, un
día entre otros, notando las robusteces en que estaba,
unas amigas suyas, respondió: “No hice el viaje a Coromoto con tantos pesos
porque llevé en abundancia; lo que sobraba,
y no sólo esto, me ha costado sino también una cadena que valía tantos
pesos. Aquí entró su poca o ninguna fe
para perder el mérito porque dentro de breves días volvió el curso de sus
accidentes perdiendo del todo la salud y vida; lo que aceleró el conflicto de
haber hallado una criada suya, debajo de la
almohada de la cama que curiosamente se aderezaba todos los días, la
cadena con que había recompensado el beneficio recibido; estaba enroscada como
ella la había puesto en la peana de la milagrosa imagen. Atónito y confuso el Cura en ver que le había
faltado, teniéndola en el Sagrario debajo de llave, lo reveló al pueblo; corrió
la noticia, pasó de unos en otros hasta que llegó a donde tenía esta señora su
vecindad; la criada que de esto supo, como ya su ama era muerta, descubrió el
caso que entre las dos estaba oculto y se hizo notorio en esta ciudad.
Asimismo testifica el declarante que una mujer natural
de la ciudad de Coro que vino en romería en aquellos tiempos a dar gracias a
esta Soberana Emperatríz, parece que no
de tantas circunstancias como la antecedente pero de más sana conciencia según
lo que produjo de su romería. Con buenos
fundamentos y principios la comenzó confesándose y comulgando el primer día; al
siguiente mandó cantar una misa, descubierta la Soberana Reina de los Ángeles;
acabada, fue a besar el pie de la Custodia; preguntóle el Cura si la veía bien,
respondió que sí; hízole algunas otras preguntas y, entre ellas, la del color
que estaba vestida; respondióle que de negro; reconvínola que la viese bien y
despacio y añadió el que la alumbrasen con dos luces; hízose así, volvió a
preguntarle “¿Y ahora de qué color está vestida?, respondió de “negro”; y,
ratificándose en esto repetidas veces, concluyó afirmando que sólo el rostro y
las manos de la Virgen y el Niño tenían blanco.
Frecuentó todos los días de su novenario el verlo y nunca le halló
diferencia; y los demás circunstantes variaban en el color del vestuario.
Ultimamente
se volvió a su tierra vacilando en dudas y confusiones de lo que había
sucedido. Llegó a su casa y halló muerto
a su marido y otros estragos en sus bienes, de que muy conforme dio gracias a
Dios, y de allí en adelante creció en virtud y bienes temporales.
Asimismo testifica el declarante que habrá cuarenta
años poco más o menos que vino a esta dicha ciudad, según al dicho han
noticiado algunas personas, de las cuales sólo vive el Maestre de Campo don
Juan Cristóbal de los Reyes Fajardo, un pobre hombre llamado Lázaro, a oficiar
de sastre, con su mujer María de Robles, naturales él del Nuevo Reino de
Granada y ellas de los partidos de Gibraltar, tan leproso y gafo que vivía a
expensas de la mujer. Imploró la
protección de María Santísima de Coromoto; pidióle agilidad y servirle en su
santo templo, con protesta de sepultar
su cuerpo en él. Logró sanidad perfecta,
aún con más robustez que antes de perder la salud; parece algún tiempo,
continuando su promesa y adelantando algunos bienes, cuantos bastaban para
quien nunca había
tenido nada, la mujer siempre
anhelaba a volverse; él
resistía hasta que
hubo de vencer. Vendió un Hatillo que tenía para aviarse, siguieron su
destino y, habiendo llegado a dicha su tierra, dentro de pocos días murió el
dicho Lázaro de la misma lepra que antes padecía; y la dicha su mujer de allí a poco tiempo se halló
cruzada la cara sin que se llegase a saber quién había sido el agresor de este
hecho. También testifica el declarante que en los años pasados de mil
setecientos y veinte y nueve vino a esta jurisdicción un indio[132] en
romería, de los valles de Aragua, que traía una espina de pescado atravesada en
el pescuezo; pidió que le dejasen ver a esta Soberana Señora de Coromoto;
exclamóle de corazón (como le manifestó el paciente); aplicada la peana al
pescuezo, le requirió el Cura que pidiese a quien podía dar; el paciente, que
lo deseaba, con tiernas lágrimas y sollozos lo hizo así; allí, a vista de los
circunstantes, eructó la espina y, quedando bueno y sin lesión, se volvió para
su tierra. De esto noticiaron al
dicho declarante el Capitán don Antonio
de Burgos y Domingo Ychazo, vecinos que fueron de esta dicha ciudad.
Asimismo
testifica el declarante que cuando la plaga de la tara vino a
esta Provincia, que
habrá cuarenta y ocho
años más o menos;
llegó a esta dicha ciudad día octavo, en que se estaba celebrando la
festividad de esta Soberana Señora María Santísima de Coromoto, estando
juntándose el pueblo para la procesión que se acostumbraba hacer de parte de
tarde por la plaza, llegó el Cura, que lo era don Leonardo de Reinoso, a tiempo
que iba pasando por esta ciudad, y dijo a los que allí estaban: “Este es el
azote de la divina justicia; ocurramos al refugio de Nuestra Protectora”. Salió la procesión estando la luz del día
turbada con la sombra de la plaga; exortó a sus feligreses para la enmienda de
la vida y que pidiesen todos, devotos y arrepentidos, que les librase de la
amenaza que tenían presente. Hiciéronlo así; pasó la plaga y aquella noche paró
en los cerrillos que llaman del tejar de León, que está a distancia de un
cuarto de legua de esta dicha ciudad;
amaneció al otro día estirada en el campo, toda muerta. Lo que sabe el declarante por habérselo dicho
el referido Cura don Leonardo y el Maestre de Campo don Juan Cristóbal de los
Reyes.
Asimismo
afirma el declarante que el año pasado de mil setecientos cuarenta y cinco
sucedió que un vecino de esta dicha ciudad, llamado Antonio Vela, perdió el
juicio tanto y tan furioso que fue
menester prenderlo. Así lo mantuvieron
algún tiempo hasta que una noche se huyó de la casa de Francisco Pérez, que
habita en Aguaviva de esta jurisdicción,
menos de media legua de esta ciudad; vínose a la Iglesia desnudo del
todo, subióse en unas tapiecillas que había en el campanario del Hospital, que
servía de Parroquial por estarse edificando la que se ha hecho de nuevo; allí
se mantuvo hasta que amaneció y, con descomedidas voces y golpes, pedía que le
abriesen las puertas. Fueron ocurriendo
algunas personas; don José Díaz, que era Alcalde Ordinario de esta dicha
ciudad, el Cura don Leonardo, que ya son difuntos, persuadiéndole con razones y
él a ninguna daba paso, siempre con el
tema que le dejasen ver la Virgen de Coromoto; decíales el Cura que cómo quería verla con tanta irreverencia,
respondió que le diesen qué poner que él
se vestiría; trajéronle lo que se halló más pronto y, encargado de hacerlo con juicio, arrojó un garrote que
traía, entró en la Iglesia y se hincó en las gradas del presbiterio. Díjole al Cura que le quería descubrir la
Virgen y cantar la misa, que la aplicase por su salud si le conviniese. Hízolo así y, estando oyéndola con mucha
atención y reverencia, le sobrevino un desmayo; volvió en sí desatándose en
lágrimas, y con tiernas palabras le exclamaba a la Virgen le favoreciese y remediase
en el conflicto en que se veía; diéronle a besar la peana de la Virgen, estando
todos en voz alta rezando la Salve, pidió un Evangelio en la cabeza, hízolo así
el Cura. De allí se levantó cruzados los
brazos, los ojos en el suelo y, sin hablar a nadie, se fue a una casa conocida suya a donde pasó
el peso del día; y ya que le pareció hora, dijo iba a darle gracias a la
Virgen. Fue con gran compostura. Cumplido esto quedó en su sano y entero
juicio sin haberse experimentado en él el menor descomedimiento hasta que murió
muchos años después. De esto fue testigo todo el pueblo, y el declarante se halló presente a
todo el prodigio y también se lo oyó referir no ha muchos días a don José
Francisco Díaz Baíllo.
