miércoles, 9 de septiembre de 2020

Breve Historia Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de Venezuela



David R. Chacón Rodríguez

 

 

Corrían placenteros aquellos años que solemos llamar coloniales, en los que los tiempos de la fe, robustecidos  por actos externos, se arraigaban hondamente en el alma de los pobladores de nuestro país ancestral. Venezuela, la primera nación del Continente Americano que recibió las primicias de la sangre redentora de Cristo, debía ser también, la primera en profesar especial dilección a la Augusta Madre del Salvador, y  en recibir de Ella los testimonios de su indefectible amor.

 

Venezuela nace amparada por el culto de la Virgen

      Grande, constante y dulce fue siempre la influencia que ejerció la Madre de Dios en los fundadores de la  provincia de Venezuela, en los prelados y en sus hijos, quienes, en distintas formas, propagaron  su culto bajo la protección de su manto protector. En prueba y confirmación de lo que acabamos de expresar, diremos lo siguiente: Alonso de Ojeda, el valeroso conquistador, recorrió las costas de Venezuela y dio a nuestra Patria el nombre con el cual debía señalarse en el transcurso de los siglos y ocupar un puesto honroso entre las naciones americanas. Era un fiel devoto de la Santísima Virgen bajo la advocación de Nuestra Señora de la Caridad, cuya imagen se encuentra actualmente en Cuba. A Ella era que este gran guerrero y atrevido navegante se encomendaba en sus empresas, en el denuedo  de las refriegas y combates, y en los peligros de sus aventuradas expediciones; otro conquistador, Marcelo de Villalobos funda en la Isla de Margarita la ciudad de La Asunción, para honrar el dichoso tránsito de la Madre de Dios.

      Coro, la sede del primer Obispado de Venezuela, se erige al amparo de Santa Ana, la Madre de la Virgen Santísima; el Tocuyo, primer establecimiento en el interior de Venezuela, se establece el día de la Concepción Inmaculada de la Madre de Dios, el 8 de diciembre de 1545; Pedro Álvarez, por orden de Juan de Villegas, crea el primer puerto venezolano, bajo el propio auxilio de Nuestra Señora de la Concepción de Borburata. La Nueva Segovia de Barquisimeto se inaugura bajo el manto protector de la Virgen del Carmelo, el 16 de julio de 1552. Trujillo, la perla de los Andes venezolanos, se funda en 1557; pero, pasa sus tres primeros años en continuos cambios, sin poder  asentarse definitivamente en los diferentes y variados sitios que escoge. Es apenas en 1570 cuando logra por fin encontrar sosiego y reposo, pues, poniéndose bajo la advocación de Nuestra Señora de La Paz, se establece en el lugar donde hoy se encuentra. El esforzado y valeroso capitán Diego de Losada y Quiroga, fundador de Caracas, profesaba singular devoción a Nuestra Señora de Caraballeda, y para honrar a la Virgen María dio al puerto que fundó, en las costas del Caribe, el nombre de la gloriosa Virgen de Río Negro, su pueblo natal.

      Después de este breve vistazo general, veremos ahora su benéfica influencia en algunos de los próceres de nuestra indemnidad. 

 

El Libertador y la Virgen de Coromoto

      La vinculación de la Virgen con el proceso venezolano de la emancipación de la colonia española, se manifestó desde el inicio de las luchas independentistas. Tanto es así, que el Hermano  Nectario María nos refiere, en su obra  Los Grandes Héroes de la Independencia y la Santísima Virgen María, que Simón Bolívar, en la campaña libertadora que culminó con el triunfo de Carabobo, imploró la protección de la Augusta Madre de Dios, en su advocación de Nuestra Señora de Coromoto. A fines de 1824, Bolívar pernoctó con sus tropas en Guanare, que acababa de desocupar la 5ª división realista al mando de José María Herrera. Atendido por el Doctor José Vicente Unda, a la sazón vicario del partido y por el Presbítero Juan Joseph Goyzueta, cura titular de la parroquia, el 22 de mayo de 1821, Bolívar visita la iglesia junto con sus acompañantes e implora el auxilio y protección de la Virgen Santísima de Coromoto; por lo tanto,  el triunfo de Carabobo fue el fruto de la confianza del Libertador en el poder de la sin par Virgen.

      Una placa marmórea, en el frontispicio de la Basílica, recuerda la visita y plegaria del Libertador a la Divina Madre de Dios.

      Otro  patriota, el General José Félix Ribas libró el 22 de julio de 1813, una batalla contra el Coronel Florencio Oberto en el sitio de Los Horcones. Aunque poseía un número muy inferior de fuerzas, el jefe patriota propinó a su adversario una aplastante derrota.

      Como acción de gracia por el triunfo alcanzado, en la noche de ese mismo día depositó a los pies de la Virgen la espada vencedora.

      En febrero de 1814, José Tomás Boves, el terrible caudillo, despedazó en La Puerta al ejército Libertador. Encontrándose en La Victoria,  José Félix Ribas, al saber esta infausta noticia, resuelve cerrarle el paso; pero, ante la inferioridad de sus fuerzas, decide ofrecer a la Madre de Dios, si sale victorioso, hacerle celebrar a perpetuidad una fiesta en honor de la Concepción Inmaculada. Y, confiado en la Virgen, acepta el combate el 12 de febrero. Fue un brillante triunfo de las armas patriotas, lo que le hizo merecedor de los vehementes elogios y aplausos del Libertador y del Ayuntamiento de Caracas. Ribas, en el fragmento de la nota que envía a ese cuerpo con motivo de los honores decretados al vencedor de La Victoria, escribe:

       La sangre de los caraqueños derramada en La Victoria y la protección visible de María Santísima de la Concepción fueron los que salvaron la patria aquel memorable día... y espero de la Municipalidad marque ese día para bendecir a  la Madre de Dios con el título de La Concepción jurándole una fiesta solemne anual, en la Santa Iglesia Metropolitana a que deban asistir todas las corporaciones, y exhortando a las demás ciudades y villas para que en gratitud ejecuten lo mismo. Yo protesto a V.S.S. que estos son mis únicos deseos y que llegándolos a conseguir grabarían en mi pecho un eterno reconocimiento; y os aseguro de la mejor fe que no es moderación, que me hace explicar en estos términos, sino la justicia.

      De igual manera, el General Antonio José de Sucre, al obtener en Ecuador, el 24 de mayo de 1822, el espléndido triunfo de Pichincha, expresó en el parte que enviara el General V. Aguirre:

       Por el buen éxito de la batalla de Pichincha, votó el General Antonio José de Sucre una misa solemne en honor de la Virgen de las Mercedes. Por el presente correo manifiesta vehemente deseo porque se cumpla este religioso deber y yo tengo la honra de anunciar a Usía Muy Ilustre para que el 28 del  corriente a las nueve de la mañana se sirva solemnizarla con su presencia.

 

El nombre de Coromoto

      Cuando el capitán portugués Juan Fernández  de León Pacheco[1]  funda la ciudad del   Espíritu Santo del Valle de San Juan de Guanaguanare, el 3 de noviembre de 1591[2], en un sitio inmediato al río que lleva este nombre, una de las tribus que allí habitaban, los Coromotos, al ver el arribo de los españoles, que llegaron repartiendo tierras e indios en encomiendas, se refugiaron en  la selva en un sector camino del Tocuyo entre los estados Lara y Portuguesa, impidiendo así  su evangelización.

      El nombre de Coromoto que llevaba el caserío indígena, procedía, según parece, de una hermosa y limpia quebrada que riega las tierras que se extienden entre los ríos Tucupido y Guanare.

      Es conveniente recordar  que Guanaguanare significaba en lengua indígena  El lugar de las gaviotas, tal vez  por la abundancia de estas aves en sus cercanías.    Este nombre se conservó hasta el año 1750, fecha en la cual se redujo simplemente al de Guanare. 

 



La Aparición de la Virgen

      Una mañana, a  principios del año 1652, cuando el cacique de la tribu de los Coromotos se dirigía en compañía de su  mujer a su tierra de labranza,  observó, al llegar a una  quebrada cristalina que se encontraba en las cercanías, que había una bella y resplandeciente señora, con  un preciosísimo niño sostenido en sus brazos.

      Maravillados por este acontecimiento, se quedaron atónitos al oír que les hablaba en su idioma,  diciéndoles:  Vayan a casa de los blancos, y pidan que les echen agua en la cabeza para poder ir al cielo...

      Los indios cumplieron su mandato, y por el mes de noviembre del mencionado año, un hacendado español de nombre Juan Sánchez tomó el camino del Caura para ir al Tocuyo; y al llegar a cierto punto del camino, se encontró con el cacique de los Coromotos, quien al verlo, inmediatamente le narró lo sucedido. Juan Sánchez, gratamente sorprendido por el relato del indio, le ofreció inmediatamente su ayuda indicándole que preparara su viaje, ya que él en ocho días regresaría.

      El cacique, animado con el recuerdo de la bella señora, como la llamaban desde entonces, no se hizo esperar; y efectivamente, al cumplirse los días señalados, Juan Sánchez volvió y los condujo cerca de la confluencia de los ríos Guanaguanare y Tucupío (hoy Tucupido), a 10 km. de Soropo, cerca de una quebrada que corre en medio de unos parajes conocidos con el nombre de Coromoto.

      Allí, los Alcaldes de la Villa, don Baltazar Rivero y don Salvador Cerrada, dispusieron que los indios se quedaran en ese pueblo y convinieron en nombrar a Juan Sánchez, su encomendero, con el encargo de que le señalara las tierras para sus labores y los adoctrinara en los rudimientos de la religión cristiana, preparándolos así  para recibir el santo sacramento del bautismo.

      Cumpliendo su cometido, varios de los naturales recibieron el agua de Cristo, pero el cacique, que al principio cumplió gustoso las instrucciones, poco a poco se disgustó con su nueva realidad, y como anhelaba la libertad y la tranquilidad de sus bosques, comenzó a alejarse de la doctrina; allí él mandaba, y aquí tenía que obedecer... Obstinado por esta situación, preparó su huida y la hubiera realizado, a no ser por la nueva intervención de la Santísima Virgen, quien velaba por él y por su tribu.  Así, en la tarde del sábado 8 de septiembre de 1652, se negó a asistir a un acto religioso y regresó enojado a su bohío, donde lo esperaban su mujer, y su cuñada Isabel con su hijo pequeño de 12 años de edad.

      Entrada la noche, mientras todos dormían, el cacique luchaba con su orgullo humillado por la obediencia y pérdida de libertad sacrificada por su encomienda. En este estado se encontraba cuando se le presenta en forma corpórea la Virgen Santísima en el umbral del bohío, irradiando de su ser, potentes rayos de luz.

      Al verla, asombrado, el cacique rompe el silencio y dirigiéndose a la Bella Señora con enojo, le dijo:  ¿Hasta cuándo me quieres perseguir? Bien te puedes volver, que yo no he de hacer más lo que tú me mandas; por ti dejé mis tierras y pertenencias y he venido aquí a pasar trabajo.

      Ante estas irrespetuosas palabras, la mujer del cacique le reprochó su mal proceder en estos términos: No hables así a la bella mujer, no tengas tan mal corazón.

      Cuando el cacique oyó  estas palabras montó en cólera y, encendido de rabia, se levantó violentamente. Tomó el arco que estaba en la pared, cargó  la flecha y le apuntó diciendo: Con matarte me dejarás; pero La Virgen, como buena Madre que nunca teme a su hijo, se le acercó. El entonces, soltó el arco y se abalanzó para sujetarla y sacarla de la choza, pero ella en el momento desapareció, dejándole en la mano un pequeño pergamino con su imagen diminuta resplandeciente. Al verla, el indio  la escondió entre la paja del techo de su casa diciendo: Ahí te he de quemar para que me dejes.

      Inmediatamente, el indiecito hijo de Isabel, que a pesar de sus cortos años  desaprobó la desconsiderada actitud de su tío, salió corriendo para dar aviso de lo sucedido al señor Sánchez, quien de inicio no  le creyó; ante su insistencia, Sánchez le pidió que trajera dos mulas para ir, pensando que por estar muy lozanas, ariscas y gordas, el indiecito no podría; pero la ferviente insistencia del pequeño logró vencer  el obstáculo y de esa manera convencer al español. Este,  acompañado por dos de sus amigos: Bartolomé Sánchez y Juan Cibrián, regresó a la choza y  recogió la sagrada reliquia.

      El domingo 9 de septiembre, el cacique dispuso volver a sus montañas con todos sus hombres;  pero apenas entró en el bosque,  fue mordido por una culebra venenosa.  Al verse mortalmente herido, se arrepintió de su actitud, clamando a voces por el santo sacramento del  Bautismo regenerador, que se había negado a recibir.

      Dio la casualidad que en esos momentos transitaba por la zona un joven moreno de Barinas de apellido Ochogavies, quien al reconocer la gravedad de su estado, lo bautizó.

      El cacique, resignado por los dolores, rindió su último suspiro recomendando a su tribu que permaneciera con los blancos.

      De vuelta a su casa en Soropo, Juan Sánchez refirió lo acontecido al cura del pueblo, el Licenciado Diego Lozano; pero éste no le dio crédito, por lo que decidió guardar la efigie en el altar de su casa, hasta el primero de febrero de 1654, es decir, un año y cuatro meses.

      La fama y veneración del culto se hicieron tan grandes, que al día siguiente, víspera de la fiesta de la Presentación y Purificación de Nuestra Señora, el Vicario de la iglesia, don Diego de Lozano, ordena el 2 de febrero de 1654, que se traslade  para la iglesia parroquial de Guanare,  a la venerada reliquia. Con este acto, las fechas del 8 de septiembre y el 2 de febrero se constituyen los días de mayor atención, devoción y concentración de los piadosos admiradores del  culto a Nuestra Señora de Coromoto.

      La imagen de Nuestra Señora de Coromoto, providencialmente conservada hasta ahora, es pequeña, mide tan sólo 27 mm. de alto por  22 mm. de ancho. Representa a la Santísima Virgen sentada con la cabeza recta y la vista al frente, con el niño sobre sus rodillas, con la mano derecha levantada, para bendecir; y con la izquierda, sostiene el mundo, simbolizado  por una esfera dominada por la Cruz. La Virgen tiene sobre la cabeza una Corona Real y el velo blanco que cae, simétricamente, por los lados. Al fondo, se observan dos columnas, unidas entre sí por un arco en forma de portal. Es lamentable observar que la parte correspondiente a la cabeza y al cuerpo del niño se encuentra muy deteriorada.

 


El milagro que indicó el lugar exacto

      Atraídos por los muchos favores de la milagrosa imagen, la casa de Juan Sánchez, con el tiempo,  se convirtió en un pequeño santuario. Tal fue su fama,  que el mismo cura de la Villa, Diego Lozano, resolvió el 1º de febrero de 1654, depositarla con toda solemnidad en la iglesia de Guanare, en el misterio  de la presentación del niño y purificación de la Virgen María. De esta manera, La Madre de Dios dirigió su mirada sobre las selváticas tierras venezolanas y le impartió su bendición en Coromoto.

      Tiempo después, llegó de Caracas el misionero capuchino Fray José de Nájera, para instruir y civilizar a los indios Coromotos. Este sacerdote fundó con los indígenas el pueblo de San José, situado a una legua al Norte de Coromoto y próximo a unas llanuras conocidas con el nombre  Sabanas de San José. A pesar de ello, los naturales nunca se olvidaron del sitio de la Aparición, al que visitaban con frecuencia y en el que construyeron una humilde capilla.

      Una demostración fehaciente de la fundación de esta pueblo, nos la ofrece el Reverendo Padre Fray Marcelino de San Vicente, cuando afirma:

Los indios de la Aparición de Nuestra Señora de Coromoto nos los entregó el Señor Obispo por estar pocos poblados y no haber clérigo que los asistiese y el padre Fray Joseph de Nájera los pobló y se llamó San Joseph el nuevo pueblo y fue muy numeroso y luego que murió dicho padre se volvió a entregar al Señor Obispo por falta de religiosos. Este dicho pueblo está en la jurisdicción de la ciudad de Guanaguanare[3].

 

Elaboración del primer Sumario Jurídico sobre la aparición

      En 1668 -apenas transcurridos diez y seis años de la Aparición de la Virgen en la quebrada y en el bohío-, el Licenciado Juan Caldera de Quiñones, para ese entonces Vicario de la ciudad de Carora,  hizo el primer informe jurídico sobre estos sucesos, recogiendo el testimonio autenticado de siete testigos oculares, en autos separados y bajo fe de juramento. Entre ellos,  figuran Bartolomé Sánchez y Juan Cibrián, compañeros de Juan Sánchez en el rescate de la reliquia. Estas informaciones se asentaron en el  Libro de Autos y Constituciones de la Cofradía de María Santísima de Coromoto.  Una copia de este informe fue enviado al Obispo de Venezuela,  Fray Alonso Briceño, en Trujillo, para su conocimiento y posterior aceptación, la cual fue dada en los siguientes términos: la aprobación y declaratoria para que se diese veneración, culto y reverencia a la sagrada imagen, se colocase en el Altar Mayor, y, dictó además órdenes para que citado y convocado el pueblo con la mayor solemnidad que se pudiese, como se ejecutó por don Diego de Lozano, cura y vicario de la ciudad de Guanare. Lamentablemente, este documento se quemó el 19 de marzo de 1723, durante un incendio que ocurrió en la casa del Mayordomo de la Cofradía de Nuestra Señora de Coromoto, Don José de Montesinos.

 

El milagro de la Virgen del Topo

      Con el tiempo,  la gente se olvidó del sitio preciso de la Aparición de 1652, hasta que, providencialmente, en marzo de 1698, el religioso Diego de Olaya,  llegó de la Orden de San Agustín que recolectaba limosna.  Traía desde la Catedral de Bogotá la imagen de Nuestra Señora del Topo, que representa a la Madre de Dios en el descendimiento de Nuestro Señor Jesucristo de la Cruz; pasó por Tucupido, tierra que gozaba entonces de gran fama por sus cultivos de tabaco que tanta nombradía tenía en Europa y América. Al llegar a esa última casa de Tucupido, que era de Justo Burgos, se le entregó a dicho religioso la limosna recogida, que fue de cuarenta y ocho pesos en tabaco y 4 reales en plata[4]; Fray Diego de Olaya acompañado de 128 personas[5], emprendió el regreso a Guanare por el camino de Maraca, pero poco antes de atravesar el río Guanare, observaron con sorpresa que el rostro de la imagen se puso amarilla, recobrando al poco rato su color natural. Prosiguiendo su travesía invocando a coros la segunda decena del santo rosario, notaron que una sombra tenebrosa cubría  por completo la cara de la estatuilla. Temerosos los presentes por este prodigio inesperado, se entregaron durante tres horas a actos cristianos de devoción y contricción religiosa, pidiendo e invocando su misericordia. Ante este fenómeno, el comisionado Marcos Paredes de San Nicolás ordena a dos fieles devotos, que eran los hermanos Juan y Cristóbal Calsado[6], la construcción de una cruz, y  decide plantarla en aquel sitio, por representar ella el descendimiento de Cristo,  y en el momento de fijarla en tierra, la efigie recobró de nuevo sus colores originales.

      Después de este acontecimiento, el señor Paredes regresó solo a Guanare,  con el fin de informar al cura Párroco de los hechos;  aprovecha esta ocasión y solicita el permiso  para construir en el lugar de la cruz una capilla dedicada al culto de la Madre de Cristo.

      Diego Lozano, el cura de Guanare, presintiendo que tal suceso fuera un aviso del cielo para indicar el sitio de la Aparición de la Madre de Dios, en 1652, quiso que Paredes de San Nicolás buscara dicho lugar; y al efecto, le mandó hiciera las diligencias del caso. Mucho agradó a Paredes esta decisión, pues él había resuelto construir una ermita en el lugar del suceso de la Virgen del Topo.

      Las diligencias de Paredes se iniciaron el 24 de agosto de dicho año de 1668, cuando salió con dos compañeros que le señaló dicho cura. Ellos eran Santiago López y Lorenzo Díaz. Estas actuaciones resultaron vanas, pues nadie en la comarca sabía el sitio exacto donde había aparecido la Santísima Virgen de Coromoto hacía cuarenta y ocho años. Hasta que casualmente, el día 26 de dicho mes de agosto, cuando Paredes estaba cortando unos palos para la edificación de la capilla en las inmediaciones de la Quebrada, inesperadamente se encontraron con un grupo de 9 indios Coromotos que venían a caballo, comandados  por el cacique Gaspar Tabares, quien le expresó  a Paredes: Hemos sabido que un hombre viene a hacer iglesia para nuestra Ama la Virgen, y, si vienen  de nuestra parte a hacerla  donde la Virgen  bajó del cielo cuando la cogió mi suegro, vendremos todos a poblarnos aquí[7]. De esta impensada llegada  todos se regocijaron y a su proposición tan esperada respondió el declarante: que si, que de su parte venían a aquel intento. Ante esta respuesta Gaspar Tabares dio orden a uno de sus acompañantes, llamado Jacinto, diciéndole: Andad y decid a don Julián que vengan todos con sus mujeres y familias que Dios se ha acordado de nosotros[8].

      Paredes identificó con los Coromotos el lugar que ocupaba el bohío del Cacique. Lo sorprendente del caso fue que los indios reconocieron y aseguraron que el sitio de la choza donde la Santísima Virgen había aparecido en 1652 era el mismo donde estaba plantada la cruz colocada en memoria del milagro de Nuestra Señora del Topo. La salida de los indios fue tan inesperada, que uno de los pobladores de nombre Nicolás Mateos, afirmó que en diez años que tenía viviendo en esas tierras jamás había visto a tales indios.

      Una vez que se determinó el sitio de la Aparición, los indios Coromotos se establecieron alrededor de la pequeña ermita pajiza que construyera Marcos Paredes de San Nicolás.

      Tanto el Gobernador Eugenio de Ponte y Hoyos y el Obispo de Venezuela, Don Diego de Baños y Sotomayor, examinaron la tradición, declarando la autenticidad de la Aparición; autorizaron la erección del pueblo de la  Aparición de Tucupido; elevaron este pueblo como parroquia individual, separándola del Vicariato de Guanare y dieron permiso a Marcos Paredes para recoger limosnas en toda la Diócesis, con el fin de reemplazar la ermita por una iglesia.

 

Descripción de Schabel

      En 1704, un misionero jesuita llamado Miguel Alejo Schabel realizó un viaje desde Curazao hasta Barinas, haciendo escala en Barquisimeto, Araure, Guanare y el pueblo de la Aparición de Nuestra Señora de Tucupido. De toda esta jornada dejó una Relación detallada que intituló  Noticias de América  el cual se conserva en el Archivo del Generalato de los Padres Jesuitas en Holanda. Y al referirse al pueblo de la Aparición nos dice:  Había cierto hombre llamado Nicolás Paredes (su nombre completo es Marcos Paredes de San Nicolás), mulato, esto es, nacido de padre blanco y madre negra o etíope que yo había traído conmigo de los valles de Caracas, y éste más que los otros me mostraba una singular gratitud, humanidad y afabilidad.

      Gratitud, dije, pues a mi entrada llevé conmigo a este hombre bueno acogido (por decirlo así) bajo la sombra de mis alas y puse término a los peligros si no de su vida, de su fama y fortuna. Este había tenido un pleito y proceso con la ciudad de Guanaguanare. Aunque él había ganado ante el Gobernador y Obispo de Caracas, sin embargo  quedaba un odio oculto y deseo de venganza en el ánimo de los Guanaguanarenses; de allí provenía que habían decretado unánimemente por otro motivo y pretexto cogerlo cuando volviera de Caracas entre los suyos por las tierras Guanaguanarenses y encerrarlo en el cepo. Había oído que yo había regresado donde los indios por eso me esperó en la ciudad de Araure, para que bajo mi protección evadiese el peligro inminente. Lo que sucedió y por respeto y atención a mi persona sus enemigos le permitieron seguir el viaje libremente. De Caracas, en donde dos años se había escondido, llevaba consigo el buen hombre y en mi opinión santo, dos imágenes de la Beatísima Virgen a saber del Real y Coromoto las cuales había hecho pintar con las abundantes limosnas recogidas en el Distrito y Diócesis de Caracas por dos años que había adornado, maravillosa, preciosa y curiosamente con piedras preciosas y radios y cadenitas de oro encerradas en cajitas y altarcitos.

      Las llevaba al cuello (yugo suave y de carga leve) el piadoso y juicioso mariófilo y por todas partes en el camino donde se hospedaba las exponía a la veneración de la casa y recitaba el rosario delante de ellas con los domésticos y cantaba las letanía lauretanas con el himno Salve Regina, y hacía esto todos los días tres veces, a saber: por la mañana, al mediodía y por la tarde, aunque fuera en el campo abierto cuando descansara al mediodía o pernoctara al cielo descubierto. Cuando pasaba una vez conmigo por cierto pueblo indio llamado Tucupido, maravilloso eran el afecto y devoción con que nos recibieron con las sagradas imágenes.

      A tres días de camino nos mandaron al encuentro cinco hombres, y algunos de ellos fueron a avisar al pueblecito que pronto llegaríamos cuando he aquí que casi todo el pueblo nos salió al encuentro. El pastor y párroco del lugar a caballo con muchos otros a pie fue el primero que nos saludó desde lejos casi a una legua del pueblo, pronto recibió del amante de María la sagrada Imagen de Coromoto y la cogió del cuello. A mí me tocó llevar la imagen  de la Deípara del Real. Así los dos mariáforos (para decirlo así) procedimos hasta el río (Guanare) cerca del pueblo, entre música y disparos de escopetas y aclamaciones del pueblo.

      Después que habíamos pasado el río, el devoto sexo femenino, con velas encendidas que todas tenían en las manos, salieron a recibirnos y entonces el párroco dio su imagen al que hacía las veces de paje para que la llevara.

      Siguiendo su ejemplo yo también entregué mi imagen a un indígena que me la pedía.

      Después de un intervalo, las sagradas imágenes pasaron de mano en mano, y de éstas a éstos, así es que ya los unos ya los otros, ya éstas ya aquéllas las llevaban hasta que llegamos al templo. Entonces me entregaron  a mí una imagen  y al párroco la suya, las cuales, ambos colocamos en el templo sobre el altar maravillosamente adornado con luces y flores, entre los reiterados disparos de las escopetas y entre el sonido de los tímpanos y repiques de campanas. Y después cantó el párroco el himno Ambrosiano, seguido del Santo Rosario, y el canto de las Letanías Lauretanas y la Salve Regina.

      La tradición y certificación auténtica examinadas y aprobadas por el Obispo de Caracas es: que la milagrosa imagen de la Beatísima Virgen María de Coromoto apareció y fue vista en aquel pueblo y cuando aquel devoto amante de María había llevado algunos ejemplares de aquella imagen al pueblo, llenó a todos de una gran alegría y consuelo inexplicable. Que la aparición de la Beatísima Virgen fue aprobada por el Obispo de Caracas (por las diligencias de aquel amante de María) y que donde dicen que apareció en el mismo lugar que éste haya construido el templo en honor de Deípara, fue causa de odio contra este hombre santo de parte de los habitantes y magistrados de Guanaguanare que son vecinos de aquel pueblo tres leguas.

      Porque el lugar de la aparición comenzó a ser frecuentado por los devotos de María y familias enteras de trescientos miembros se incorporaron al pueblo aquel Tucupío contra el gusto de los magistrados de Guanaguanare. Además, en la ciudad de Guanaguanare se conserva y se honra una imagen milagrosa de Coromoto y que por miedo de que esa devoción verdaderamente y ciertamente útil se disminuya fue iniciada aquella persecución contra ese devoto de María. Trajo consigo aquel muy devoto mariano dos cálices y cinco casullas nuevas de las  limosnas recogidas.

     

La primera iglesia

      El pueblo tuvo pronto real desarrollo y una vez vencidas las dificultades que suscitaron contra él algunos notables de Guanare, Paredes de San Nicolás se dio a la noble tarea de asegurar recursos para el nuevo pueblo, y en tal sentido se trasladó al sitio de  Aguaviva, situado a media legua al Sur de Guanare donde vivía Diego Pacheco Carvajal, descendiente directo del glorioso fundador de Guanare, Juan Fernández de León Pacheco,  con el fin de  solicitar la donación de las tierras para la Virgen. Esta tierras estaban  limitadas  por los ríos Guanare y Tucupido y el camino real entre Guanare y Barinas. Con igual paciencia y abnegación, recogió limosnas para la construcción de la iglesia parroquial, así como de todos los enseres necesarios para hacerla digna del motivo que originó su construcción.

      Esta iglesia estaba formada por un solo cañón y medía 45 varas de largo por 10 de ancho, tenía tres puertas al frente y tan sólo el presbiterio estaba enladrillado. El altar medía  6 varas de ancho y ocupaba todo el espacio de la choza del cacique, donde había aparecido la Virgen. La mesa de este altar era de ladrillos a los lados, con adobes en el centro y estaba cubierta con una tabla. Igualmente,  tenía otro altar con un sagrario de una vara de alto y cinco cuartas de ancho, en el cual estaba colocada una custodia que guardaba la pequeña imagen que providencialmente ha llegado hasta nosotros.

      En este viaje a Caracas, Marcos Paredes de San Nicolás, al pasar por el sitio de Camoruco, se encontró con la india Isabel, hermana de la esposa del cacique, quien le contó su versión de los sucedido.

      En abril de 1715, el Ilustrísimo Obispo de Venezuela, Fray Francisco del Rincón, visitó Guanare y mandó que se fijara el Santísimo Sacramento en la ermita de la Coromoto, ya que desde 1699 se hacían allí bautizos y demás ceremonias.

      De esta manera, recibió el sello de aprobación oficial de la máxima autoridad eclesiástica de Venezuela.

 

Segunda Información Jurídica: Pedro Francisco Posada

      El 20 de enero de 1728, setenta y seis años después de la Aparición, el Juez Eclesiástico Don Pedro Francisco Posada realiza la segunda información jurídica, formada por las declaraciones de Antonio de Burgos, el Alférez Francisco de Alaejos y siete testigos más, miembros de la Cofradía de Nuestra Señora de Coromoto.

      Con el tiempo, la ermita fue convertida en iglesia y la nueva construcción fue bendecida solemnemente por el Vicario de Guanare el 8 de septiembre de 1745,  según orden del Obispo don Juan García Abadiano.

 

Tercera Información Jurídica: Doctor Carlos Herrera

      A fines de enero de 1746, el Obispo Juan García Abadiano (1742-1747) comisiona al cura Rector de la Catedral de Caracas, Doctor Carlos Herrera, para que fuese a Guanare en carácter de Visitador General y realizara el tercer sumario jurídico. Esta información se efectuó en dicha ciudad y fue titulada  Información de la Aparición y Milagros de María Santísima de Coromoto, Titular y Patrona de la Ciudad de Guanare, sita en su Iglesia Parroquial, recibida en visita por el señor doctor don Carlos Herrera, Cura Rector de la Santa Iglesia Catedral, Examinador Sinodal, Vicario Superintendente y Visitador General de este Obispado, por el Ilustrísimo Señor don Juan García Abadiano, dignísimo Obispo de esta Provincia de Venezuela, del Consejo de Su Majestad. Hecho por febrero del año de 1746[9].

 

La protesta de los indios

      El pueblo de la Aparición de Coromoto estuvo en el lugar donde la Virgen se apareció  desde 1698 hasta 1778, es decir, 80 años solamente. Después se trasladó para el lugar que hoy es Tucupido. Pues, el Presbítero Francisco Buenaventura de Egurrola[10], quien había desempeñado el curato del pueblo por espacio de 18 años, resolvió, en 1778, trasladarlo al sitio  donde están hoy los restos de lo que fue Tucupido. Alegaba que estaba muy cercano a los ríos Guanare y Tucupido, cuyas grandes avenidas, sobre todo del primero, inundaban las cercanías del pueblo.

      Como el Obispo Mariano Martí y el Capitán General desconocían los motivos de la fundación del pueblo,  autorizaron su traslación.

      Con los despachos de ambas autoridades, el 7 de septiembre de 1776 el padre Egurrola se llevó la efigie de Nuestra Señora de Coromoto de este pueblo y la colocó en la nueva iglesia que había construido en Tucupido a imagen y semejanza de la anterior, por cuyo motivo se llevó de ésta las puertas, ventanas y cuanto contenía.

      Los indios, apegados al sitio de la Aparición, se rebelaron contra el cura y no quisieron seguirlo. Así andaban las cosas, cuando el 23 de enero de 1778 llegó de visita pastoral el Obispo Mariano Martí, quien en su libro personal, hablando del padre Egurrola nos refiere lo siguiente:  Antes era muy estimado por todos sus feligreses, pero desde que anda  este negocio de trasladar la iglesia y el pueblo viejo a esta mesa de Tucupido, todos los que no gustan de esta traslación se manifiestan enemigos de este Cura, quien la ha promovido. Es bastante circunspecto, y los indios, que no quieren la traslación, son los enemigos o que no quieren a este cura[11]. Y viendo el conflicto en que estaba el padre Egurrola, vino personalmente de Tucupido al pueblo de la Aparición con el fin de convencer a los indios a mudarse. He aquí en qué términos el Obispo nos relata su visita al pueblo de la Aparición, que él denominó Pueblo Viejo, por contraste al que quería fundar el padre Egurrola y que se denominó Pueblo Nuevo: Llegamos a este pueblo de Nuestra Señora de la Aparición de Coromoto a las 11 de la misma mañana y más abajo expresa: Esta iglesia es baxo la invocación de Nuestra Señora de la Aparición de Coromoto. La capilla mayor es de tapias, y lo restante de la Capilla interina, que aún no está concluida, es de bajareque; pero este cura está en ánimo de hazer nueva iglesia de tres naves, y se irá fabricando dicha nueva iglesia, quedando dentro esta nueva iglesia interina, y todavía no está concluida, como se dijo antes[12].

      Y luego, al referirse a la Aparición nos explica:

      En el siglo pasado apareció Nuestra Señora en diferentes parages de estas vezindades, y en la quebrada nombrada Coromoto, distante de el sitio donde está la iglesia del pueblo viejo y de este pueblo nuevo como una legua de cada uno de estos pueblos, viejo y nuevo. en el año 1652, según dize esta Cura, se apareció esta Nuestra Señora de Coromoto en el sitio donde hoy está la iglesia de dicho pueblo viejo,  después se fundó una iglesia en la sabana de San Joseph distante de acá como una legua, un pueblo de indios y españoles por un Capuchino que permaneció pocos años en dicho pueblo de la Sabana de San Joseph, porque se ahogó en en río de Guanare, que distará de allí como una legua. En el año de 1692, se estableció pueblo de españoles y iglesia en el sitio que ayer fui a visitar, distante de este pueblo nuevo dos leguas, y después en el año de1699, se agregaron estos indios a la iglesia y pueblo viejo, que ahora se ha mandado trasladarlo todo a esta mesa de Tucupido, donde se va fundando este nuevo pueblo e iglesia, cuya nueva fundación de iglesia se hizo el día 7 de setiembre de 1776 trasladándose como se trasladó, por este Cura la imagen de Nuestra Señora de Coromoto dicho día 7 de septiembre de 1776, y desde entonces se han executado acá todas las funciones parroquiales y desde el mes de julio de 1777, se empezaron a edificar casas; todo con competentes licencias de la Curia eclesiástica y del Governador de Caracas. Esta nueva iglesia y pueblo se han establecido como iglesia y pueblo de españoles, con agregación de estos indios, así estava antes la iglesia, y el pueblo viejo que ahora se trasladan.