Asimismo
testifica el declarante que estando edificándose la Iglesia Parroquial de esta
dicha ciudad actual, trabajando en la portada sobre el arco de la puerta, al ir
a poner un ladrillo en que está esculpido el nombre de María, hizo el andamio movimiento tan extremoso que
vino a tierra parte de él con el material y operarios, quedando sólo arriba el
oficial, que lo era un negro llamado Pedro Vicente del Castillo con el ladrillo
en la mano; y, entre confuso y turbado, atento a los demás, diciendo a voces
“Ave María” ninguno se lastimó; reforzado el andamio se prosiguió y se puso el
ladrillo que está a la vista hecho exprofeso para este efecto. De esto fue testigo de vista el dicho
declarante y lo fue el Cura y el Vicario de esta dicha ciudad don Francisco
Valenzuela y otros que no se acuerda.
Asimismo
testifica el declarante, habrá veintidós años más o menos que le sucedió un día
sábado, estando el Cura dando a besar
la peana de
la Virgen al
pueblo, un romero que estaba hincado en las gradas de
presbiterio, a la siniestra del dicho declarante, pidió le
rezase un evangelio; y, estando viéndola con todo cuidado, reparó que de los
hombros para arriba no se veía el Niño; quedó maquinando en si sería
equivocación de la vista o presunción de la imaginación; sin quererlo decir a
nadie, solicitó con más cuidado examinarlo cierto, por tres o cuatro veces, y
hallaba que no se le veía el Niño el rostro ni parte del cuerpo, como hasta los
pechos. Sin embargo calló pareciéndole
ser él solo el infelíz de no verle con la perfección que antes, hasta que se le
oyó a otros, de que tuvo gran consuelo.
Divulgóse esto, llegó a noticia del Cura y, casi incrédulo de lo que
otros tenían examinado, la sacó de la vidriera y halló que la materia en que
está la forma corpórea de esta Divina Señora estaba raída de algún avechucho,
que pasaba de un lado a otro, de modo que la cara y pechos del Niño era un
agujero. No fue esto sólo pues sensible
en los corazones de los fieles devotos; poco duró, por su piedad inmensa, pues
a poco tiempo se fue manifestando el Niño, hasta que quedó en la perfección que
antes estaba; aunque, al ver del declarante,
quedó en aquella parte como una sombra o señal, notando esta maravilla
el que quisiere desengañarse ponga
cuidado y lo verá; siendo patente esta maravilla al dicho declarante y a todo
el pueblo, que no podrá ignorar Gregorio, el Sacristán Menor, como continuó en
la Iglesia de tantos años, como otros muchos milagros que habrá visto en su
tiempo.
Asimismo
testifica el dicho declarante que, apoco de haber entrado de Cura a esta Santa
Iglesia el licenciado don Francisco Valenzuela, vino un forastero en romería
quien le pidió le cantase una misa descubierta la Virgen que se la había de mostrar. El que, o bien por acudir a otras previas
diligencias de su cargo o por redimirse de
la molestia del vecindario, experimentado de que aunque esto se haga con[133]
especialidad con algún individuo han de llegar todos a besar el sagrado pie de
su Custodia, porque si muchas veces hiciera esto otros tanto lo repitieran,
acabó la misa y encerró la Virgen, diciéndole al romero
que luego volvería a dársela, que dejase desahogar el concurso de la
gente; hízolo así y, al ir a abrir el
Sagrario, estuvo batallando
grande rato y no lo pudo abrir, siendo tan dócil que se abre y cierra sin forcejeo. Visto esto lo dejó por entonces; volvió
después y le sucedió lo mismo. Aquí
entró a vacilar el discurso sobre la causa de qué procedería efecto tan manifiesto: Lo primero en que cargó el juicio fue en que
había negado a sus feligreses este beneficio; hizo oración y promesa a María
Santísima de Coromoto de darla al pueblo tantas cuantas veces la descubriese
sin exceptuar persona alguna; pasó luego a abrir el Sagrario y sin dificultad
alguna lo consiguió. Y que esto ha
sabido el declarante del dicho Cura, a quien se remite.
También
testifica el dicho que en el pueblo de la Aparición de Coromoto de esta
jurisdicción había un indio llamado Vicente Cuariau, el que estaban tan
cicatrizado en el pescuezo que le obligó al declarante a preguntarle de qué le
había procedido tantas heridas; le respondió que un caimán; y, admirado de
verle con vida estando en partes tan delicadas, pasó a preguntarle cómo había
sido; y respondió dicho indio que, estando pescando, se zambuyó en un charco
con una friga[134]
en la mano, y que cogiéndolo un caimán por la cabeza se lo tragó hasta los
pechos y lo llevó a fondo; en tan grande conflicto dijo que clamó a la Reina[135] de los cielos, invocándola con palabras y de
corazón por el título de Coromoto;
acordóse de que tenía en la finta un cuchillo y como tenía libre el juego del
brazo del codo para la mano sacó el cuchillo y, tirándole de punta al caimán
por encima de sus hombros, reventó un ojo y dio tan fuerte estallido que rompió
cuatro colmillos y, dejándolos en el
cuerpo, lo soltó. Salió fuera mal herido, desangrándose; acudieron los
compañeros y lo favorecieron; hicieron el empeño de matar el caimán y lo
consiguieron en aquel mismo día, de donde se supo que le había reventado el
ojo. Finalmente sanó de las heridas y
vivió muchos años. Tenía en su poder los
colmillos, agujereados, y ensartados en un cordón; no quiso darle ni venderle
uno al declarante, aunque le ofrecía hasta ocho reales por él[136]. Este
caso lo podrán saber Marcos Paredes y Francisco Rodríguez, como hombres viejos
y vecinos que han sido de dicho pueblo.
Asimismo
testifica el declarante que, pasando Marcos Sánchez el río de Morador de esta
jurisdicción, que venía a su trabajo, estando agolpado el río, rodó una corta
distancia; estando nadando en un charco le salió un caimán y le cogió de la
muñeca y se sumergió con él. Las
exclamaciaones que hacía en tal conflicto ya se pueden considerar; decía que
todas eran a María Santísima de Coromoto;
volvió brevemente el
caimán a sobreaguarse con él, sin soltarle un punto; volvió segunda vez a sumergirse en
la refriega que tenían él y el caimán, sin saber cómo, se montó en él a la
jineta; volvió a sobreaguarse y él encima pero sin poderse zafar de la presa
que tenía hecha, dio vuelta nadando por todo el charco y él a voces clamando a
la Virgen Soberana María Santísima de Coromoto. Le soltó sin más lesión que la
muñeca despedazada. El cual suceso tan maravilloso, que si mal no se acuerdase
lo ha oído referir al Cura de esta dicha ciudad don Francisco Valenzuela, a su
Sacristán Mayor el licenciado don Juan José Dorantes.
Que
lo que sabe y ha oído decir, en virtud de lo mandado por el Auto de Proceder,
es lo que tiene referido, so cargo del juramento que hecho tiene.
Leídole
esta su declaración, dijo estar bien escrita, que en ella se afirma y ratifica
y que, necesario siendo, lo dirá de nuevo debajo del mismo juramento. Que es de edad de cincuenta y cinco años poco
más o menos, y los firmó con su merced y yo el infraescrito Notario, en
veintiseis días del mes de febrero de mil setecientos cuarenta y seis. Doy fe. Doctor don Carlos de Herrera. José
Montesinos. Ante mi Fernando Capdevila, Notario Público y de Visita.
Auto de Marcos
Paredes de San Nicolás
En la dicha
ciudad de Guanare a diez y seis días del mes de febrero de mil setecientos y
cuarenta y seis su merced para la información que está mandada hacer hizo
parecer a su presencia a Marcos Paredes de San Nicolás vecino de esta ciudad a
quien por ante mí el presente Notario recibió juramento que hizo por Dios y la
señal de la Cruz cuyo cargo prometió decir verdad de lo que supiere y le fuere
preguntado siéndolo por el Auto que está por caveza habiéndolo oído que se le
leió de Verbo ad verbum.
Enterado de su
conteste dijo que por los años mil seiscientos noveinta y ocho (según entiende
por el mes de marzo) habiendo venido a esta Ciudad en cumplimiento de unas
novenas que el dicho declarante debía a Nuestra Señora de Coromoto siendo Cura
el Licenciado Don Leonardo Reynoso a la sazón vino a dicha Ciudad el venerable
fray Diego de Olaya, religioso lego del sagrado orden de Nuestro Patrono San
Agustín, quien tenía una sacrosanta imagen que se advoca y titula Nuestra
Señora del Topo que se venera en la Catedral de Santa Fe y habiendo impetrado
licencia dicho religioso de dicho cura para recoger algunas limosnas en esta
jurisdicción para el culto de dicha imagen del Topo, le ordenó al declarante el
dicho Cura acompañase al referido religioso como recogedor de dichas limosnas
como así lo ejecutó dicho declarante habiendo llegado con el dicho religioso y
tan gran número de gente que les acompañará a la última casa de Tucupido de
esta jurisdicción que era de Justo Burgos se le entregó a dicho religioso la
limosna recogida que eran cuarenta y ocho pesos en tabaco y cuatro reales en
plata de donde determinaron pasar a regreso a esta dicha ciudad rezando el
Santo Rosario a coros que traían velas encendidas y que al segundo decenario
que iban rezando advirtieron que la Sagrada Imagen convertía los dolores de su
divino Rostro en un amarilis que a todos causaba admiración aunque no
suspendían el paso en este primer prodigio sino que proseguían en su rezo y
devoción y atendiendo todos vieron que
los hermosos colores volvían a ocupar su Soberano Rostro como si estuviera vivo
y gozozo proseguían hasta que nuevamente experimentaron una nueva mutación en
dicha imagen porque se le cubría el Sagrado Rostro de una sombra tan tenebrosa
que a toda la devota compañía dejó metida en general susto, asombro y temor y
con prodigio tal todos se ocuparon por espacio de tres horas en actos
cristianos de contricción y lágrimas, pidiendo y exclamando a Dios misericordia
durando todavía el misterioso eclipse dispuso el declarante se fijase una Cruz
en aquel sitio en señal de aquella maravilla mayormente por la circunstancia de
ser la Sagrada Imagen del misterio del descendimiento de Nuestro Señor
Jesucristo de la Cruz, a la voz del referido declarante hicieron luego una cruz
dos devotos que lo eran Juan y Cristóbal Calsado, hermanos, y lo mismo fue ír a
fijarla en el sitio que volver la santa Efigie en la hermosura de su rostro que
parece que no esperaba otra cosa para franquearles consuelo que el que se
pusiese dicha cruz con cuyo regocijo llorando si antes de pena después de gozo
determinaron proseguir haciendo primeramente el cómputo del número de gente que
acompañaba, y se halló presente al prodigio y hallaron constar ciento y veinte
y ocho personas, pasaron adelante y llegaron al pueblo de Maraca de donde vino
el declarante; sólo a esta dicha ciudad por llamamiento de dicho cura para que
le noticiara todo lo sucedido y habiéndole dado razón individual de todo, lo
que lleva declarado, le propuso al dicho Cura el dicho declarante procurase, y
si era posible le diese licencia para que se hiciese una hermita en aquel lugar
del milagro a lo cual le respondió dicho cura con estas palabras: Vuestra
Merced a venido a pagar y cumplir su
promesa a Nuestra Señora de Coromoto, de novenas por los beneficios que le ha
hecho con que Vuestra Merced la ha de servir; yendo con toda vigilancia y
ciudado a solicitar el sitio donde se apareció para que se logre darle la
veneración debida pués en quince años que ha(ce) que soy cura no (ha) habido
quien de razón de este lugar lo que con afecto ejecutó dicho declarante pués el
día veinte y cuatro de agosto de dicho año salió de dicha ciudad con dos
compañeros que se le señaló dicho cura para esta diligencia nombrado Santiago
López y Lorenzo Díaz los que llegaron a Maraca y al siguiente día pasaron a
dicho sitio y habiendo rancheado debajo de un árbol determinó de que allí el
que declara despachar a dichos compañeros uno por una parte y otro por otra de
aquel partido a que congregasen a aquel lugar a todos los habitantes de
aquellas partes lo que se efectuó así viniendo todos cerca de las Ave Marías, y
preguntándoles ¿si alguno sabía donde era el lugar del Aparecimiento de Nuestra
Señora de Coromoto? ninguno supo dar razón sólo respondían que los indios
Cospes solamente podrían saberlos y que esos estaban remontados, y entrañados en
las montañas, difícil de hablar con ellos, disuadido ya el declarante de lograr
el descubrimiento del sagrado sitio porque había padecido el olvido de cuarenta
y ocho años trató de ír previniendo materiales para ver si se conseguía la
fábrica de dicha Ermita en el lugar de la Maravilla de Nuestra Señora del Topo
que era afín de que con comodidad y decencia pudiese ejercer los ministerios
eclesiásticos dicho cura cuando fuese a aquellos partidos además de ser para
memoria de dichos prodigios: Santiago López, Simón Sánchez y Pablo Pérez
cortaron el primer estantillo para la fábrica que es lo que les había tocado en
el repartimiento que se hizo de la obra este mismo día que era el veinte y seis
de dicho mes de agosto salieron del monte arriba de las cabeceras de Coromoto
nueve jinetes de los Cospes y uno de ellos nombrado Gaspar Tabares habló
primero de esta suerte: Hemos sabido que
un hombre viene a hacer iglesia para nuestra ama la Virgen y si viene de
nuestra parte a hacerla donde la Virgen bajó del cielo cuando la cogió mi
suegro vendremos todos a poblarnos aquí a que añadieron los demás como la
hagan donde la cogió nuestro Capitán
todos saldremos, a cuya impensada venida todos se regocijaron y a su
proposición tan deseada respondió el declarante que se de su parte venían a
aquel intento con cuya respuesta el dicho Gaspar Tabares dió órden a uno
llamado Jacinto diciendo andad y decid a Juan Julián que vengan con sus mujeres
y familias que ya Dios se ha acordado de nosotros. Apeáronse al instante y
llegaron adorar la copia que llevaba el declarante de Nuestra Señora de
Coromoto para guía de aquel dificultoso descubrimiento a quienes ordenó el
dicho declarante que fueran y sacaran de la montaña aquel estantillo que tiene
referido y con él señalaran el sitio donde fue la casa de su referido Capitán
en que se apareció Nuestra Señora la Virgen lo que ejecutaron así sacando dicho
madero y con el señalaron el sitio y allí lo fijaron donde hoy es el altar
mayor de la iglesia de la Aparición quedando el madero tan enfrente y a nivel
de la Cruz que puso el declarante en señal del prodigio de Nuestra Señora del
Topo que luego prudentemente coligieron que esta había sido el índice del sitio
pués por ella se había removido y subsitado le empresa del descubrimiento y a
la voz de Iglesia salido los indios tan impensadamente lo que se calificó con
un tal Nicolás Metheos que dijo que en diez años que vivía en aquellos partidos
jamás había visto salir a tales indios. Hacentando esto preguntó el que declara
de quién eran aquellas tierras y sabiendo que eran del Capitán Diego Pacheco de
Carbajal vino el dicho declarante al sitio de Agavina[137]a
hablar con el dicho Pacheco para ver si hacía donación de ellas a la Virgen y
así lo ejecutó entregándole los títulos y la donación de las que se infiere que
fue el año del Aparecimiento de Nuestra Señora como se podrá ver. Fabricada ya
la iglesia pasó el declarante a la ciudad de Caracas con los indios a sacar
licencias para su ministerio dando razón de la actitud de aquel partido para
poder ponerse cura para el servicio eclesiástico a dicha iglesia y que se le
diese licencia al referido declarante
para recoger limosnas para la fábrica todo lo cual coincidió el Ilustrísimo
Señor Obispo Don Diego de Baños y Sotomayor que entonces era; y al mismo tiempo
el Gobernador Don Nicolás Eugenio de Ponte dió despachos a favor de la
población de dichos indios.