      Esta iglesia, desde que se erigió en el dicho año de 1692, siempre ha sido administrada por Clérigos seculares, que se llaman Curas o Capellanes (¿rurales?), que antes eran sin colación y ahora con colación.

      Dize este Cura que haviéndose aparecido esta divina señora en forma humana con rayos de luz, y tirándole...un indio enojado porque esta misma Señora sacava de los... a los indios, y cogiendo dicho indio a dicha Señora, quando la cogió, no quedó en sus manos otra cosa que una imagen de Nuestra Señora muy pequeña, pintada, con el niño Jesús en los pechos de la misma Señora, y tan pequeño, que una copia (que dizen no corresponde al original, por ser grande) era como un peso fuerte, que está en Guanare, tal vez no será más una peseta.

      A este Cura no le pagan estipendio los españoles ni los indios; y la renta que tiene la percibe la cofradía de Animas, que le da cada año ciento y diez pesos por sus funciones, y de la Cofradía del Santísimo percibe cada año sesenta y seis pesos por las funciones de los terceros domingos y por un aniversario. También percibe primicias, así de españoles como de indios, y también percibe obvenciones, porque nada le dan de Caxas reales. En su visita, ni le he concedido ni le he negado que perciba obvenciones de estos indios. Acá en está Iglesia hay pila baptismal. No hay cementerio, y se ha mandado hazer contiguo a esta iglesia[13].

      Una vez efectuada la mudanza del pueblo de la Coromoto para Tucupido, el sitio de la Aparición, siguió denominándose Pueblo Viejo, o también, La Plazuela (por la explanada alta que limitaba el río de Guanare por el Este).

 

Sagrario de Nuestra Señora de Coromoto

      En julio de 1756, se concluyó el Sagrario de Nuestra Señora de Coromoto, que se encuentra en el Altar Mayor de la iglesia de Guanare. Fue hecho por Domingo Vicente Nuñez en un estilo barroco (rico en formas, adornos y repujados). Su tamaño es de 3 metros con 4 cm. de alto, lo que lo convierte en la pieza más grande de la orfebrería venezolana. En la inscripción del copete dice: En el mes de julio de 1756 se acabó este Sagrario de Nuestra Señora de Coromoto que a devoción del Señor Domingo Ortuño de Tovar lo hizo Vicente Núñez. Está compuesto por tres Sagrarios, dos mayores y otro pequeño, al pie. Su armadura es de cedro y su diseño fue inspirado por el magnífico retablo de madera que hiciera el hábil tallista Pantaleón José Quiñones de Lara en 1739, delante del cual está colocado. En él se guardaba anteriormente la Sagrada Reliquia.

 

 Descripción de François Raymond Joseph Depons

      Cuando François Raymond Joseph Depons[14] recorrió y visitó la provincia de Venezuela entre los años 1801-1804, al referirse de la ciudad de Guanare[15] nos describe con amplitud de detalles el esplendor con que allí se venera la Imagen de Nuestra Señora de Coromoto, cuyas virtudes y milagros le obligan a expresar los detalles que recogió sobre su Aparición, y sobre ello nos refiere:

       La iglesia parroquial es grande, bella y ricamente ornamentada. Una buena parte de su esplendor se debe a que allí se venera la imagen de Nuestra Señora de Coromoto,

 y luego, más adelante expresa algunos datos sobre su aparición en estos términos:

      Sólo la tradición local había conservado memoria de las circunstancias relativas a la aparición de Nuestra Señora de Coromoto, hasta el 3 de febrero de 1746, fecha en que hallándose en Guanare en calidad de visitador, el doctor Don Carlos Herrera, Cura Rector de la Catedral de Caracas, abrió un indagación pública,  con propósito de dejar asentados positiva e indiscutiblemente los hechos, de modo que la tradición no olvidara algunos o alterara su memoria. He aquí el Resultado:

      Un día del año 1651, un terrateniente de la región, llamado Juan Sánchez. iba de la villa del Espíritu Santo al Tocuyo, por un camino que atraviesa áridas sabanas. Un cacique lo detuvo para decirle que una mujer muy hermosa se le había aparecido en cierta quebrada y le había ordenado que fuera, en compañía de los suyos, a buscar a los blancos para que éstos les echaran agua en la cabeza, como único medio de abrirse el camino del cielo. Sánchez, que iba de prisa, aplazó su retorno, que fue a los ocho días, el examen de esto. El cacique lo esperó puntualmente en el mismo sitio el día indicado, tan convencido como al principio de lo que la mujer le había dicho. Se les avisó a los Alcaldes que toda la nación del Cacique iría a la iglesia a recibir las aguas del bautismo, lo cual se ejecutó puntualmente, y, en menos  de una hora, más de setecientas personas entraron por el camino de la salvación eterna.

      Después de aquel acto solemne, todos los niños hijos de los indios bautizados veían a la mujer en la quebrada donde había aparecido por primera vez. Como iban a buscar agua, y permaneciendo más tiempo del necesario, sus padres los reprendían y azotaban a menudo. La misma falta y el mismo castigo se repetían diariamente, hasta que al fin los niños confesaron que una mujer se les aparecía, en tan hermosa apariencia, que no podían cansarse de admirarla.

      Las personas mayores no lograban ver nada, pero por lo que decían los niños se les atribuyeron virtudes milagrosas a las aguas de la quebrada. Su fama creció de punto en 1699, cuando habiendo mandado el Obispo Diego de Baños, un poco de esa agua a Madrid, se supo que, al cabo de diez meses, había llegado tan fresca como si se acabara de coger en la quebrada. Por aquellos tiempos, el Gobernador Don Nicolás Eugenio de Ponte, envió a las Canarias otro poco de agua para su mujer, y también, cuando la recibieron, la hallaron igualmente fresca.

      Muchos, por sus necesidades, van a bañarse a la quebrada, llevando luces encendidas. El agua se envía a todos los pueblos. Hasta las mismas piedras se consideran como reliquias y hay quien las lleva colgadas al cuello. Sin embargo, lo extraño está en que, en medio de esta fe general por tales milagros, el único que persistió empedernido en su incredulidad fue el mismo Cacique que contó aquellos hechos a Juan Sánchez.

      El 8 de septiembre de 1652, dice la investigación llevada a cabo por el Doctor Herrera, se trató de obligar al Cacique a asistir a los oficios divinos. El se nego a ello, y se retiró a su morada, distante dos leguas de allí. Apenas había llegado, se le apareció la Virgen, con tanto esplendor, que en medio de la noche daba tanta luz como el sol al mediodía. El Cacique al verla, le dijo: -¡Oh, Señora! hasta cuándo me has de perseguir. Bien puedes volverte; no te he de obedecer. Por ti estoy pasando trabajos. Quiero regresar a mis bosques, ahora que me arrepiento de haberlos abandonado. La mujer del indio le dijo a su marido: -”No insultes a la Señora; no tengas tan mal corazón”. El indio entonces echó mano a sus flechas, tratando de herir a la Virgen, pero ésta se le aproximó tanto, que no pudo ejecutar sus designios. El quiso echársele encima, pero ella entonces desapareció, y de nuevo reinó la oscuridad. Al mismo tiempo el Cacique sintió algo entre sus manos, hizo luz y vio una imagen de la Virgen; la escondió entre la paja del techo de su choza y salió al bosque, donde murió, mordido de serpiente.

      Un niño de doce años encontró la pequeña imagen y la colgó en su escapulario. Pero en cuanto se supo la cosa, vinieron a buscar la imagen con toda la solemnidad del caso. La transportaron a la iglesia, la cual muy pronto se transformó en un templo digno de la reliquia. A ella acuden de continuo los fieles a tributarle homenajes con profunda veneración. Sólo le ha faltado a la Virgen de Coromoto, para igualar a Nuestra Señora de Loreto, los tesoros de la Virgen italiana, pues al par de ella, se le considera todopoderosa”.

 

La construcción de la Iglesia de Guanare

      Una vez mudado el asiento de la ciudad para el sitio que hoy ocupa, en 1710, se inician las labores para la construcción de la nueva iglesia parroquial, bajo el curato de don Leonardo Reinoso, ya que anteriormente los oficios se celebraban en edificaciones de palma que servían de iglesias provisionales.

      Los trabajos de reconstrucción de la Iglesia culminaron el 3 de noviembre de 1807. Pero la difícil circunstancia política que atravesaba el país retrasó su bendición hasta el 26 de diciembre de 1814, cuando el Doctor José Vicente Unda pudo consagrarla.

 

Nueva riada del Guanare

      En 1892, el río de Guanare se desbordó de tal manera que  arrasó el Pueblo Viejo y  la iglesia levantada sobre la choza del cacique, en el lugar de la Aparición.

 

Participación del Hermano Nectario María

      El inmenso deseo del Hermano Nectario María, del Instituto La Salle de Barquisimeto, por glorificar a la Madre de Dios,  lo llevó en 1915 a realizar unas investigaciones con el fin de esclarecer  y escribir de manera documentada la historia de la Virgen en Venezuela; es decir, la relación histórica de los santuarios que le son dedicados y las advocaciones, bajo las cuales es honrada en Venezuela. Desde esa remota fecha comenzó a hurgar archivos, entrevistar familias, viajar con baquianos por las difíciles carreteras de tierra de aquellos años, para recabar datos y escribir de la manera más documentada posible el libro de La Maravillosa Historia de Nuestra Virgen de Coromoto.

      El 3 de mayo de 1922, el Hermano Nectario María, publica en la revista Excelsior, órgano de la Sociedad Literaria La Salle, de Barquisimeto, sus primeras investigaciones marianas bajo el título La Maravillosa Historia de Nuestra Señora de Coromoto de Guanare, y en junio de ese mismo año, da a la luz otro artículo con el título María Santísima de Coromoto, Protectora e iniciadora de las misiones  de indios en Venezuela, con una  ilustración a color de la imagen de Nuestra Señora de Coromoto. Todos estos trabajos fueron firmados con el seudónimo de H. Chonei Mereigua, que en lengua indígena significaba Hijo de María, y estaban destinados a difundir el conocimiento, renovación y aumento de la fe en toda la República. De ambas publicaciones, el diario  El Impulso de Barquisimeto  hizo una separata de cincuenta ejemplares.

 


Visita a  Guanare

      En  la pesquisa que hiciera el Reverendo Hermano Nectario María, en el archivo de la Iglesia de esa ciudad, en diciembre de 1922,  encontró el manuscrito de un Sumario Jurídico que lleva por título: Información de la aparición, y milagros de María Santísima de Coromoto, titular, y patrona de la ciudad de Guanare, cita en su Yglecia Parroquial, recivida en visita por el Señor Doctor Don Carlos de Herrera, cura rector de la santa Yglesia Cathedral, examinador synodal, vicario superintendente, y visitador general de este obispado por el Ylustrísimo Señor Don Juan García Abadiano, dignísimo Obispo de la provincia de Venezuela del Consexo de Su Magestad. Fecha por febrero del año de 1746, el cual constituye el más completo documento que comprueba históricamente la Aparición y milagros de Nuestra Señora de Coromoto[16].

 

Viaje a Caracas

      Poco tiempo después, en noviembre de 1923, el Hermano Nectario María se traslada a Caracas con el fin de buscar en el Archivo Arzobispal documentos que sustentaran testimonialmente sus investigaciones. En ese repositorio  halló bajo un armario que estaba en el rincón de la sala del recinto el manuscrito  del Libro Secreto de la Visita del Obispo Mariano Martí. Al abrirlo, observó con dolor que  los comejenes lo tenían casi destruido y pululaban por todas partes.

      El resultado  de sus investigaciones las da a conocer el Hermano   Nectario María el 8 de diciembre de 1924, cuando publica La Maravillosa Historia de Nuestra Señora de Coromoto de Guanare (Venezuela) y Orígenes Portugueseños. Allí expone, de una manera amena e interesante, el trabajo realizado en los archivos de Caracas y de los pueblos del Estado Portuguesa, en especial los de la curia de Barquisimeto.    

 

Localización del sitio de la Aparición

      Gracias a las diligencias y al arduo trabajo de investigación del Hermano Nectario María, se localizó con la ayuda del señor Nemesio Parra el lugar exacto de la providencial Aparición de Nuestra Madre, gloria y honor de nuestra raza, que por la fausta  noche del 8 de septiembre de 1652, se le presentó al representante autóctono de nuestro pueblo aborigen, dejando un perenne recuerdo de su visita al  suelo patrio.

      Deseoso el Hermano de que este sitio perdurase en la memoria del pueblo cristiano, resolvió, el 3 de enero de 1925, indicar el sitio colocando allí, sobre un bucare, una lápida  recordatoria con la siguiente inscripción: Aquí la Madre de Dios apareció el 8 de septiembre de 1652. ¡Salve María!.

 

Monumento Nacional a Nuestra Señora de Coromoto en Guanare

      Por ser la Aparición de la Virgen en la selva de  Coromoto el mayor acontecimiento religioso que registran los anales de Venezuela, para cooperar en la recolección de fondos, en enero de 1926 un grupo de personas  organizaron una Junta con el noble propósito de levantar en Guanare un Monumento Nacional para testimoniar a la Virgen el agradecimiento del pueblo de Venezuela por su portentosa Aparición. Para acelerar los trabajos de acopio de dinero, se creó una sucursal en Valencia. Entre los integrantes del grupo de Barquisimeto figuran el doctor Andrés Delgado, el padre Félix Quintana, Aurelio Manzano y las señoritas Andresita e Inés Delgado. El comité  de Valencia fue  organizado por la señorita Rosa Sereno de García, felizmente secundada por la señorita Beatríz Delgado.

      El sitio escogido fue la entrada oriental del pueblo en una plaza de 1.936 metros. Este monumento lo encargó el Hermano Nectario María a la Casa artística fundidora Durenne de París. Tiene una altura de 8 metros y el pedestal 5 metros, 20 centímetros de alto, sobre la que se alza, radiante de hermosura, la colosal estatua de la Augusta Reina de Venezuela. El Niño, en el tierno regazo de la Madre, abre sus candorosos brazos, y con una celestial sonrisa parece que llama a todos a rendir tributo de amor y homenaje a su Madre Inmaculada. En su frente, el pedestal ostenta una hermosa alegoría que representa la grandiosa Aparición de la Santísima Virgen de Coromoto por la noche del sábado 8 de septiembre de 1652, y al pie se lee la siguiente declaratoria: A nuestra Señora de Coromoto, el pueblo venezolano, agradecido y suplicante, dedica este recuerdo, 1928.

      Esta obra fue realizada en granito por los artistas barquisimetanos, hermanos Santiago y Miguel Gómez, según dibujo que realizara el padre A. Pavageau, a quien Caracas debe también la bellísima Iglesia de la Inmaculada de los Palos Grandes.

 

Bendición del Monumento

      En la tarde del 12 de abril de 1928[17], se verificó la bendición del monumento. Las ceremonias fueron presididas por el Obispo de Barquisimeto, Monseñor Enrique María Dubuc y el Obispo de Valencia, Monseñor Salvador Montes de Oca, quien en esa grandiosa jornada retórica expresó: Está aquí entre nosotros, como eterno monumento del amor de María, Coromoto, el Lourdes de Venezuela, en honor de nuestro amado pueblo, el más honroso blasón de nuestra historia, y la fuente de nuestras esperanzas, pues al dignarse la santísima Virgen dar a Venezuela, esta inestimable prenda de su amor fue, sin duda, con altísimos fines de misericordia y de piedad.

      Y luego continuó sus palabras el insigne Obispo, diciendo: Yo tengo la más firme confianza, hermanos míos, en que la renovación de la verdadera devoción a María, que, partiendo de este amado Santuario de Coromoto, inflamará todos los corazones de los venezolanos, indicará la renovación del verdadero espíritu cristiano en todos los ámbitos de la República, y, reinando María, reinará Cristo, porque Ella no es sino la Aurora del Sol de Justicia, y reinando Cristo, reinará siempre la Paz, la Dicha y el Amor.

      Posteriormente, se colocó alrededor de la plaza un monumental Vía Crucis de metal, fundido en Francia. Cada una de las estaciones lleva, al pie y en relieve, el nombre del donante.

 

II Congreso Mariano Nacional de Coro

      Con ocasión  de cumplirse en 1928  el Cuatricentenario de la fundación de la ciudad de Coro (1528-1928), el Episcopado Venezolano decretó el  II Congreso Mariano Nacional. En esa asamblea, el Hermano   Nectario María dio a conocer el manuscrito de su nueva obra Venezuela Mariana. Relación Histórica compendiada de las imágenes más célebres de la Santísima Virgen en Venezuela[18], donde bosqueja,  históricamente,  las grandes manifestaciones  de la Santísima Virgen María, que iluminan el cielo patrio desde los albores del descubrimiento hasta el esplendor glorioso de esa fecha,  y el fundamento histórico de esas manifestaciones. Durante el discurso que pronunció en la Catedral de Coro el 11 de diciembre de ese mismo año, propuso que se reconociera y proclamara a la Virgen de Coromoto como Patrona de Venezuela, por ser la única verdadera Aparición, lo que le hacía tener primacía sobre las demás advocaciones.

 

Inauguración de una hermosa cruz de Mármol en el sitio de la Aparición

      Años después, el 3 de febrero de 1936, se colocó en el sitio de la Aparición una hermosa cruz de mármol, como emblema de nuestra Redención. El acto contó con la presencia de una gran cantidad de peregrinos.

 

Restauración del Retablo de la Iglesia.

      Con motivo de cumplirse en 1939 dos siglos de la terminación del retablo, se contrató al decorador Luis Peña Negrí para que lo restaurara y sustituyera  las piezas que con el tiempo se habían deteriorado.

 

Construcción de la carretera hasta el sitio de la Quebrada de la Virgen

      En vista de que era casi imposible facilitar el acceso de los fieles hasta el sitio de la Aparición, la señora Adriana de Valery obtuvo del Presidente de la República, General Isaías Medina Angarita, en 1942, la apertura de la carretera hasta dicho lugar, para poder así asistir el afluir continuo de los fervorosos devotos de la Augusta Señora.

 

Inauguración del Monumento en la Quebrada de la Virgen

      La señora Valery, secundada por un grupo de esforzadas y piadosas damas, agrupadas bajo la Junta Nacional Pro Coromoto, había recogido una cuantiosa suma de dinero para la construcción de un Monumento en el propio sitio de la Aparición, pero como Europa se encontraba en guerra la compra de insumos y maquinarias se hizo  muy lenta. Para prevenir sospechas, infundadas críticas y malos entendidos, decidieron contratar los servicios del  señor Franco Roversi para que hiciera el tan ansiado monumento en la Quebrada de la Virgen, justo al término de la carretera que se acababa de construir.

      Es conveniente aclarar que en el sitio donde está actualmente este Monumento, nunca hubo allí ninguna Aparición de la Virgen, y  su nombre se debe a que esas fueron las tierras donadas a Nuestra Señora de Coromoto por su antiguo dueño, Diego Pacheco Carvajal[19].

      La obra mide 11 metros de altura y la remata una majestuosa cruz. En su base, de veinte metros cuadrados, hay un artístico altar en cuya parte superior se destaca un enorme óvalo con la imagen de Nuestra Señora de Coromoto, adornada con una columna a cada lado.

      Este Monumento fue inaugurado el 19 de abril de 1944 y constituye la obra que la piedad coromotana de toda Venezuela,  por medio de las devotas damas de la Junta Nacional Pro-Coromoto, quiso erigir allí en testimonio de amor y gratitud de Venezuela a Nuestra Señora de Coromoto[20].

 

Proclamada Patrona de Venezuela

      En la reunión plenaria de la Conferencia Episcopal efectuada en abril de 1942, los Señores Obispos se hicieron eco del clamor general del Universo Católico, y de común acuerdo, el 1º de mayo de 1942 la declararon Patrona de Venezuela mediante el siguiente Decreto:

El Episcopado Venezolano considerando:

1º.- Que la Aparición de la Santísima Virgen María en tierras de Guanare a la tribu de los Cospes[21] hace tres siglos según rezan la historia y la tradición, es un gaje de exquisita misericordia de la Excelsa Madre de Dios, para con nuestros hermanos indígenas, una gloria que enaltece y anima nuestra piedad, y una prenda maternal de amor que empeña la gratitud nacional.

2º.- Que el Pueblo Venezolano ha reconocido tan feliz acontecimiento con demostraciones elocuentes de encendida fe, expresada principalmente en las numerosas peregrinaciones o romerías que de todos los confines de la República se realizan anualmente al Santuario de Guanare, y confirmada en los monumentos piadosos que se han levantado en honor de Nuestra Señora de Coromoto, como son la parroquias, templos y altares que le han dedicado en testimonio de filial amor;

3º.- Que es profundamente consoladora la rapidez con que en toda la extensión de nuestra Patria se propaga el culto de la Santísima Virgen bajo la susodicha advocación, gracias a los singulares favores que Ella ha dispensado a sus fervorosos devotos;

4º.- Que esta devoción ha reavivado visiblemente la fe  cristiana en nuestros pueblos y se ha traducido en notable mejoramiento de las costumbres entre las multitudes creyentes; y

5º.- Que la gran mayoría de los venezolanos pide que sea proclamado el PATRONAZGO NACIONAL de la Santísima Virgen de Coromoto:

 

DECRETA:

1.- La Santísima Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de Coromoto, es declarada y proclamada PATRONA DE VENEZUELA, quedando así, de modo especialísimo, bajo su maternal protección toda nuestra República, con sus Diócesis, Estados e Instituciones.

 

2.- De acuerdo con el canon 1.278[22] del Código Canónico, será elevado este Decreto al conocimiento de la Santa Sede para su confirmación.

 

3.- Anúnciese en las Parroquias de nuestras Diócesis a los fieles esta proclamación con solemnes repiques de campanas y celébrense solemnes festividades en honor de la Santísima Virgen de Coromoto. El Venerable Clero aproveche esta ocasión para instruir más y más a los fieles sobre la verdadera devoción a la Santísima Virgen María, reafirmando la fe y amorosa confianza en nuestra Celestial Patrona.

 

4.- En los templos de la República, el último Domingo de mayo, cántese un Te Deum en acción de gracias al Dios de las infinitas misericordias, por la incomparable merced que ha otorgado a Nuestra Patria dándole por Patrona y Protectora a la Excelsa Reina del Cielo.

 

Dado en Caracas, en el Salón de las Conferencias Episcopales, el 1º de mayo de 1942.

 

+ Felipe Rincón González,                + Lucas Guillermo Castillo,

Arzobispo de Caracas.                                  Arzobispo Coadjutor.

 

+ Acacio Chacón,                             + Arturo Celestino Álvarez

Arzobispo de Mérida.                               Obispo de Calabozo.

 

+ Sixto Sosa,                                    + Marco Sergio Godoy,

Obispo de Cumaná.                         Obispo del Zulia.

 

+ Miguel Antonio Mejia,                    + Enrique María Dubuc,

Obispo de Guayana.                        Obispo de Barquisimeto.

 

+ Gregorio Adam,                            + Rafael Arias,

Obispo de Valencia.                         Obispo de San Cristóbal.

 

+ Francisco Iturriza,                         + Pedro Pablo Tenreiro,

Obispo de Coro.                               Obispo Auxiliar de Cumaná.

 

+ Constantino Gómez Villa,                      + Enrique de Ferrari,

Vicario Apostólico del Caroní.                      Prefecto Apostólico del Orinoco[23].

 

 

      En la Pastoral Colectiva del 4 de mayo de ese mismo año, los excelentísimos señores Obispos anunciaban al pueblo tan fausto acontecimiento de la siguiente manera:  El broche diamantino, empero, que hemos puesto a nuestras Conferencias de este año ha sido, venerables cooperadores y amados hijos, decretar, con el corazón bañado en santo gozo, PATRONA DE VENEZUELA a la Santísima Virgen María en su gloriosa advocación de Nuestra Señora de Coromoto.

      Este Patronazgo,  basado en que la advocación de la Virgen de Coromoto es la más extendida en la República, y en que la creación de Venezuela por Carlos III el año de 1777 y la Aparición de la Santísima Virgen a los Coromotos en 1652 coinciden en la misma fecha del 8 de septiembre, será fuente para el país de incontestables beneficios, siendo uno de ellos, asó lo esperamos, el avivar la fe cristiana en todo el territorio de nuestra amada Patria.  

 

      Sobre los acontecimientos ocurridos en esa importante sesión, Monseñor Tenreiro nos cuenta cómo ocurrió la elección durante la sesión:  La empresa empero, no parecía del todo fácil ya que diversas corrientes entre los mismos Prelados hacían la decisión muy poco favorable. El Señor Obispo de Maracaibo, por ejemplo, juzgaba importuna la solicitada declaración ya que, siendo la Virgen de Chiquinquirá, la amada Chinita  centro de la devoción mariana del fervoroso pueblo zuliano no parecía conveniente desplazarla sin el disgusto de sus diocesanos. Otro tanto opinó el Obispo de Guayana, Monseñor Mejía, en cuya extensa Diócesis, la Virgencita del Valle,  patrona de Oriente  es entrañablemente venerada por los religiosos hijos de aquellas regiones. Igual fue el parecer del recordado Monseñor Arias, el eximio Obispo de San Cristóbal, ya que las regiones andinas siempre profesaron intensa devoción a la Virgen de la Consolación.

      El caso, pues, se presentaba bastante difícil pero no imposible pues el anciano y venerado Obispo de las Pampas, Excelentísimo Monseñor Álvarez con su indiscutible autoridad y el Excelentísimo Señor Dubuc en cuya jurisdicción había aparecido la Virgen de Coromoto (Guanare entonces, Trono afortunado de la celestial patrona, pertenecía a la Diócesis de Barquisimeto) junto con el suscrito defendían ardorosamente el Patronato Nacional de la Celestial Señora. Monseñor Castillo y Monseñor Chacón se mostraron indecisos...

      Así la situación ocurrió algo que bien podríamos considerar como inspirado de lo Alto,  y fue lo siguiente; siendo aquella Asamblea un acto colegial, es decir, en que las decisiones debían ser tomadas por votación el Excelentísimo Señor Álvarez propuso que así se hiciese. Su proposición fue aceptada y de inmediato se procedió a ello.

      El Presidente de la Asamblea el Excelentísimo Señor Castillo invitó a sus Venerables Hermanos a ponerse de pie con el objeto de invocar las luces del Espíritu Santo, como es de rigor en actos semejantes, a fin de que se dignase iluminarlos en acto de tanta trascendencia. Monseñor Tenreiro fue designado para introducir las esquédulas en blanco a fin de que, con un simple  Si  o  No  se conociese la voluntad del cielo. Una vez efectuada la votación secreta la emoción de los Venerables Prelados no se hizo esperar al comprobarse que todos los votos habían sido afirmativos...no obstante las opiniones adversas que, momentos antes, habían manifestado[24]. 

      Aquella solemne, entusiasta y unánime determinación fue ratificada con un solemne aplauso. Y después, el Monseñor Dubuc, por encargo de la Asamblea redactó el respectivo Decreto, el cual fue firmado por todos los Prelados asistentes, y siguiendo los Sagrados Cánones, fue enviado a Roma para que en la Sede Apostólica fuese aprobado antes de su publicación. Pero debido a la guerra europea, la decisión del soberano Pontífice quedó archivada en la Sagrada Congregación de Ritos, y con el pasar del tiempo, se ignoró el resultado.

      Después de cuatro años, en abril de 1948, estando en Roma el Reverendo Hermano Nectario María, le tocó hacer las gestiones necesarias para esclarecer este asunto. Cuando consultó a la Sagrada Congregación de Ritos, allí nadie tenía noticias, pues el anterior Prefecto había fallecido y los empleados eran todos nuevos. Ante esta situación, el Hermano Nectario María, con la tenacidad y acuciosidad que le caracterizaba, siguió indagando hasta que por fin fueron hallados los informes y la decisión final aprobatoria. Complacido por el resultado, hizo sacar copias legalizadas de las piezas documentales, las cuales fueron oficialmente entregadas a la Sagrada Congregación de Breves; y el 7 de abril de 1948, a las 11,30 a.m., dicha Congregación le entregó en sus manos el tan anhelado documento, por el cual la Santa Sede proclamaba a Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de Venezuela[25].

      En ese glorioso día para la República, la voz del Episcopado Venezolano, en sesión plenaria, resonó en los ámbitos de la patria para  proclamar a la Virgen de Coromoto como Patrona Celestial de la República de Venezuela;

      De intenso regocijo fue para los católicos venezolanos. Después de ponderar todas las circunstancias y cumplir los procedimientos legales señalados en el canon 1278[26] del Derecho Canónico, el  7 de octubre de 1944, Su Santidad el Papa Pío XII respondió a la noble gestión del Episcopado Venezolano emitiendo el Breve Pontificio  Maternam Beatae Mariae Virginis Tutelam, firmado por Monseñor Domingo Spada, confirmando, declarando y constituyendo a la Virgen de Coromoto como Celeste y Principal Patrona de Venezuela. Por considerar que éste es un documento de singular trascendencia y significación, lo damos a conocer íntegramente a continuación:

      Exhortación Pastoral del Excelentísimo Señor Arzobispo de Caracas anunciando la  confirmación, constitución  y declaración de la  Santísima Virgen María  de Coromoto  en  Guanare de los Cospes  CELESTE Y PRINCIPAL PATRONA de toda la República de Venezuela[27]

 

NOS, LUCAS GUILLERMO CASTILLO,

Por la Gracia de Dios y  de la Santa Sede Apostólica,

Arzobispo de Caracas.

      A Nuestro Muy Venerable Señor Deán y Capítulo Metropolitano, al Clero y a los Fieles de la Arquidiócesis,  Salud y Bendición en Nuestro Señor Jesucristo.

      Lleno el ánimo de la más grata complacencia, venimos a promulgar solemnemente por medio de las presentes, el texto precioso y venerable del Breve Pontificio, a través del cual, ha querido Su  Santidad el Papa PÍO XII acceder benignamente a la súplica del Episcopado Patrio, quien ya desde el año 1942 y a norma del canon 1.278[28] solicitó de la Sagrada Congregación de Ritos la canónica  confirmación del Decreto del mismo Episcopado, de fecha 1.º de mayo de 1.942, declarando y proclamando a la Santísima Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora de Coromoto, PATRONA DE VENEZUELA. He aquí, amados hijos, el tenor del Breve de su Santidad, el cual por las anormalidades de las comunicaciones, no pudimos recibir con la debida anterioridad:

 

      “PÍO PAPA XII -Para perpétua memoria-. Todos los pueblos, que desde los más apartados rincones de la tierra llegaron a la luz de la verdad cristiana, han experimentado la tutela maternal de la Santísima Virgen María y, en acción de gracias por los beneficios de Ella recibidos, le levantan férvido y solemne himno entonado ”por todas las tribus, lenguas, pueblos y naciones”. No de otra suerte acaece entre los fieles cristianos, nacionales o europeos, que, de todas partes de Venezuela, numerosos acuden con piedad al Santuario dedicado a Dios en honor de la Divina Madre “de Coromoto”, en el lugar llamado “Guanare de los Cospes”([29]). Este amor de la Virgen en realidad esclareció las inteligencias de los nacionales, elevó sus corazones hacia el cielo y los alivió en las adversidades tanto públicas como privadas, desde el momento en que, según la tradición, la misma Madre de Dios apareció en el propio lugar en donde luego se levantó un Templo, que pronto fue como el Trono de la misericordia y gracia Divinas. Por tanto, la Fe de los Venezolanos en Cristo Señor, que los Españoles, sobre todo los Padres Predicadores de la Orden de Santo Domingo, llevaron allá el siglo XVI y que los Romanos Pontífices, atentos a la dilatación del Reino de Cristo, próvidamente fomentaron por medio de la institución canónica en aquel tiempo de la Sagrada Jerarquía  y de la primera Cátedra Episcopal, esa Fe, gracias principalmente a la fuerza y auxilio de una encendida devoción a la Santísima Virgen María “de Coromoto”, fue creciendo cada día más y  permaneció incontaminada. Por esto, todos los Obispos de Venezuela y a la cabeza el Venerable Hermano Lucas Castillo, Arzobispo titular de Rizeo y Coadjutor de Caracas, a nombre también de los Sacerdotes y de todos los fieles, el año de 1.942, declararon a la misma Divina Madre “de Coromoto” Patrona de toda la República y luego nos pidieron encarecidamente que ratificáramos y confirmáramos su declaración. Y como quiera que, a ejemplo de Nuestros Predecesores, es de transcendental importancia para Nuestro paternal corazón el que, a mayor gloria de Dios y para provecho espiritual, se aumente cada vez más la piedad mariana, hemos gustosamente resuelto acceder benignamente a estos ruegos y votos de los Obispos, de uno y otro Clero, de la sociedad y de todo el pueblo de Venezuela. Por consiguiente, secundando los deseos del mencionado Arzobispo, después de haber oído también a Nuestro Venerable Hermano Carlos Salotti, Obispo de Palestrina, Cardenal de la Santa Iglesia Romana, Prefecto de la Sagrada Congregación de Ritos, con pleno conocimiento Nuestro y madura deliberación, por la plenitud de Nuestra Apostólica potestad, en virtud de las presentes Letras y a perpetuidad : confirmamos, constituimos y declaramos a la  Santísima Virgen María “de Coromoto” en “Guanare de los Cospes” CELESTE Y PRINCIPAL PATRONA de toda la República de Venezuela, con todos y cada uno de los privilegios litúrgicos que competen a tales principales Patronas. No debiendo en ninguna manera obstar nada en contrario. Esto declaramos y estatuimos, decretando que las presentes Letras sean y permanezcan firmes, válidas y eficaces para siempre; y que ellas surten y obtienen todos sus plenos e íntegros efectos; y que ellas dan fe ahora y siempre plenamente a quienes competa o competir pudiere; y que así se ha de juzgar y definir; y que será irrito y vacuo cuanto desde ahora alguien, con cualquier autoridad, consciente o ignorantemente, atentare hacer distinto acerca de esto. Dado en Roma, en San Pedro, bajo el anillo del Pescador, el día 7 del mes de Octubre, del año 1944, sexto de Nuestro Pontificado.- Por mandato especial del Santísimo.- Por el Señor Cardenal Secretario de Estado (firmado) DOMINGO SPADA, Canciller de los Breves Apostólicos”. La lectura de esta soberana y paternal concesión del Vicario de Cristo debe su estímulo para acrecentar en nosotros la devoción de la Excelsa Patrona  Nacional y reiterar nuestra fidelidad inquebrantable a la  Cátedra de San Pedro. La Santísima Virgen ha contraído, por decirlo así, un nuevo compromiso con Venezuela. ¡Muestra que eres  nuestra madre! podremos invocarla con exactitud y derecho propio. Pero al continuar depositando en la Augusta  Madre de Dios nuestra filial confianza, también nosotros debemos demostrar  que somos consecuentes con su celestial Patrocinio y cada uno de los venezolanos, cada hijo de esta tierra, puesta  para siempre bajo el manto de Nuestra Señora de Coromoto, debe exteriorizar en una renovación de fe  y en un mejoramiento de cristianas costumbres la gratitud y el amor a la que es la vida, dulzura y esperanza de Venezuela. 