Declaración de
la India Isabel
En
este viaje a Caracas hablo el declarante de pasada en el sitio de Comoruco[138]con la
india Isabel hermana de la mujer del Indio Capitán la que le dió relación, de
lo siguiente, diciéndole que estando ella en dicha casa una noche con un hijo
suyo de doce años que fue el que dió aviso como después dirá y su hermana mujer
de dicho Capitán llegó este del sitio donde vivía Juan Sánchez a cuya dirección
estaban los Cospes muy airado por lo que después se dirá y se acostó en una
barbacoa cuyo sinsabor lo echaron los dos a ira y enojo y que inmediatamente
llegó a la puerta de la dicha casa (la Virgen que ellos llamaban la mujer) con
tales resplandores y claridad que le ponderó dicha Isabel que eran como los del
Sol cuando está al medio día con que le dijo que no quemaban como este a cuya
vista volvió la cara el cacique de la Barbacoa y le dijo a la Divina Señora
estas palabras: Bien te podéis volver que no he de hacer más lo que me mandais que
por vos dejé mis conucos y conveniencias y he venido a pasar trabajos a lo
que su mujer lo riñó, no habléis así con
la mujer no tengaís mal corazón pero que el cacique con grande rabia, tomó
las flechas, y el arco para tirarle a la divina Señora pero que ella al
instante entró en la choza y le estrechó de tal modo que no tuvo lugar para el
tiro y viendo que no lograba
arrojó
al suelo las armas y fue a prenderla con los brazos para despedirla a fuera y a
este tiempo se desapareció la Virgen y retiró sus resplandores en el mismo
lugar quedando oscura la casa como antes aunque es verdad que al llegar la
Virgen había un fogón que alumbraba la casa el que con los resplandores de
aquella Soberana Señora quedó como apagado. Con tal acaecimiento riñiéndole
nuevamente al indio su mujer por su desesperación dijo al dicho indio no se que
tengo aquí en la mano y llegándola al fogón halló la Imagen de Nuestra Señora
en la forma que aquí veneramos y luego con el mismo desprecio y enojo que antes
la escondió en las pajas de la casa sin más cuidado de todo el suceso referido
dió aviso a Juan Sánchez el indiecito hijo de la dicha Isabel como lo dirá el
dicho declarante según la relación que le hicieron Bartolomé Sánchez y Juan
Cibrián de lo demás que aconteció y hubo después del aparecimiento que hasta
aquí le contó la dicha Isabel.
Declaración
de Bartolomé Sánchez y Juan Cibrián
Los dichos Bartolomé Sánchez y Juan
Cibrián le refirieron lo siguiente como testigos que se hallaban en dicho sitio
de Soropo de esta jurisdicción en casa de dicho Juan Sánchez (a quien lleva
declarado estaban sujetos los Cospes y dijéronle a dicho declarante los dos en
relación conforme que yendo dicho Juan Sánchez a la ciudad del Tocuyo y pasando
por el camino del Cauro le salió al encuentro el Capitán de los cospes paganos
que en aquella parte habitaban quién le dijo a dicho Sánchez que una mujer le
había mandado que saliera donde estaban los blancos que le echasen agua en la
cabeza para ír al cielo, a lo que respondió Juan Sánchez que a los ocho días
pasaría por allí de vuelta que estuviesen prontos para venir con el que a los
ocho días volvió y los condujo a los partidos de Coromoto donde los dejó
mientras daba cuenta a esta dicha ciudad a los Alcaldes quienes le ordenaron
los mantubiera allí educándolos y disciplinándolos en la enseñanza cristiana y
señalándoles tierras para sus labores el que así lo ejecutó con todo desvelo de
que se lograba grande fruto porque ya todos se iban bautizando, solamente el
Capitán no quería aprender la doctrina cristiana hasta que el día ocho de
septiembre del año de mil seiscientos cincuenta y dos, día sábado y de la
Natividad de Nuestra Señora queriéndole instar como le instó dicho Juan Sánchez
a que rezara no quizo atenderle antes con grande enojo y rabia salió
aceleradamente de Soropo a Coromoto donde tenía su referida choza y allí en
este día y noche sucedió el aparecimiento como lleva dicho.
Declaración
de Gaspar Tabares
También testifica el declarante que el
dicho Gaspar Tabares le dijo que al día siguiente, domingo, salió de Coromoto
el dicho Cacique en el destino de mudarse a otra parte, siguiéndolo los demás,
pero que yendo, dicho Capitán por la montaña le mordió una culebra de que murió
y estamos ya para ello comenzó a clamar por el bautismo pidiendo agua en su
cabeza en cuya sazón se hallaba en la montaña un moreno de Barinas muy bien
aplicado y buen cristiano de la familia de los Ochogavíes quien al punto fue y
le bautizó, luego vino el venerable padre capuchino Fray José de Nájera quien
fundó misión con los cospes en el sitio de la Jurisdicción nombrado San José
que hoy está desierto porque a pocos años, desamparado dicho padre la misión
entregando los ornamentos y alhajas en
esta ciudad donde se fue para la de Caracas y con este incidente (le dijo dicho
Gaspar) desampararon ellos también el lugar retirándose a su habitación antigua
hasta el año dicho de noveinta y ocho en que salieron a descubrir el sagrado
sitio de Nuestra Señora de Coromoto, todo lo dijo al declarante dicho Tabares.