      Por tanto,  y para juntar en un solo homenaje el debido agradecimiento a la Madre de Dios y el acatamiento a las intenciones expresadas por Su Santidad el Papa en la reciente encíclica “Auspicia Quaedam”, el 1º de mayo del año en curso, en la cual nos exhorta el Padre Santo a obligar con nuestras plegarias el corazón benigno y la segura intervención de María en pro de la Paz del mundo y de manera especial, de la paz de los Santos Lugares de Palestina, disponemos: que se dedique la última semana del presente Mes de Mayo a orar por dichas augustas intenciones; que, el último Domingo del mismo mes de Mayo se promueva una Comunión general de niños y niñas; que, el próximo lunes 31, se celebre con toda pompa y solemnidad en todos los templos parroquiales y filiales de la Arquidiócesis la ceremonia de la Coronación de la Santísima Virgen, como un anticipo de la canónica Coronación de la Sagrada Imagen de Nuestra Señora de Coromoto, que próximamente, pediremos a la Santa Sede; a tal efecto, y antes de dicha simbólica función, se expondrá el Santísimo Sacramento, se cantará el Te Deum; en acción de gracias a Dios por la incomparable merced que ha otorgado a nuestra Patria, al darle por Patrona y Protectora a la Excelsa Reina del Cielo; y se anunciará a los fieles con prolongado y solemne repique de campanas el Breve Pontificio de la confirmación canónica del Patronazgo Nacional de Nuestra Señora de Coromoto.

      Estas, Nuestras Letras,  se leerán en todos los templo de la Arquidiócesis el domingo siguiente después de recibidas, se registrarán y del cumplimiento de sus disposiciones finales se Nos dará puntual participación.

      Dadas, firmadas,  selladas y refrendadas en Nuestro Palacio Arzobispal de Caracas, a diecinueve de mayo de mil novecientos cuarenta y ocho.

 

      (L.S.) + Lucas Guillermo Castillo,

        Arzobispo de Caracas.

 

Pbro. Francisco A. Maldonado.

       Secretario[30].

 

      Como se puede observar, mediante el mencionado Breve   Maternam Beatae Mariae Virginis Tutelam, firmado por Monseñor Domingo Spada, se confirmaba la canónica declaración y proclamación de la Santísima Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de Coromoto,  como Patrona de Venezuela.

 

Dudas de Monseñor Navarro

      Aún después que el Episcopado Venezolano proclamara unánimemente a Nuestra Señora de Coromoto como Patrona Oficial de Venezuela, el Vicario de la Arquidiócesis de Caracas, Monseñor Nicolás Eugenio Navarro Ortega, no quedó muy convencido de la autenticidad de su Aparición, y aprovechando la visita de la Doctora María Teresa Bermejo de Capdevilla, quien se encontraba en Caracas realizando algunos trabajos de paleografía en los archivos de Venezuela, le pidió que hiciese un examen técnico y exhaustivo de la historia coromotana. Ella, después de compilar y estudiar la documentación existente sobre ese tema, realizó el estudio, y al entregárselo le expresó:   Hay más documentación que para Loreto, El Pilar, La Guadalupe, Lourdes y Fátima. Monseñor Navarro al leer el informe y ver que no tenía nada que objetar, exclamó  Esto es algo sumamente serio y desde ese momento cambió la medallita que siempre llevaba en el pecho con la Imagen de Nuestra Señora del Valle, por la de Nuestra Señora de Coromoto. Porque no tenía nada que objetar científica e históricamente[31].

 

Coronación Canónica y Pontificia,  título de Basílica:

      El 14 de mayo de 1949, Su Santidad el Papa Pío XII, a representación y solicitud del Excelentísimo e Ilustrísimo Monseñor Rafael Ignacio Arias Blanco, concedió los más altos favores espirituales al Santuario de Nuestra Señora de Coromoto de Guanare y al culto a la Santísima Virgen de esta advocación, permitiendo la Coronación Canónica y Pontificia de la imagen sagrada de Nuestra Señora de Coromoto. El documento fielmente traducido del latín dice así:

 

Secretaría de Estado

de su Santidad

Nº 202.304.

Del Vaticano, 14 de mayo de 1949

Al Excelentísimo y Reverendísimo Monseñor Doctor Pedro Pablo Tenreiro, Obispo Titular de Ortossia de Fenicia.

Roma.

 

Excelentísimo y Reverendísimo Señor:

Mediante carta suplicatoria hace poca recibida, el Excelentísimo Señor Rafael Ignacio Arias Blanco, Obispo  de San Cristóbal en Venezuela y Administrador Apostólico de la Diócesis de Barquisimeto, rogó encarecidamente al Augusto Pontífice se dignase distinguir con el título de Basílica  Menor la Iglesia Parroquial de Guanare, en donde piadosamente se venera la insigne Imagen de Nuestra Señora de Coromoto; y tuviese a bien conceder que la misma imagen fuese coronada en su nombre.

 

      Me apresuro a comunicar a Vuestra Excelencia, que se encuentra en la Curia,  y se digne llevar a conocimiento del Excelentísimo Señor Arias Blanco, que el Padre Santo se ha dignado conceder el título de Basílica  Menor a la nombrada Iglesia Parroquial y, además, la facultad de coronal en su nombre la Imagen de Nuestra Señora de Coromoto.

 

      Con relación al título de Basílica Menor, ya se ha comunicado el asunto a la Sagrada Congregación de Ritos, la cual procurará preparar el documento conducente.

 

      Mientras participo a V. E. Cuanto antecede, me es grato presentarle los sentimientos de mi consideración y declararme de V. E. muy adicto,

(firmado)

Juan Bautista Montini,

Sustituto

 

      Diez días más tarde, el 24 de  mayo de 1949, Su Santidad el Papa Pío XII, para complacer las peticiones de su rebaño, una vez cumplidos los requisitos pertinentes,  concede el título de Basílica Menor para el Santuario y templo parroquial de la Virgen en Guanare, donde se encuentra la sagrada efígie  de Nuestra Señora de Coromoto mediante el siguiente Breve Pontificio:

 

PÍO PAPA XII

 

PARA PERPÉTUA MEMORIA

      En medio de las máximas calamidades que nos afligen en este grave momento para la iglesia, en que hombres llenos de impiedad, con diabólica audacia y locura digna de lágrimas, se atreven a declarar la guerra contra el Señor y su Cristo, nos llena de suavísimo y peculiar consuelo el contemplar cómo todos los fieles del orbe católico honran con fervidísima devoción y obsequian con filial amor a la Santísima Madre de Dios, auxilio de los cristianos y consuelo de los que sufren.

      Entre esos fieles, complácenos recordar ahora a los Venerables Obispos, y a nuestros dilectos hijos los Sacerdotes, a  los dirigentes y todo el pueblo de la Nación Venezolana, cuya piedad hacia la Bienaventurada Virgen María bajo la popular advocación de Coromoto, ha crecido de tal suerte que en estos últimos años su Santuario y Templo Parroquial, situado en la región de Guanare, perteneciente a la antigua tribu de los Cospes[32], es meta de peregrinaciones cada vez más  numerosas, y los Obispos todos de la República de Venezuela, reunidos en Conferencia Quinquenal, tuvieron a bien declarar y elegir el día primero del mes de María de 1942, a la misma veneradísima Madre de Dios, Patrona principal de todo el país. Elección que Nos, por letras Apostólicas semejantes, dadas el 7 de octubre de 1944, con grande alegría de Nuestro ánimo, aprobamos y confirmamos. Sin embargo, no quedó contenta la devoción de los venezolanos a la virgen María, a tal punto que ahora el Venerable Hermano Rafael Arias Blanco, Obispo de San Cristóbal, en Venezuela, y Administrador Apostólico de la diócesis de Barquisimeto, presente en la Curia Romana, al exponer los antiguos y muy fervientes anhelos tanto de los demás Obispos como del clero y pueblo de toda la República, nos ha pedido instantemente que Nos dignásemos a elevar a la dignidad de Basílica Menor el templo parroquial de Guanare, en donde, famosa por sus milagros, se ha mostrado siempre la Imagen Santísima de la Virgen de Coromoto a la piedad de los fieles. Hemos determinado gustosamente acceder  a dichas peticiones, al referírsenos cómo muchos fieles, llenos de piedad y amor filial, impulsados por la fe, acuden en peregrinación asidua a impetrar la poderosísima protección de la Madre de Dios, venidos de todas las regiones del país a dicho templo o Santuario, digno de admiración por su arquitectura y amplitud, así como por sus obras de arte, su decoro y magnificencia. A fin, pues de que esta advocación mariana del amado pueblo venezolano alcance nuevo y mayor acrecimiento, de nuestra libre voluntad, tras la madura deliberación y con perfecto conocimiento, en uso de la plenitud de Nuestra Apostólica Potestad, a tenor de las presentes letras y a perpetuidad, distinguimos con el título de BASILICA MENOR la iglesia parroquial o Santuario de Guanare, situado en la jurisdicción de la Diócesis de Barquisimeto, en el que se venera la imagen de Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de la República de Venezuela, con todos los derechos y privilegios que a tal título competen.

Sin que obste nada en contra. Hemos determinado y decretamos que las presentes Letras sean y permanezcan firmes, válidas y eficaces y obtengan plenos e íntegros efectos, con obligación de someterse a ellas todos a quienes se refieren o puedan referirse al presente y para siempre; que como tales sean tenidas y definidas y que sea írrito y sin valor cuanto pudiere intentarse contra ellas, a sabiendas o ignorantemente, por cualquier autoridad.

Dado en Roma, en San Pedro, bajo el anillo del Pescador, el día 24 de mayo de 1949, año undécimo de Nuestro Pontificado.

Por especial mandato de Su Santidad.

Por el Señor Cardenal encargado de Negocios Públicos de la Iglesia.

L.S. (firmado).

GILDO BRUGNOLA,

 

 

Regente de la Oficina de los Diplomas Pontificios.

 Breves Apostólicos nº. 146. 1949[33]

 

 

Al día siguiente, la Sagrada Congregación de Ritos, concede a Venezuela el Oficio y la Misa en honor a nuestra Señora de Coromoto, en los términos siguientes:

 

Sagrada Congregación de Ritos:

San Cristóbal de Venezuela.

 

        A instancias del Excelentísimo Señor Rafael Arias, Obispo de San Cristóbal de Venezuela, la Sagrada Congregación de Ritos, en virtud de facultades otorgadas especialmente por el Santísimo Padre Pío XII, concedió benignamente que en la fiesta de Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de toda la República de Venezuela, el sábado siguiente al día 8 de septiembre con rito doble de primera clase y octava Misa como en el Propio de la Santísima Virgen de Guadalupe, exceptuando la Oración y las Lecciones del segundo Nocturno y al Introito de la Misa según se especifica en el folio que va adjunto. Concedió además que la solemnidad externa de la misma festividad se pueda celebrar el domingo siguiente con una sola misa solemne, o sea cantada y otra rezada; siempre que no ocurra doble de primera clase; y caso de que ocurriese doble de segunda clase se permite solamente una misa solemne o cantada. Deberán observarse las Rúbricas. El presente permiso es válido por diez años. Y sin que obste nada en contrario. Día 25 de mayo de 1949.

 

(Firmado)

 

Clemente Cardenal Micara

Prefecto

 

 

A. Carinci

Arzobispo de Seleucia

Secretario

 

 

La Virgen de Coromoto en Sevilla

Encontrándose el Hno. Nectario María en Sevilla, en el año 1949, la directiva de la Hermandad de La Macarena, que venera la imagen de Nuestra Señora de La Esperanza, de acuerdo con él, planeó y aprobó dedicar la mejor capilla del Santuario (a la derecha de la entrada) al Culto de Nuestra Señora de Coromoto. En ella se colocó un gran retablo esculpido en madera[34] que representa la Historia de Nuestra Señora de Coromoto y una estatua de La Virgen ofrecida por el Ilustrísimo Señor Arzobispo de Caracas.

Como Venezuela aceptó sufragar el valor de la Capilla, en Caracas se organizó una honorable Junta encargada de recibir las donaciones. Dicha Junta quedó integrada por las siguientes personas: Pbro. José V. Lozano, Sr. Dimas J. Porras, Fray Ángel Sáenz, Sra. Rosaura Mirales de Tagliaferro, Sra. Luisa Amelia de Acosta y Sra. Leticia de Osorio.

El arco Hispanoamericano fue pintado entre 1957-1959 por Luis Encina, y colocado en esos mismos años.

 

Estatua de Nuestra Señora de Coromoto en el sitio de la Aparición.

      El 2 de febrero de 1950, el Gobernador del Estado, don Rafael Pérez Arjona, inauguró en el sitio de la Aparición una estatua de metal que él había donado. Representa a  Nuestra Señora de Coromoto, colocada  sobre una base de piedra[35]. Al poco tiempo se levantó sobre esa imagen un significativo templete.

 

Proyecto para una Basílica Nacional

      Con motivo de estar próxima la fecha para la celebración del  Tricentenario de la Aparición, La Junta General Pro Tricentenario de la Aparición de Nuestra Señora de Coromoto y Pro Basílica Nacional de Guanare, en octubre de 1950[36], abre un concurso entre los Arquitectos e Ingenieros que desearan tomar parte en él, para elaborar el Proyecto del Santuario Nacional de Nuestra Señora de Coromoto, en que se estipulaba:

“Los planos deben comprender:

a) El Santuario, (no menor de 50 metros x 30).

b) Una grande explanada para Peregrinos.

c) Delante, envolviendo la explanada una amplia rambla de 16 metros de ancho, sobre columnas, ambas plantas para el desenvolvimiento de las peregrinaciones.

d) Altar Mayor (estudio especial para la colocación del Relicario mayor, en forma permanente y acceso de los fieles para la veneración de la Santa Reliquia).

e) Altares de las Vírgenes célebres en Venezuela.

      Los proyectos deben señalar el material de construcción, costo de la obra, condiciones de pago, etc.

      Se advierte que la obra debe de entregarse para la Coronación de la Virgen en su Tricentenario, 8 de septiembre de 1952.

      La obra, en estilo moderno, debe reunir las condiciones de arte e inspiración religiosa.

      La Junta General Pro Tricentenario y Pro Basílica Nacional de Guanare, advierte a los Señores concursantes, que se reserva todos los derechos sobre el proyecto aceptado para dar su ejecución, bien sea al autor o a quien juzgue más conveniente, previa la entrega de Bs. 7000 al autor, caso de no ser éste el contratista. Por el mero hecho de tomar parte en el concurso, los aspirantes declaran aceptar las condiciones aquí señaladas.

Este concurso se cierra el 20 de enero de 1951.

Nota.- La Directiva de la Junta General dará a los concursantes todas las indicaciones que deseen obtener.

Por la Junta

El Secretario General,

 

Dr. F. S.  Angulo Ariza[37]”.

 

      A las 4 p.m. del jueves 15 de marzo, se efectuó en un amplio salón del Palacio Arzobispal la entrega de los 9 proyectos concursantes a la Junta Calificadora de los mismos. La reunión estuvo presidida por Su Excelencia el Señor Nuncio Apostólico, Ilustrísimo Señor Armando Lombardi, el Ilustrísimo Señor Lucas Guillermo Castillo, Presidente del Jurado Calificador, junto a los señores Luis Eduardo Chataing, Ramón Valeri Pinaud, Luis Malaussena, Erasmo Calvani, etc.

      Después de exhibir los proyectos, y estudiar la parte religiosa, técnica y artística de cada diseño dentro de los límites de su ejecución, el jurado lo declaró desierto. Posteriormente, el Ministro de Obras Públicas, Luis Eduardo Chataing, le encomendó los planos al Doctor Erasmo Calvani, arquitecto de fama internacional, quien al recibir este encargo, puso manos a la obra y después de un largo estudio de todo lo relacionado con el arte barroco español, presentó un proyecto verdaderamente artístico. El General Marcos Evangelista Pérez Jiménez, patrocinó la obra, dando órdenes para la ejecución y pago de los planos. Lamentablemente, el proyecto fue suspendido por problemas económicos[38].

 

Nuevo Rector de la Basílica Nacional

Por disposición de la Autoridad Eclesiástica, desde el primero de abril de 1951 asumió el rectorado de la Basílica Nacional de Guanare, Monseñor José de Jesús Crespo.

     

Monumento de Nuestra Señora de Coromoto en la Iglesia de la Divina Pastora de Caracas[39]

      Por iniciativa del Reverendo Hermano Nectario María y de Monseñor Francisco Castillo Toro,  el 28 de mayo de 1951, Monseñor Francisco de Paula Castillo Toro inauguró el Monumento alegórico a Nuestra Señora de Coromoto, que representa el momento de la aparición de la Santísima Virgen al Cacique Coromoto y a su mujer el 8 de septiembre de 1652 y las estatuas colocadas en el jardín adyacente de la entrada Oeste de dicha iglesia y que representan los principales episodios de la maravillosa historia de Nuestra Señora de Coromoto. El acto fue presidido por una misa cantada que celebró el Señor Arzobispo Metropolitano. En la tarde se realizó una procesión y en la hora de la bendición se izó la Bandera Nacional. Acto seguido, se escuchó un persuasivo discurso del Hno. Nectario María, el gran Apóstol de la  Coromoto. La celebración se cerró con hermosos cantos.

      La obra fue hecha en piedra artificial por el escultor Eugenio Cano Pelle, con la colaboración de Miguel Moreno como maestro de obra y Julián Montiel Rojas en la decoración del mismo. La dirección, ejecución y disposición general de la obra fue asumida por el Doctor Francisco Ayala Duarte. El maestro de obras fue el señor Miguel Moreno, como decorador actuó el señor Julián Montiel Rojas y la  instalación del neo-gas fue el señor Pedro Cairo. Comprende las siguientes representaciones alegóricas:

1.- La Aparición de la Santísima Virgen al cacique de los Coromotos y a su mujer sobre las aguas de una corriente en la montaña. Este grupo consta de tres estatuas.

La representación natural de la montaña ha sido bien interpretada y felizmente reproducida la corriente de agua por medio de gran depósito que la alimenta por medio de una potente bomba de 4 pulgadas, todo tan bien disimulado que nadie sospecha siquiera su existencia.

2.- El grupo de La Aparición de la Santísima Virgen en la choza del cacique Coromoto en la noche del 8 de septiembre de 1652. Consta de cinco estatuas y del consabido bohío con su rústico ajuar aborigen.

3.- La fuga del cacique Coromoto, su mordedura por la víbora y su bautismo por el español; cuatro son las estatuas de este grupo y constituye el episodio mejor representado de toda la serie.

4.- Un cuadro doble con personajes en relieve que representa:

4.1.- El episodio del milagro de la virgen del Topo, y

4.2.- La inesperada llegada de los Coromotos, que fijan el propio sitio de la aparición que ya había marcado el portento acontecido en la venerable imagen del Topo.

      Este conjunto escultórico posee, además, un altar de piedra tallada dentro de la representación artificial de la montaña, que permite la celebración del Santo Sacrificio de la misa al aire libre. La realización de este altar fue sufragada por el distinguido Doctor Antonio Bertorelli Cisneros[40].

 

Conmemoración del Tricentenario

      Con el fin de preparar las fiestas jubilares de los trescientos años de la Aparición de la Virgen a los indios Coromotos el 8 de septiembre de 1952 y su Coronación, el Episcopado Nacional emitió desde Mérida, el 21 de octubre de 1951,  una Carta Pastoral colectiva[41], que expresa:

Los Arzobispos, Obispos, Vicarios y Prefectos Apostólicos al Venerable Clero Diocesano y Religioso y a todos los fieles de Venezuela salud y bendición en el Señor.

AMADISIMOS  HIJOS:

      Acontecimiento sobremanera grato al corazón de todos vuestros Pastores, nos ha reunido en la ciudad de Mérida para acompañar fraternalmente al Excelentísimo Señor Arzobispo de esta Arquidiócesis, en el vigésimo quinto aniversario de su Consagración Episcopal. De diversos puntos de Venezuela hemos venido animados por el sentimiento fraternal de solidaridad a celebrar en esta ciudad la fecha clásica de uno de nuestros más amados hermanos y preclaros Obispos de Nuestra Patria. Nos reunimos en la ciudad por autonomasia llamada de los Caballeros, en un ambiente de paz, que nos recuerdan las clásicas ciudades donde la cultura es ya una herencia de mayores.

Después de haber cumplido con esta fraternal obligación de acompañar a nuestro hermano en su jubileo, aprovechamos estos días para reunirnos en Conferencia Episcopal y tratar de los problemas que la Iglesia, confiada a nuestros desvelos y cuidados, confronta en los actuales momentos. Dentro de poco, por medio de otra Carta Pastoral, os informaremos de nuestras deliberaciones. Por ahora,  queremos hablaros de fecha ya próxima, que no podemos dejar de pasar inadvertida, porque reviste singular importancia en la historia religiosa de nuestra Patria. Se trata del Tricentenario de la Aparición de la Virgen de Coromoto.

      Importante hemos llamado tal fecha y los es por su significado religioso y por su significado Nacional. La Virgen de Coromoto es para la Nación Venezolana, símbolo de unidad religiosa; es para la religión, unidad de Fe, unidad de Creencia en la Madre del Divino Redentor.

      Pensando en ello, hacemos nuestras las hermosas palabras de San Cirilo de Alejandría, en el Concilio de Éfeso, palabras que de modo admirable sintetizan las enseñanzas teológicas a cerca de la Augusta  Madre de Dios.

      “Salve, oh María, Madre de Dios, Virgen y Madre, lucero y vaso de elección!

¡Salve, Virgen María, madre y sierva; Virgen en verdad, por Aquel que nació de tí Virgen, madre por virtud de Aquel que llevastes en pañales y nutristes con tus pechos; sierva, por Aquel que tomó de siervo la forma!.

      “¡Salve, María, templo donde mora Dios, templo santo, como le llama el profeta David, cuando dice: “Sanctum est templum tuum, mirabile, in aequitate”. ¡Salve María, criatura la más preciosa de la creación; salve, María, purísima paloma; salve, María, antorcha inextingible; salve, porque de tí nació el sol de Justicia! ¡Salve, María, morada de la inmensidad, que encerraste en tu seno al Dios inmenso, al Verbo unigénito, produciendo sin arado y sin semilla la espiga inmarcesible! ¡Salve, María, madre de Dios, aclamada por los Profetas, bendecida por los pastores, cuando con los Angeles cantaron el sublime himno de Belén: “Gloria in altissimis Deo et in terra pax nominibus bonae voluntatis”! Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad! ¡Salve, María, Madre de Dios, alegría de los Ángeles, júbilo de los Arcángeles que te glorifican en el Cielo! ¡Salve, María, Madre de Dios, por tí adoraron a Cristo los Magos guiados por la estrella de Oriente; salve, María, Madre de Dios, honor y prez de los Apóstoles! ¡Salve, María, Madre de Dios, por quien Juan el Bautista desde el seno de su madre saltó de gozo, adorando como lucero a la luz perenne! ¡Salve, María, Madre de Dios, que trajisteis al mundo gracia inefable, de la cual dice San Pablo: Apparuit gratia Dei salutaris omnibus hominibus. Apareció la gracia saludable de Dios, a todos los hombres. María, Madre de Dios, que hiciste brillar en el mundo al que es luz verdadera, a Nuestro Señor Jesucristo, al que dice en su Evangelio: Ego sum lux mundi: Yo soy la luz del mundo. Dios te salve, Madre de Dios, que alumbraste a cuantos estaban en tinieblas y sombras de muerte; “porque el pueblo sentado en las tinieblas vio una luz grande”; aquella luz que no es otra sino Nuestro Señor Jesucristo, luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. Salve, María, Madre de Dios, Madre del que los Evangelios proclaman bendito: benedictus qui venit in nomine Domini ¡Bendito sea el que viene en nombre del Señor!.

      Siendo pues, amadísimos hijos, la Virgen Santísima Madre de Cristo conforme al valioso testimonio que acabáis de oír en la palabra vibrante del Santo que podemos llamar el más valioso expositor de la doctrina de la Maternidad Divina y encomendado por el mismo Señor el honrar a esa Madre, en aquellas sublimes palabras que le dijo a San Juan: He aquí a tu Madre, no tenemos por qué poner en tela de juicio ni aminorar la devoción que el pueblo venezolano viene profesando, cada día más intensamente a la Santísima Virgen en su advocación de Coromoto. La Virgen de Coromoto es una de las tantas manifestaciones con que la Madre Celestial  ha querido honrar a los pueblos entre los cuales misericordiosamente se encuentra Venezuela. Francia la hija primogénita de la Iglesia y cerebro del mundo, tiene también su Lourdes, a donde acuden de todas partes numerosas e imponentes romerías para venerar a la Virgen en su milagrosa gruta de Masabielle. España, la Madre que nos legara sangre, religión y lengua, tiene su Virgen del Pilar, venerada, desde los primeros siglos de la Era Cristiana.

      No es de extrañar, que la Santísima Virgen, una vez llegada los Cielos por su Asunción gloriosa, quisiera también perpetuar entre los hombre su misión de Madre, misión que recibiera, como un solemne testamento, de su Divino Hijo,  en la cumbre del Calvario.

      En nuestra América Latina, florecen las advocaciones de la Virgen; pero refiriéndonos a nuestra Patria especialmente, debemos dar gracias a Dios porque aquí ha nacido una que ha logrado apoderarse del corazón del pueblo venezolano.

      En consideración a ello, los Obispos nos dirigimos a la Santa Sede para conseguir que fuera declarada Nacional la Virgen de Coromoto, solicitud que benignamente se dignó conceder a perpetuidad el Romano Pontífice. Tenemos nuestro Lourdes, tenemos nuestro Monserrat, tenemos nuestro Guanare en que se venera la Patrona Nacional, el símbolo de la unidad religiosa del Pueblo Venezolano.

      Todo sacrificio tiene altar, oferente, objeto de sacrificio y pueblo que lo ofrece. En el Calvario está el altar que es la Cruz; está el oferente que es el mismo Jesucristo, Sacerdote y Víctima al mismo tiempo, y está el pueblo, representado no por el que allí maldice al Sacrificio sino por María que ofrece al Eterno Padre, en unión de su Divino Hijo, la sangre derramada en el Calvario: que ofrece su cuerpo: el mismo Crucificado en el Calvario; que ofrece su vida; la misma vida que se extingue humanamente en el Calvario. No olvidemos jamás, amadísimos hijos, esta trascendencia que tiene la devoción a la Santísima Virgen en el Cristianismo; no es cosa superficial; es fundamental en su estructura; es inseparable María del fundamento Cristiano. Un Cristo sin María, no es el Cristo que viaja a Egipto para ser escondido por su Madre de las atrocidades herodianas; un Cristo sin María no es el Cristo que en  medio de los Doctores recibe la manifestación de dolor de la Virgen por haberse quedado en el Templo y no haberla seguido; no es el Cristo de las Bodas  de Caná, que hace su primer milagro; no es el Cristo del Camino del Calvario donde la encuentra ella, y no es por fin el Cristo que a su presencia expira en la Cruz; ni es el Cristo resucitado que desde las alturas celestes envía sobre el Cenáculo donde se encuentra María con los Apóstoles, al Espíritu Santo para consolidación de la Iglesia y de sus grandes misterios.

      Bien sabéis, amadísimos hijos, como en el curso del año piadosas romerías se dirigen desde los más diversos punto de Venezuela hacia el Santuario de Guanare, para presentar sus cordiales ofrendas de amor y devoción a la Santísima Virgen de Coromoto. Frutos de bendiciones son estas romerías, mediante las cuales nuestro pueblo hace pública manifestación de su fe, a la vez que se purifica con la recepción de los sacramentos de Penitencia y Eucaristía.

      No tenemos palabras con que alabar a Dios, por estas grandes manifestaciones de las que nosotros mismos hemos sido testigos y por las bendiciones con que la Santísima Virgen corresponde a estos amorosos testimonios del pueblo venezolano.

      Fruto de bendición es también la multiplicación por todos los sitios de la imágenes de la Santísima Virgen de Coromoto. Raro será el hogar venezolano donde no haya una imagen suya presidiendo la entrada o el altar familiar; incontables son los compatriotas que llevan ostensiblemente su medalla; y aún en los vehículos de tránsito nos encontramos con esa amable efigie porque el Venezolano de hoy a caído en la cuenta de que la Virgen de Coromoto es su defensora, su amparo y su protección.

      Si por algún tiempo esta devoción a la Virgen de Coromoto no logró una amplia difusión ello es fácilmente explicable por las perturbaciones políticas y sociales que viene sufriendo nuestro país, por la falta de vías de comunicación, por toda esa serie de acontecimientos que fijan la historia de nuestra Patria, pero sin embargo podemos hacer constar que los pueblos de nuestras llanuras, a través de estos tres siglos, han sido los solícitos y fieles mantenedores de la fe y de las venerables tradiciones que han dado fundamento a su culto. Se ha llegado la hora de que esa devoción alcance la plenitud de su difusión entre nuestros fieles.

      A insinuación de nuestro Venerable Hermano el Obispo de Barquisimeto, en cuya Diócesis se realizaran las grandes manifestaciones marianas del Tricentenario y Coronación de Nuestra Señora de Coromoto por medio de las presentes letras os damos las pautas que han de seguirse, a fin de obtener frutos de espiritual provecho con motivo de este histórico acontecimiento.

      PRIMERO: Declaramos Año Jubilar Coromotano el próximo de 1952, durante el cual, celebramos el tercer centenario de la Aparición.

      SEGUNDO: En nuestra respectivas Diócesis decretaremos particularmente los actos de preparación para la digna celebración de la fecha centenaria.

      TERCERO: Celébrese un Congreso Mariano Nacional, en la ciudad de Barquisimeto, del 8 al 11 de Septiembre de 1952, el cual a ser posible será precedido por congresillos marianos en las parroquias y capitales de nuestras Diócesis.

      CUARTO: Aprobamos la Cofradía Nacional de Nuestra Señora de Coromoto, según el proyecto y reglamento que nos sometió nuestro Venerable Hermano, el Obispo de Barquisimeto, los cuales se encuentran a continuación de la presente Pastoral y bendecimos dicha Cofradía.

      QUINTO: Autorizamos con carácter de exclusividad a la Junta Central Pro-Tricentenario de Coromoto para hacer colectas en cada una de nuestras Diócesis, destinadas a los festejos centenarios y a la construcción de la nueva Basílica Nacional de Guanare. Esta autorización es válida sólo por el año de 1952.

      SEXTO: Pasado el año jubilar a que se refiere el número uno, la recolección de fondos con destino a la construcción de la Basílica aludida sólo podrá ser efectuada por la Cofradía Nacional de Nuestra Señora de Coromoto, que acabamos de aprobar.

      SEPTIMO:  Hágase en  todos nuestros Institutos de enseñanza una conveniente propaganda en favor del próximo centenario coromotano, lo cual encomendamos especialmente a la (AVEC.) Asociación Venezolana de Educadores Católicos.

      OCTAVO: Antes de que sea solemnemente coronada en su Basílica de Guanare, la milagrosa imagen de Nuestra Señora de Coromoto, recorrerá en el interior de la Nación, según itinerario que se fijará oportunamente; después de la Coronación, la santa imagen visitará la Diócesis de Barquisimeto y la Capital de la República, acto este último con el cual concluirán los homenajes centenarios, regresando nuevamente a su Basílica.

      Para concluir, debemos, amadísimos hijos, indicaros que vuestra devoción a la Santísima Virgen no debe limitarse a actos externos y pomposos; es necesario que ella vaya en vuestros corazones, se apodere de la Sociedad, sea la guía para la renovación cristiana de Venezuela; renovación en los hogares, que han de ser santificados con la Doctrina del Dios Hijo de Nuestra Señora de Coromoto; renovación en las escuelas, en las que se ha de enseñar a Cristo, para que ese Cristo sea conocido también como la Santísima Virgen de Coromoto su Madre y su Cooperadora más eficaz en la redención  de la humanidad; renovación en la Sociedad a fin de que en las costumbres públicas impere siempre la ley de Cristo y Venezuela merezca en espíritu y en verdad el glorioso calificativo de cristiana.

      No basta que digamos que somos devotos de la Virgen, sino es necesario que nuestra actitud ante la vida, sea como una actuación perenne de esa misma devoción. “Stabat Mater Dolorosa juxta crucem lacrimosa”. Estaba la Virgen Dolorosa junto a la cruz de Cristo. Y esa es la verdadera devoción de la Virgen; estar junto a Cristo con nuestra actitud de Cristianos; en la vida privada, en la vida del hogar, y en la vida de Sociedad.

      Al concluir esta carta, os impartimos amorosamente nuestra pastoral bendición.

      La Presente Carta Pastoral será leída y explicada en todas las iglesias y capillas públicas y semipúblicas de Venezuela, en varios días festivos.

      Dada, firmada y sellada en el Palacio Arzobispal de Mérida, a los veintiún días del mes de Octubre de mil novecientos cincuenta y uno.

 

+ Acacio Chacón                              + Mons. Juan José Bernal

Arzobispo de Mérida                        Obispo de Guayana

 

+ Lucas Guillermo Castillo                       + Crisanto Mata Cova

Arzobispo de Caracas                              Obispo de Cumaná

 

+ Marcos Sergio Godoy                    + Antonio Ignacio Camargo

Obispo del Zulia                              Obispo Coadjutor de Calabozo

 

+ Gregorio Adam                             + Fray Constantino Gómez Villar

Obispo deValencia                           Vic. Apost del Caroní.

 

+ Rafael Arias Blanco                             + Fray Angel G.  Turrado M.

Obispo de San Cristóbal                  Vic. Apost. de Machiques

 

+ Francisco José Iturriza                  + Segundo García

Obispo de Coro                                Prefecto Apostólico del Alto Orinoco

 

+ Dr. Críspulo Benítez Fontúrvel              + José Rincón Bonilla

Obispo de Barquisimeto                   Obispo Auxiliar del Zulia[42]

 

 

NOS. LUCAS GUILLERMO CASTILLO,

Por la gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica, Arzobispo de Caracas

 

CONSIDERANDO

      Que el  Episcopado Venezolano, en su Conferencia en la ciudad de Mérida, ha decretado año jubilar de Nuestra Señora de Coromoto el próximo de 1952.

CONSIDERANDO

      Que es voluntad del Episcopado Venezolano que ese año se empiece un templo digno a la Celestial Patrona de Venezuela, en Guanare, donde únicamente está su sagrado relicario;

 

CONSIDERANDO

      Que es privativo del Ordinario, a tenor del canon 1.503[43] y 622[44], el autorizar colectas y limosnas y revocar las ya autorizadas;

DECRETAMOS

      1.- Todas las colectas que desde la fecha de la publicación de este decreto hasta el final de 1952, se hagan para Nuestra Señora de Coromoto, serán exclusivamente para LA BASÍLICA DE GUANARE, a cuya construcción excitamos a todos Nuestros Diocesanos a contribuir;

      2.- Prohibimos en Nuestra Arquidiócesis toda otra colecta hecha para cualquier otro fin, a nombre de Nuestra Señora de Coromoto;

      3.- Prohibimos toda petición de limosnas para templos, construcciones, etc., de la Virgen de Coromoto hechas por la radio o por la prensa, y cualquier otro medio que salga de los ámbitos de los templos. Estos medios solamente podrán ser utilizados por este año jubilar por la Junta General Pro-Tricentenario de Nuestra Señora de Coromoto.

      4.- Sin embargo, podrán recogerse ofertas para el culto de las fiestas que durante este año se hagan en honor de Nuestra Celestial Patrona.

      5.- Las obras que estén en construcción en honor de Nuestra Señora de Coromoto podrán pedir ofertas dentro de su Iglesia o casa.

      Dadas, firmadas,  selladas y refrendadas en Nuestro Palacio Arzobispal de Caracas  a los tres días del mes de diciembre de mil novecientos cincuenta y uno.