Declaración
de Bartolomé Sánchez y Juan Cibrián (Continuación)
Prosigue dicho testificante con Bartolomé
Sánchez y Juan Cibrián que le dijeron que la misma noche del aparecimiento fue
a participarle a Juan Sánchez a Soropo el indiecito hijo de la india Isabel,
pués por la mañana hallándolo allí en su casa la mujer de Juan Sánchez le contó
a ella lo que había sucedido aquella noche en la casa de su tío aunque con
difícil explicación por falta de expedición del indiecito en la lengua
castellana dijola su mujer al dicho Sánchez. A este muchacho le dimos licencia
ayer para ir a Coromoto a ver a su madre y amaneciendo hoy por aquí ponderando
que vio una mujer muy linda que su tío la iba a tirar con la flecha y que la cogió
y guardó en su casa por falta de sentido que no podían dar a lo que refería el
indiecito no lo creía Juan Sánchez sin embargo de que repitió el muchacho de
modo que podía el suceso, el que viendo que no lo creían les dijo que fuesen a
Coromoto y lo verían a cuya instancia le dijo Sánchez que fuera a traer las dos
mulas para ír no pensando que el indiecito las trajera por estar en su lozanía
muy ariscas y gordas, y que sólo en corral y con lazo se podían cojer y se fue
dicho Sánchez con los referidos Bartolomé
(Sánchez) y (Juan) Cibrián a su labor. Sencillamente se fue el indiecito
con sus cabestros en la mano a traer las mulas a la sabana donde las halló en
pie juntas y en un profundo sueño (por disposición divina) y allí con el júbilo
y regocijo que siempre tuvo en su relación y diligencia de aviso las ató ambas
y las trajo a casa sin sentir en ellas el menor movimiento de fuga con cuyo
prodigio daban crédito a lo que aún no entendían. Fueron los tres con el
indiecito para Coromoto, y estando allí cerca se quedaron como tres cuadras en
un sajonsito mientras el muchacho iba a casa de su tío el cacique a traer la
mujer que él decía traería, él que fue sigilosamente, porque todavía estaban
allí su tío y su madre y la mujer de su tío, a un lado de la casa y por otro
entró y sacó la Imagen y vino y la entregó a Juan Sánchez sin que lo hubiese
visto nadie (como lo contó al dicho declarante dicha Isabel en Camoruco de San
Carlos que no supo en que había parado) Juan Sánchez habiendo encerrado la
imagen en un relicario de plata que acostumbraba traer al cuello la llevó a su
casa con grande admiración y júbilo de todos y no habiendo en casa de Sánchez
velas con que alumbrarla sólo halló un pedazo de cera negra de tinieblas, el
que encendió y estuvo ardiendo ante la
Soberana Imagen tres días contínuamente que se contaron desde dicho domingo a
medio día hasta el martes en la tarde que pudo dicho Sánchez pasar el río
inmediato de Guanare que se mantuvo en todo este tiempo crecido el que habiendo
pasado y venido a esta dicha ciudad dió aviso al cura que lo era L. Losano pero
este incrédulo le dijo que sería estampa de algún pajarero; Con cuya respuesta
sin replicar el dicho se volvió contento a Soropo habiendo adquirido sebo para
la lámpara que llevaba para alumbrar a la Virgen la que se mantubo en casa de
dicho Sánchez una año y cuatro meses hasta que la fama de sus milagros que
repartía en aquellos campos con los necesitados que se acogían a su patrocinio manifestaban su altura y
dando golpes en corazón de dicho cura la movió a que tratase traerla a esta
ciudad y con efecto en la víspera de la Purificación de Nuestra Señora ya
estaba en esta ciudad e iglesia trayéndola con toda veneración.
Declaración
de Marcos Paredes de San Nicolás
También testifica el declarante que
después el Ilustrísimo Señor Obispo Don diego de Baños y Sotomayor despachó al
dicho de Caracas con un despacho cometido al Vicario don Leonardo de Reinoso
para que erigiese iglesia en el sitio que ilustró Nuestra Señora y se
administrasen todos los sacramentos y que después su sucesor el Ilustrísimo
Señor Doctor Francisco del Rincón mandó colocar en ella al Santísimo
Sacramento. Sucedióle el Ilustrísimo Señor Don José de Escalona y Calatayud
quien ordenó se hiciese la fábrica de tejas y después el Ilustrísimo Señor
Doctor Don José Félix Valverde le despachó licencia al declarante para pedir
limosnas para la segura sustentación de el párroco, últimamente el sucesor de
estos Ilustrísimos Señores Don Juan García Abadiano, dignísimo Obispo actual de
esta provincia atento el que se acabase dicha iglesia de teja dando sus
licencias al presente Vicario para que pasase a bendecirla que así se efectuó
con general solemnidad siendo cura de aquel pueblo don Buenaventura Borges que
es lo que sabe y puede decir en virtud de lo mandado so cargo del juramento que
hecho tiene leídole esta su declaración dijo estar bien escrita que en ella se
afirma y ratifica que necesario siendo lo dirá de nuevo y que es de edad de
ochenta años poco más y lo firmó con su merced y yo el infraescrito Notario en
diez y siete días del mes de febrero de mil setecientos cuarenta y seis años.
Doy
Fe: Doctor Don Carlos de Herrera. Marcos Paredes de San Nicolás. Ante mí:
Fernando Capdevila. Notario Público y de Visita.
[1]En el Archivo General de
Indias de Sevilla, Sección Caracas, Legajo 971, se encuentra La información de los Servicios de Juan
Fernández de León. 1587.
[2] Guanare es una de las pocas
ciudades de Venezuela que posee Acta Fundacional. El original de este documento lo consiguió el Hermano
Nectario María y se encuentra en el Archivo General de Indias, Sección
Patronato, legajo 50, ramo 17. En el Archivo del Registro Principal del
Distrito Federal existe una copia
inserta en la testamentaría de Don Juan de Oñate. (fol. 302 y ss.) Hay además
otra copias sacada el 21 de febrero de 1838
en la testamentaría de Juan Ochoa (fol. 339-344). Véase: Auto de la fundación de la ciudad del
Espíritu Santo de Guanare. En El
Universal, Caracas. Nº 15.554 del
jueves, 11 de septiembre de 1932. p. 1 y 4.
[3]Archivo General de Indias,
Sección Audiencia de Santo Domingo, legajo 778 A: Relación de los progresos de las Misiones de Capuchinos en la provincia
de Caracas, escrita por el misionero Fray Marcelino de San Vicente.
[4]Archivo del Obispo de
Guanare.: Información de la Aparición y
milagros de María Santísima de Coromoto, Titular y Patrona de la ciudad de
Guanare, sita en su Iglesia Parroquial, recibida en visita por el señor doctor
don Carlos Herrera, Cura Rector de la Santa Iglesia Catedral, Examinador Sinodal,
Vicario Superintendente y Visitador General de este Obispado, por el
Ilustrísimo Señor don Juan García Abadiano, dignísimo Obispo de esta Provincia
de Venezuela, del Consejo de Su Majestad. Hecho por febrero del año de 1746.
fol. 19 vto.
[5]Idem.
[6]Ibídem. fol. 20.
[7]Ibídem. fol. 21.
[8]Idem.
[9]Este manuscrito se encuentra
en el Archivo del Obispo de Guanare. Véase la transcripción paleográfica de
este documento al final del texto.
[10]Nació en la ciudad de Caracas,
el 4 de julio de 1734. Se ordenó sacerdote el 22 de diciembre de 1759.
[11]Mariano Martí, Obispo.: Documentos relativos a su visita Pastoral de
la Diócesis de Caracas. 1771-1784. Libro Personal. Tomo 1. Biblioteca de la
Academia Nacional de la Historia. Colección Fuentes para la Historia Colonial de
Venezuela. Nº 95. Caracas. 1969. p. 499.
[12]Ibídem. p. 498.
[13]Ibídem. p. 499-501.
[14]Nació en Soustons (Francia) en
el año 1751 y murió en París el año
1812.
[15]Depons, Francisco.: Viaje a la parte Oriental de Tierra Firme en
la América Meridional. Caracas: Banco Central de Venezuela. Colección
Histórico-Económica Venezolana. Volumen V.
Tomo II. 1960. p. 266-268.
[16] Este manuscrito fue escrito
en Guanare por el Doctor Carlos de Herrera y Fernando Capdevila (Notario
Público y de Visita), el 3 de febrero de 1746 y finalizado el 7 de marzo del
mismo año. Consta de 114 páginas, forradas con badana negra. Las 97 primeras
contienen las declaraciones de los 14 testigos citados, y las 17 últimas la
información del Doctor Posadas, la cual fue agregada al documento. Contiene las
declaraciones de los testigos oculares de ese singular acontecimiento. El
original de este laborioso y riguroso trabajo, escrito por su autor con una
fina y delicada caligrafía itálica, se
encuentra actualmente en el archivo del Obispo de Guanare.