 

                                              + Lucas Guillermo Castillo 

Arzobispo de Caracas

 

Por mandato de Su Excelencia Reverendísima

Luis Henríquez

Secretario[45]

 

 

      Como se puede observar en las disposiciones del Episcopado Nacional, se establece, entre los actos programados para festejar ese magno acontecimiento, realizar la llamada Jira Coromotana, para que la sagrada reliquia de Nuestra Señora de Coromoto recorriera las principales ciudades de Venezuela, antes y después de su Coronación Canónica.

 

11 de septiembre: Día de Regocijo Nacional

      El Gobierno Nacional mediante Resolución del Ministerio de Relaciones Interiores, aparecida en la Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, correspondiente al día 29 de agosto de 1952, declara Día de Regocijo el 11 de septiembre y ordena sea enarbolada la Bandera Nacional en todos los edificios públicos y casas particulares. En dicha Resolución se estipulaba:

      Por cuanto ha sido escogido por las Autoridades Eclesiásticas el 11 de septiembre del corriente año, para la Coronación Canónica en la Ciudad de Guanare de la Virgen de Coromoto, Patrona de la República por el Cardenal Legado de Su Santidad, dispones la Junta de Gobierno de los Estados Unidos de Venezuela, que el referido día sea de regocijo en todo el país, y que para la mayor solemnidad de los actos programados con motivo del Tricentenario de la Aparición de la venerada Imagen, se enarbole en todos los edificios públicos y casas particulares de 8 a.m. a 6 p.m.

 

Jira Coromotana

      Cumpliendo con la mencionada  disposición, desde el 19 de abril de 1952 hasta el 28 de junio siguiente se hizo la primera parte del recorrido. La primera en disfrutar los espirituales beneficios de esta Mariana Romería fue la ciudad de Calabozo[46], Sede Episcopal de la Diócesis del mismo nombre. Una vez realizada esta visita, la Virgen siguió su recorrido en el siguiente orden[47]:  Diócesis de Guayana[48], Vicariato del Caroní[49], Vicariato del Alto Orinoco[50], Diócesis de Cumaná y Margarita[51], Diócesis de Coro[52], Diócesis de Maracaibo[53], Vicariato de Machiques[54], Arzobispado de Mérida[55], y Diócesis de San Cristóbal[56]. La Línea Aeropostal Venezolana, representada por su insigne Director, el señor Antonio Arráez, proporcionó el nuevo avión que permitió que nuestra amadísima Patrona visitara gran parte del territorio Venezolano.

 

Hospedajes para Peregrinos

       Con el fin de auxiliar a los numerosos peregrinos que asistirían a la conmemoración del Tricentenario, la Junta Pro Tricentenario de la Aparición de Nuestra Señora de Coromoto y Pro Basílica Nacional de Guanare, resolvió la construcción del hotel Betania[57] y la de la Casa destinada a las Hermanas que debían atenderlo, cuya edificación  iniciara el Reverendo Padre Félix García.

      El 31 de enero de 1952, fue solemnemente bendecido el hotel Betania. El acto contó con la asistencia del Señor Gobernador del Estado, Doctor Colmenares Pacheco y su distinguida esposa, el Secretario General y un numeroso público que plenó los pasillos de la planta baja del edificio. Después de la Bendición por Monseñor Julio César Pineda, el Reverendo Hermano Nectario María dirigió unas breves palabras. La terminación de la obra fue realizada por la firma de Manuel Dagá y Cía. Este edificio constaba de tres plantas con más de cien cuartos, y tenía cabida para unos cuatrocientos peregrinos, aproximadamente. Casi todos los cuartos tenían baño independiente; además, en cada piso había un baño general. En el patio central, existía un tanque de agua de 50.000 litros del cual se bombeaba agua constantemente a los pisos superiores. Esta obra fue iniciada por el padre Félix García y terminada gracias al infatigable esfuerzo del Hno. Nectario María, quien no cejó hasta ver concluida la obra.

      Igualmente, se mejoró la Hospedería de San José y se construyeron unos albergues provisionales para recibir a los peregrinos.

 

Celebración del III Centenario de la Aparición de Nuestra Señora de Coromoto, con la Coronación Canónica de la Virgen

      Con fecha 30 de julio de 1952, el Papa Pío XII emitió el siguiente Breve Pontificio:

Carta Apostólica de Su Santidad PÍO XII al Excelentísimo Cardenal Manuel Arteaga y Betancourt, nombrándolo Legado a latere para la Coronación Canónica de la Virgen de Coromoto.

Traducción: A nuestro dilecto hijo, Manuel, del título de San Lorenzo in Lucina, de la Santa Iglesia Romana Presbítero Cardenal Arteaga y Betancourt, Arzobispo de San Cristóbal de La Habana,

 

PÍO PP: XII

Salud y apostólica bendición.

 

Dentro de los límites de la diócesis de Barquisimeto, en la República de Venezuela, existe el celebérrimo Santuario de la Santísima Virgen María de Coromoto, que está situado en un lugar llamado Guanare de Los Cospes. Pues bien hace diez años que los Obispos de Venezuela, reunidos en la Junta Quinquenal, para aumentar la devoción del pueblo a la Madre de Dios e incrementar su religiosidad mediante piadoso y saludable acuerdo, determinaron elegir y declarar a la misma Virgen María de Coromoto como principal Patrona de toda La Nación; habiendo Nos aprobado y confirmado esa elección en ánimo benevolente, por Letras Apostólicas del día VII del mes de octubre del año 1944. Además, hace tres años, accediendo a los ardientísimos deseos de los Obispos de Venezuela y de sus fieles, condecoramos con el título y dignidad de Basílica Menor el Santuario de Guanare, en el cual se venera con tanta piedad la prodigiosa imagen de Nuestra Señora de Coromoto, y al cual acuden en piadosas peregrinaciones tantos fieles que vienen de todas partes de la República. Ahora bien, al cumplirse el tercer siglo de la aparición de la Virgen María, según refiere la tradición, en el mismo lugar donde más tarde fue edificado el templo de Guanare, atendiendo benignamente las preces del mismo Episcopado de Venezuela, determinamos coronar por medio de un Legado Nuestro aquella insigne imagen, con toda solemnidad, en el próximo mes de septiembre. A este propósito, te elegimos a ti amado hijo, que constituido en la dignidad arzobispal brillas con el esplendor de la púrpura romana, y te declaramos Nuestro Legado a Latere, para que en el Santuario de Guanare impongas la sagrada corona, como con Nuestras propias manos, a la venerable imagen de Nuestra Señora de Coromoto. Asimismo, te otorgamos la facultad necesaria para que el día asignado, habiendo celebrado Misa Pontifical bendigas en Nuestro nombre y con Nuestra autoridad a todos los fieles presentes, concediéndoles la indulgencia plenaria según  las condiciones establecidas por la Iglesia. De igual manera, te encomendamos hablar en Nuestro nombre a todos los que se congreguen en ocasión de las fiestas que se van a celebrar, encareciéndoles que, mediante una ferviente devoción a la Santísima Virgen de Guanare, unida al ejercicio de las virtudes cristiana, se hagan y se manifiesten cada día más dignos de gozar su patrocinio. Mientras tanto, en prenda de los dones celestiales, y en señal de Nuestra peculiar caridad, te impartimos a ti, amado hijo, y al Obispo, clero y pueblo de la diócesis de Barquisimeto, la Bendición Apostólica, con el mayor amor en el Señor.

Dado en Roma, ante San Pedro, el día XXX del mes de julio, del año MDCCCCLII (1952), el décimo cuarto de Nuestro Pontificado.

PÍO PP.XII.

 

Como se puede observar, en él, delegó en nombre y representación al Excelentísimo Cardenal Manuel  Arteaga y Betancourt[58], Arzobispo de San Cristóbal de La Habana, para que realizara la solemne Coronación Canónica de la Venerable Reliquia que guarda la sagrada y milagrosa imagen de Nuestra Señora de Coromoto, así como reconocerla como  Patrona.

      En el mismo Breve, su Santidad le recuerda al Cardenal que   al hablar en su nombre, el día de la Coronación, le recuerde a los fieles que unidos a una ferviente devoción a la Virgen de Coromoto y unidos al ejercicio de las virtudes cristianas se hagan y se manifiesten cada día más dignos de gozar su Patrocinio[59].

      Cumpliendo con su mandato, en la noche del 11 de septiembre de ese mismo año, se inició esta imponente celebración que llenó de gozo los corazones de todos los presentes. A las 7 de la noche comenzó la grandiosa procesión de antorchas, seguida de la  carroza de la Virgen desde la Basílica hasta el campo de la Coronación. En esta ceremonia la reliquia fue conducida por el Cardenal Legado. Una hora después, las autoridades eclesiásticas presentes efectuaron la Bendición del Monumento, y a las 9,30 p.m. comenzó la gran Misa Pontifical de la Coronación, oficiada por el Cardenal Arteaga con asistencia de los demás Altos dignatarios de la iglesia, autoridades civiles, militares y un gran número de fieles. El Excelentísimo Señor Doctor Gregorio Adam, Obispo de  Valencia, pronunció una brillante oración sagrada que contaba las glorias de Nuestra Señora de Coromoto. A las 11,15 de la noche, el Cardenal Legado efectuó la solemne Coronación de la Virgen, bendiciendo la Corona que puso a la reliquia de la Patrona de Venezuela. Fue un acto grandioso que llenó de gozo con vítores y  aplausos a todos los presentes y  produjo entre ellos un júbilo inenarrable. Mientras tanto, el Cardenal permanecía arrodillado frente a la Virgen recitando los preces litúrgicos propios de estos casos. Luego se dirigió a los fieles allí congregados, y después de su peroración, tomó la Corona y la dirigió al público presente. A las 11,30 p.m. Su Santidad el Papa Pío XII, desde su Palacio de Castel Gandolfo, dirigió una  Alocución al pueblo venezolano -el mismo que conoció, durante su visita a nuestra tierra, hace años, cuando aún era el Cardenal Pacelli-. Millares de personas en Guanare y en toda Venezuela escucharon las cálidas palabras del Vicario de Cristo, pronunciadas en cadena por todas las emisoras del país, las cuales expresaban:   Venerables hermanos y amados hijos, católicos venezolanos, que en la linda Guanare asistís conmovidos a la solemne coronación de vuestra Excelsa Patrona, Nuestra Señora de Coromoto.

      Si siempre fue un espectáculo altamente atrayente y conmovedor el ver a una Madre circundada por el amor y la devoción de sus hijos, cuánto más lo será cuando, como en las circunstancias presentes, se trata de todo un gran pueblo que, no contento con saberse desde hace diez años bajo el poderoso patrocinio de su Madre del Cielo, anhela ahora exteriorizarle su acendrada piedad y su auténtica sumisión colocándole en las sienes una preciosa corona y aclamándola como a su Reina Natural y Señora.

      ¡Y es que éste pueblo ha comprendido lo que significa la Virgen Santísima en la historia de las naciones!

      Imposible sería ni pergeñar siquiera, prescindiendo de su dulcísimo nombre, la de vuestro inmenso continente, cuya ruta encontró con gesto audaz la ruda proa de una nao que se llamaba precisamente Santa María  y en un día consagrado a la Virgen del Pilar; cuyo primer nombre, en la piadosa e ingenua lengua de sus descubridores fue archipiélago del mar de Nuestra Señora, y cuyas playas hollaron por primera vez aquellos esforzados campeones que, bajo el hierro de las armas, escondían su corazón tiernísimo, amante de su Madre Celestial, como lo fue vuestro Alonso de Hojeda, el hombre que llevaba siempre consigo una imagen de la Reina de los Ángeles y que iba dejando su recuerdo -al incorporarlos al mundo- en las denominaciones de pueblos y ciudades, de las cimas de las montañas y de los puertos de vuestra nación eminentemente mariana.

Porque ésta es, efectivamente, venezolanos queridísimos, una de vuestras más fúlgidas glorias. Canten unos la belleza de vuestras gigantescas cimas, de donde se despeñan abundantes y caudalosos ríos que, atravesando ora las interminables llanuras de suaves y sabrosos pastos, ora las tupidas florestas, ricas en toda clase de maderas preciosas, van a desembocar en las feraces tierras del próspero litoral o a mezclar sus aguas con las del imponente Orinoco; celebren todos la suavidad perenne de vuestro cielo, lo templado de su clima o la buena y amable condición de vuestra gente; pondérese justamente la riqueza que el Señor ha escondido en vuestro suelo o el alto ingenio de vuestro hijos, que tan ilustres nombres -un Mariano de Talavera, un Andrés Bello- han dado a la iglesia y a la cultura de toda la América hispánica; para Nos, especialmente en estos momentos, Venezuela será siempre la tierra de la Virgen, y al recorrerla con la imaginación, lo que nos vendrá al recuerdo será la Maracaibo de Nuestra Señora de la Chinquinquirá; más al sur, la Táriba de Nuestra Señora de la Consolación, hacia el centro, la Valencia de la Virgen del Socorro; todavía más allá, Nueva Barcelona con su Virgen del Totumo, y como capital, Caracas con su santuario de la Merced, de Altagracia y de la Soledad, para citar solamente los primeros que se nos vienen a las mientes. Y todavía si del continente quisiéramos saltar a las islas que nos saldrían a esperar, en la Isla Margarita, las torres del templo de Nuestra Señora del Valle.

      Pero hay un rincón escogido al borde de los llanos y a la sombra de la impotente Sierra de Mérida, que la Madre de Dios prefirió entre todos. Estamos en los primeros capítulos de la colonización, segunda mitad del siglo XVI, Juan Fernández de León -una recia personalidad donde una vez más se hermanan las ansias expansivas y apostólicas de España y Portugal- funda la  Ciudad del Espíritu Santo del Valle de San Juan de Guanaguanare. El Evangelio parece que penetra con buenos auspicios en nuevos e inmensos territorios; pero hay un alma rebelde, y es precisamente la que más interesa conquistar. Es ahora la mitad del siglo XVII cuando, para acabar de vencer todos los obstáculos, florece el prodigio. Sobre las aguas tranquilas que corren hacia el fondo de la quebrada -según narra la tradición- una hermosa Señora invita repetidamente a la sumisión y al Bautismo. Y cuando, tras la rebeldía estalla la violencia, entre las manos airadas del que no quería rendirse a la gracia queda esa imagen -vencedora, al fin- de Aquella que sabe siempre ganar para gloria suya y provecho nuestro.

El resto de la historia, hasta llegar al gran Santuario Nacional de principios del siglo pasado y hasta ese precioso relicario de hoy, lo sabéis perfectamente, aprendido acaso en el regazo de quien os dio la vida y conservado entre los más amables recuerdos de una infancia lejana, cuando apenas érais capaces de retener más que la idea central, la misma que esa preciosa joya simboliza: una Venezuela idólatra transformada en un país cristiano por la intervención maternal de María Santísima, cosa que, como muy bien ha dicho vuestro Episcopado, es gloria que enaltece y anima vuestra piedad  y prenda maternal, amor que empeña la gratitud nacional.

      ¡Aclamadla, sí, aclamadla, amadísimos venezolanos, como medio principal de que la divina Providencia se valió para llevaros en beneficio inestimable de la fe! Pero quienes ya la poseéis, los que os decís hijos de una nación católica, corred ante su trono de amor y de gracia, pidiéndole que os la conserve y os la consolide, libre de las influencias malsanas que buscan ponerla en peligro. Pedidle que la Iglesia, fundada por su Divino Hijo para salvación de vuestras almas, pueda hacer llegar a todas partes el beneficio inestimable de la educación cristiana sin trabas de ninguna clase; que la familia, célula fundamental de toda sociedad, se salve de la carcoma que la corroe, manteniendo intacta su santidad y unidad; que la caridad de Cristo triunfe en las relaciones sociales, haciendo llegar a todos los beneficios del justo progreso y del razonable bienestar; que no arraiguen jamás en el pródigo terruño venezolano doctrinas extrañas, especialmente aquellas que ofenden a Ella y a su precioso Hijo, negándoles las más excelsas de sus prerrogativas, y que, reconociendo todos su verdadera maternidad, todos se sientan hermanos en Jesucristo, hijos de un mismo Padre que está en los cielos, que pueden y quieren vivir en paz para dar al mundo, agitado por el odio y la violencia, el ejemplo de una nación que sabe gozar de los beneficios de la fraternidad cristiana.

      ¡Hazlo así Tú, Madre amorosísima de Coromoto, Reina del pueblo venezolano, que te dignaste honrar con tu presencia, salvaguardia invencible de su fe! Y escúchalos cuando te cantan:

      No permitas que sucumba; Nuestra Patria en la tormenta; la fe de nuestros mayores; en sus ámbitos renueva.

      Con estos sentimientos y estos deseos, encomendándolos a vuestra Madre y Reina os bendecimos, amados hijos: A nuestro dignísimo Legado, a nuestros hermanos en el Episcopado, a todo el pueblo venezolano y a cuantos, de una manera o de otra, oyen nuestra voz, que quiere ser siempre pregonera de nuestro amor de padre y testimonio de nuestra devoción filial a la Augusta Reina de los cielos. 

      Mediante esta  alocución, el sello del augusto  representante de Cristo sobre la tierra el Papa, Pío XII, vino a autenticar  tan acertada proclamación.

      El proyecto y ejecución del Monumento de la Coronación fue efectuado por el escultor español Antonio Rodríguez del Villar. La realización de este trabajo requirió diez meses completos de ardua e ininterrumpida labor y en él se quiso plasmar en la piedra y en el mármol la portentosa historia de la Augusta Madre  de Dios, Patrona Excelsa de Venezuela, Nuestra Señora de Coromoto.

      Este monumento comprende cuatro cuerpos. En el primero, se encaja un altar de 7 metros de ancho, donde se celebró la misa pontifical.  En el frente del segundo cuerpo, está la reproducción del cuadro de la Virgen del Topo que se venera en la Catedral de Bogotá, por ser Ella la que indicó el sitio exacto de la aparición de Nuestra Señora de Coromoto. A la derecha, se destacan las figuras en relieve de las personas que acompañaban a la Virgen del Topo, cuando de efectuó el milagro, en marzo de 1668. Los personajes están hechos de tamaño heroico, en actitud de piadosa oración, con el Santo Rosario en la mano. A la izquierda, se detallan las efigies de los indios Coromotos saliendo del sitio donde se plantó la Cruz, cuando tuvo lugar el portentoso milagro de la Virgen del Topo. En el frente del tercer cuerpo, luce el cacique de los indios Coromotos, mostrando la fiereza aborigen con toda su acerba y desconsiderada actuación. A su lado sobresalen su cuñada Isabel, el sobrino y su mujer. Seguidamente en el otro cuerpo, se alza la representación de la Santísima Virgen con más de 4 metros de alto; que con su sonrisa maternal contempla a la raza aborigen y a todo el pueblo Venezolano, que implora su amparo y protección, y derrama sobre la Patria que allí sintetiza el Escudo Nacional, la efusión de sus espirituales bendiciones.

      En ambos lados y en un plano superior, aparecen dos ángeles en mística actitud, atentos a los deseos de la Patrona de Venezuela. Culmina este importante monumento con el sacro emblema de la Cruz, símbolo augusto de nuestra Redención.

 

Continuación de la Jira Coromotana.

      La segunda parte de la  Jira  Coromotana se efectuó después de la coronación y del Congreso Mariano. Comenzó el 13 de septiembre y terminó el 22 de noviembre, día de su apoteósico regreso a la ciudad de Guanare; después de haber recorrido las Diócesis de Barquisimeto, Trujillo, San Felipe,  Valencia, y las islas de Aruba, Curazao y Bonaire. Gracias a esta  Jira, se logró elevar a Guanare a sede Episcopal, y se fundó el Seminario Diocesano y el Palacio Episcopal.

      Después de la famosa  Jira que realizó la sagrada reliquia de la Santísima Virgen de Coromoto por toda Venezuela, se inculpó al Hermano   Nectario María de ser el causante de la rasgadura que presentaba la imagen en medio del pecho de la Virgen y la cabeza del niño. Pero, en honor a la más estricta verdad, la razón de la ruptura la encontramos en la declaración escrita, que sobre la Imagen Original de Nuestra Señora de Coromoto de Guanare, presentó bajo juramento el Ilustrísimo Monseñor Félix Ignacio Quintana, el 27 de octubre de 1953, ante el Presbítero Fernando Falcón Hurtado, Canciller del Obispado de Barquisimeto y los Presbíteros Notarios de la Curia Diocesana José Clemente Montesdeoca y Enrique Díaz Ruiz[60]. En dicho informe, el mencionado Monseñor afirma en el parágrafo 5º: De mis investigaciones privadas pude deducir que, durante algún tiempo, la Custodia de la Virgen estuvo bastante descuidada en Guanare, hasta tal punto que el sacristán de la Iglesia solía sacar la imagen de su camarín o sagrario y sentarse con élla en el altosano del templo, en donde la mostraba a la gente. El nombre propio de este sacristán es José Amaro. Más adelante, expresa: Así mismo  pude investigar cómo sucedió el deterioro, del cual vengo hablando, y el cual fue ocasionado así: unas damas devotas estaban viendo, con una lupa, la imagen de la Virgen y para ello habían sacado el pequeño relicario de la Custodia donde se guardaba. Por descuido o por nerviosismo, dejaron caer la lupa sobre el pequeño relicario y se rompió el cristal que le servía de tapa. Acudieron, entonces, a ponerle otro cristal y trajeron de la casa de la señorita Heraclia Rodríguez Fontanil, uno que era de un antiguo guardapelo. Como la reliquia se encontraba adherida al vidrio roto, quizás por la acción del tiempo, sufrió la rasgadura o deterioro observada después.   Y luego, concluye: Sostengo que el deterioro que hoy se observa en  la reliquia de la Santísima Virgen de Coromoto, no ha sido  producido por la gira que la Sagrada Imagen hiciera con motivo del Tricentenario  de su Aparición, sino que ya había sido observado con muchísimos años de antigüedad”.

      Según  puede apreciarse, el documento es explícito y revela, sin la menor duda, que el Apóstol de Nuestra Señora de Coromoto en Venezuela, el Hermano Nectario María, no tuvo nada que ver con esas falsas imputaciones que le hicieron.

 

Creación de la Diócesis  de Guanare

      Como fruto de la solemne coronación de Nuestra Señora de Coromoto, el 11 de septiembre de 1952, y de su triunfal “Jira” por toda Venezuela, por Reforma Parcial de la  ley de División Territorial Eclesiástica, sancionada el 31 de marzo de 1954[61] se segregó el territorio del Estado Portuguesa de la Diócesis de Barquisimeto, con el fin de crear la Diócesis de Guanare[62] por encontrarse en dicha ciudad la venerada reliquia de Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de Venezuela. Posteriormente, el 7 de junio de 1954, Su Santidad el Papa Pío XII la instituyó canónicamente, y el 23 de octubre procedió a designar a Monseñor Pedro Pablo Tenreiro Francia como su primer Obispo, quien era, desde el 30 de agosto de 1939, Obispo Titular de Ortosia de Fenicia. Al dejar de ser Obispo de Guanare, en 1964, construyó en Caracas una bellísima Iglesia y un asilo de huérfanos dedicados a la Virgen de Coromoto, situada  al comienzo de la avenida Boyacá, a nivel de la entrada de la Urbanización Simón Rodríguez; sus restos fueron sepultados con gran honor, en la ermita que él construyó.

      Desde el fallecimiento de Monseñor Tenreiro, han regido la Diócesis de Guanare: Monseñor Víctor José Pineda, Vicario General, Administrador Apostólico (sede vacante), desde 1965 hasta 1966; Monseñor Eduardo Herrera Riera[63], segundo Obispo, desde 1967 a 1970; Reverendo Padre Amalio Horillo, Vicario Capitular. 1970; Monseñor Ángel Adolfo Polachini Rodríguez[64], tercer Obispo, desde 1971 a 1994; Monseñor Alejandro Figueroa Medina[65] cuarto Obispo desde el 16 de abril de 1994, que llegó como Administrador Apostólico y al año siguiente tomó posesión de la Diócesis. Después de su muerte acaecida el   30 de septiembre de 2000, fue nombrado el 20 de marzo de 2001 para sucederle como quinto Obispo a monseñor José Sotero Valero Ruíz.

 

Construcción del Palacio Episcopal

      A fines de 1953, de común acuerdo, los miembros de la Junta Pro-Tricentenaria de la Aparición de Nuestra Señora de Coromoto, resolvieron la construcción del Palacio Episcopal. Para que la obra fuese mejor atendida en su ejecución, se formó una Junta Pro Basílica Nacional de Guanare, la cual quedó formada por el Doctor Octavio Guédez Angulo como Presidente, el Doctor Francisco Méndez y el Hermano Nectario María. Igualmente se constituyó una Junta de Damas, compuesta por la Doctora Alicia Guédez Angulo, Ester Lucila Fajardo y Mercedes Gómez Galeno.

      El 24 de julio de 1954 es una fecha clave en los anales patrios, pues ese día se realizó la bendición del grandioso Palacio Episcopal de la ciudad de Guanare[66]. El acto lo realizó el Señor Obispo de Barquisimeto, Monseñor Críspulo Benítez Fontúrvel, acompañado de los sacerdotes de este nueva Diócesis, el Doctor Luis Felipe Urbaneja, en su carácter de Ministro de Justicia, quien asistió en representación del Señor Presidente de la  República; también estaban el Doctor Pedro Blanco Gásperi, Gobernador del Estado Portuguesa, el Doctor F. S. Angulo Ariza, Presidente de la Alta Corte Federal y otros ilustres guanareños residentes en Caracas que llegaron al efecto. Una vez terminado el acto, los presentes se trasladaron al salón de recepciones de este nuevo edificio con el fin de asistir al acto literario que se iba a realizar. Durante el acto, tomó la palabra el Doctor Octavio Guédez Angulo, quien era el  Presidente de la Junta Pro Construcción del mencionado Palacio, e hizo un breve recuento de los esfuerzos ejecutados para el logro de su construcción; después intervino el Hno. Nectario María, incansable propulsor de esta magna obra. A continuación, el Doctor Pedro Blanco Gásperi pronunció una emocionadas palabras ponderando el significado de esta construcción en el desarrollo religioso de Guanare. Por último, el Señor Obispo de Barquisimeto expresó su júbilo por haberse logrado la realización de este anhelo durante su gestión. Antes de concluir, el Señor Obispo entregó  unas placas de bronce con letras de oro para premiar el mérito de las personas que más se distinguieron en la realización de esta obra. Entre ellos estaban el Doctor Julián Sequera Cardot, Gobernador de esta Entidad, el señor Andrés Guedez, Tesorero de la Junta antes nombrada, y el Señor Juan Brunet, su esforzado constructor, por el empeño con que la realizó[67].

 

La “Jira” de 1956

      En octubre de 1956, se realizó otra Jira triunfal a través de los Estados Aragua, Carabobo, Cojedes, Miranda, Portuguesa,  y el Distrito Federal. Siendo ésta una de las manifestaciones más grandiosas en los anales religiosos y patriótico de Venezuela.

 

Celebración de las Bodas de Plata

      Para  conmemorar las bodas de plata de este Patronazgo Nacional, en 1969 se  realizó una grandiosa manifestación en la Plaza de la Coronación, con una misa concelebrada por todos los Obispos y el Señor Nuncio de Su Santidad, la presencia del Presidente de la República, varios Ministros y altos miembros del poder legislativo. 

 

La Plaza Hermano Nectario María

      Con motivo de cumplirse el 3 de noviembre de 1971 los trescientos ochenta años de la fundación de Guanare, el Presidente de la República, Doctor Rafael Antonio Caldera Rodríguez,  inauguró la plaza Hermano Nectario María, que luce junto a su estatua una hermosa fuente luminosa, jardines y un amplio teatro al aire libre.

      Esta escultura fue fundida  en bronce por Eduardo Capa en Madrid. Es un  acertado estudio que refleja en su rostro el  sugestivo mundo interior del personaje efigiado. En sus manos ostenta el libro que escribió sobre La Maravillosa Historia

de Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de Venezuela, gracias a la iniciativa del Hno. Nectario. Se encuentra sobre un pedestal de tronco piramidal, y lo representa de pie, con sotana negra suelta y el cuello blanco, característico de la Congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Mide 1,60 mts. de alto, y fue  realizada del natural por el escultor sevillano Juan Abascal Fuentes[68].

      Al frente de su pedestal lleva la siguiente inscripción: Hno. Nectario María. Homenaje del Ejecutivo del Estado en los 350 años de la fundación de Guanare. 3-11-1971.

 

Empieza la construcción del templo

      Con este finalidad y  bajo el patrocinio de la Congregación de las Siervas del Santísimo, la Madre Guadalupe, la Madre Elizabeth, Monseñor Alfonso de Jesús Alfonzo Vaz, Monseñor Angel Polachini, Obispo de Guanare, y otras personalidades,  se constituyó el  18 de febrero de 1976, la Asociación Civil, sin fines de lucro, Venezuela a la Virgen de Coromoto para la promoción de la piedad  y devoción a la Virgen de Coromoto, y la consecución de fondos para la edificación del Templo Votivo Nacional.  

      En ocasión de cumplirse los 325 años de la Aparición de la Virgen y las Bodas de Plata de su Coronación, el Episcopado Venezolano con fecha 4 de agosto de 1976, emitió un mensaje que recordaba: “...la presencia de Nuestra Señora de Coromoto en la Historia de Venezuela constituye una invitación del cielo a vivir la fe de Jesucristo, el Señor[69]”. Igualmente, los Obispos comunican que han sido informados de la constitución de la Asociación Civil Venezuela a la Virgen de Coromoto[70].

      El proyecto de la construcción del Santuario para honrar a la Santísima Madre, fue encomendado al competente arquitecto Erasmo Calvani, quien después  de vencer los múltiples problemas que ocasionó lo arenoso del terreno, logró construir sus bases  con una columna de 18 metros de profundidad. El templo se cimentó sobre un área  de  3.500  metros cuadrados, en audaz estilo de líneas modernas para que fuese al mismo tiempo una joya de la arquitectura moderna. El Santuario como tal mide unos 2.800 m2,  sin contar el Coro alto, que tiene 360 m2, y la cripta, 674 m2. En él han participado numerosos artistas plásticos, arquitectos e ingenieros venezolanos.

Localización

      Se llega a una gran plaza que precede al Santuario, donde se divisan dos torres de 65 y 78 metros de altura respectivamente. A una altura de 32 metros está colocado un mirador metálico, de donde se puede observar la inmensa llanura que le rodea y al cual se sube por ascensores o por escaleras.

      Por una gran escalinata de 3.5 metros se llega al atrio, donde se encuentra la entrada principal de 22 metros de extensión y donde se puede observar un bajo relieve de Luis Guevara Moreno, que simboliza la Aparición de la Virgen a los indios Coromotos.

      Cuando se entra al recinto por la puerta principal, se observa en la parte superior el coro, terminado en metal y vidrio; se halla sustentado en las paredes y tiene una capacidad para 200 personas.

      Las paredes del Templo describen una alineación con muchos quiebres en ángulos de 30º, 60º, y 90º, y alturas que van desde los 16 hasta los 35 metros, simetría que aporta la rigidez necesaria para soportar el techo.

      La nave central ocupa un área de 4.000. metros2; se encuentra libre de columnas de sustentación y da la impresión de grandeza.  Tiene una malla espacial (tridilosa) con una cubierta en paneles de fibra de vidrio de forma piramidal, constituido por tetraedros de 30 cm. de altura. En su interior hay un aislante térmico (lana mineral). Las paredes carecen de ventanas, salvo en ciertos puntos donde aparecen unas ranuras de 80 cm. de ancho a todo lo largo del muro, generando la ventilación e iluminación natural del edificio.

      El Altar Mayor  es el sitio de las grandes celebraciones. Está diseñado en forma de bohío y se encuentra en el lugar exacto que ocupaba la choza del cacique a quien se le apareció la Virgen. En ese lugar se encontrará de manera sobresaliente la reliquia de Nuestra Señora de Coromoto. Está cubierto por el Cimborrio, mejor llamado técnicamente como Doble Hiperboloide Elíptico, que está apoyado sobre una gran pilastra. En la parte interna, se forma el Corazón de Jesús. Al subir la mirada por dentro del paraboloide, se ve una elipse inclinada la cual, vista desde afuera, pareciera ser  la forma de un barco; en su conjunto, figura simbólicamente la antigua mitra papal. En su centro, existe un vitral en forma de una cruz de 110 metros2 que simboliza  en su interior  la Trinidad: la mano que es el Padre, el Corazón y el triángulo que son el Hijo y el Espíritu Santo y doce palomas en ascenso que simbolizan el encuentro de la tierra con el cielo.

      Igualmente, posee dos capillas laterales.

      El piso está ejecutado en mármol y granito rojo de Guayana que representa un cáliz lleno de espigas.

      El vitral que adorna la pared del altar lateral es la figura de San Juan Bautista; lleva motivos de agua intensamente azul, flores, peces y un gran estanque con agua que estará en continuo movimiento, rodeada de una viva vegetación, dando la sensación del agua del bautismo, que fue el mensaje específico que la Virgen dio al cacique.

      El lateral izquierdo tiene un área penitencial, con confesionarios dispuestos sobre estrados y un área de espera para la preparación de la recepción del Sacramento. Está adornado con vitrales de color morado y azules del perdón y la reconciliación.

      La espalda del Altar Mayor se denomina Girola. En ella se encuentran unos hermosos  vitrales formado por veinte paños triangulares que representan las diversas facetas de  la historia de la Virgen de Coromoto. Fue realizado por el artista venezolano Guillermo Márquez, quien utilizó una técnica mixta con bajos y altos relieves.

      En el techo, dando vuelta al Templo, se encuentra un largo vitral de 330 metros cuadrados que hiciera el artista Ángel Atienza; representa con unas espigas el símbolo del pan de la primera comunión, éste hecho con colores claros y profusión de amarillos y blancos.

      El edificio tiene capacidad para 1.100 personas en su interior, pero para las fechas puntuales del culto, las celebraciones litúrgicas tendrán como escenario la explanada frente al Santuario, con una capacidad de hasta 300 mil personas. 

      Ubicado a 20 Km. de Guanare, el Santuario no sólo será el centro de peregrinaciones y devoción católica a nivel nacional, por ser el Templo de la Patrona de Venezuela y el próximo depositario de la reliquia de la Aparición. Tal y como está concebido, será además, el núcleo de un ambicioso proyecto para dinamizar la religiosidad y la economía de esta zona del Estado Portuguesa. 

 

Decreto del Episcopado Venezolano

En virtud de que el 11 de septiembre de1977 se conmemoraban los  325 años de la Aparición de Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de Venezuela y el 25 aniversario de la Coronación Canónica de la Sagrada Imagen, la Conferencia Episcopal, en su reunión ordinaria Nº 26 que se efectuó en Caracas del 7 al 13 de julio de 1976,  decidió decretar a 1977  como Año Jubilar Coromotano e igualmente decretó como Templo Votivo Nacional al Santuario que se estaba construyendo en el sitio de la Aparición, y asimismo se encargó a Monseñor José Alí Lebrún la elaboración del respectivo Decreto[71].

 

Aprobación de la Misa y Liturgia de las horas en honor de Nuestra Señora de Coromoto

      El 28 de agosto de 1976, Jacobus R. Card. Knox, Prefecto de la Congregación Pro Sacramento y Culto Divino, de Roma, aprobó y confirmó el texto de la misa y liturgia de las horas en honor de Nuestra Señora de Coromoto[72].

 

Mensaje del Episcopado Venezolano

      De acuerdo con lo convenido en la Conferencia Episcopal, en su reunión ordinaria Nº 26, el 4 de agosto de 1976, el Episcopado Venezolano emitió el siguiente Mensaje:

      “A los sacerdotes y a los fieles de la República al conmemorar el año jubilar de los 325 años de la aparición de Nuestra Señora de Coromoto, y las Bodas de Plata de la coronación canónica de su sagrada imagen

      El 8 de septiembre de 1652 Nuestra Señora se apareció al Cacique de los Cospes y dejó entre sus manos una piadosa miniatura de la misma Virgen Santísima, que atrae de generación en generación  con el encanto de su materno amor el corazón de los Venezolanos.

      En la noche del 11 de septiembre de 1652, el Eminentísimo Señor Cardenal Legado Manuel Arteaga y Betancourt, Arzobispo de La Habana, en nombre de la autoridad del Romano Pontífice en la ciudad de Guanare, realizaba la coronación canónica de la Patrona de Venezuela. Con ese homenaje quería la nación entera proclamar su filial amor y perseverante devoción a la que es su Reina, Señora y Madre.

      El año jubilar de tan memorables fechas comienza el próximo 8 de septiembre; de la primera se cumplen 325 años; de la segunda 25. Interpretando el justo sentir de toda la Patria, queremos los Arzobispos y Obispos de Venezuela elevar nuestra acción de gracias y expresar nuestra sentida gratitud a la Madre de Dios y Madre Nuestra. que nos mostró su especial predilección al visitar en hora bendita nuestro suelo.

      La presencia de Nuestra Señora de Coromoto en la Historia de Venezuela constituye una invitación del cielo a vivir la fe de Jesucristo, el Señor. És la irresistible palabra, llena de cariño y de bondad de la Madre, que señala a sus hijos la ruta que les conducirá al verdadero progreso y al definitivo éxito. Siendo consecuentes con el ideal  que Ella nos propuso, esforcémonos todos por hacer realidad la súplica que diariamente brota de nuestros labios: “Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de Venezuela renovad la fe en toda la extensión de nuestra Patria”. Que a impulso de esa fe, florezcan nuestras familias con vocaciones sacerdotales y religiosas que lleven a todos los campos la presencia redentora de Jesucristo, Divino fundador de la Iglesia. Pidámosle con Su Santidad Pío XII en su alocución del 11 de septiembre de 1952 al finalizar el rito de la coronación: “Que la iglesia pueda hacer llegar a todas partes el beneficio inestimable de la educación cristiana, sin trabas de ninguna clase; que la familia, célula fundamental de toda sociedad, se salve de la carcoma que la corroe, manteniendo intacta su santidad y unidad; que la caridad de Cristo triunfe en las relaciones sociales, haciendo llegar a todos, los beneficios del justo progreso y del razonable bienestar; que no arraiguen jamás en el pródigo terruño venezolano doctrinas extrañas, especialmente aquellas que ofenden a la Santísima Virgen y a su precioso Hijo, negándoles las más excelsas de sus prerrogativas y que reconociendo todos su verdadera maternidad, se sientan hermanos en Jesucristo, hijos de un mismo Padre que está en los cielos, que pueden y quieren vivir en paz para dar al mundo, agitado por el odio y la violencia, el ejemplo de una nación que sabe gozar de los beneficios de la fraternidad cristiana”.

      Deseamos vivamente que en este año jubilar sean más frecuentes las peregrinaciones de todas la regiones de la Patria al Santuario de Guanare. Estamos seguros que ellas contribuirán a robustecer la fe y la práctica cristiana en nuestra nación. Hemos sido debidamente informados de la fundación de la Asociación Civil “Venezuela a la Virgen de Coromoto” que se propone realizar el laudable propósito de erigir un templo votivo nacional en el sitio de la Aparición de Nuestra Señora de Coromoto. Con el mayor gusto aprobamos y alentamos este felicísimo proyecto y bendecimos  a sus generosos cooperadores y promotores, entre los que sobresale la Congregación venezolana las Siervas del Santísimo, pues en ello vemos una demostración de la gratitud de Venezuela a la Reina del cielo por la visita con que se dignó enaltecerla.

      En nuestra Arquidiócesis y Diócesis organizaremos el respectivo programa para que estas conmemoraciones en honor y obsequio de la Virgen Santísima de Coromoto, Patrona nacional dejen abundantes frutos de vida cristiana y contribuyan a afianzar en nuestro pueblo las virtudes que nos vino a enseñar con su vida y su evangelio el Hijo de Dios.

      Implorando las gracias del cielo os bendecimos con el mayor afecto.

      Caracas, 4 de agosto de 1976.

En representación de todo el Episcopado Nacional:

Críspulo Benítez Fonúrvel,

Arzobispo de Barquisimeto y

Presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana”.

 

 

 

Presentación de la Maqueta del Santuario

      Ante una gran concurrencia, el 26 de julio de 1977, el Arquitecto del Santuario, Doctor Erasmo Calvani presenta al público la hermosa maqueta del nuevo templo.

 

Imposición del Collar Orden del Libertador

      Con motivo de cumplirse el 3 de noviembre de 1978 los 387 años de la Fundación de Guanare, el Presidente de la República, Señor Carlos Andrés Pérez le impuso en la Basílica de Guanare, el Gran Collar de la Orden del Libertador a la imagen de Nuestra Señora de Coromoto, por ser la más alta representación de la fe de los venezolanos.

 

Juan Pablo II y la Coromoto

      A las once y veinte de la mañana, del domingo  27 de enero de  1985, se ofició en los terrenos de Montalbán  una misa pontificia en honor de la Virgen Patrona de Venezuela. Durante la ceremonia, el Santo Padre besó su imagen  y después oró ante Ella, pregonando estas palabras: ...Virgen Santa de Coromoto, ilumina los destinos de Venezuela; guía esta noble nación por los caminos de la paz y del progreso cristiano; ayuda a todos tus hijos, para que de la mano con Cristo Nuestro Señor y Hermano, caminen hacia el Padre Común en la unidad del Espíritu Santo. Amén[73]. Después de pronunciar su homilía,  el Papa Juan Pablo II realizó la coronación canónica de la imagen de  la Virgen de Nuestra Señora de Coromoto, que será venerada en la nueva Basílica de Guanare, mientras  un coro de 1.500 voces cantaban un himno sacro  y cientos de palomas blancas cruzaban el cielo.

 

Informe sobre el estado de conservación de  la reliquia

      A mediados del mes de septiembre de 1987, el Obispo de Guanare contrata los servicios de un restaurador, especialista en papel del Vaticano, quien envía a su mejor experto,  el señor  Tiburzo Piero;  el  29 de ese mismo mes y año, presenta el siguiente informe:

      “I.- La Sagrada Imagen se encuentra en un relicario ovalado, de metal, que mide 41 x 33 mm.. formado por dos partes, base y corniza. La corniza y la base no son perfectamente llanas, en la corniza hay cuatro ganchos soldados sobre la base, estas soldaduras están muy oxidadas, el gancho superior de la derecha y el de la izquierda no son muy fuertes pero sí son resistentes, mientras que el gancho inferior, es débil; la corniza tiene adornos de color verde y vino tinto, y algunos de éstos son incoloros.

II.- La Sagrada Imagen detrás del vidrio de protección presenta una mancha de color marrón, con algunos tonos más oscuros, casi vino tinto de 15 mm. de largo y 7 mm. de ancho, que baja hacia el lado derecho, casi hacia la mitad de la Sagrada Imagen; en la parte superior de la mancha, se nota una oxidación que podría ser causada  por el vidrio de protección; esta mancha esconde la cara de la Virgen y una mancha negra que esconde por completo al Niño Jesús que tiene sobre sus piernas la Virgen; sobre el lado izquierdo de la Sagrada Imagen, se aprecia una pequeña abrasión, que al observarla con un lente, se da uno cuenta que es de papel, pintada a mano típica del año 1500 ó 1600.

III.- También se notan manchitas negras y pequeños rastros de colores. En el delicado examen sea a simple vista o con lámpara de rayos ultravioletas se determina que:

III. 1.- Que la oxidación de los ganchos que cierran al Relicario de la Sagrada Imagen se debe al contacto de ácidos, así como: el sudor de las manos, soldadura no apta, y humedad.

III. 2.- La mancha que presenta la Sagrada Imagen podría ser producto de una pulitura o limpieza errada hecha al relicario, con un exceso de líquido que penetró interiormente, o también, como información recibida y por pequeños rastros la Imagen tenía una coloración, pasándola del sitio donde estaba a otro más caluroso, por ejemplo, donde había sol, esto y la humedad, que había absorbido anteriormente, por residuos de polvo y tinta, sobre la Sagrada Imagen, mientras que el color blanco del Niño Jesús, se ha convertido en color negro por la oxidación, el color blanco y el color negro formado por el óxido de plata y óxido de plomo con la humedad de los ácidos del papel y de la tinta forman la reacción química que cambia el color y determina la corrosión del papel.

La mancha superior podría tratarse de un hongo que se forma sobre el papel cuando éste se encuentra por largo tiempo en sitio húmedo.

Para decidir a proceder a una restauración conservativa o a una eventual limpieza de la Sagrada Imagen se debería abrir el relicario, pero sería un riesgo ya que la Sagrada Imagen está pegada al vidrio, y da la impresión de que la mancha negra con el Niño Jesús, es casi seguro, que se ha convertido en polvo”.

 

Templo Votivo Nuestra Señora de la Coromoto: Sitio de Patrimonio Histórico Cultural.

      Días antes de finalizar su mandato, el 31 de enero de 1989, el Presidente Jaime Lusinchi declaró Sitio de Patrimonio Histórico Cultural Templo Votivo Nuestra Señora de la Coromoto, a una extensión de terreno sobre la cual está construido el Templo, y a su área circundante, ubicada en la jurisdicción del Distrito Guanare del Estado Portuguesa.

        En este mencionado decreto se estipulaba: Que en uso de las atribuciones que le confiere el artículo 190, Ordinales 10º y 22º de la Constitución Nacional  y de conformidad con lo dispuesto en los artículos 16, numeral 4 y 17 de la Ley Orgánica para la Ordenación del Territorio, en Consejo de Ministros. Considerando que es necesaria la preservación del Templo Votivo Nacional Nuestra Señora de la Coromoto y su área circundante, toda vez que su importancia histórica, cultural y religiosa compromete el interés nacional y colectivo y propiciará una masiva afluencia turística al sector, razón por la cual se hace necesario regular el uso de su área de influencia en forma tal que el mismo sea compatible con los objetivos del  Templo. Decreta:

Artículo 1º: Sitio de Patrimonio Histórico Cultural Templo Votivo Nuestra Señora de la Coromoto”, a una extensión de terreno sobre la cual está construido el Templo, así como, su área circundante, ubicada en la jurisdicción del Distrito Guanare del Estado Portuguesa, delimitada por una poligonal cerrada definida por accidentes físico-naturales y puntos expresados por coordenadas U.T.M. (Universal Transversa de Mercator), Huso 19, Datum La Canoa los cuales se especifican a continuación:

Partiendo del punto P-1, situado en la intersección de la carretera Boconoíto-Sipororo-Tucupido-Guanare con el río Tucupido, de coordenadas N=991.800m, E= 407.650 m, se continúan por la margen derecha de dicha carretera hasta su intersección con el río Guanare, punto P-2 de coordenadas N=999.850 m; E= 410.500 m, siguiendo aguas abajo por la margen derecha del río Guanare, hasta su confluencia con el río Tucupido, punto P-3 de coordenadas N= 985.150 m, E= 420.150; continuando aguas arriba por este último río por su margen izquierda hasta su intersección con la carretera Boconoíto- Sipororo- Tucupido- Guanare, en el punto P-1, ya descrito.

Artículo 2º: El Ejecutivo Nacional por órgano del Ministerio de Relaciones Interiores, procederá a demarcar los linderos definidos en el artículo anterior, dentro de un plazo de dos (2) años, a partir de la publicación del presente Decreto.

Artículo 3º: El ministerio de Relaciones Interiores junto con los Ministerios del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables y del Desarrollo Urbano, elaborarán el correspondiente plan de ordenación del territorio conformado por el área definida en el artículo 1º, en el cual establecerán lineamientos, directrices y políticas para su administración, así como el correspondiente Reglamento de Uso.

Artículo 4º: Los ministros de Relaciones Interiores, y de los Recursos Naturales Renovables y del Desarrollo Urbano, quedan encargados de la ejecución del presente Decreto.

Dado en Caracas, a los treintiún días del mes de enero de mil novecientos ochenta y nueve. Año 178º de la Independencia y 129º de la Federación...[74]”.

 

Invitación al Papa

      Con motivo de celebrarse en Roma, el 7 de mayo de 1995, la beatificación  de Laura Evangelista Alvarado Cardozo, Madre María de San José,  el Presidente de la República, Doctor Rafael Antonio Caldera Rodríguez, viajó a Roma y aprovechó  esta oportunidad para  invitar  al Santo Padre a la  inauguración del Santuario  Nacional;  seguía  así, fielmente la petición de la Madre de Dios de honrar el sitio de su Aparición el 8 de septiembre de 1652, bajo la advocación que ella misma eligió.

 

Visita del Presidente de la República de Venezuela

      El jueves, 7 de diciembre del mismo año, el Señor Presidente de la República Doctor Rafael Antonio Caldera Rodríguez, realizó una visita de Inspección a las obras del Santuario de Nuestra Señora de Coromoto, en las cercanías de la ciudad de Guanare.

 

De Templo Votivo  a Santuario

      El domingo 7 de enero de 1996, Su Excelencia Monseñor Oriano Quillici, Arzobispo Titular de Tabla y Nuncio Apostólico en Venezuela asciende a la categoría de Santuario, el monumental Templo Votivo de Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de Venezuela. En esta celebración el Señor Nuncio estuvo acompañado por el Episcopado Venezolano y las más altas autoridades del país.

      En ese mismo acto, Monseñor Alfonso de Jesús Alfonzo Vaz en representación de la Asociación Civil Venezuela a la Virgen de Coromoto, hizo entrega del Santuario a la Diócesis de Guanare y ésta a su vez lo remitió a la Conferencia Episcopal.

 

Venida del Santo Padre

      El 9 de  febrero de 1996, el Papa Juan Pablo II distingue a Venezuela con su presencia, con el fin de inaugurar el Santuario Nacional, en Guanare, Estado Portuguesa;  y así, honrar las dilectas tierras de su Aparición,  que Ella misma escogiera para manifestaciones de clemencia y misericordia, como sede de sus bondades y de su material protección, sentando en ellas su trono de amor y  bendición. De acuerdo con el Episcopado venezolano. Durante la ceremonia, el Santo Padre pronunció una emotiva homilía en la que expresó la inmensa alegría que le concedía la Divina Providencia, al poder inaugurar el Santuario Nacional de la Virgen de Coromoto, cuya imagen coroné en su anterior viaje, encomendándole los hijos e hijas de este noble país, los cuales le tributan una gran devoción, gracias al amor y devoción de tantos hombres y mujeres que la han propagado y entre los cuales destacaba particularmente a un religioso de las Escuelas Cristianas: el Hermano Nectario María. Para celebrar tan importante visita la Presidencia de la República ordenó hacer una nueva edición de lujo de la obra Virgen de Coromoto. Patrona de Venezuela, con un apéndice de actualización  del documento que prueba el hecho histórico de la Aparición de Nuestra Señora de Coromoto. Tanto la investigación como la transcripción paleográfica del documento, fue hecha por David  R. Chacón Rodríguez.

Igualmente, en esta obra se reproduce por primera vez la imagen original de la reliquia de Nuestra Señora de Coromoto.

 

Cronograma de la visita de la reliquia de la Virgen de Coromoto a cada circunscripción eclesiástica, desde el 13 de octubre de 2002 al 28 de septiembre de 2003 (Se recibe un día domingo y se entrega un domingo)

 

 

 

Fecha de la Visita de la Mariofanía de la Virgen de Coromoto

Arzobispo/Obispo

Responsable

 

 

Arquidiócesis/Diócesis

1

13 de octubre al 19 de octubre

Excmo. Mons. William Enrique Delgado Silva

Obispo de El Vigía-San Carlos del Zulia

2

20 de octubre al 26 de octubre

Excmo. Mons. Baltazar Enrique Porras Cardozo

Arzobispo de Mérida y

Presidente de la C.E.V.

3

27 de octubre al 2 de noviembre

Excmo. Mons. Vicente Hernández Peña

Obispo de Trujillo

4

3 de noviembre al 9 de noviembre

Excmo. Mons.  Eduardo

Herrera Riera

Obispo de Carora

5

10 de noviembre al 16 de noviembre

Excmo. Mons. Tulio Manuel

Chirivella Varela

Arzobispo de Barquisimeto

6

17 de noviembre al 23 de noviembre

Excmo. Mons. Nelson Martínez R.

Obispo de San Felipe

7

24 de noviembre al 30 de

Excmo. Mons. Ramón Antonio Linares Sandoval

Obispo de Puerto Cabello

8

1 de diciembre al 7 de diciembre

Excmo. Mons. Roberto Antonio Lückert León

Arzobispo  de Coro

9

8 de diciembre al 14 de diciembre de 2002

Excmo. Mons. Juan María Leonardi Villasmil

Obispo de Punto Fijo

10

15 de diciembre al 18 de enero de 2003

Excmo. Mons. José Sótero Valero R.

Obispo de Guanare

11

19 de enero al 25 de enero  de 2003

Excmo. Mons. Freddy Fuenmayor Suárez

Obispo de Cabimas

12

26 de enero al 1 de febrero de 2003

Excmo. Mons. Ubaldo Santana Sequera

Arzobispo Maracaibo y 1er. Vicepresidente de la CEV

13

2 de febrero al 8 de febrero de 2003

Excmo. Mons. Ramiro Díaz Sánchez

Obispo de Machiques

14

9 de febrero al 15 de febrero de 2003

Excmo. Mons. Tomás Jesús Zárraga Colmenares

Obispo de San Carlos-Cojedes

15

16 de febrero al 22 de febrero de 2003

Excmo. Mons. Jorge Urosa Savino

Arzobispo de Valencia y 2do. Vicepresidente de la CEV

16

23 de febrero al 1 de marzo de 2003

Excmo. Mons. Reinaldo del Prette L.

Obispo de Maracay

17

2 de marzo al 8 de marzo de 2003

Excmo. Mons.

Obispo de Valle La Pascua

18

9 de marzo al 15 de marzo de 2003

Excmo. Mons. Antonio López Castillo

Arzobispo de Calabozo

19

16 de marzo al 22 de marzo de 2003

Excmo. Mons. Víctor Manuel Pérez Rojas

Obispo de San Fernando de Apure

20

23 de marzo al 29 de marzo de 2003

Excmo. Mons. Ramón Ovidio Pérez Morales

 

Arzobispo-Obispo de Los Teques

21

30 de marzo al 5 de abril de 2003

Excmo. Mons. Gustavo García Naranjo

Obispo de Guarenas

22

6 de abril al 26 de abril

SANTUARIO DE GUANARE

 

23

27 de abril al 3 de mayo

Excmo. Mons. José de la Trinidad Valera Angulo

Obispo de La Guaira

24

4 de mayo al 10 de mayo de 2003

Emmo. Sr. Cardenal Ignacio Velasco García

Arzobispo de Caracas Presidente de Honor de la CEV

25

11 de mayo al 17 de mayo de 2003

Excmo. Mons. George Kahhale

 

Obispo de los Griegos Melkitas          

 

26

18 de mayo al 24 de mayo 2003

Excmo. Mons. José Sánchez

Porras

Obispo del Ordinariato Militar

27

25 de mayo al 31 de mayo de 2003

Excmo. Mons. César Ortega Herrera

Obispo de Barcelona

28

1 de junio al 7 de junio de 2003

Excmo. Mons. Manuel Felipe Díaz Sánchez

Obispo de Carúpano

29

8 de junio al 14 de junio de  2003

Excmo. Mons. Diego Rafael Padrón Sánchez

Arzobispo de Cumaná

30

15 de junio al 21 de junio de 2003

Excmo. Mons. Rafael Conde Alfonzo

Obispo de Margarita

31

22 de junio al 28 de junio de 2003

Excmo. Mons. César Ortega Herrera

Obispo de Maturín

32

29 de junio al 5 de julio de 2003

Excmo. Mons. Felipe González González

Obispo de Tucupita

33

6 de julio al 12 de julio

SANTUARIO DE GUANARE

 

34

13 de julio al 19 de julio de 2003

Excmo. Mons. Medardo Luzardo Romero

Arzobispo de Ciudad Bolívar

35

20 de julio al 26 de julio de 2003

Excmo. Mons. Mariano Parra Sandoval

Obispo de Ciudad Guayana

36

 27 de julio al 9 de agosto

SANTUARIO DE GUANARE

 

37

10 de agosto al 16 de agosto de 2003

Excmo. Mons. Jesús Alfonso Guerrero Contreras

Obispo de Caroní

38

17 de agosto al 23 de agosto de 2003

Excmo. Mons. José Angel Divassón C.

Obispo de Puerto Ayacucho

39

24 de agosto al 30 de agosto  2003

Excmo. Mons. Tomás Jesús Zárraga Colmenares

Obispo de Acarigua-Araure

40

31 de agosto al 13 de septiembre de 2003

SANTUARIO DE GUANARE

 

 

41

14 de septiembre al 20 de septiembre de 2003

Excmo. Mons. Mario del Valle Moronta Rodríguez

Obispo de San Cristóbal

42

21 de septiembre al 27 de septiembre de 2003

Excmo. Mons. Ramón Antonio Linares Sandoval

Obispo de Barinas

43

28 de septiembre

Excmo. Mons. José Sótero Valero R.-

Obispo de Guanare

 

 

 

 


Anexo Documental

 

/En portada:/

Información de la Aparición y milagros de María Santísima de Coromoto, Titular y Patrona de la ciudad de Guanare, sita en su Iglesia Parroquial, recibida en visita por el Señor Doctor Don Carlos de Herrera, Cura Rector de la Santa Iglesia Catedral, Examinador Sinodal, Vicario Superintendente, y Visitador General de este Obispado, por el Ilustrísimo Señor Don Juan García Abadiano[75], dignísimo Obispo de esta Provincia de Venezuela, del Consejo de Su Majestad. Hecho por febrero del año de 1746.

 

En la ciudad del Espíritu Santo de Guanare, en tres de febrero de mil setecientos cuarenta y seis, el señor doctor don Carlos Herrera, Cura Rector de la Santa Iglesia Catedral, examinador sinodal, Vicario Superintendente[76] y, Visitador General de este Obispado por el Ilustrísimo Señor Don Juan García Abadiano, dignísimo Obispo de esta Diócesis de Venezuela, del Consejo de Su Majestad, etc., dijo: Que por cuanto en esta dicha ciudad, en su Iglesia Parroquial, se halla colocada en el altar mayor una imagen de María Santísima, Señora Nuestra; que para su mayor decencia y veneración se le ha hecho un Sagrario y Custodia de plata sobredorada, el pié y el círculo y el sol que le adorna, y donde está reverentemente inclusa, de oro toda, esmaltada de diferentes piedras finas y preciosas, que la devoción cristiana, no sólo de esta ilustre ciudad y provincia sino también de otras extrañas, movidas de su maravillosa Aparición en las montañas y viñeros de la quebrada de Coromoto de la jurisdicción de esta dicha ciudad con  sus repetidos y  continuados milagros  que   por la bondad  y misericordia de Dios ha experimentado y experimenta mediante la poderosa intercesión de esta Soberana Señora, con que se hallan los fieles, así en lo temporal  como en lo espiritual, beneficiados sin merecerlo por lo mal que corresponden a los favores divinos, ha contribuido para en algún modo mostrarse agradecidos a su soberana liberalidad y magnificencia, como es obligado siguiendo la inconcusa y sólida verdad de los Santos Padres; y respecto a que en la presente Visita en que está entendiendo Su Señoría de esta dicha ciudad, aunque ha hecho las conducentes diligencias en solicitud de los instrumentos auténticos de que se halló noticiado en el tiempo de su Aparición, que justificarían la realidad de ser esta maravillosa imagen verdaderamente aparecida en la mencionada quebrada de Coromoto, no los ha podido adquirir a causa de haber esta dicha ciudad experimentado el estrago de distintos incendios donde se considera se consumieron dichos instrumentos, como asimismo pretender Su Señoría se justifique[77] plenamente las maravillas, prodigios y milagros que la liberalidad divina ha hecho y hace continuamente a los que se acojen fervorosos debajo del  asilo, protección  y   patrocinio  de   esta   Soberana  Imagen   de  María Santísima, para que, en  adelante no sólo se perpetúe la tradición y realidad de su Aparición y que con el transcurso del tiempo no se pierda de la memoria cristiana este especialísimo favor que ha franqueado la Divina Majestad en la comunicación de esta Soberana Imagen, sino también[78], por este medio se enciendan más y más los corazones humanos en llamas del Divino Amor, con que se desvanece y consume el celo de las terrenas tibiezas, y se empleen los cordiales afectos en el reverente obsequio debido a Dios y a su Madre Santísima, y se aumente su santo culto con el claro conocimiento de su poderosa magnificencia, como magnífica liberalidad en la preciosa y estimada dádiva de esta Soberana Imagen de María Santísima con que ha favorecido y beneficiado al mundo reluciendo sus portentos y milagros con admiración de todos, y que el justificar uno y otro redunda en mayor honra y gloria de Dios y obsequio muy debido a esta divina imagen de María Santísima y se aviva más y más la santa fe católica y el religioso como cristiano celo, debía de mandar, como manda, se haga plena información con testigos fidedignos y mayores y de toda excepción, que puedan dar   razón   individual  con  toda  realidad, distinción   y  claridad sobre la Aparición de esta dicha imagen de María Santísima, su forma o figura, circunstancias, origen, tiempo y lugar de su maravillosa Aparición y de las personas que merecieron tal dicha y felicidad, como asimismo sobre las maravillas, portentos y milagros que desde aquel tiempo de su Aparición hasta el presente, auxiliada del poder divino, ha hecho con franca y liberal mano a todos los que se han acogido debajo de la sombra de tan frondoso como místico árbol, para en vista de todo proveer lo más que corresponda en derecho. Así Su Señoría lo proveyó mandó y firmó. De que doy fe. Doctor Don Carlos de Herrera. Ante mí Fernando Capdevilla. Notario Público y de Visita.

En dicha ciudad de Guanare, en ocho de febrero de mil setecientos cuarenta y seis años, Su Señoría el señor Visitador, para la información que por su auto antecedente manda hacer por ante mi el infraescrito Notario de Visita.

Declaración de Francisco Valenzuela (8-2-1746)

/Al margen izquierdo:/

Testigo.

Recibió juramento el licenciado Francisco Valenzuela, Cura Rector de la Iglesia Parroquial de esta dicha ciudad y Vicario Juez Eclesiástico en  ella, que lo hizo in verbo sacerdotis tacto pectore et corona, en forma legal, so cargo del cual prometió decir verdad de  lo  que  supiere  en  lo que  le fuere preguntado: Y  siéndolo al tenor de dicho Auto, que le fue leído, dijo: que no obstante  la notoriedad con que desde su tierna edad se halla noticiado de haberse aparecido la Milagrosa Imagen de María Santísima, que se refiere en la quebrada de Coromoto, que dista de esta ciudad poco más de tres leguas, de donde le viene el titulársele María Santísima de Coromoto, luego que llegó a esta dicha ciudad de Cura Rector de ella, que fue el año de setecientos y veintinueve, por el mes de marzo, deseoso del modo, cómo y cuándo fue la predicha Aparición de la referida imagen, solicitó esta noticia entre varias personas de las más ancianas de esta dicha ciudad; y entre las confusas noticias que muchos le dieron, la más cierta que pudo comprobar por habérsela dado de un tenor el licenciado don Francisco Matute, Cura que fue del pueblo de naturales El Tucupío, situado en corta distancia del sitio por donde corre dicha quebrada de Coromoto; otro vecino de esta ciudad llamado Cristóbal Cibrián, de más de noventa años de edad y hombre de verdad y cristiandad; y Francisco de Alejos, vecino asimismo de esta ciudad y de más de sesenta años de edad y hombre de toda verdad y cristiandad, quien habiendo ejercitado muchos años la Notaría Eclasiástica de esta dicha ciudad, por cuyo motivo le certificó muchas veces haber visto un Auto de Visita del doctor Caldera, el tiempo que fue Visitador de esta dicha ciudad, en que declaraba ser la referida imagen de María Santísima verdaderamente   aparecida  en  la   quebrada   y   montañas  de Coromoto a unos indios  que habitaban o trabajaban en dichos montes y quebrada; no habiendo podido por exactas diligencias que hizo, encontrar otra cosa escrita que el citado Auto de Visita, en que sólo se declaraba la Aparición y no el modo; pero que por tradición la más cierta sabía que, estando los indios que llamaban Cospes trabajando en dichas montañas de Coromoto, a la dirección y custodia de un vecino llamado Juan Cibrián[79], quien les asistía como mayordomo así a su trabajo como de maestro para (a)doctrinarlos y enseñarlos, pasando un día uno de dichos indios, en compañía de su mujer, de su propia casa para sus labores, al pasar por la quebrada referida de Coromoto se les apareció a los dichos dos indios una hermosa niña de singular belleza que venía por el agua caminando hacia ellos; y el indio, al mismo verla, intentó darle con la hacha que llevaba, cuyo impiadoso tiro su mujer como más piadosa le impidió; y que este modo de Aparición se les había repetido a dichos dos indios, tres o cuatro veces; hasta que un día, yendo sólo sin su mujer el referido indio, habiéndosele vuelto a aparecer la referida imagen en la forma de niña, en  la  dicha  quebrada  de  Coromoto, movido  o  de  su   mal  natural o  de  superior impulso, levantó la hacha para  herir o quitar la vida a la referida niña, y, al mismo ejecutar el golpe, se le quedó inmóvil el brazo que levantó; y entonces con la otra mano tirando a coger la niña, al mismo tiempo se transformó de niña hermosa en la pequeña estampa que hoy venera la devoción cristiana colocada en esta dicha Santa Iglesia, cuya materia no ha podido el declarante discernir pues sólo, al perecer, demuestra ser como papel de seda, donde se halla estampada dicha imagen. Y acobardado el referido indio de ver tan impensada transformación, cogió la estampita dicha y la envolvió en una hojas, metiéndola entre las pajas o palmas de la cobija de su casa; y que después la india mujer del referido indio, volviendo en compañía de su marido y otras veces sola a la quebrada de Coromoto y no encontrando, como solía de antes, a la referida niña, empezó a entrar en malicia de que su marido la había muerto, movida de las acciones que antes le había visto de quererla herir; y con esta sospecha empezó en adelante a tener pleitos con el marido, diciéndole que él le había matado la niña, que ya no la veía; y no pudiendo sacar  fruto  de  sus  instancias, le  dijo que  lo  había  de acusar con el mayordomo; y  entonces  el indio  el terror le descubrió todo lo que le había pasado con la niña y su Transformación, y, para que le creyese, sacó la estampita del lugar en donde la había puesto y se la mostró a la dicha mujer, quien reconoció ser aquella misma que veía en la estampa, la misma que en corpulenta estatura había visto muchas veces en la dicha quebrada de Coromoto. Y con este sucedido se fue y le dio cuenta al Mayordomo; y éste, viendo la belleza de la imagen, pasó y la dio al Cura de esta dicha ciudad, que según dice era en aquel tiempo don Diego Lozano. Que es lo mismo que tiene narrado lo que le contó Cristóbal Cebrián y el Licenciado don Francisco Matute; quienes le certificaron al declarante haber tenido esta noticia por la más cierta y verdadera, por haberla sabido de personas antiguas y temerosas de Dios, que pudieron con distinción y claridad referir al hecho de la verdad. Cuya milagrosa Aparición se comprueba y justifica con los innumerables milagros que experimentan de la liberalidad divina todos los devotos que en romería vienen de diversas provincias todos los años y del Nuevo Reino de Granada a visitar esta soberana imagen de María Santísima de Coromoto, quienes certifican haberse  librado de mortales  accidentes y  restituídose a sanidad perfecta por su poderosa intercesión a quien ha invocado en sus conflictos.

Esto es por lo que toca a lo que ha oído de sus milagros. Y por lo que mira de cierta ciencia que ha pasado por la vista y presencia del que declara, dice: Que estando un hijo de doña Francisca de Vetancurt, llamado Pedro Evaristo, en los últimos extremos de su vida, de un gravísimo cáncer de que le había tres días que casi no pasaba sustancia, y, yendo a visitarle el declarante, su afligida madre le pidió le llevase una copia de esta santa imagen encomendó de verdad su conflicto a María Santísima de Coromoto. Y habiendo, con efecto, entrado el declarante y llevádole la referida imagen y puéstola en un altar que se formó con sus luces, se experimentó instantáneamente que el enfermo empezó a cobrar alientos, y se continuaron de suerte que, dentro de pocos días, estuvo bueno y sano.