[17] Aunque la solemne
inauguración de este monumento estaba dispuesta para el día 2 de febrero, sólo
pudo efectuarse el 12 de abril.
[18] El manuscrito original de
este trabajo se encuentra en al Archivo del Obispo de Guanare.
[19]Este señor era bisnieto del
fundador de Guanare. Era hijo de Juan Pacheco Carvajal, quien descendía del
capitán Simón Pacheco de León, y este último era hijo de Juan Fernández de
León.
[20]C.F.:
Junta Nacional Pro-Coromoto. Comité
de Propaganda. Nuestra Señora de Coromoto
y su culto en Venezuela. Caracas, 8 de septiembre de 1944. Fiesta de
Nuestra Señora de Coromoto. Tipografía Americana. Caracas. p. 11-13.
[21]Entiéndase: Coromotos.
[22]En este artículo se estipulaba
que Es
laudable e igualmente, cumpliendo los debidos requisitos, elegir a los Santos
y, con la confirmación de la Sede Apostólica, constituirlos Patronos de la
naciones, de las diócesis, de las provincias, de las cofradías, de las familias religiosas y de otros lugares y
personas morales; pero, no así, a los Beatos sin especial indulto de la misma
Sede Apostólica.
Véase: Miguélez Domínguez, Alonso
Morán, Cabreros de Anta: Código de
Derecho Canónico y Legislación complementaria. Texto Latino y versión
castellana, con Jurisprudencia y comentarios. Madrid. Editorial B.A.C. Nº
7. MCMLVII. p. 489.
[23]Véase: Nuestra Señora de Coromoto Patrona de Venezuela. En: La Religión. Diario Católico. Nº 15.131
del viernes, 1 de mayo de 1942. p. 1.
[24] Véase: Ramos Cordero, Omar,
Monseñor (Compilador).: Nuestra Señora de
Coromoto, Patrona de Venezuela. escritos de Monseñor Pedro Pablo Tenreiro,
Primer Obispo de Guanare. Caracas.
Texaroff. <1988?>. p. 8-9.
[25]Esta importante pieza se
guarda en el archivo del Obispo de Guanare.
[26]Véase: nota Nº 22.
[27] Véase: La Religión. Diario Católico. Caracas. Nº 17.262 del viernes, 21 de
mayo de 1948, y Nectario María, Hermano: La
Maravillosa Historia de Nuestra Señora de Coromoto. 4ª edición. 1975. p.
195-198.
[28] Véase: nota Nº 22.
[29]Entiéndase: Coromotos.
[30]Véase: Nuestro Santo Padre Pío XII confirma, constituye y declara a la
Santísima Virgen de Coromoto celestial y principal Patrona de Venezuela”.
En: La Religión. Diario Católico. Nº
17.262. p. 1-2.
[31]C.F.: Monseñor Alfonso de
Jesús Alfonzo Vaz: Guanare, Corazón
Mariano de Venezuela y su Templo Votivo Nacional. Ponencia presentada en el
VI Congreso Mariano Nacional, efectuado en Guanare del 29 al 31 de mayo de
1992. En “Ponencias y Comunicaciones del VI Congreso Mariano. Academia Mariana
de Venezuela. Boletín Nº 4. Caracas, mayo de 1992. p. 371 y ss. Véase: Capítulo
1-7: Proclamación como Patrona Nacional.
[32]Entiéndase: Coromotos.
[33]Véase: Nectario María,
Hermano.: La Maravillosa Historia de
Nuestra Señora de Coromoto· Madrid:
Villena. Artes Gráficas. 1975. p. 147-148. Y en Mensajero Coromotano. Nº 3. Septiembre-octubre de 1949. p. 2-4.
[34] Donada por los madereros de
Guanare.
[35]Actualmente se encuentra en la
entrada de la Ciudad de Guanare, viniendo por Acarigua.
[36]C.F.: Palabras del Director de la Junta al hacer entrega de los 9 proyectos
Pro Basílica Nacional de Nuestra Señora de Coromoto en Guanare. En: Mensajero Coromotano. Nº 12, marzo-abril
de 1951. p. 8-9.
[37]C.F.: Revista Mensajero Coromotano, Nº 10 de noviembre
y diciembre de 1950. p. 31.
[38]C.F.: Informe de la Junta Pro Tricentenario de la Aparición de Nuestra Señora
de Coromoto y Pro Basílica Nacional de Guanare. (s.i.). 1955. p. 8-9.
[39]En el Archivo General de
Indias, sección Audiencia de Santo Domingo, legajo 803: Expediente sobre la fundación de una ermita para colocar la imagen de
María Santísima, con el título de la Divina Pastora, en el camino que de
Caracas va al Puerto de La Guaira, solicitada por el Licenciado Don Salvador
José Bello, Presbítero domiciliario de aquel Obispado.
[40]C.F.: Solemne Inauguración de los Monumentos a N.S. de Coromoto en la Iglesia
de La Pastora. En: La Religión.
Diario Católico. Caracas. Nº 18.348 del martes, 29 de mayo de 1951. p.
8.
[41] En ella también se establecía
los Estatutos de la Cofradía Nacional de Nuestra Señora de Coromoto, con sede
en la Basílica de Guanare.
[42] Véase: Boletín Eclesiástico.
Órgano Oficial de la Diócesis de San Cristóbal, Nº 109 (1951). p. 180-188.;
Boletín Eclesiástico. Órgano Oficial de la Arquidiócesis de Mérida. Nº 1. 1952.
p. 19-26.; Boletín Eclesiástico. Órgano Oficial del Obispado del Zulia. Año 24.
Nº 32. 1951. p. 5-11.; SIC (Revista de la Compañía de Jesús). Caracas. Nº 141.
1952. p. 30-35.
[43] En el se estipulaba Quedando a salvo las prescripciones de los
cánones 621-624, se prohíbe a los particulares, tanto clérigos como seglares,
que sin licencia de la Sede apostólica o del Ordinario propio y del Ordinario
local, dada por escrito, recojan limosnas para cualquier fin piadoso o
instituto eclesiástico.
[44] Según este artículo 1.- Se prohíbe pedir limosna a todos los
demás religiosos de congregaciones de derecho pontificio sino tienen especial
privilegio de la Santa Sede; y los que hubiesen obtenido dicho privilegio, si
en él no se dispone lo contrario, necesitan además licencia, dada por escrito,
del Ordinario Local; 2.- Los religiosos pertenecientes a Congregaciones de
derecho diocesano no pueden pedir limosna sin licencia escrita del Ordinario
del lugar donde su casa está situada y de aquel en cuya diócesis desean recoger
las limosnas; 3.- A los religiosos de quienes se ocupan los numerales 1 y 2 de
este canon no deben los Ordinarios del lugar conceder licencia para pedir
limosna, sobre todo donde hay conventos de regulares que son mendicantes de
nombre y en realidad, sino les consta que la casa u obra piadosa padece
necesidad verdadera que de otro modo no puede remediarse; y si se puede atender
a dicha necesidad pidiendo limosna dentro del lugar, distrito o diócesis donde
aquellos religiosos habitan, no deben concederle licencia más amplia; 4.- Sin
un rescripto auténtico y reciente de la sagrada Congregación de la Iglesia
Oriental, no deben permitir los Ordinarios latinos que en su territorio recoja
dinero ningún oriental, de cualquier orden ni dignidad; ni tampoco enviar con
el mismo objeto a ningún súbdito propio a las diócesis orientales.
[45]C.F.: Mensajero Coromotano. Nº 16 de noviembre y diciembre de 1951.
p.1-5.
[46]Entre el 19 y el 26 de abril.
[47] C.F.: Mensajero Coromotano. Nos. 17 y 18 de enero-abril de 1952. p. 3.
[48] Del 26 de abril al 3 de mayo.
[49] Del 3 al 10 de mayo.
[50] Del 10 al 17 de mayo.
[51] Del 17 al 24 de mayo.
[52] Del 24 al 31 de mayo.
[53] Del 31 de mayo al 7 de junio
[54] Del 17 al 14 de junio.
[55] Del 14 al 21 de junio.
[56] Del 21 al 28 de junio.
[57]El costo total de esta obra
fue de Bs. 363.183.- Véase: Informe de la Junta Pro-Tricentenario de la
Aparición de Nuestra Señora de Coromoto y Pro-Basílica Nacional de Guanare.
(s.i.). 1955.
[58]Nació el 28 de diciembre de
1879 de la unión matrimonial formada por Don Rosendo Arteaga Montejo y doña
Delia Betancourt Guerra, quien era hermana del Mayor General Miguel Betancourt
Guerra, distinguido oficial de la guerra de la independencia. Un hermano de su
padre el ejemplar sacerdote Don Ricardo Arteaga Montejo, se desempeñó como
Canónigo y Deán de la Catedral de Caracas y profesor de teología en el
Seminario Diocesano. Este sacerdote en 1892 viajó a Cuba, y de regreso a
Venezuela se trajo consigo a su sobrino Manuel Arteaga y Betancourt. Una vez
instalados en Caracas, el joven ingresa en el Seminario donde cursa sus
estudios, recibiendo la primera tonsura clerical y las órdenes menores el 10 de
agosto de 1902 de manos del Delegado Apostólico, Monseñor Julio Tonti,
pasando luego por el subdiaconado, el 9 de noviembre y por el diaconado, el 7
de diciembre del mismo año, por el Obispo del Zulia, Monseñor Francisco Marvéz,
hasta que es ordenado sacerdote el 17 de abril de 1904 por Monseñor Juan
Bautistia Castro, Arzobispo Titular de Serre y Coadjutor de Monseñor Uzcátegui,
Arzobispo de Caracas.. Ya ordenado continuó sus estudios en la Universidad
Central donde recibió el laudo doctoral en Ciencias Eclesiásticas, el 13 de
julio de 1906. Posteriormente fue nombrado Vicario Coadjutor de Cumaná, y en
1909 fue ascendido al cargo de Vicario Foráneo. Dos años después, en 1911
asistió al Congreso Eucarístico Internacional de Madrid, en representación del
Arzobispo de Caracas. Luego fue encardinado a la Diócesis de Camagüey. Al
llegar a su ciudad natal fue nombrado párroco de la iglesia de Nuestra Señora
de la Caridad, y Capellán propietario de
la Nueva Iglesia. En 1913, el Arzobispo de La Habana, Monseñor Pedro González
Estrada, lo nombró Vicario General del Arzobispado y al año siguiente, Canónigo
de la Catedral de La Habana, con dignidad de maestrescuela. Posteriormente
participa como representante de su Diócesis a los Congresos Eucarísticos de
Amsterdam y Budapest, y en 1925, le fue
concedida la Dignidad Pontificia de Prelado Doméstico de Su Santidad. En 1940,
al fallecer el Arzobispo de La Habana, Monseñor Manuel Ruíz y Rodríguez, fue
nombrado para ocupar el cargo de Vicario Capitular de la Arquidiócesis durante
la Vacante de la Sede hasta que el 24 de febrero de 1942 fue consagrado
Arzobispo de La Habana y tres años más tarde, el 24 de diciembre de 1945 fue
elevado a la dignidad de Cardenal recibiendo el Capelo Cardenalicio el 24 de febrero
de 1946, adscribiéndole el título de San Lorenzo in Lucina.
[59] El texto completo de este
documento es el siguiente:
Véase: ADSUM. Boletín Eclesiástico del
Arzobispado. Año XLV, Nº 175-177 de julio-septiembre de 1952. p. 93, y Carta
Apostólica de su Santidad Pío XII al Excelentísimo Cardenal Manuel Arteaga y Betancourt
(Arzobispo de San Cristóbal de La Habana) nombrándolo legado a latere para la
Coronación Canónica de la Virgen de Coromoto.
En: SIC.
Revista Venezolana de Orientación. Año 15. Nº 148, de octubre de 1952. p.
349-350.
[60]Archivo Diocesano del Obispado
de Barquisimeto: Informe y declaración
sobre el estado de conservación de la reliquia de Nuestra Señora de Coromoto,
Patrona Nacional de Venezuela, presentado por el Ilustrísimo Monseñor Félix
Ignacio Quintana, Camarero Secreto Supernumerario de Su Santidad y Canónigo
Magistral de la Santa Iglesia Católica de Barquisimeto, ante el Canciller del
Obispado y los Notarios de la Curia Diocesana, el 27 de octubre de 1953.
Documento de nueve folios, incluyendo la tapa y la contratapa.
[61]Véase: Gaceta Oficial de la
República de Venezuela. Año LXXII. Mes VI, Nº 24.407 del miércoles 31 de marzo
de 1954. p. 178.929 a 178.931.
[62] Según esta reforma parcial se
erigían varias Entidades Eclesiásticas, comenzando por la Diócesis de Guanare, cuya catedral será la actual Basílica Menor de
Nuestra Señora de Coromoto, en la ciudad de Guanare, capital del Estado
Portuguesa, con sede en la misma ciudad y circunscrita por los límites de dicho
Estado.
[63]La Bula apostólica de su
nombramiento para la Sede Episcopal es de fecha 30 de septiembre de 1966, y
tomó posesión el 21 de enero de 1967.
[64]Nació en Altagracia de Orituco
(Estado Guárico), el 27 de enero de
1919. Fue ordenado sacerdote el 11 de julio de 1943, y consagrado Obispo de San
Fernando de Apure el 30 de abril de 1967 y luego, el 25 de marzo de 1971 fue
designado Obispo de Guanare. Renunció el 27 de enero de 1995., fecha en la cual
pasó a ser Obispo Emérito de dicha ciudad.
C.F.: Annuario Pontificio.
1990. Librería Editrici Vaticana. p. 247.
[65]Nació en San Juan de Colón,
Diócesis de San Cristóbal, Estado Táchira, el 16 de marzo de 1925. Recibió la
ordenación sacerdotal el 12 de marzo de
1950 y ejerció su ministerio en la
Diócesis de San Cristóbal, cubriendo distintas funciones. Desde 1980 hasta 1986
se desempeñó como Vicario General de la mencionada Diócesis. El 12 de marzo de
1986 fue elegido por el Papa Juan Pablo II como Obispo Titular de Forconio y
fue nombrado auxiliar de Barinas, siendo consagrado el 25 de mayo.
Posteriormente, el 16 de abril de 1994, el mismo Sumo Pontífice le confió el
cargo de Administrador Apostólico sede
vacante, de la Diócesis de Guanare. Al renunciar Monseñor Polachini, el 27
de enero de 1995, la Santa Sede le extendió el nombramiento de Obispo de
Guanare, para que lo sustituyera.
C.F.: Annuario Pontificio. 1990. Librería Editrici Vaticana.
[66]En la construcción del Palacio
y obras anexas se invirtieron Bs. 502.451.- Véase: Informe de la Junta
Pro-Tricentenario de la Aparición de Nuestra Señora de Coromoto y Pro-Basílica
Nacional de Guanare. (s.i.). 1955. p. 9.
[67]C.F.: Solemne Bendición del Palacio Episcopal de la ciudad de Guanare. En
La Religión. Caracas. Nº 19.342, del
miércoles 4 de agosto de 1954. p. 14.