En otra ocasión, corriendo el declarante con la mayordomía de esta dicha Iglesia, aconteció a su vista y ciencia que, estando trabajando en la fábrica material de ella sobre el arco de la portada mayor, estando puesto los andamios en más altura de siete o de ocho varas  y  sobre  ellos  gran  porción  de material de cantería  y canoas de mezcla, cuatro  peones y dos albañiles, impensadamente se vino a plomo dicho andamio con los referidos seis hombres, tan violentamente que apenas se oyó el estallido del maderaje que reventó; e invocando el referido peonaje, al mismo tiempo de caer, el nombre de María Santísima de Coromoto, descendieron congregados todos seis hombres y material hasta el suelo, recibiéndolos[80]abajo gran porción de cantería, cayendo encima de un indio que llamaban Antonio el Tunjaro una canoa de mezcla que pesaría un quintal, quedando todos los peones tapados y cubiertos del material y tablazón que cayó junto con ellos. Y estando el declarante inmediato a este suceso, llegó el estrépito con ánimo de absolverlos; y a este tiempo se conoció que salían todos los referidos peones, que habían caído y cogídoles debajo tanta porción de material, intactos y sin ninguna lesión, de tal manera que allí mismo prosiguieron su trabajo formando de nuevo su andamio como si no hubiera sucedido tal cosa. Menos el indio Tunjaro a quien le cayó la canoa de mezcla encima, que éste lo hizo pasar a su posada, por persuadirse que estuviera lastimado por dentro por el grave golpe que suponía que le había  dado la canoa  de  mezcla; y, haciéndole  frotar los  lomos, que  fue donde recibió  el golpe, con un poco de aguardiente caliente, aplicándole unas hojas de salvia, al otro día por la mañana volvió a trabajar a la dicha fábrica sin lesión chica ni grande, siendo así que sólo la eminencia de donde había el referido y sus compañeros caído era bastante y suficiente motivo, sin las circunstancias de las piedras que los recibieron y las que les cayeron encima, para haber perdido las vidas. Y por la invocación de María Santísima de Coromoto se libraron, como asimismo certifica el declarante, de vista por haberse hallado presente, que estando cortando madera para la Iglesia de esta dicha ciudad, en la montaña del Portachuelo, aconteció que cortando un cedro tan grande que estaban seis hombres hacheando a un tiempo sin que unos a otros se estorbaren, y, con ser de tan grande altura dicho cedro, habían criado junto a él otro árbol que llaman guayabo de montaña, tan alto que superitaba al cedro en su altura, y tan juntos que estaban tejidas las ramas de uno y otro; y, como estaban tan encadenados, al tiempo de caer el cedro hacia el oriente se llevó consigo el guayabo, corriendo al mismo tiempo los peones hacia el poniente; y como dos ramas del guayabo se  separaron   al caer   el cedro, un  gajo  que cayó  hacia  el poniente reventó, dando en tierra, cogiendo sobre sí toda la gente que había corrido hacia el poniente, dejando debajo de toda aquella máquina de ramazón a don Juan de Yustes y otros. Y cuando el declarante se persuadía que estarían difuntos o al menos para ello, se llegó con prontitud a absolverlos y ayudarlos a bien morir, y al llegar vio[81]que iban saliendo debajo de las ramas buenos y sanos sin lesión, publicando que la Virgen de Coromoto, a quien habían invocado, en su conflicto, los había librado de aquel peligro tan evidente de la vida. Y pocos días después, certifica el declarante, cómo habiendo ido con porción de gente a poner a tiro dichos maderos, para que pudieran entrar bueyes a tirarlos, arrastrando una troza[82] que tenía diez varas de largo y tres cuartas en cuadro de grueso, la cual iban tirando con sogas sobre parales más de treinta hombres, uno llamado don Pedro de Tapias, para que la punta por donde la tiraban cogiera siempre el paral, aplicaba el pie a sujetar el dicho paral para que lo cogiera la troza, y, aunque el declarante le advirtió varias veces que no metiera el pie porque pudiera cogérselo debajo el paral, nunca hizo caso, hasta  que  por  último le sucedió lo que le tenia prevenido, cogiéndole el  paral  el pie debajo y la troza  encima, sin que con tanto peso y violencia hubiese recibido el menor golpe ni lesión en el pie y piernas, refundiéndose todo el daño que le podía sobrevenir en una hebilla de acero con que tenía abrochado el zapato, haciéndose ésta en cinco o seis pedazos, por haber invocado el nombre de María Santísima de Coromoto al tiempo de la avería; y al mismo instante, para que pudiera sacar el pie, llegó el declarante y cogió una punta del paral y José Díaz de la otra, levantando la troza, de suerte que pudo sacar el dicho Tapias el pie, verificándose en esta acción dos evidentes milagros: el uno en que no se hubiese lastimado el pie el dicho Tapias, y el otro en que hubieran solos los dos levantado la troza porque era de tanto peso que, inmediatamente para comprobar el milagro, se puso el declarante y tres hombres más en una punta de el paral y otros cuatro en la otra y no pudieron levantarlo entre los ocho hombres, lo que ejecutó el declarante y el dicho José Díaz solos, con la ayuda de María Santísima de Coromoto.

Como asimismo testifica el declarante que, estando en cierta ocasión   enferma  doña   Francisca  García  de  Reina,  mujer  del contador don José Antonio Madrid, le llamaron tarde  de la noche para confesarla; y habiendo cumplido con su obligación  administrándole el Santo Sacramento de la Penitencia, por haberla hallado gravísimamente accidentada, le preguntó a un médico extrangero que en la casa estaba, llamado Adrián Chirón, que si estaba muy de peligro la enferma, quien le respondió que le trajera luego los demás sacramentos porque estaba mortal; con cuya noticia se los administré aquella noche. Y movido el declarante de caridad, le llevó  una copia de Nuestra Señora de Coromoto y, cogiéndola en las manos la enferma y héchole varias deprecaciones, empezó a alentarse, aumentándose su mejoría, de suerte que dentro de pocos días estuvo buena con el amparo de esta Soberana Imagen.

Asimismo testificó el declarante cómo en una ocasión, viniendo Marcos Sánchez, natural de las islas de Canarias y vecino de esta dicha ciudad, de su trabajo, pasando el río de Morador en cuyas montañas tenía sus labores, y sentándose a sus orillas a lavarse los pies y manos, vino hacia él un caimán y cogiéndole por un brazo con tanta violencia que le reventó una de las cañas de la muñeca, lo cargó adentro del charco y, viéndose el dicho Sánchez sumergido dentro del  agua y  aprisionado el brazo en la  boca del caimán, volvió el cuerpo y se le puso encima, invocando el amparo de María Santísima de Coromoto; y que, habiendo atravesado el caimán todo el charco con él encima, teniéndolo dentro del agua cerca de medio cuarto de hora y continuando sus deprecaciones a María Santísima de Coromoto, experimentó no sólo el que no se fatigó de estar metido dentro del agua, sino también el que abrió la boca el caimán y lo soltó, dejándolo libre, tratando a este tiempo de salir fuera del charco, como de facto salió aunque con mucho trabajo por no saber nadar y ser la profundidad mucha. Todo lo cual le certificó por realidad al declarante el dicho Marcos Sánchez[83].

Asimismo testifica el declarante[84]cómo en otra ocasión, habiendo venido de la ciudad del Tocuyo en romería a visitar esta soberana Imagen de Coromoto dos vecinos de dicha ciudad, el uno llamado José Giménez, aconteció que, padeciendo éste unos vahidos que lo atormentaban gravísimamente, estando adorando dicha Santa Imagen, le pidió al declarante que le pusiera en la cabeza la custodia donde se halla colocada y le rezara un Evangelio; y reparando el declarante, luego que puso en ejecución su súplica, el que como asustado temblaba, preguntóle después la causa de aquel temblor y respondióle el dicho Giménez que había sido porque   luego   que  le   puso la  Imagen  de  Nuestra  Señora   de Coromoto  en la cabeza, había sentido que le corrió de Ella para abajo un humor como si le echaran un baño y que había sentido grandísimo alivio en la cabeza, de que quedó bueno, como lo ha visto el declarante en diversos tiempos y le ha certificado su sanidad. Y el otro que le acompañaba, que se llamaba Nicolás de Orellana, después que salió de la Iglesia el declarante, le dijo el dicho Orellana que casi no había podido ver la Imagen de Coromoto a causa de una estrella que tenía en el hombro que casi lo deslumbraba de puro resplandor; y, volviendo a descubrir la Santa Imagen al siguiente día, le aseguró al declarante el dicho Orellana haber visto a la dicha Imagen vestida de blanco sin la estrella que antes le adornaba; cuya variedad la comprueba el declarante con varias personas que vienen de  romería a visitarla; quienes certifican verle de distintos y varios colores, aunque el declarante siempre la ha visto con el manto blanco y sus vueltas y túnica morada; y el Niño que tiene asido de sus soberanas manos con la misma vestidura; y con  especialidad, lo que puede certificar el declarante sobre esta variedad de colores, es que, estando de  romería  don  Martín  y  don  Ortuño de  Tovar  y  don Manuel de Peláez, vecinos de la  ciudad de Caracas, teniendo el declarante en las manos la custodia en que está esta dicha imagen, y los referidos de rodilla adorándola, dijo en presencia del declarante, don Martín de Tovar que la veía vestida de azul, y don Ortuño de morado y don Manuel Peláez de blanco.

Asimismo testifica el declarante cómo, habiendo tomado posesión del Curato de esta dicha ciudad y siendo la frecuencia que había de romeros de diversas partes de esta Provincia y de otras del Nuevo Reino y que éstos venían de partes muy remotas sólo a fin de visitar esta milagrosa imagen de Nuestra Señora de Coromoto, y que siempre que se descubría para que la adorasen los que venían de romería, la devoción del vecindario hacen que fuese dos o tres veces al día para que la reverenciasen los dichos romeros, en compañía de ellos todos los que se hallaban en esta dicha Iglesia llegaban a besar el pie de la custodia de Nuestra Señora; y pareciéndole al declarante que esta continua frecuencia pudieran hacer más de ceremonia en los vecinos que de devoción, determinó o consistió mentalmente de darle a adorar a todo este pueblo y vecindario sólo los sábados, y a los que vinieren a romería descubrirla a una hora incompetente en que sólo estuvieran   los   referidos   en  la   Iglesia  sin  el concurso de este. vecindario. Y poniendo este mal pensamiento en  ejecución, en ocasión que había venido de la ciudad de Carora un mulato llamado Cantero con su mujer e hijos en romería, a visitar esta Soberana Imagen, estando para salir a decir misa el declarante, se llegó a él el dicho mulato y le rogó que le descubriese la Imagen de Coromoto porque había acabado ya sus novenas y se quería volver para su tierra; a cuya súplica le respondió que se aguardase con su familia en la Iglesia en, yéndose el vecindario a sus casas y quedarán los referidos romeros[85]solos en la Iglesia, que entonces se la descubriría; lo que practicó así luego que estuvieron solos en la dicha Iglesia, haciendo encender las luces y vistiéndose de sobrepelliz[86] y capa blanca como lo acostumbre, fue a abrir el Sagrario donde está colocada esta soberana Imagen, y, siendo así que nunca había tenido dificultad en abrirle  y cerrarle por lo seguro y suave de la llave y cerradura, en esta ocasión le aconteció que estuvo más de media hora forcejeando para abrir dicho Sagrario, probando en todo este  dicho  tiempo a ver   si  podía  abrirle  con   una  llave que   tiene de  plata   y  con otra de hierro, experimentando que  por más diligencias que hizo para abrirle le fue imposible por entonces el conseguirlo; hasta que, fatigado y desconsolado con la novedad que le había sucedido, volvió y les dijo a los que estaban en romería: “Hijos, ya veis la imposibilidad que hay de abrir el Sagrario; o la Virgen no quiere que yo la coja en mis manos o que vosotros la veais. Volveos a vuestra casa, disponeos para confesaros por la mañana que yo iré a administraros el Sacramento, y veremos entonces si yo puedo abrir el Sagrario”. Hiciéronlo así, y aquella noche pensando el declarante en lo sucedido, fatigado con este pensamiento, discurriendo sobre el caso, le ocurrió en que pudiera provenir aquella novedad: por castigarle María Santísima el mal pensamiento que había tenido de que la adoración que le dan los fieles besando el pie de su Custodia no fuera tan continua ni común; con cuya reflexión y acuerdo, clamó a María Santísima de Coromoto, pidiéndole que si por aquel mal pensamiento que había tenido de no dar a besar el pie de su Custodia a todos y todos los días, que le prometía de todo corazón  el  que  todos  cuantos  llegasen a darle adoración  y besar el pie de su  Custodia, aunque aconteciera muchas  veces al día y mucho el número de gente, a todos franquearía su soberana presencia para que tuviesen la dicha de besar el pie de su Custodia.

Y con esta promesa mañaneó al otro día y, habiendo confesado los caroreños y tratando de descubrir la Imagen de María Santísima, probó a abrir el Sagrario con la propia llave y lo halló tan fácil y suave como siempre, sin experimentar la dificultad del día antecedente; quedando con su sagrada vista los caroreños muy consolados y el declarante con la obligación de darla a adorar a todos los fieles siempre que se descubriese, aunque sea en crecido número, como así lo ha ejecutado en virtud de la promesa que hizo.

Que es lo que puede decir y declarar en virtud del juramento que hecho tiene. Leídole esta su declaración dijo estar bien escrita y que en ello se afirma y ratifica y que, siendo necesario, lo que dirá de nuevo debajo del mismo juramento hecho. Y lo firmó junto con Su Merced y yo el presente Notario. De que doy fe. Doctor Don Carlos de Herrera, don Francisco de Valenzuela. Ante mi Fernando Capdevila, Notario Público y de Visita.

Declaración de Tomás José de Albarrán (12-2-1746)

/Al margen izquierdo:/

2º testigo

En dicha ciudad  de Guanare, en  doce días del  mes de febrero de mil setecientos cuarenta y  seis años, su merced el señor Visitador General, para la información que por su Auto antecedente manda hacer, por ante mi el infraescrito Notario de Visita, recibió juramento al licenciado don Tomás José[87] de Albarrán, domiciliario de este obispado y vecino de esta dicha ciudad, que lo hizo in verbo sacerdotis, tacto, pectore et corona; so cargo del cual prometió decir verdad de lo que supiere en lo que le fuera preguntado: Y siéndolo al tenor de dicho Auto, que le fue leído, dijo: Que por lo que toca a el haber sido aparecida en la quebrada y montañas de Coromoto a unos indios que en sus contornos habitaban la Soberana Imagen de María Santísima, que se venera y está colocada en esta Santa Iglesia Parroquial en su altar mayor, siempre lo ha tenido por verídico y en la realidad por cierto, según la común inteligencia de todos cuantos ha oído hablar sobre la dicha Aparición.

Y por lo que toca a los portentos y milagros que se experimentan por la intercesión de esta Soberana Imagen, sabe a cierta ciencia, cómo, estando trabajando en la fábrica material de esta Santa Iglesia, en   el   arco   de  la   portada   Mayor, algunos   peones   y  albañiles, en la altura de siete u ocho varas donde estaban los andamios y en ellos gran porción de piedra y mezcla, de repente sucedió el venirse a plomo dicho andamio y material con los referidos hombres hasta el suelo; quienes en su conflicto invocaron el nombre de María Santísima de Coromoto, salieron de aquel peligro buenos y sanos sin alguna lesión.

Como asimismo le consta de vista, por haberse hallado presente el declarante, cómo el año de setecientos y dieciseis, habiendo venido a esta[88] dicha ciudad una india de los Valles de Aragua, con un pecho empedernido y muy hinchado[89], que había más de cinco años que padecía de dicha enfermedad, aconteció que manifestándole y aplicándole el mismo declarante al pecho de la referida india la imagen de María Santísima de Coromoto, al mismo tiempo se le reventó el pecho de tal manera que le fue preciso al declarante el apartarse con la Soberana Imagen de la referida india; de cuyo portento experimentó la salud.

Asimismo certifica el declarante, de vista haber pasado en su presencia,  cómo  un   hombre, que  no sabe  su nombre,  teniendo atravesada una espina en la garganta había dos días con sus noches, por cuyo motivo la tenía muy hinchada y casi en los últimos términos de su vida y, viéndolo el declarante en tanto conflicto, dispuso llevarle a la Iglesia y descubrirle la imagen de Nuestra Señora de Coromoto, y, habiéndolo ejecutado así, aconteció que al ponerle en la cabeza el mismo declarante la soberana Imagen de (Nuestra Señora) de Coromoto, allí mismo eructó la espina el mozo a sus propias manos del declarante; de cuyo milagro podrá testificar Gregorio Reinoso que se halló presente.

Asímismo declara cómo Juan José de Aboín, vecino de la ciudad de Trujillo de esta Provincia, habiendo venido el año pasado a esta dicha ciudad a pagar unas novenas que había prometido a esta Soberana Señora por haber estado más tiempo de tres años tullido, le contó al declarante el dicho Aboín que así que prometió venir a visitar a esta Divina Señora, al siguiente día pudo andar.

Como  también   aconteció  el  año  que  vino a  esta  ciudad  y  su jurisdicción  la plaga de la tara que consumía y aniquilaba todas las plantas y sembrados, de que se experimentaban grandes calamidades y desdichas, siendo tanto su número que se nublaba el sol. Y, teniendo presente el Cura Rector de esta dicha ciudad, que en aquel tiempo era el licenciado don Leonardo Reinoso, la desdicha que sobrevenía a esta ciudad, para alivio de sus conflictos convocó al clero y vecindario para el siguiente día cantar misa y sacar en procesión a Nuestra Señora de Coromoto, como así se ejecutó. Y al siguiente día se experimentó que amaneció toda la tara en los cerritos, donde a su cercanía está fundada esta dicha ciudad, muerta a vista del declarante y de todo este dicho  pueblo.

Como asimismo ha experimentado esta dicha ciudad el haber quedado intacta e ilesa el año pasado de cuarenta y cuatro del contagio de las viruelas que la circunvaló, estando contaminado el sitio que nombran El Limoncito, de esta jurisdicción, corriendo su contagio hasta la ciudad de Barinas, que está contigua su jurisdicción con la de esta ciudad.

Como también aconteció el  año de setecientos y veintitres, que Diego José Casariego, vecino[90] de la ciudad de Valencia de esta Provincia, teniendo innumerables gusanos en las narices y hechándose varios medicamentos, experimentó con ellos el que todos se muriecen menos uno que le quedó en la garganta por espacio de seis días, y, como le mortificaba tanto, prometió para su alivio una misa cantada a Nuestra Señora de Coromoto; y, al tiempo que el declarante entraba en dicha Santa Iglesia con el dicho Casariego a cantarle la misa, echó al gusano sin saber por[91]donde; hallándose presente a este milagro el señor Alcalde de este presente año don Antonio de Mendoza y muchos más vecinos.

Añadiendo el declarante que, hallándose con graves necesidades a causa de haberle fallido las anuales rentas de sus capellanías por estar en concurso los bienes de su Principal, para cuya determinación que fuese de alivio a sus cortedades con la brevedad posible, deseaba ansiosamente el que viniese el Visitador Eclesiástico a esta ciudad; y, desesperanzado de su venida, que según las voces que corrían y que después supo de cierto, que  el  dicho Visitador nunca  traía  ánimo de  pasar a esta ciudad, en medio de su conflicto  se acogió al auxilio[92]y protección de esta Soberana Imagen de Coromoto clamándole encarecidamente trajese a esta ciudad al dicho Visitador para ver si hallaba remedio a sus necesidades; teniendo efecto su súplica que hizo a esta Soberana Imagen pues se halla actualmente dicho Visitador en esta dicha ciudad, continuando su visita y las diligencias conducentes a la consecución que espera de su capellanía para alivio de sus necesidades y trabajos.

Que es lo que puede decir y declarar según lo que se le ha preguntado por el Auto Antecedente, en virtud del juramento que hecho tiene. Leídole esta su declaración, dijo estar bien escrita y que en ella se afirma y ratifica y que, siendo necesario, lo dirá de nuevo debajo del mismo juramento. Y lo firmó con su  merced. Y yo el presente Notario. De que doy fe. Doctor Don Carlos de Herrera, Don Tomás José Albarrán.  Ante mi Fernando Capdevila, Notario Público y de Visita.

Declaración de  Juan José Dorantes (14-2-1746)

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3er  testigo.

En la ciudad de Guanare, en catorce del mes de febrero de mil setecientos y cuarenta y seis años, para dicha información su señoría hizo parecer a su presencia al Licenciado don Juan José Dorantes, Sacristán Mayor actual de esta dicha ciudad; a quien, por ante   mi   el   infraescrito  Notario de   Visita,  le recibí   juramento, que hizo in verbo sacerdotis, tacto pectore et corona; so cargo del cual[93]prometió decir verdad de lo que supiere en lo que le fuere preguntado: y, siéndolo al tenor del Auto de retro, que le fue leído, dijo: Que por lo que toca a la Aparición de la Soberana Imagen de Coromoto, que se venera y está colocada en esta Santa Iglesia, sabe por común y general tradición  y por habérselo dicho con especialidad Cristóbal Cebrián, vecino que fue de esta dicha ciudad, hombre de más de ochenta años, que la referida Imagen de María Santísima fue verdaderamente aparecida en la quebrada y montañas de Coromoto a un indio de la nación de los Cospes que habitaba en los campos inmediatos a la referida quebrada, al cuidado y dirección de Juan Sánchez, en formal figura de una hermosa mujer; que queriendo el referido indio con el instrumento que llevaba en la mano, de arco o hacha, matarla, al mismo levantar el golpe, se le encogió el brazo, e intentando cogerla con la otra mano, al mismo tiempo se le transformó la referida mujer en la Soberana Estampa en que se halla impresa la Soberana Imagen de María Santísima con un niño en sus manos; que es la misma que  está  colocada  en  esta   Santa  Iglesia, cuya   materia nunca se ha podido averiguar por varias y distintas  personas que han registrado su calidad.

Y por lo que mira a los miraculosos[94] portentos que se experimentan continuamente de la poderosa mano de Dios Nuestro Señor por las intercesiones de esta Soberana Imagen de María Santísima, de Coromoto, lo que puede declarar es que, por el año treinta y cuatro, una tarde, dando a besar al pie de esta Soberana Imagen y Santísima a los caballeros Tovares y a don Manuel Peláez, don Pedro Miguel y don Juan Manuel de Herrera y don Diego de Ibarra, los que se mantuvieron todo el tiempo que se mantuvo dándole a besar, los que le certificaron que en cada una de tres ocasiones que pasó la vieron con distintas vestiduras; en lo que también advirtió dicho declarante.

Como asímismo testifica el declarante que, habiendo venido a esta ciudad un caballero de la ciudad del Tocuyo de esta Provincia, nombrado don Eugenio González, al tragar un bocado de pescado se le atravesó una espina de las de orqueta y se mantuvo con ella tanto tiempo que se le hincharon las fauces; y, clamando a esta Divina Señora de Coromoto y al aplicarle su Soberana Imagen, lo eructó, en presencia de dicho declarante.

Asimismo declara que, viniendo en romería un ciego llamado Juan de Asuaje, a expensas  de unos arrieros que le traían de caridad, pidió en el camino  le desmontasen y apartasen del camino a fin de hacer una necesidad[95]; y, habiéndolo ejecutado, dichos arrieros dejándolo solo, el que sintiendo pasos que venían hacia él preguntó si eran los compañeros, y, no respondiéndole, invocó a María Santísima de Coromoto y se halló con vista y que los pasos eran de un  feroz tigre que le  iba haciendo presa, el cual huyó luego que im  -ploró[96] el nombre de esta Soberana Señora, quedando libre de este peligro y con su entera vista;  en la que se mantuvo hasta el día siguiente que cegó, o  bien por haberle pedido nuevamente a esta Soberana Reina que si no le convenía la vista lo dejase como antes ciego, o bien por haberle faltado a una promesa  que le hizo al tiempo de aquel peligro, que fue el que proseguiría lo restante del camino a pie; lo que no ejecutó a causa de haberle instado los arrieros a que montase el caballo. Que esto supo el declarante por habérselo dicho con evidencia y realidad el mismo ciego, a quien se lo preguntó el dicho declarante por haberlo oído decir, divulgado de los mismos arrieros. Como asímismo el declarante que, estando corriendo una palma[97]  en el río de Guanare de esta jurisdicción, un caimán cogió a un mozo llamado Gregorio Ruiz y le sumergió en un charco; quien, viéndose en aquel conflicto, ya sin consuelo de la vida imploró  el auxilio de María Santísima de Coromoto; y al cabo de gran rato de tenerlo[98] debajo del agua, para asirlo mejor, lo sacó y suspendió por los aires cayéndose entonces el sombrero, materia en que se entretuvo el dicho caimán; y el paciente tuvo lugar de montar por los barrancos más pendientes del río, tan destrozado del feroz animal que todas las piernas tenía hecha pedazos, lo que no impidió para montar como si no tuviera tal imposibilidad; cuya maravilla fue evidente a todo lo más de esta ciudad.

Asimismo sabe el declarante por haberlo experimentado  y visto, que todo el sebo que en esta Santa Iglesia se enciende a fin de alumbrar a esta Divina Reina, por inmundo y hediondo que esté al instante se pone oloroso y fragante.

Que es lo que puede decir y declarar en virtud del juramento que hecho tiene.  Leídole esta su declaración dijo estar bien escrito y que en ella se afirma y ratifica y, que siendo necesario, lo dirá de nuevo debajo del mismo juramento que hecho tiene.  Y lo firmó con su merced y yo el presente Notario de Visita. Doctor don Carlos de Herrera. Don Juan José Dorantes. Ante mi Fernando Capdevila, Notario Público y de Visita.

Declaración de Juan Cristóbal de los Reyes Fajardo (15-2-1746)

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4º Testigo.

En la dicha ciudad de Guanare, en quince días del mes de febrero de mil setecientos cuarenta y seis, su merced, para la información que está mandada hacer, hizo parecer a su presencia al Maestre de Campo don Juan Cristóbal de los Reyes Fajardo, vecino de esta dicha ciudad, a quien, por ante mí el presente Notario, recibió juramento que hizo por Dios y la señal de la Cruz, so cuyo cargo prometió decir verdad de lo que supiere y le fuere preguntado; y, siéndolo por el Auto que está por cabeza, habiéndolo oído, que se le leyó de verbo ad verbum, enterado de su contexto, dijo que: en tiempo de su mocedad supo de Diego Pacheco Carvajal, su mujer Olaya Martínez, don Diego Díaz Centeno y de otras muchas personas    que   la  Soberana   Imagen   de   Nuestra    Señora   de Coromoto, que hoy se venera y está   colocada en esta Santa Iglesia, fue verdaderamente Aparecida el año de mil seiscientos y cincuenta y dos, siendo Cura el licenciado don Diego Lozano, en las montañas y quebrada de Coromoto, a un indio de los Cospes, que estaban sujetos al Capitán Bartolomé Sánchez, en forma de una niña muy linda. Y, al disparar el arco el dicho indio para flecharla[99] se le quedó el brazo inmóbil, y al mismo tiempo se le volvía una mariposa, y, cogiéndola la mujer del referido indio, la envolvió en unas hojas y la guardó, y que después, enseñándosela a una india ladina[100], ésta tal le dio cuenta de lo sucedido a un Juan Sánchez, que era el que los enseñaba; el cual, movido de la novedad, se la llevó a su casa y le encendió una corta lamparilla, dando cuenta al Cura Rector de ello, de lo sucedido. Y pasó el dicho, acompañado de algunos vecinos,  a   la casa del dicho Juan Sánchez. Donde hallaron la Soberana Estampa de María Santísima; la misma que contiene el Auto, y la lamparita encendida. Y la trajeron con toda reverencia a la ciudad don le dieron culto en la Santa Iglesia.

Y por lo que toca a los milagros que se han experimentado y se experimentan por la intercesión de esta Soberana Imagen de María  Santísima de  Coromoto  lo  que   puede decir  es, entre los varios que han sucedido, cómo habiendo traído los aitinales u  horcones para hacer nueva iglesia, y, habiéndolos perfeccionado, al irlos a meter en los hoyos, uno de ellos por descuido cayó y se reventó por arriba de la mitad; y, habiéndolo vuelto a juntar un curioso, se unió y quedó perfectamente bueno y sano. Y esto se lo han dicho personas de excepción, de los viejos de aquel tiempo; y aún permanece una vieja de dicho tiempo llamada Luisa Díaz, la que también se lo ha certificado con toda realidad; en lo que se evidencia más con la vista de dicho horcón,  que permaneció y lo vio con la señal de la rotura, el que estaba ya muy desmembrado por las muchas astillas que para cruces le quitaban los devotos de esta Soberana Señora de Coromoto.

Asimismo testifica el declarante que, habiendo venido de la ciudad de Gibraltar a esta dicha ciudad un pardo llamado Lázaro, el que vino en un sillón a causa de hallarse con las piernas gravemente accidentadas y encogidas de llagas, de suerte que era toda la[101] pierna  una lepra; éste hizo promesa de morir en esta dicha ciudad de Guanare si la Virgen Nuestra Señora de Coromoto le daba la salud de que adolecía.  Y, habiéndolo llevado a esta Santa Iglesia donde está colocada la Soberana Imagen   de  esta  Divina  Señora, y   habiéndole  untado   la lepra con  el  aceite  de lámpara, a los seis días la tuvo con su  entera salud y sin la penalidad de las lepras. Lo que vio[102] el declarante y de cierta ciencia le consta. Y, habiéndose mantenido en esta ciudad el tiempo de ocho años, crió caudal, y, a instancias de su mujer, que se llamaba María Roble se volvió a dicho Gibraltar su tierra, y a los veinte días de llegada murió de la misma lepra que antes había padecido; y la mujer a los treinta días después de la dicha llegada; habiéndole llamado por una ventana de su misma casa, sin saber quien la llamaba, se asomó por dicha ventana y al asomarse le cruzaron la cara, sin que se pudiese[103] descubrir el agresor de ese hecho. Lo que supo el declarante de distintas personas de aquella ciudad.

Como también certifica el declarante que, habiendo venido a esta dicha ciudad del valle de Boconó de esta jurisdicción Antonio de Torres con su mujer e hijos, a causa de hallarse dicho Torres tullido y con muchas lepras, de suerte que para conducirlo a esta ciudad fue necesario hacerle un sillón; quien, habiendo llegado, se hizo llevar a esta Santa Iglesia, prometiéndole a esta Soberana Reina María Santísima de Coromoto el no salir más de la ciudad viéndose  libre de  esta  enfermedad.  Lo que consiguió del auxilio divino por la intercesión de esta Soberana Imagen  pues antes de completar sus novenas estuvo bueno: siendo constante este maravilloso portento al dicho declarante, a los hijos del referido Torres, que aún viven, y a la mayor parte de esta dicha ciudad.

Asimismo testifica el declarante que, estando una tarde, último día del octavario que se le hace a esta Divina Señora de Coromoto, aguardando en concurso de más de treinta persona a que saliese la procesión en que sacaban la Soberana Imagen de esta Reina y Señora, ya después de haber dado el segundo repique, vino el Cura de esta dicha ciudad, que lo era el licenciado don Leonardo Reinoso, quien se mantuvo allí con el dicho declarante y los demás del concurso un corto tiempo; en cuyo intermedio pasó por sobre la Iglesia tan innumerable copia de tara que le impidió la luz al sol, quedando atónitos y acongojados los presente; discurriendo fuese castigo del Señor por sus culpas.  A quienes consoló el referido Cura diciéndole no sería nada, exclamando al auxilio y amparo de María Santísima de Coromoto, que fuesen fervorosos a andar su procesión, que Ella los  libraría  de este  peligro y  desdicha; lo  que  ejecutaron  todos acompañando por las calles a esta Divina Imagen  y al otro día siguiente permitió la Divina Omnipotencia amaneciese muerto todo el sinnúmero de tara que había pasado, en el pie de un cerrillo cercano a esta dicha ciudad que llaman de León.

También tiene experimentado y le consta al declarante que cuantas luces y lámparas se encienden a fin de alumbrar a esta Soberana Imagen, se califica de suerte el sebo material de ellas que se convierte todo en fragancia y olor por muy hediondo que esté.

Asimismo le consta al declarante por haberse hallado presente, que, habiendo caído gravemente enfermo un hijo de doña Francisca Betancourt, vecina de esta dicha ciudad, estando ya éste en los últimos períodos de la vida, mandó la referida su madre, en casa del Capitán don Antonio de Burgos, por una copia de Nuestra Señora de Coromoto; y al instante que la entraron por las puertas del enfermo se halló bueno y sin alguna dolencia.

Como también testifica el dicho declarante como, habiéndole dado a un hijo de Domingo de León un papelito para que representase en una comedia dedicada en obsequio de esta maravillosa Señora de Coromoto, lo mandó devolver el referido su padre y,  habiéndolo  ejecutado  su  hijo, cayó  tan repentinamente enfermo que temeroso su padre fuese ya lo último de su vida, prometió que representaría el papel que le habían encomendado; y, habiéndolo nuevamente revivido, se halló el referido enfermo en su entera salud.

Así también certifica el dicho declarante que, habiendo venido a esta ciudad en romería la viuda, mujer que fue de don Antonio Oberto, ciega; habiéndola llevado a esta Santa Iglesia, donde está colocada la Imagen de Nuestra Señora de Coromoto, al entrar por las puertas se halló sana y con su entera vista; cuyo evidente milagro se lo han certificado al declarante por de mucha realidad personas muy veríficas.

Como también certifica el dicho que, habiéndole traído a Tomás Chaparro un hijo con un mamón atravesado en la garganta, con cuya vista y lástima se asustó el dicho Chaparro de tal forma que no tuvo otras palabras con qué exclamar a esta Soberana Reina que decirle Virgen de esta Iglesia, favoreced a mi hijo; y al instante abortó el mamón el referido su hijo; lo que supo el declarante por habérselo dicho el mismo Tomás Chaparro.

También experimentó el mismo declarante que lo testifica, que, estando ya en agonía un hijo suyo de grave enfermedad, por disposición de una mujer se mandó traer agua de la quebrada donde se apareció la imagen de esta Soberana Señora de Coromoto; y al instante que la bebió, lo vio el declarante en su entera salud.  Del  singular  prodigio  rendidamente  dio   infinitas gracias al Señor  por haberle concedido este beneficio por intercesión de su Santísima Madre de Coromoto.

Que es lo que se acuerda y puede decir, según el Auto que se le fue leído,  so cargo del juramento que hecho tiene.  Leídole esta su declaración dijo estar bien escrito, que en ella se afirma y ratifica y que, necesario siendo lo dirá de nuevo debajo del mismo juramento; que es de edad de sesenta y cuatro años poco más o menos.  Y lo firmó con su merced y yo el infraescrito Notario, en quince días del mes de febrero de mil setecientos cuarenta y seis. De que doy fe lo que vio el declarante y de cierta ciencia le consta. Doctor don Carlos de Herrera. Juan Cristóbal de los Reyes Fajardo. Ante mí Fernando Capdevila Notario Público y de Visita.

Declaración de  Marcos Paredes de San Nicolás (16-2-1746)

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5º Testigo.

En esta ciudad de Guanare, en dieciséis del mes de febrero de mil setecientos cuarenta y seis, su merced, para la información que está mandado hacer, hizo aparecer a su presencia a Marcos Paredes de San Nicolás, vecino de esta dicha ciudad, a quien, por ante mí el presente Notario, recibió juramento, que hizo por Dios y la señal de la Cruz; so cuyo cargo prometió decir verdad de lo que supiere y le fuere preguntado.  Siéndolo por el Auto que está de cabeza, habiéndolo oído, que se le leyó de verbo ad verbum, enterado de su contenido[104] dijo: Que por los años de mil seiscientos[105] noventa y ocho (según entiende, por el mes de marzo)  habiendo venido a esta ciudad en cumplimiento de unas novenas que el dicho declarante debía a Nuestra Señora de Coromoto, siendo Cura el licenciado don Leonardo Reynoso, a la  sazón vino a dicha Ciudad el Fray Diego de Olaya, religioso lego del sagrado orden de Nuestro Padre San Agustín, quien tenía una sacrosanta imagen que se advoca y titula Nuestra Señora del Topo, que se venera en la catedral de Santa Fe, y habiendo impetrado Licencia dicho religioso de dicho Cura para recoger algunas limosnas en esta jurisdicción para el culto de dicha imagen del Topo, le ordenó al declarante el dicho Cura acompañase al referido religioso como recogedor de dichas limosnas, como así lo ejecutó dicho declarante; y, habiendo llegado con el dicho religioso y gran número de gente que le acompañaba a la última casa de Tucupío, de esta jurisdicción, que era de Justo Burgo, se le entregó a dicho religioso la limosna recogida, que eran cuarenta y ocho pesos en tabaco y cuatro reales en plata; de donde determinaron pasar de regreso a esta dicha ciudad, rezando el Santo Rosario a coros que traían velas encendidas, y que, al segundo decenario que iban rezando, advirtieron todos que la sagrada imagen  convertía los colores de su divino rostro en una amarillez  que a todos causaba admiración, aunque no suspendían el paso en este primer prodigio sino que proseguían en su rezo y devoción; y,  atendiendo todos, vieron que los  hermosos colores volvían a ocupar su soberano rostro como si estuviera vivo; y gozosos proseguían hasta que nuevamente  experimentaron   una  admirable mutación  en  dicha imagen, porque   se cubrió el Sagrado Rostro de una sombra tan tenebrosa que a toda la devota  compañía dejó metida en general susto, asombro y temor; y con prodigio tal todos se ocuparon por espacio de tres horas en actos cristianos de contricción y lágrimas, pidiendo y exclamando a su misericordia; durando todavía el misterioso eclipse, dispuso el declarante se posase una cruz en aquel sitio en señal de aquella maravilla, mayormente por la circunstancia de ser la sagrada imagen del Misterio del descendimiento de Nuestro Señor Jesucristo de la Cruz.  A la  voz[106] del referido declarante hicieron luego una  cruz dos devotos, que lo eran Juan y Cristóbal Calsado, hermanos; y lo mismo fue ir y fijarlo en el sitio que volver la santa efigie,  a la hermosura de su rostro, que parece que no esperaba otra cosa para franquearles consuelo que el que se pusiese la dicha Cruz.  Con cuyo regocijo, llorando, si antes de pena después de gozo, determinaron proseguir, haciendo primeramente cómputo del número de gente que acompañaba y se halló presente al prodigio; y hallaron constar de ciento veintiocho personas; pasaron adelante y llegaron al pueblo de  Maraca[107], de donde vino el declarante sólo a esta dicha ciudad, por llamamiento de dicho Cura, para que le noticiara de lo sucedido. Y habiéndole dado razón individual de todo lo que lleva declarado, le pro -puso al dicho Cura el dicho declarante procurase y, si era posible le diese licencia, para que se hiciese una Ermita en aquel lugar del milagro; a la cual le respondió dicho Cura estas palabras: Vuestra Merced ha venido a pagar y cumplir su promesa a Nuestra Señora de Coromoto de novena, por los beneficios que le ha hecho; con que Vuestra Merced le ha de servir yendo, con toda vigilancia y cuidado, a solicitar el sitio donde se Apareció para que se logre darle la veneración debida, pues en quince años que soy Cura no ha habido quien dé  razón de este lugar.