[68]Nace en Sevilla el 26 de julio
de 1922. Es el hijo menor de los siete hijos del matrimonio formado por Don
Gabino Abascal Domínguez y Doña Josefa Fuentes Caro. Este escultor ha hecho
para Venezuela otras esculturas, entre las cuales cabe mencionar el Busto de
Don Francisco de La Hoz Berrío, en Acarigua; San Rafael (Colección Particular);
Nacimiento (Colección Particular) y Nuestra Señora del Real de Barinas.
[69]C.F.: Porras Cardozo, Baltazar
Enrique.: Conferencia Episcopal
Venezolana. T. 1-A. Caracas: Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). 1978. p.558.
[70]C.F.: Aurora Jubilosa. Nº 82 de octubre de 1979. p. 12.
[71] Véase: Iglesia Venezuela Nº
13 (1976) p. 74-75.
[72] Véase: Liturgia de las horas: Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de Venezuela.
Spev. Departamento de Liturgia. Ediciones Paulinas, Caracas. 1977. p. 3-4.
[73]C.F.: Diario de Caracas. Carecas. Nº 1.980 del lunes 28 de enero de 1985.
p. 3
[74]Véase: Decreto Nº 2.375 del 31
de enero de 1989, mediante el cual Se
declara Sitio de Patrimonio Histórico Cultural Templo Votivo Nuestra Señora de
la Coromoto, a una extensión de terreno sobre la cual está construido el
Templo. así como su área circundante, ubicada en la jurisdicción del Distrito
Guanare del Estado Portuguesa. En Gaceta
Oficial de la República de Venezuela. Nº 34.148 del martes. 31 de enero de
1989. p. 268.541; 268.557 y 268.558.
[75] Natural de la ciudad de
Segovia, en Castilla la vieja. Llegó a Caracas el 22 de noviembre de 1739.
Falleció en Caracas en la madrugada del 6 de mayo de 1747. (Véase: Archivo
General de Indias. Sección Caracas, legajo 75).
[76] Entiéndase: Superintendente
[77] En el Manuscrito aparece
repetida la sílaba que.
[78] En el original se encuentran
duplicadas las palabras sino también.
[79] Entiéndase: Cebrián
[80] La palabra los aparece interlineada.
[81] En esta ocasión el escribano
utiliza el pretérito antiguo vido
por vió.
[82] Tronco dividido en
partes para sacar tablas.
[83] Las palabras el dicho Marcos Sánchez se encuentran
caligrafiada entre líneas.
[84] La expresión Asimismo testifica el declarante
aparecen escritas entre líneas.
[85] El vocablo Romeros
está escrita entre líneas.
[86] Vestidura blanca de lienzo
fino, con mangas perdidas o muy anchas, que llevan sobre la sotana los
eclesiásticos.
[87] La palabra José
se encuentra escrita entre
líneas.
[88]Las palabras
“a esta” aparecen repetidas.
[89] La expresión “y muy
hinchado” está escrita entre líneas.
[90] La palabra “vecino” está escrita entre líneas.
[91] La sílaba “don” aparece
repetida.
[92] El término “auxilio” se encuentra abreviado por
contracción.
[93] La palabra “cual” aparece
repetida.
[94] Del latín: Miraculosus:
Milagroso.
[95] Dice: necesaria.
[96] La sílaba: “mi” se encuentra
repetida
[97] Está escrito entre líneas:
testifica el declarante que, estando corriendo
una palma.
[98] El término “de tenerlo” está
escrito entre renglones.
[99]La expresión: “ va para
flecharla”, se encuentra escrita entre renglones
[100] Dice: una india ja ladina
[101] La palabra “toda la” está
escrita entre líneas.
[102] En esta ocasión el escribano
utiliza el pretérito antiguo “vido” por “vió”.
[103] Esta grafía
corrige a la palabra “supiese”.
[104] En el original dice contesté.
[105] Esta grafía
corrige a la palabra septe.
[106] La palabra a la voz está escrita entre líneas.
[107]En el Estado Portuguesa.
[108] En el original dice
“acorcado”.
[109] La sílaba “tan” se encuentra escrita entre líneas.
[110]Entiéndase: Aguaviva.
[111] Natural de Lima. Tomó
posesión del Obispado el 12 de agosto de 1684. La obra más importante de su
gestión fue la convocación del Sínodo que se celebró en Caracas, el año de
1687, en el cual se promulgó las famosas Constituciones Sinodales que rigieron
las Diócesis de Venezuela, hasta el año 1904. Con motivo de su llegada, el
Cabildo Metropolitano compró una casa al Capitán Juan de Bolívar por 7.100
pesos para la residencia del Señor Obispo y desde ese entonces ha sido el
Palacio Arzobispal de Caracas. (Véase: Archivo General de Indias. Sección Santo
Domingo, legajo 319). Falleció en Caracas, el 15 de marzo de 1706. A su muerte
fue electo para sustituirlo Juan de Jáuregui y Bárcenas, Arcediano de la
Catedral de Puebla de los Ángeles, pero el 25 de abril de 1712 se recibió el
aviso de la anulación de su nombramiento.
[112] Cerca de San Carlos, en el Estado Cojedes.
[113]Cama echa con cañas y barro.
[114] La palabra “no” está escrita entre líneas.
[115] Entiéndase: “José de Nájera”.
[116] La sílaba “su” está sobrepuesta.
[117] La proposición “a” está
corregida sobre la abreviatura de “quien”.
[118] La palabra “el” se encuentra duplicada.
[119] Tomó posesión del gobierno de
su Diócesis el 12 de octubre de 1714. A fines de 1716 fue trasladado al
Arzobispado de Santa Fe de Bogotá, en donde ejerció el Arzobispado y la
Presidencia del Nuevo Reino de Granada, reuniendo en sí las dos supremas
autoridades de aquel país: La eclesiástica y la civil.
[120] Su nombre correcto es Juan
José de Escalona y Calatayud. Natural de la Villa de Quel, en la Rioja. Fue
electo el 20 de marzo de 1717 y tomó posesión de la Diócesis el 15 de
septiembre de 1718, por poder. Llegó a Caracas a principios de diciembre de
1719. Estableció las reglas del Coro de la Catedral y las Constituciones de la
Real y Pontificia Universidad. Salió de Caracas, el 29 de julio de 1729
promovido para el Obispado de Michoacán.
[121] Natural de Granada (España).
Fue presentado el 8 de mayo de 1728, electo el 15 de noviembre del mismo año,
mediante Bula despachada por Benedicto XIII, en San Pedro (Roma). Tomo posesión
el 16 de octubre de 1731. Murió en Barquisimeto realizando una Visita Pastoral,
el 23 de febrero de 1740. (Véase: Archivo General de Indias. Sección Caracas,
legajo 822).
[122] El firma “Cadevila”.
[123] En el original aparece Alonso González Briceño, pero el
escribano tachó la palabra González. Natural de Lima. Tomó posesión de su cargo el
14 de julio de 1661, en Trujillo, donde fijó su residencia, sin ir jamás de
visita a Caracas. Falleció y fue enterrado en la iglesia de esa misma ciudad el 15 de noviembre de 1668.
[124] El término “qui” está escrita entre líneas
[125] Estas palabras están corregidas sobre “en
lenguaje de castellanos”.
[126] En el original dice “producía”.
[127] Especie de funda.
[128] En el original dice “ciudado”.
[129] Esta grafía
corrige a las palabras “las luces”.
[130] En esta ocasión el escribano
utiliza el pretérito antiguo “vido”
por “vió”.
[131] En el original dice “polex”.
[132]La expresión “un indio” se encuentra escrita entre líneas.
[133]La palabra “con”
aparece duplicada en el original.
[134] Entiéndase: Finta
[135] Las palabras “la reina” aparecen repetidas en el original.
[136] La palabra “él”
está escrito entre líneas.
[137] Entiéndase: Aguaviva.
[138] Entiéndase: Camoruco.
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