Lo que con efecto ejecutó dicho declarante, pues el día veinticuatro de agosto de dicho año salió de esta dicha ciudad con dos compañeros que se les señaló dicho Cura para esta diligencia, nombrados Santiago López y Lorenzo Díaz; los que llegaron a Maraca y al siguiente día pasaron a dicho sitio y, habiendo rancheado debajo de un árbol, determinó de allí, el que declara, despachar a dichos compañeros, uno por una parte y otro por otra de  aquel partido, a que congregasen a aquel lugar a todos los habitadores de aquellas partes; lo que se efectuó así,  viniendo todos cerca de las Ave Marías.  Y preguntándoles si alguno sabía donde era el lugar del Aparecimiento de Nuestra Señora de Coromoto ninguno supo dar razón, sólo respondían que los indios Cospes solamente podrían saberlo, y que esos estaban remontados y   extrañados   en   las   montañas.  Difícil   de   hablar  con ellos, disuadido ya el declarante  de lograr el descubrimiento del sagrado sitio porque había padecido el olvido de cuarenta y ocho años, trató de ir previniendo materiales para ver si se conseguía la fábrica de dicha Ermita en el lugar de la maravilla de Nuestra  Señora del Topo, que era a fin de que con comodidad y decencia pudiese  ejercer  los ministerios eclesiásticos dicho Cura cuando fuese a aquellos partidos, además de ser   para memoria de dichos prodigios.

Santiago López, Simón Sánchez y Pablo Pérez  cortaron el primer estantillo  para la fábrica, que es lo que les había tocado en el repartimiento que hizo de la obra.  Este mismo día, que era el veintiseis de dicho mes de agosto, salieron del monte, arriba de las cabeceras de Coromoto, nueve jinetes de los Cospes, y uno de ellos, nombrado Gaspar Tabares, habló  el primero de esta suerte: Hemos sabido que un hombre viene a hacer iglesia para Nuestra Ama la Virgen, y si viene de nuestra parte a hacerla donde la Virgen bajó del Cielo cuando la cogió mi suegro, vendremos todos a poblarnos aquí.  A que añadieron los demás: Como lo hagan  donde  la cogió nuestro Capitán todos saldremos.

A cuya impensada venida todos se regocijaron y a su proposición tan deseada respondió el declarante “que sí, que de su parte venían a aquel intento”.  Con cuya respuesta el dicho Gaspar Tabares dio orden a uno llamado Jacinto, diciendo:  “Andad y decid a don Julián que vengan todos con sus mujeres y familias que ya Dios se ha acordado[108] de nosotros”.

Apeáronse al instante y llegaron a adorar la copia que llevaba el declarante de Nuestra Señora de Coromoto para guía de aquel dificultoso descubrimiento; a quienes ordenó el dicho declarante que fueran y sacaran de la montaña aquel estantillo que tiene referido y con él señalaran el sitio donde fue la casa de su Capitán, en que se Apareció Nuestra Señora la Virgen. Lo que ejecutaron así, sacando dicho madero y con él señalaron el sitio y allí lo fijaron, donde hoy es el altar mayor de la Iglesia de la Aparición; quedando el madero tan[109] en frente y a nivel de la cruz que puso el declarante en señal del prodigio de Nuestra Señora del Topo que luego prudentemente coligieron que  ésta había sido el índice del sitio pues por ella se había removido y suscitado la empresa del descubrimiento y, a la voz de Iglesia, salido los indios tan impensadamente, lo que se calificó con un tal Nicolás Mateos que dijo que en diez años que vivía en aquellos partidos jamás había visto salir a tales indios.

Asentado esto, preguntó el que declara de quién eran aquellas tierras; y, sabiendo que eran del Capitán Diego Pacheco Carbajal, vino el dicho declarante al sitio de Agaviñas[110] a hablar con el dicho Pacheco para ver si hacía donación de ellos a la Virgen; y así lo ejecutó, entregándole los títulos y donación, de los que se infiere el año en que fue el Aparecimiento de Nuestra Señora como se podrá ver.

Fabricada ya la Iglesia, pasó el declarante a la ciudad de Caracas con los indios, a sacar licencia para  su ministerio, dando razón de la actitud de aquel  partido para poder ponerse Cura para el servicio eclesiástico de dicha Iglesia y que se le diese licencia al referido declarante para recoger limosnas para la fábrica.  Todo lo cual concedió el Ilustrísimo señor Obispo, doctor don Diego de Baños y Sotomayor[111], que entonces era; y, al mismo tiempo, el Gobernador don Nicolás Eugenio de Ponte dio despachos a favor de la población de dichos indios. En este viaje a Caracas habló el declarante, de pasada, en el sitio de Camoruco[112], con la india Isabel, hermana de la mujer del indio Capitán, lo que le dió relación de lo siguiente, diciéndole:  Que estando ella en dicha casa una noche, con un hijo suyo de doce años, que fue el que dio aviso como después  dirá, y su hermana, mujer del dicho Capitán, llegó éste del sitio de Soropo donde vivía Juan Sánchez, a cuya dirección estaban los Cospes, muy airado por lo que después dirá, y se acostó en una barbacoa[113]; cuyo sinsabor lo echaron los dos a ira y enojo, y que inmediatamente llegó a la puerta de la dicha casa la Virgen (que ellos llamaban: la mujer) con tales resplandores y claridad que lo ponderó dicha Isabel que eran como los del sol cuando está al mediodía, aunque le dijo que no quemaban como éste; a cuya vista volvió la cara el cacique de la barbacoa y le  dijo a la Divina Señora estas palabras:  Bien, te podeis volver que no[114] he de hacer mas lo que me mandais, que por vos dejé mis conucos y conveniencias y he venido a pasar trabajos”. A lo que su mujer lo riñó: “No hableis así con la mujer, no tengais mal corazón”.  Pero que el cacique, con grande rabia, tomó las flechas y el arco  para tirarle a la Divina Señora, pero que ella al instante entró a la choza  y se le estrechó de modo que no tuvo lugar para el tiro; y, viendo que no lograba, arrojó al suelo las armas y fue a prenderla con los brazos para despedirla afuera.  Y a este tiempo se desapareció la Virgen y retiró sus resplandores en el mismo lugar, quedando oscura la casa como antes; aunque es verdad que al llegar  la Virgen había un fogón que alumbraba la casa, el que con los resplandores de aquella Soberana Señora quedó como apagado.

Con tal acaecimiento, riñiéndole  muchamente al indio su mujer por su desesperación, dijo el dicho indio:  No sé qué tengo aquí en la mano” y, llegándola  al fogón, halló la imagen de Nuestra Señora en la forma que hoy la veneramos; y luego con el mismo desprecio y enojo que antes la escondió en las pajas sin más cuidado.

De todo el suceso referido dio aviso a Juan Sánchez el indiecito hijo de la dicha Isabel, como lo dirá el dicho declarante según la relación que le hicieron Bartolomé Sánchez y Juan Cebrián de lo demás que antecedió y hubo después del Aparecimiento que hasta aquí le contó la dicha Isabel.

Los dichos Bartolomé Sánchez y Juan Cebrián le refirieron lo siguiente, como testigos que se hallaban en dicho sitio de Soropo en esta jurisdicción, en  casa  de dicho  Juan  Sánchez (quien lleva declarado estaban sujetos los Cospes) dijéronle  a dicho declarante los dos, en relación conforme, que yendo dicho Juan Sánchez a la ciudad del Tocuyo y pasando por el camino del  Caura, le salió al encuentro el Capitán de los Cospes paganos, que en aquella parte habitaban, quien le dijo a dicho Sánchez “que una mujer le había mandado que saliera donde estaban los blancos, que le echasen agua en la cabeza para ir al Cielo”, a que respondió Juan Sánchez “que a los ocho días pasaría por allí de vuelta, que estuviesen prontos para venir con él”.  Quien a los ocho días volvió y los condujo a esos partidos de Coromoto, donde los dejó mientras daba cuenta a esta dicha ciudad a los Alcaldes;  quienes le ordenaron los mantuviera allí educándolos y disciplinándolos en la enseñanza cristiana y señalándoles tierras para sus labores.  El que así lo ejecutó con todo desvelo, de que se lograba grande fruto porque ya todos se iban bautizando. Solamente el Capitán no quería aprender la doctrina cristiana; hasta que el día ocho de septiembre del año de mil seiscientos y cincuenta y dos, día sábado y de la Natividad de Nuestra Señora, queriéndole instar, como le insta, dicho Juan Sánchez a que rezaran, no quiso atenderle, antes con grande enojo y rabia salió aceleradamente de  Soropo a Coromoto, donde tenía su referida choza.

Y allí, en este día y noche sucedió el Aparecimiento como lleva dicho. También testifica el declarante  que el dicho Gaspar Tabares le dijo que al siguiente día, domingo, salió de Coromoto el dicho Cacique en el destino de mudarse a otra parte, siguiéndole los demás; pero que, yendo dicho Cacique por la montaña, le mordió una culebra, de que murió; y, estando ya para ello, comenzó a clamar por el bautismo pidiendo agua en su cabeza. En cuya sazón se hallaba en la montaña un moreno de Barinas, criollo, muy bien aplicado y buen cristiano, de la familia de los Ochagavies, quien al punto fue y le bautizó.

Luego vino el venerable padre Capuchino fray José de Nasar[115], quien fundó misión  con los Cospes en el sitio de esta jurisdicción nombrado San  José, que hoy está desierto porque a pocos años desamparó dicho venerable Padre la misión, entregando los ornamentos y alhajas en esta dicha ciudad, de donde se fue para la de Caracas.  Y con este incidente (le dijo dicho Gaspar) desampararon ellos también el lugar, retirándose a su habitación antigua hasta el año dicho de noventa y ocho en que salieron a descubrir el sagrado sitio de Nuestra Señora de Coromoto. 

Todo lo dijo al declarante dicho Tabares.

Prosigue dicho testificante con Bartolomé Sánchez y Juan Cebrián, que le dijeron que la misma noche del Aparecimiento fue a participarlo a Juan Sánchez, a Soropo, el indiecito hijo de la india Isabel; pues por la mañana, hallándolos allí en su[116] casa la mujer de Juan Sánchez, le contó  a ella lo que había sucedido aquella noche en la casa de su tío; aunque con difícil explicación por   falta  de  expedición  del  indiecito en  la  lengua   castellana.

Díjole su mujer a dicho Sánchez  A[117] este muchacho  le dimos licencia ayer para ir a  Coromoto a ver a su madre y ha amanecido hoy aquí ponderando que vio a una mujer muy linda y que su tío la iba a tirar con las flechas, y que la cogió y guardó en su casa”.  Por falta de sentido que no podían dar a lo que refería el indiecito no lo creía Juan Sánchez, sin embargo de que repitió el[118] muchacho de modo que podía  el suyo; el que viendo que no lo creían les dijo que fuesen a Coromoto y lo verían.  A cuya instancia le dijo Sánchez que fuera  a traer las dos mulas para ir, no pensando que el indiecito  las trajera por estar éstas en su lozanía  muy ariscas y gordas y que sólo en corral y con lazo se podían coger. Y se fue dicho Sánchez con los referidos Bartolomé y Cebrián a su labor sencillamente.

Se fue el indiecito con sus cabestros en la mano a traer las mulas, a la sabana, donde las halló en pie, juntas y en un profundo sueño (por disposición divina); y allí, con el júbilo y regocijo de siempre tuvo en su relación y diligencia de aviso, las ató ambas y las trajo a la casa, sin sentir en ellas el menor movimiento de fuga.  Con cuyo prodigio ya daban crédito a lo que aún no entendían; fueron los tres con el indiecito para Coromoto y, estando ya cerca, se quedaron como tres cuadras, en un zanjoncito, mientras el muchacho iba de la casa de su tío el Cacique que a traer la mujer que él decía que traería; el que fue sigilosamente, porque todavía estaban allí su tío y su madre y la mujer de su tío, a un lado de la casa, y por el otro lado entró y sacó la imagen   y vino y lo entregó a Juan Sánchez, sin que le hubiese visto su madre (como le contó el dicho declarante dicha Isabel en Camoruco de San Carlos, que no supo en qué había parado).  Juan Sánchez, habiendo encerrado la imagen en un relicario de plata que acostumbraba traer al cuello, la llevó a su casa con grande admiración y júbilo de todos y, no habiendo en casa de Sánchez velas con que alumbrarla, sólo halló un pedazo de vela de cera negra de tinieblas, el que se encendió y estuvo ardiendo ante la soberana imagen tres días continuamente, que se contaron desde dicho domingo a mediodía hasta el martes en la tarde que pudo Sánchez pasar el río inmediato de Guanare, que se mantuvo en todo ese tiempo crecido; el que habiendo pasado y venido a esta dicha ciudad, dio aviso al Cura, que lo era el Padre Lozano, pero éste, incrédulo, le dijo que sería estampa de algún pasajero.  Con cuya respuesta, sin replicar el dicho, se volvió contento a Soropo, habiendo adquirido sebo para la lámpara que llevaba para alumbrar la Virgen; la que se mantuvo en casa de dicho Sánchez un año y cuatro meses, hasta que la fama de sus milagros, que repartía en aquellos campos con los necesitados que se acogían a su patrocinio, manifestaba su altura, y, dando golpes en el corazón del dicho Cura, le movió a que tratase traerla a este ciudad.  Y con efecto, en la víspera de la Purificación de Nuestra Señora ya estaba en esta ciudad e Iglesia; trayéndola con toda veneración.

También  testifica  el  declarante que  después el Ilustrísimo Señor Obispo don Diego de Baños y Sotomayor despachó al dicho de Caracas, con un despacho cometido al  Vicario don Leonardo de Reinoso  para que se erigiese Iglesia en el sitio que ilustró Nuestra Señora, y se administrasen todos los sacramentos.  Y que después su sucesor don Fray Francisco del Rincón[119] mandó colocar en ella el Santísimo Sacramento.  Sucedióle el Ilustrísimo señor doctor don Juan José de Escalona y Cataluña[120], quien ordenó  se hiciese la fábrica de teja.  Y después el Ilustrísimo señor doctor don José Félix Valverde[121] despachó licencia al declarante para pedir limosnas para la segura sustentación del Párroco.

Ultimamente el sucesor de estos Ilustrísimos señores don Juan García Abadiano, dignísimo Obispo actual de esta Provincia, alentó el que se acabase dicha  Iglesia de teja, dando sus licencias al presente Vicario para que pasase a bendecirla.  Que así se efectuó con general solemnidad siendo Cura de aquel pueblo don Buenaventura Borges.

Que es lo que sabe y puede decir en virtud de lo mandado, so cargo del juramento que hecho tiene.  Leídole esta su declaración dijo estar bien escrita, que en ella se afirma y ratifica, que necesario siendo, lo dirá de nuevo.  Y que es de edad de ochenta  años poco más. Y lo firmó con su merced, e yo el infraescrito Notario, en diecisiete días del mes de febrero de mil setecientos cuarenta y seis años.

Doy fe, doctor don Carlos de Herrera.  Marcos Paredes de San Nicolás. Ante mi Fernando Capdevila[122], Notario Público y de Visita.

Declaración de José Montesinos

En la dicha ciudad de Guanare, en diecisiete días del mes de febrero de mil setecientos cuarenta y seis, en prosecución de la información mandada recibir por Su Señoría el Señor Visitador General de esta Provincia, para investigar la milagrosa Aparición de Nuestra Señora de Coromoto y sus milagros, por ante el presente Notario, hizo comparecer al Sargento Mayor don José Montesinos, vecino de esta dicha ciudad; de quien recibí juramento: que hizo por Dios Nuestro Señor y la señal de la Cruz, en forma de derecho, so cuyo cargo prometió decir verdad de lo que supiere en lo que le fuere preguntado.  Y, siendo examinado por el tenor del Auto de Proceder, dijo: Que, habiendo entrado de Mayordomo de la fábrica y Cofradía de Nuestra Señora de Coromoto el año de mil setecientos y diecinueve, en el libro de Constituciones, al principio de él, estaban los Autos que se hicieron para verificar la milagrosa Aparición de Nuestra Señora de Coromoto, seguidos por el licenciado don Juan Caldera de Quiñonez, siendo Visitador de esta ciudad el año de mil seiscientos y sesenta y ocho, que constaban  de  Auto  de Proceder e información de siete testigos, remisión que hizo al Ilustre señor fray Alonso Briceño[123], Obispo que fue de esta diócesis, despacho de aprobación y declaratoria para que se le diese adoración, culto y reverencia, trayéndola en forma procesional del sitio de su Aparición a esta dicha ciudad, que dista como tres leguas más o menos, y, citado y convocado el pueblo, se colocase en el Altar Mayor con la mayor solemnidad que se pudiese, como se ejecutó por Diego Lozano, Cura y Vicario que era por aquel entonces de esta ciudad, en su título, no en su terreno por ser moderna su fundación.  Con cuya diligencia firmada con testigos concluyen dichos Autos;  y luego inmediatamente proseguían las Constituciones de la erección de cofradía con aprobación ordinaria.

Cuyos instrumentos, con los demás libros, bienes de la fábrica de la Cofradía y del declarante  se quemaron con las casas de su morada en el incendio general que hubo en esta dicha ciudad, día diecinueve de marzo del año pasado de mil setecientos y veintitrés.

Y  que   asimismo   constaba   de  dicha   información   que    esta jurisdicción se llamaba antiguamente. La provincia de Guanaguanare, laguna y cerrillos de Caranaca, que tomó estas derivaciones de una nación de indios que había en ella llamados en su lengua Guanaguares, de donde se ha corrompido Guanare, que es como hoy se titula esta ciudad.

Entre estos indios había una parcialidad llamados en su idioma Cospes; medrosos unos y otros de los rumores de conquista de que se les daban aviso los comarcanos, se fueron extrayendo fuera de su provincia.  De esta nación Cospes se segregó una familia, tomando por asilo una fértil y dilatada montaña que está a poca distancia de esta dicha ciudad; de cuyo centro nace un abundante y cristalino arroyo de agua que en ningún tiempo crece ni mengua en sus riberas tenían su continua asistencia, aunque mutables, pero sin apartarse de ella, allí se infiere se mantuvieron  muchos años hasta que llegó el tiempo oportuno de su conversión, por interposición de esta Soberana Señora de Coromoto, derivado de este mismo nombre con que llamaban en su lengua este arroyuelo.

Pacificado el país y fundada la ciudad por los conquistadores, corrió  el  tiempo  sin tener  tradición  de  estos indios; y  con  su transcurso se fue descubriendo  y cultivando el terreno.  Uno de los que a esto se destinaron fue Juan Sánchez, hombre reconocido avecindado en esta ciudad. Este hizo su plantaje contiguo a aquellas montañas y quebrada de Coromoto; a éste se agregaron otros individuos nombrados Juan Cebrián y el otro Bartolomé Sánchez Villanueva Godoy, testigos oculares e instrumentales a la dicha información.

Talando y descubriendo dicho Juan Sánchez aquel valle, por los fragmentos y vestigios vino en conocimiento de que allí había indios porque no podía ser otro gentío.  Comunicóselo a los dos que en su casa vivían; convocados los tres, frecuentaron el reconocer los montes para examinar los indios; hasta que fueron descubiertos y, con bastante asombro, intentaron los indios hacer fuga, pero los contuvo el dicho Juan Sánchez con demostraciones de halago y cariño; engendraron tanta voluntad a los indios que solícitos le buscaban.  Dio cuenta de esto Juan Sánchez a los que gobernaban la ciudad en lo espiritual y temporal; encargáronle que los catequizase[124], instruyéndoles en el lenguaje castellano[125].  Continuado   esto  por  algún   espacio  de  tiempo, notando   Juan Sánchez  lo medroso y asombrados que estaban los indios, investigó su cuidado y halló que procedía[126] de una mujer que los perseguía, de quien no podían librarse.  Continuando esto por algún tiempo concibió Juan Sánchez ver efectos misteriosos y, esforzando su destino, para descubrirle le examinaba con prolija curiosidad, hasta que supo de un hijo del indio que comandaba haber su padre cogido la mujer  que los perseguía y que la tenía envuelta en unas hojas y metida en el techo de su pajar para quemarla.

Y, ardiendo en fervorosos  deseos de descubrir este enigma, pasó a la choza del indio; y él, inmutado y sin palabras con que poderse explicar, a las suyas no satisfizo.  Una hermana de la mujer del indio, que era la más instruida en el lenguaje castellano, le refirió el suceso: dice que, estando el indio reclinado en su lecho, llegó la mujer a la puerta de la choza y, en su idioma, le dijo con palabras inmutadas “hasta cuándo me quieres perseguir”;  cogiendo el arco y carcaj[127], aplicó una flecha al tendal y, entre confuso y turbado le amagó, diciéndola “con matarte me dejarás”; y viniéndose la mujer para él rindió las armas al  respeto de su vista; y, queriendo a manos cogerla acometió a ella y, al hacerlo,   se le desapareció, quedando el bárbaro inmóvil, con los brazos encrucijados, una mano cerrada y la otra bierta, tan suspenso y confuso que no osó hablar palabra; trocando en tinieblas las que antes eran rayos de luces.

La mujer y la hermana, que presentes estaban, percibido el caso con el sentido intuitivo, no con menos asombro y con más impresión que en sus almas labraban efectos tan maravillosos, no sintieron bien de su descomedimiento, y le dijo la hermana hablando con el indio:  Ya veis lo que ha sucedido”; y él, torpe y balbuciente, dijo:  “Aquí la tengo cogida”.

Ellas, movidas de algún impulso soberano o excitadas de la curiosidad, le dijeron:   Muéstrala para verla”, y, arrimándose a las ascuas que allí tenían  para  las providencias de su alimento, abrió la mano que mantuvo cerrada en el éxtasis que por mucho rato estuvo, volviendo las radiantes luces con tanto resplandor que temieron ser fuego material que contra ellos la mujer ponía.

No percibieron la  materia  ni  esencia  de la imagen, mas hicieron concepto que era su adversa. Tomando  unas hojas el dicho indio, lo envolvió y metió en las pajizas del techo de su choza, diciendo:   “Ahí te he de dar fuego para que me dejes”.

Hecha esta nación vacilaba Juan Sánchez y, cogitando medios prudentes para descifrar este misterioso enigma, resolvió hacer confianza de la hermana  y las dijo:  “Vos me habeis de dar esa hechicera que tiene tu cuñado cogida, que la quiero quemar de mi mano por que vivan con sosiego”.  Ella, fuese por esto o porque su alma ya le vaticinaba que había de ser reengendrada con las aguas del sacrosanto bautismo, consintió en ello.

Retiróse Juan Sánchez ardiendo en la fragua de su católico celo; contóles a Bartolomé Sánchez y a Cebrián lo que pasaba.

La india sin perder instante, punto ni momento, acechaba el tiro y, dando en el blanco del gusto de Juan Sánchez, logró, en despojo de su cuñado[128], un tesoro incurso en pequeño círculo, de una estampa, que colocó en su pecho gentil, para trasladarla al católico de Juan Sánchez recibió el desengaño que cifraba aquella mujer.

Descubrir   el    portento  de  ser  la   Madre del  que fue  de  todos Creador, y, no habiendo duda que pudiese estimularle  a conocer que era su imagen verdadera, le dio adoración manteniéndola en altar con luz continua cerca de dos años;  hasta que de allí se trasladó a esta dicha ciudad.  Y colocada en el altar mayor de la Parroquial, como se libró por despacho que mandó su señoría ilustrísima, declarando por milagrosa Aparición la de este soberano santuario.  En vista de los instrumentos en los que se verificó, de los que constaba haber sido el año pasado de mil seiscientos y cincuenta y dos, erigióse la Cofradía con título y advocación de María Santísima de Coromoto.

Divulgóse en la Provincia, creció la devoción de los fieles tomando por asilo de sus conflictos el implorar su soberano nombre.

Asimismo testifica el declarante que son tan innumerables los portentos y maravillas que esta Divina Señora obra todos los días con los que devotos le imploran que no puede haber memoria que los conserve, y que así refiere los que se acuerda haber visto o que le hayan contado; siendo la primera maravilla que ha experimentado el ver que, aunque el sebo de las lámparas con que dan devota adoración los fieles esté corrupto e inmundo, se purifica después de encendida la luz[129], como el oro en el crisol, trocando en    fragancias   las   putrifacciones  de  esta  materia sin   que  el transcurso del tiempo le corrompa;  que esto es tan general que sin excepción todos lo experimentan.

Así también testifica que el año pasado de mil setecientos y veintiuno logró la mayor felicidad a que anhelaba su gusto, que era ver despacio y con sosiego a esta Divina Señora; y habiendo en esta dicha ciudad copia de sacerdotes forasteros, que habían venido a romería, se le comunicó a uno con quien tenía intimidad, que se empeñó con el Cura para verla privadamente.  Lo que habiéndole concedido  dicho Cura, a puertas cerradas y luces encendidas, concurrieron ocho sacerdotes y el dicho declarante, único seglar; quien la vio[130] tan a su gusto y deseo, que fue fuera de las vidrieras, y, admirados todos de no poder distinguir la materia de que se había formado, pasaba de mano en mano y ninguno lo resolvió; que lo que percibió el declarante sólo fue que era de una materia tan densa que apenas se percibía en el tacto, según los sacerdotes decían.

También testificó el dicho declarante que una de las cosas que notan  en  esta  Divina  Señora es la variedad  de colores  con  que adorna  sus  vestiduras; pues  estando  el  dicho  y  otras  personas presentes en varias ocasiones, besando el pie de su Custodia, preguntándose unos a otros pocos son los que convienen en su color.  Algunos afirman que ven en el pequeño círculo de su imagen a San Antonio y San José, uno a la diestra y otro a la siniestra, pero que el declarante siempre la ha visto de un mismo modo sin mutación alguna, porque, a su vista, ha percibido una viva imagen y semejanza de Nuestra Señora de Candelaria, excepto la vela que tiene; entre dos columnas, de donde se forma un arco a modo de portal, el manto carmesí morado, la túnica color de pajizo; todo el campo de la materia en que se encierra tesoro maravilloso puede circularse juntando la punta del dedo índice en la coyuntura primera del dedo pulgar[131], aunque sus tamaños no corresponden a tanta grandeza, que puede causar admiración. Para noticia de tantos que no habrán logrado verla y que lo desearán saber, da de su forma y materia breve y cierta relación.

También testifica el dicho declarante que de ciertas personas ancianas y de toda verdad, vecinos de esta ciudad que ya son difuntos, supo diversos prodigios que ha obrado este Soberano Santuario.  De los que especialmente hace reflexión es uno de una Señora de Maracaibo Gibraltar que padecía  accidente habitual e impertinente; ésta, a las noticias de sus milagros, ocurrió diligente,  prometiéndolo venir en romería a visitarlo.  Hízolo así, habiendo experimentado desde que hizo la promesa no sólo mejoría sino que del todo sanó, acabó los días que traía destinados de visita y, el último de ellos, se quitó una cadena de oro de valor que traía al cuello y con sus manos le dio vueltas con ella al pie de la Custodia, estando en manos de las del Cura, que lo era interino de esta dicha ciudad el bachiller don Juan Antonio de Angulo Villegas, habrá sesenta años más o menos.  Siguió la vuelta de su viaje para su casa; llegó a ella olvidada del beneficio recibido y promesas que había hecho en su recompensa; siguiendo el   curso de   las    profanidades  mundanas, un  día   entre   otros, notando las robusteces en que estaba, unas amigas  suyas, respondió:  “No hice el viaje a Coromoto con tantos pesos porque llevé  en abundancia; lo que sobraba, y no sólo esto, me ha costado sino también una cadena que valía tantos pesos.  Aquí entró su poca o ninguna fe para perder el mérito porque dentro de breves días volvió el curso de sus accidentes perdiendo del todo la salud y vida; lo que aceleró el conflicto de haber hallado una criada suya, debajo de la  almohada de la cama que curiosamente se aderezaba todos los días, la cadena con que había recompensado el beneficio recibido; estaba enroscada como ella la había puesto en la peana de la milagrosa imagen.  Atónito y confuso el Cura en ver que le había faltado, teniéndola en el Sagrario debajo de llave, lo reveló al pueblo; corrió la noticia, pasó de unos en otros hasta que llegó a donde tenía esta señora su vecindad; la criada que de esto supo, como ya su ama era muerta, descubrió el caso que entre las dos estaba oculto y se hizo notorio en esta ciudad.

Asimismo  testifica el declarante que una mujer natural de la ciudad de Coro que vino en romería en aquellos tiempos a dar gracias a esta Soberana Emperatríz,  parece que no de tantas circunstancias como la antecedente pero de más sana conciencia según lo que produjo de su romería.  Con buenos fundamentos y principios la comenzó confesándose y comulgando el primer día; al siguiente mandó cantar una misa, descubierta la Soberana Reina de los Ángeles; acabada, fue a besar el pie de la Custodia; preguntóle el Cura si la veía bien, respondió que sí; hízole algunas otras preguntas y, entre ellas, la del color que estaba vestida; respondióle que de negro; reconvínola que la viese bien y despacio y añadió el que la alumbrasen con dos luces; hízose así, volvió a preguntarle “¿Y ahora de qué color está vestida?, respondió de “negro”; y, ratificándose en esto repetidas veces, concluyó afirmando que sólo el rostro y las manos de la Virgen y el Niño tenían blanco.  Frecuentó todos los días de su novenario el verlo y nunca le halló diferencia; y los demás circunstantes variaban en el color del vestuario.

Ultimamente se volvió a su tierra vacilando en dudas y confusiones de lo que había sucedido.  Llegó a su casa y halló muerto a su marido y otros estragos en sus bienes, de que muy conforme dio gracias a Dios, y de allí en adelante creció en virtud y bienes temporales.

Asimismo  testifica el declarante que habrá cuarenta años poco más o menos que vino a esta dicha ciudad, según al dicho han noticiado algunas personas, de las cuales sólo vive el Maestre de Campo don Juan Cristóbal de los Reyes Fajardo, un pobre hombre llamado Lázaro, a oficiar de sastre, con su mujer María de Robles, naturales él del Nuevo Reino de Granada y ellas de los partidos de Gibraltar, tan leproso y gafo que vivía a expensas de la mujer.  Imploró la protección de María Santísima de Coromoto; pidióle agilidad y servirle en su santo templo,  con protesta de sepultar su cuerpo en él.  Logró sanidad perfecta, aún con más robustez que antes de perder la salud; parece algún tiempo, continuando su promesa y adelantando algunos bienes, cuantos bastaban para quien   nunca  había   tenido nada, la  mujer  siempre  anhelaba   a  volverse; él   resistía   hasta   que   hubo  de vencer. Vendió un  Hatillo que tenía para aviarse, siguieron su destino y, habiendo llegado a dicha su tierra, dentro de pocos días murió el dicho Lázaro de la misma lepra que antes padecía; y la dicha  su mujer de allí a poco tiempo se halló cruzada la cara sin que se llegase a saber quién había sido el agresor de este hecho. También testifica el declarante que en los años pasados de mil setecientos y veinte y nueve vino a esta jurisdicción un indio[132] en romería, de los valles de Aragua, que traía una espina de pescado atravesada en el pescuezo; pidió que le dejasen ver a esta Soberana Señora de Coromoto; exclamóle de corazón (como le manifestó el paciente); aplicada la peana al pescuezo, le requirió el Cura que pidiese a quien podía dar; el paciente, que lo deseaba, con tiernas lágrimas y sollozos lo hizo así; allí, a vista de los circunstantes, eructó la espina y, quedando bueno y sin lesión, se volvió para su tierra.  De esto noticiaron al dicho  declarante el Capitán don Antonio de Burgos y Domingo Ychazo, vecinos que fueron de esta dicha ciudad.

Asimismo testifica el declarante que cuando la plaga de la tara vino  a  esta  Provincia,  que  habrá  cuarenta  y ocho  años  más  o menos;  llegó a esta dicha ciudad día octavo, en que se estaba celebrando la festividad de esta Soberana Señora María Santísima de Coromoto, estando juntándose el pueblo para la procesión que se acostumbraba hacer de parte de tarde por la plaza, llegó el Cura, que lo era don Leonardo de Reinoso, a tiempo que iba pasando por esta ciudad, y dijo a los que allí estaban: “Este es el azote de la divina justicia; ocurramos al refugio de Nuestra Protectora”.  Salió la procesión estando la luz del día turbada con la sombra de la plaga; exortó a sus feligreses para la enmienda de la vida y que pidiesen todos, devotos y arrepentidos, que les librase de la amenaza que tenían presente. Hiciéronlo así; pasó la plaga y aquella noche paró en los cerrillos que llaman del tejar de León, que está a distancia de un cuarto de legua de esta dicha  ciudad; amaneció al otro día estirada en el campo, toda muerta.  Lo que sabe el declarante por habérselo dicho el referido Cura don Leonardo y el Maestre de Campo don Juan Cristóbal de los Reyes.

Asimismo afirma el declarante  que el año   pasado de mil setecientos cuarenta y cinco sucedió que un vecino de esta dicha ciudad, llamado Antonio Vela, perdió el juicio  tanto y tan furioso que fue menester prenderlo.  Así lo mantuvieron algún tiempo hasta que una noche se huyó de la casa de Francisco Pérez, que habita en Aguaviva de esta jurisdicción,  menos de media legua de esta ciudad; vínose a la Iglesia desnudo del todo, subióse en unas tapiecillas que había en el campanario del Hospital, que servía de Parroquial por estarse edificando la que se ha hecho de nuevo; allí se mantuvo hasta que amaneció y, con descomedidas voces y golpes, pedía que le abriesen las puertas.  Fueron ocurriendo algunas personas; don José Díaz, que era Alcalde Ordinario de esta dicha ciudad, el Cura don Leonardo, que ya son difuntos, persuadiéndole con razones y él a ninguna  daba paso, siempre con el tema que le dejasen ver la Virgen de Coromoto; decíales el Cura que cómo  quería verla con tanta irreverencia, respondió que le diesen qué poner  que él se vestiría; trajéronle lo que se halló más pronto y, encargado  de hacerlo con juicio, arrojó un garrote que traía, entró en la Iglesia y se hincó en las gradas del presbiterio.  Díjole al Cura que le quería descubrir la Virgen y cantar la misa, que la aplicase por su salud si le conviniese.  Hízolo así y, estando oyéndola con mucha atención y reverencia, le sobrevino un desmayo; volvió en sí desatándose en lágrimas, y con tiernas palabras le exclamaba a la Virgen le favoreciese y remediase en el conflicto en que se veía; diéronle a besar la peana de la Virgen, estando todos en voz alta rezando la Salve, pidió un Evangelio en la cabeza, hízolo así el Cura.  De allí se levantó cruzados los brazos, los ojos en el suelo y, sin hablar a nadie,  se fue a una casa conocida suya a donde pasó el peso del día; y ya que le pareció hora, dijo iba a darle gracias a la Virgen.  Fue con gran compostura.  Cumplido esto quedó en su sano y entero juicio sin haberse experimentado en él el menor descomedimiento hasta que murió muchos años después. De esto fue testigo todo el  pueblo, y el declarante se halló presente a todo el prodigio y también se lo oyó referir no ha muchos días a don José Francisco Díaz Baíllo.

Asimismo testifica el declarante que estando edificándose la Iglesia Parroquial de esta dicha ciudad actual, trabajando en la portada sobre el arco de la puerta, al ir a poner un ladrillo en que está esculpido el nombre de María,  hizo el andamio movimiento tan extremoso que vino a tierra parte de él con el material y operarios, quedando sólo arriba el oficial, que lo era un negro llamado Pedro Vicente del Castillo con el ladrillo en la mano; y, entre confuso y turbado, atento a los demás, diciendo a voces “Ave María” ninguno se lastimó; reforzado el andamio se prosiguió y se puso el ladrillo que está a la vista hecho exprofeso para este efecto.  De esto fue testigo de vista el dicho declarante y lo fue el Cura y el Vicario de esta dicha ciudad don Francisco Valenzuela y otros que no se acuerda.

Asimismo testifica el declarante, habrá veintidós años más o menos que le sucedió un día sábado, estando el Cura dando a besar  la  peana  de  la  Virgen  al  pueblo, un   romero que  estaba hincado en las gradas de presbiterio,  a la  siniestra del dicho declarante, pidió le rezase un evangelio; y, estando viéndola con todo cuidado, reparó que de los hombros para arriba no se veía el Niño; quedó maquinando en si sería equivocación de la vista o presunción de la imaginación; sin quererlo decir a nadie, solicitó con más cuidado examinarlo cierto, por tres o cuatro veces, y hallaba que no se le veía el Niño el rostro ni parte del cuerpo, como hasta los pechos.  Sin embargo calló pareciéndole ser él solo el infelíz de no verle con la perfección que antes, hasta que se le oyó a otros, de que tuvo gran consuelo.  Divulgóse esto, llegó a noticia del Cura y, casi incrédulo de lo que otros tenían examinado, la sacó de la vidriera y halló que la materia en que está la forma corpórea de esta Divina Señora estaba raída de algún avechucho, que pasaba de un lado a otro, de modo que la cara y pechos del Niño era un agujero.  No fue esto sólo pues sensible en los corazones de los fieles devotos; poco duró, por su piedad inmensa, pues a poco tiempo se fue manifestando el Niño, hasta que quedó en la perfección que antes estaba; aunque, al ver del declarante,  quedó en aquella parte como una sombra o señal, notando esta maravilla el que quisiere  desengañarse ponga cuidado y lo verá; siendo patente esta maravilla al dicho declarante y a todo el pueblo, que no podrá ignorar Gregorio, el Sacristán Menor, como continuó en la Iglesia de tantos años, como otros muchos milagros que habrá visto en su tiempo.

Asimismo testifica el dicho declarante que, apoco de haber entrado de Cura a esta Santa Iglesia el licenciado don Francisco Valenzuela, vino un forastero en romería quien le pidió le cantase una misa descubierta la Virgen que se la  había de mostrar.  El que, o bien por acudir a otras previas diligencias de  su cargo o por redimirse de la molestia del vecindario, experimentado de que aunque esto se haga con[133] especialidad con algún individuo han de llegar todos a besar el sagrado pie de su Custodia, porque si muchas veces hiciera esto otros tanto lo repitieran, acabó la misa y encerró la Virgen, diciéndole al  romero  que luego volvería a dársela, que dejase desahogar el concurso de la gente; hízolo así y, al ir a abrir el  Sagrario, estuvo  batallando grande  rato y  no lo pudo abrir, siendo tan dócil  que se abre y cierra sin forcejeo.  Visto esto lo dejó por entonces; volvió después y le sucedió lo mismo.  Aquí entró a vacilar el discurso sobre la causa de qué  procedería efecto tan manifiesto:  Lo primero en que cargó el juicio fue en que había negado a sus feligreses este beneficio; hizo oración y promesa a María Santísima de Coromoto de darla al pueblo tantas cuantas veces la descubriese sin exceptuar persona alguna; pasó luego a abrir el Sagrario y sin dificultad alguna lo consiguió.  Y que esto ha sabido el declarante del dicho Cura, a quien se remite.

También testifica el dicho que en el pueblo de la Aparición de Coromoto de esta jurisdicción había un indio llamado Vicente Cuariau, el que estaban tan cicatrizado en el pescuezo que le obligó al declarante a preguntarle de qué le había procedido tantas heridas; le respondió que un caimán; y, admirado de verle con vida estando en partes tan delicadas, pasó a preguntarle cómo había sido; y respondió dicho indio que, estando pescando, se zambuyó en un charco con una friga[134] en la mano, y que cogiéndolo un caimán por la cabeza se lo tragó hasta los pechos y lo llevó a fondo; en tan grande conflicto dijo que clamó a la Reina[135]  de los cielos, invocándola con palabras y de corazón por el título  de Coromoto; acordóse de que tenía en la finta un cuchillo y como tenía libre el juego del brazo del codo para la mano sacó el cuchillo y, tirándole de punta al caimán por encima de sus hombros, reventó un ojo y dio tan fuerte estallido que rompió cuatro colmillos y,  dejándolos en el cuerpo, lo soltó. Salió fuera mal herido, desangrándose; acudieron los compañeros y lo favorecieron; hicieron el empeño de matar el caimán y lo consiguieron en aquel mismo día, de donde se supo que le había reventado el ojo.  Finalmente sanó de las heridas y vivió muchos años.  Tenía en su poder los colmillos, agujereados, y ensartados en un cordón; no quiso darle ni venderle uno al declarante, aunque le ofrecía hasta ocho reales por él[136]. Este caso lo podrán saber Marcos Paredes y Francisco Rodríguez, como hombres viejos y vecinos que han sido de dicho pueblo.

Asimismo testifica el declarante que, pasando Marcos Sánchez el río de Morador de esta jurisdicción, que venía a su trabajo, estando agolpado el río, rodó una corta distancia; estando nadando en un charco le salió un caimán y le cogió de la muñeca y se sumergió con él.  Las exclamaciaones que hacía en tal conflicto ya se pueden considerar; decía que todas eran a María Santísima    de     Coromoto;   volvió   brevemente   el   caimán   a sobreaguarse con  él, sin soltarle  un punto; volvió segunda vez a sumergirse en la refriega que tenían él y el caimán, sin saber cómo, se montó en él a la jineta; volvió a sobreaguarse y él encima pero sin poderse zafar de la presa que tenía hecha, dio vuelta nadando por todo el charco y él a voces clamando a la Virgen Soberana María Santísima de Coromoto. Le soltó sin más lesión que la muñeca despedazada. El cual suceso tan maravilloso, que si mal no se acuerdase lo ha oído referir al Cura de esta dicha ciudad don Francisco Valenzuela, a su Sacristán Mayor el licenciado don Juan José Dorantes.

Que lo que sabe y ha oído decir, en virtud de lo mandado por el Auto de Proceder, es lo que tiene referido, so cargo del juramento que hecho tiene.

Leídole esta su declaración, dijo estar bien escrita, que en ella se afirma y ratifica y que, necesario siendo, lo dirá de nuevo debajo del mismo juramento.  Que es de edad de cincuenta y cinco años poco más o menos, y los firmó con su merced y yo el infraescrito Notario, en veintiseis días del mes de febrero de mil setecientos cuarenta y seis.  Doy fe. Doctor don Carlos de Herrera. José Montesinos. Ante mi Fernando Capdevila, Notario Público y de Visita.

 

Auto de Marcos Paredes de San Nicolás

En la dicha ciudad de Guanare a diez y seis días del mes de febrero de mil setecientos y cuarenta y seis su merced para la información que está mandada hacer hizo parecer a su presencia a Marcos Paredes de San Nicolás vecino de esta ciudad a quien por ante mí el presente Notario recibió juramento que hizo por Dios y la señal de la Cruz cuyo cargo prometió decir verdad de lo que supiere y le fuere preguntado siéndolo por el Auto que está por caveza habiéndolo oído que se le leió de Verbo ad verbum.

Enterado de su conteste dijo que por los años mil seiscientos noveinta y ocho (según entiende por el mes de marzo) habiendo venido a esta Ciudad en cumplimiento de unas novenas que el dicho declarante debía a Nuestra Señora de Coromoto siendo Cura el Licenciado Don Leonardo Reynoso a la sazón vino a dicha Ciudad el venerable fray Diego de Olaya, religioso lego del sagrado orden de Nuestro Patrono San Agustín, quien tenía una sacrosanta imagen que se advoca y titula Nuestra Señora del Topo que se venera en la Catedral de Santa Fe y habiendo impetrado licencia dicho religioso de dicho cura para recoger algunas limosnas en esta jurisdicción para el culto de dicha imagen del Topo, le ordenó al declarante el dicho Cura acompañase al referido religioso como recogedor de dichas limosnas como así lo ejecutó dicho declarante habiendo llegado con el dicho religioso y tan gran número de gente que les acompañará a la última casa de Tucupido de esta jurisdicción que era de Justo Burgos se le entregó a dicho religioso la limosna recogida que eran cuarenta y ocho pesos en tabaco y cuatro reales en plata de donde determinaron pasar a regreso a esta dicha ciudad rezando el Santo Rosario a coros que traían velas encendidas y que al segundo decenario que iban rezando advirtieron que la Sagrada Imagen convertía los dolores de su divino Rostro en un amarilis que a todos causaba admiración aunque no suspendían el paso en este primer prodigio sino que proseguían en su rezo y devoción y atendiendo todos vieron  que los hermosos colores volvían a ocupar su Soberano Rostro como si estuviera vivo y gozozo proseguían hasta que nuevamente experimentaron una nueva mutación en dicha imagen porque se le cubría el Sagrado Rostro de una sombra tan tenebrosa que a toda la devota compañía dejó metida en general susto, asombro y temor y con prodigio tal todos se ocuparon por espacio de tres horas en actos cristianos de contricción y lágrimas, pidiendo y exclamando a Dios misericordia durando todavía el misterioso eclipse dispuso el declarante se fijase una Cruz en aquel sitio en señal de aquella maravilla mayormente por la circunstancia de ser la Sagrada Imagen del misterio del descendimiento de Nuestro Señor Jesucristo de la Cruz, a la voz del referido declarante hicieron luego una cruz dos devotos que lo eran Juan y Cristóbal Calsado, hermanos, y lo mismo fue ír a fijarla en el sitio que volver la santa Efigie en la hermosura de su rostro que parece que no esperaba otra cosa para franquearles consuelo que el que se pusiese dicha cruz con cuyo regocijo llorando si antes de pena después de gozo determinaron proseguir haciendo primeramente el cómputo del número de gente que acompañaba, y se halló presente al prodigio y hallaron constar ciento y veinte y ocho personas, pasaron adelante y llegaron al pueblo de Maraca de donde vino el declarante; sólo a esta dicha ciudad por llamamiento de dicho cura para que le noticiara todo lo sucedido y habiéndole dado razón individual de todo, lo que lleva declarado, le propuso al dicho Cura el dicho declarante procurase, y si era posible le diese licencia para que se hiciese una hermita en aquel lugar del milagro a lo cual le respondió dicho cura con estas palabras: Vuestra Merced a venido a pagar y  cumplir su promesa a Nuestra Señora de Coromoto, de novenas por los beneficios que le ha hecho con que Vuestra Merced la ha de servir; yendo con toda vigilancia y ciudado a solicitar el sitio donde se apareció para que se logre darle la veneración debida pués en quince años que ha(ce) que soy cura no (ha) habido quien de razón de este lugar lo que con afecto ejecutó dicho declarante pués el día veinte y cuatro de agosto de dicho año salió de dicha ciudad con dos compañeros que se le señaló dicho cura para esta diligencia nombrado Santiago López y Lorenzo Díaz los que llegaron a Maraca y al siguiente día pasaron a dicho sitio y habiendo rancheado debajo de un árbol determinó de que allí el que declara despachar a dichos compañeros uno por una parte y otro por otra de aquel partido a que congregasen a aquel lugar a todos los habitantes de aquellas partes lo que se efectuó así viniendo todos cerca de las Ave Marías, y preguntándoles ¿si alguno sabía donde era el lugar del Aparecimiento de Nuestra Señora de Coromoto? ninguno supo dar razón sólo respondían que los indios Cospes solamente podrían saberlos y que esos estaban remontados, y entrañados en las montañas, difícil de hablar con ellos, disuadido ya el declarante de lograr el descubrimiento del sagrado sitio porque había padecido el olvido de cuarenta y ocho años trató de ír previniendo materiales para ver si se conseguía la fábrica de dicha Ermita en el lugar de la Maravilla de Nuestra Señora del Topo que era afín de que con comodidad y decencia pudiese ejercer los ministerios eclesiásticos dicho cura cuando fuese a aquellos partidos además de ser para memoria de dichos prodigios: Santiago López, Simón Sánchez y Pablo Pérez cortaron el primer estantillo para la fábrica que es lo que les había tocado en el repartimiento que se hizo de la obra este mismo día que era el veinte y seis de dicho mes de agosto salieron del monte arriba de las cabeceras de Coromoto nueve jinetes de los Cospes y uno de ellos nombrado Gaspar Tabares habló primero de esta suerte: Hemos sabido que un hombre viene a hacer iglesia para nuestra ama la Virgen y si viene de nuestra parte a hacerla donde la Virgen bajó del cielo cuando la cogió mi suegro vendremos todos a poblarnos aquí a que añadieron los demás como la hagan  donde la cogió nuestro Capitán todos saldremos, a cuya impensada venida todos se regocijaron y a su proposición tan deseada respondió el declarante que se de su parte venían a aquel intento con cuya respuesta el dicho Gaspar Tabares dió órden a uno llamado Jacinto diciendo andad y decid a Juan Julián que vengan con sus mujeres y familias que ya Dios se ha acordado de nosotros. Apeáronse al instante y llegaron adorar la copia que llevaba el declarante de Nuestra Señora de Coromoto para guía de aquel dificultoso descubrimiento a quienes ordenó el dicho declarante que fueran y sacaran de la montaña aquel estantillo que tiene referido y con él señalaran el sitio donde fue la casa de su referido Capitán en que se apareció Nuestra Señora la Virgen lo que ejecutaron así sacando dicho madero y con el señalaron el sitio y allí lo fijaron donde hoy es el altar mayor de la iglesia de la Aparición quedando el madero tan enfrente y a nivel de la Cruz que puso el declarante en señal del prodigio de Nuestra Señora del Topo que luego prudentemente coligieron que esta había sido el índice del sitio pués por ella se había removido y subsitado le empresa del descubrimiento y a la voz de Iglesia salido los indios tan impensadamente lo que se calificó con un tal Nicolás Metheos que dijo que en diez años que vivía en aquellos partidos jamás había visto salir a tales indios. Hacentando esto preguntó el que declara de quién eran aquellas tierras y sabiendo que eran del Capitán Diego Pacheco de Carbajal vino el dicho declarante al sitio de Agavina[137]a hablar con el dicho Pacheco para ver si hacía donación de ellas a la Virgen y así lo ejecutó entregándole los títulos y la donación de las que se infiere que fue el año del Aparecimiento de Nuestra Señora como se podrá ver. Fabricada ya la iglesia pasó el declarante a la ciudad de Caracas con los indios a sacar licencias para su ministerio dando razón de la actitud de aquel partido para poder ponerse cura para el servicio eclesiástico a dicha iglesia y que se le diese licencia al  referido declarante para recoger limosnas para la fábrica todo lo cual coincidió el Ilustrísimo Señor Obispo Don Diego de Baños y Sotomayor que entonces era; y al mismo tiempo el Gobernador Don Nicolás Eugenio de Ponte dió despachos a favor de la población de dichos indios.

Declaración de la India Isabel

En este viaje a Caracas hablo el declarante de pasada en el sitio de Comoruco[138]con la india Isabel hermana de la mujer del Indio Capitán la que le dió relación, de lo siguiente, diciéndole que estando ella en dicha casa una noche con un hijo suyo de doce años que fue el que dió aviso como después dirá y su hermana mujer de dicho Capitán llegó este del sitio donde vivía Juan Sánchez a cuya dirección estaban los Cospes muy airado por lo que después se dirá y se acostó en una barbacoa cuyo sinsabor lo echaron los dos a ira y enojo y que inmediatamente llegó a la puerta de la dicha casa (la Virgen que ellos llamaban la mujer) con tales resplandores y claridad que le ponderó dicha Isabel que eran como los del Sol cuando está al medio día con que le dijo que no quemaban como este a cuya vista volvió la cara el cacique de la Barbacoa y le dijo a la Divina Señora estas  palabras: Bien te podéis volver que no he de hacer más lo que me mandais que por vos dejé mis conucos y conveniencias y he venido a pasar trabajos a lo que su mujer lo riñó, no habléis así con la mujer no tengaís mal corazón pero que el cacique con grande rabia, tomó las flechas, y el arco para tirarle a la divina Señora pero que ella al instante entró en la choza y le estrechó de tal modo que no tuvo lugar para el tiro y viendo que no lograba

arrojó al suelo las armas y fue a prenderla con los brazos para despedirla a fuera y a este tiempo se desapareció la Virgen y retiró sus resplandores en el mismo lugar quedando oscura la casa como antes aunque es verdad que al llegar la Virgen había un fogón que alumbraba la casa el que con los resplandores de aquella Soberana Señora quedó como apagado. Con tal acaecimiento riñiéndole nuevamente al indio su mujer por su desesperación dijo al dicho indio no se que tengo aquí en la mano y llegándola al fogón halló la Imagen de Nuestra Señora en la forma que aquí veneramos y luego con el mismo desprecio y enojo que antes la escondió en las pajas de la casa sin más cuidado de todo el suceso referido dió aviso a Juan Sánchez el indiecito hijo de la dicha Isabel como lo dirá el dicho declarante según la relación que le hicieron Bartolomé Sánchez y Juan Cibrián de lo demás que aconteció y hubo después del aparecimiento que hasta aquí le contó la dicha Isabel.

Declaración de Bartolomé Sánchez y Juan Cibrián

      Los dichos Bartolomé Sánchez y Juan Cibrián le refirieron lo siguiente como testigos que se hallaban en dicho sitio de Soropo de esta jurisdicción en casa de dicho Juan Sánchez (a quien lleva declarado estaban sujetos los Cospes y dijéronle a dicho declarante los dos en relación conforme que yendo dicho Juan Sánchez a la ciudad del Tocuyo y pasando por el camino del Cauro le salió al encuentro el Capitán de los cospes paganos que en aquella parte habitaban quién le dijo a dicho Sánchez que una mujer le había mandado que saliera donde estaban los blancos que le echasen agua en la cabeza para ír al cielo, a lo que respondió Juan Sánchez que a los ocho días pasaría por allí de vuelta que estuviesen prontos para venir con el que a los ocho días volvió y los condujo a los partidos de Coromoto donde los dejó mientras daba cuenta a esta dicha ciudad a los Alcaldes quienes le ordenaron los mantubiera allí educándolos y disciplinándolos en la enseñanza cristiana y señalándoles tierras para sus labores el que así lo ejecutó con todo desvelo de que se lograba grande fruto porque ya todos se iban bautizando, solamente el Capitán no quería aprender la doctrina cristiana hasta que el día ocho de septiembre del año de mil seiscientos cincuenta y dos, día sábado y de la Natividad de Nuestra Señora queriéndole instar como le instó dicho Juan Sánchez a que rezara no quizo atenderle antes con grande enojo y rabia salió aceleradamente de Soropo a Coromoto donde tenía su referida choza y allí en este día y noche sucedió el aparecimiento como lleva dicho.

Declaración de Gaspar Tabares

      También testifica el declarante que el dicho Gaspar Tabares le dijo que al día siguiente, domingo, salió de Coromoto el dicho Cacique en el destino de mudarse a otra parte, siguiéndolo los demás, pero que yendo, dicho Capitán por la montaña le mordió una culebra de que murió y estamos ya para ello comenzó a clamar por el bautismo pidiendo agua en su cabeza en cuya sazón se hallaba en la montaña un moreno de Barinas muy bien aplicado y buen cristiano de la familia de los Ochogavíes quien al punto fue y le bautizó, luego vino el venerable padre capuchino Fray José de Nájera quien fundó misión con los cospes en el sitio de la Jurisdicción nombrado San José que hoy está desierto porque a pocos años, desamparado dicho padre la misión entregando los ornamentos  y alhajas en esta ciudad donde se fue para la de Caracas y con este incidente (le dijo dicho Gaspar) desampararon ellos también el lugar retirándose a su habitación antigua hasta el año dicho de noveinta y ocho en que salieron a descubrir el sagrado sitio de Nuestra Señora de Coromoto, todo lo dijo al declarante dicho Tabares.

Declaración de Bartolomé Sánchez y Juan Cibrián (Continuación)

      Prosigue dicho testificante con Bartolomé Sánchez y Juan Cibrián que le dijeron que la misma noche del aparecimiento fue a participarle a Juan Sánchez a Soropo el indiecito hijo de la india Isabel, pués por la mañana hallándolo allí en su casa la mujer de Juan Sánchez le contó a ella lo que había sucedido aquella noche en la casa de su tío aunque con difícil explicación por falta de expedición del indiecito en la lengua castellana dijola su mujer al dicho Sánchez. A este muchacho le dimos licencia ayer para ir a Coromoto a ver a su madre y amaneciendo hoy por aquí ponderando que vio una mujer muy linda que su tío la iba a tirar con la flecha y que la cogió y guardó en su casa por falta de sentido que no podían dar a lo que refería el indiecito no lo creía Juan Sánchez sin embargo de que repitió el muchacho de modo que podía el suceso, el que viendo que no lo creían les dijo que fuesen a Coromoto y lo verían a cuya instancia le dijo Sánchez que fuera a traer las dos mulas para ír no pensando que el indiecito las trajera por estar en su lozanía muy ariscas y gordas, y que sólo en corral y con lazo se podían cojer y se fue dicho Sánchez con los referidos Bartolomé  (Sánchez) y (Juan) Cibrián a su labor. Sencillamente se fue el indiecito con sus cabestros en la mano a traer las mulas a la sabana donde las halló en pie juntas y en un profundo sueño (por disposición divina) y allí con el júbilo y regocijo que siempre tuvo en su relación y diligencia de aviso las ató ambas y las trajo a casa sin sentir en ellas el menor movimiento de fuga con cuyo prodigio daban crédito a lo que aún no entendían. Fueron los tres con el indiecito para Coromoto, y estando allí cerca se quedaron como tres cuadras en un sajonsito mientras el muchacho iba a casa de su tío el cacique a traer la mujer que él decía traería, él que fue sigilosamente, porque todavía estaban allí su tío y su madre y la mujer de su tío, a un lado de la casa y por otro entró y sacó la Imagen y vino y la entregó a Juan Sánchez sin que lo hubiese visto nadie (como lo contó al dicho declarante dicha Isabel en Camoruco de San Carlos que no supo en que había parado) Juan Sánchez habiendo encerrado la imagen en un relicario de plata que acostumbraba traer al cuello la llevó a su casa con grande admiración y júbilo de todos y no habiendo en casa de Sánchez velas con que alumbrarla sólo halló un pedazo de cera negra de tinieblas, el que encendió y estuvo ardiendo  ante la Soberana Imagen tres días contínuamente que se contaron desde dicho domingo a medio día hasta el martes en la tarde que pudo dicho Sánchez pasar el río inmediato de Guanare que se mantuvo en todo este tiempo crecido el que habiendo pasado y venido a esta dicha ciudad dió aviso al cura que lo era L. Losano pero este incrédulo le dijo que sería estampa de algún pajarero; Con cuya respuesta sin replicar el dicho se volvió contento a Soropo habiendo adquirido sebo para la lámpara que llevaba para alumbrar a la Virgen la que se mantubo en casa de dicho Sánchez una año y cuatro meses hasta que la fama de sus milagros que repartía en aquellos campos con los necesitados que se acogían  a su patrocinio manifestaban su altura y dando golpes en corazón de dicho cura la movió a que tratase traerla a esta ciudad y con efecto en la víspera de la Purificación de Nuestra Señora ya estaba en esta ciudad e iglesia trayéndola con toda veneración.

Declaración de Marcos Paredes de San Nicolás

      También testifica el declarante que después el Ilustrísimo Señor Obispo Don diego de Baños y Sotomayor despachó al dicho de Caracas con un despacho cometido al Vicario don Leonardo de Reinoso para que erigiese iglesia en el sitio que ilustró Nuestra Señora y se administrasen todos los sacramentos y que después su sucesor el Ilustrísimo Señor Doctor Francisco del Rincón mandó colocar en ella al Santísimo Sacramento. Sucedióle el Ilustrísimo Señor Don José de Escalona y Calatayud quien ordenó se hiciese la fábrica de tejas y después el Ilustrísimo Señor Doctor Don José Félix Valverde le despachó licencia al declarante para pedir limosnas para la segura sustentación de el párroco, últimamente el sucesor de estos Ilustrísimos Señores Don Juan García Abadiano, dignísimo Obispo actual de esta provincia atento el que se acabase dicha iglesia de teja dando sus licencias al presente Vicario para que pasase a bendecirla que así se efectuó con general solemnidad siendo cura de aquel pueblo don Buenaventura Borges que es lo que sabe y puede decir en virtud de lo mandado so cargo del juramento que hecho tiene leídole esta su declaración dijo estar bien escrita que en ella se afirma y ratifica que necesario siendo lo dirá de nuevo y que es de edad de ochenta años poco más y lo firmó con su merced y yo el infraescrito Notario en diez y siete días del mes de febrero de mil setecientos cuarenta y seis años.

Doy Fe: Doctor Don Carlos de Herrera. Marcos Paredes de San Nicolás. Ante mí: Fernando Capdevila. Notario Público y de Visita.

 

         



[1]En el Archivo General de Indias de Sevilla, Sección Caracas, Legajo 971, se encuentra La información de los Servicios de Juan Fernández de León. 1587.

[2] Guanare es una de las pocas ciudades de Venezuela que posee Acta Fundacional. El original  de este documento lo consiguió el Hermano Nectario María y se encuentra en el Archivo General de Indias, Sección Patronato, legajo 50, ramo 17. En el Archivo del Registro Principal del Distrito Federal  existe una copia inserta en la testamentaría de Don Juan de Oñate. (fol. 302 y ss.) Hay además otra copias sacada el 21 de febrero de 1838  en la testamentaría de Juan Ochoa (fol. 339-344). Véase: Auto de la fundación de la ciudad del Espíritu Santo de Guanare. En El Universal, Caracas.  Nº 15.554 del jueves, 11 de septiembre de 1932. p. 1 y 4.

[3]Archivo General de Indias, Sección Audiencia de Santo Domingo, legajo 778 A: Relación de los progresos de las Misiones de Capuchinos en la provincia de Caracas, escrita por el misionero Fray Marcelino de San Vicente.

[4]Archivo del Obispo de Guanare.: Información de la Aparición y milagros de María Santísima de Coromoto, Titular y Patrona de la ciudad de Guanare, sita en su Iglesia Parroquial, recibida en visita por el señor doctor don Carlos Herrera, Cura Rector de la Santa Iglesia Catedral, Examinador Sinodal, Vicario Superintendente y Visitador General de este Obispado, por el Ilustrísimo Señor don Juan García Abadiano, dignísimo Obispo de esta Provincia de Venezuela, del Consejo de Su Majestad. Hecho por febrero del año de 1746. fol. 19 vto.

[5]Idem.

[6]Ibídem. fol. 20.

[7]Ibídem.  fol. 21.

[8]Idem.

[9]Este manuscrito se encuentra en el Archivo del Obispo de Guanare. Véase la transcripción paleográfica de este documento al final del texto.

[10]Nació en la ciudad de Caracas, el 4 de julio de 1734. Se ordenó sacerdote el 22 de diciembre de 1759.

[11]Mariano Martí, Obispo.: Documentos relativos a su visita Pastoral de la Diócesis de Caracas. 1771-1784. Libro Personal. Tomo 1. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia. Colección Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela. Nº 95. Caracas. 1969. p. 499.

[12]Ibídem. p. 498.

[13]Ibídem. p. 499-501.

[14]Nació en Soustons (Francia) en el año  1751 y murió en París el año 1812.

[15]Depons, Francisco.: Viaje a la parte Oriental de Tierra Firme en la América Meridional. Caracas: Banco Central de Venezuela. Colección Histórico-Económica Venezolana. Volumen V.  Tomo II. 1960.  p. 266-268.

[16] Este manuscrito fue escrito en Guanare por el Doctor Carlos de Herrera y Fernando Capdevila (Notario Público y de Visita), el 3 de febrero de 1746 y finalizado el 7 de marzo del mismo año. Consta de 114 páginas, forradas con badana negra. Las 97 primeras contienen las declaraciones de los 14 testigos citados, y las 17 últimas la información del Doctor Posadas, la cual fue agregada al documento. Contiene las declaraciones de los testigos oculares de ese singular acontecimiento. El original de este laborioso y riguroso trabajo, escrito por su autor con una fina y delicada caligrafía itálica,  se encuentra actualmente en el archivo del Obispo de Guanare.

[17] Aunque la solemne inauguración de este monumento estaba dispuesta para el día 2 de febrero, sólo pudo efectuarse el 12 de abril. 

[18] El manuscrito original de este trabajo se encuentra en al Archivo del Obispo de Guanare.

[19]Este señor era bisnieto del fundador de Guanare. Era hijo de Juan Pacheco Carvajal, quien descendía del capitán Simón Pacheco de León, y este último era hijo de Juan Fernández de León.

[20]C.F.: Junta Nacional Pro-Coromoto. Comité de Propaganda. Nuestra Señora de Coromoto y su culto en Venezuela. Caracas, 8 de septiembre de 1944. Fiesta de Nuestra Señora de Coromoto. Tipografía Americana. Caracas. p. 11-13.

[21]Entiéndase: Coromotos.

[22]En este artículo se estipulaba que  Es laudable e igualmente, cumpliendo los debidos requisitos, elegir a los Santos y, con la confirmación de la Sede Apostólica, constituirlos Patronos de la naciones, de las diócesis, de las provincias, de las cofradías, de las  familias religiosas y de otros lugares y personas morales; pero, no así, a los Beatos sin especial indulto de la misma Sede Apostólica.

Véase: Miguélez Domínguez, Alonso Morán, Cabreros de Anta: Código de Derecho Canónico y Legislación complementaria. Texto Latino y versión castellana, con Jurisprudencia y comentarios. Madrid. Editorial B.A.C. Nº 7. MCMLVII. p. 489.

[23]Véase: Nuestra Señora de Coromoto Patrona de Venezuela. En: La Religión. Diario Católico. Nº 15.131 del viernes, 1 de mayo de 1942. p. 1.

[24] Véase: Ramos Cordero, Omar, Monseñor (Compilador).: Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de Venezuela. escritos de Monseñor Pedro Pablo Tenreiro, Primer Obispo de Guanare.  Caracas. Texaroff. <1988?>. p. 8-9.

[25]Esta importante pieza se guarda en el archivo del Obispo de Guanare.

[26]Véase: nota Nº 22.

[27] Véase: La Religión. Diario Católico. Caracas. Nº 17.262 del viernes, 21 de mayo de 1948, y Nectario María, Hermano: La Maravillosa Historia de Nuestra Señora de Coromoto. 4ª edición. 1975. p. 195-198.

[28] Véase: nota Nº 22.

[29]Entiéndase: Coromotos.

[30]Véase: Nuestro Santo Padre Pío XII confirma, constituye y declara a la Santísima Virgen de Coromoto celestial y principal Patrona de Venezuela”. En: La Religión. Diario Católico. Nº 17.262. p. 1-2.

[31]C.F.: Monseñor Alfonso de Jesús Alfonzo Vaz: Guanare, Corazón Mariano de Venezuela y su Templo Votivo Nacional. Ponencia presentada en el VI Congreso Mariano Nacional, efectuado en Guanare del 29 al 31 de mayo de 1992. En “Ponencias y Comunicaciones del VI Congreso Mariano. Academia Mariana de Venezuela. Boletín Nº 4. Caracas, mayo de 1992. p. 371 y ss. Véase: Capítulo 1-7: Proclamación como Patrona Nacional.

[32]Entiéndase: Coromotos.

[33]Véase: Nectario María, Hermano.: La Maravillosa Historia de Nuestra Señora de Coromoto· Madrid:  Villena. Artes Gráficas. 1975. p. 147-148. Y en Mensajero Coromotano. Nº 3. Septiembre-octubre de 1949. p. 2-4.

[34] Donada por los madereros de Guanare.

[35]Actualmente se encuentra en la entrada de la Ciudad de Guanare, viniendo por Acarigua.

[36]C.F.: Palabras del Director de la Junta al hacer entrega de los 9 proyectos Pro Basílica Nacional de Nuestra Señora de Coromoto en Guanare. En: Mensajero Coromotano. Nº 12, marzo-abril de 1951. p. 8-9.

[37]C.F.: Revista Mensajero Coromotano, Nº 10 de noviembre y diciembre de 1950. p. 31.

[38]C.F.: Informe de la Junta Pro Tricentenario de la Aparición de Nuestra Señora de Coromoto y Pro Basílica Nacional de Guanare. (s.i.). 1955. p. 8-9.

[39]En el Archivo General de Indias, sección Audiencia de Santo Domingo, legajo 803: Expediente sobre la fundación de una ermita para colocar la imagen de María Santísima, con el título de la Divina Pastora, en el camino que de Caracas va al Puerto de La Guaira, solicitada por el Licenciado Don Salvador José Bello, Presbítero domiciliario de aquel Obispado.

[40]C.F.: Solemne Inauguración de los Monumentos a N.S. de Coromoto en la Iglesia de La Pastora. En: La Religión. Diario Católico. Caracas.  Nº 18.348 del martes, 29 de mayo de 1951. p. 8.

[41] En ella también se establecía los Estatutos de la Cofradía Nacional de Nuestra Señora de Coromoto, con sede en la Basílica de Guanare.

[42] Véase: Boletín Eclesiástico. Órgano Oficial de la Diócesis de San Cristóbal, Nº 109 (1951). p. 180-188.; Boletín Eclesiástico. Órgano Oficial de la Arquidiócesis de Mérida. Nº 1. 1952. p. 19-26.; Boletín Eclesiástico. Órgano Oficial del Obispado del Zulia. Año 24. Nº 32. 1951. p. 5-11.; SIC (Revista de la Compañía de Jesús). Caracas. Nº 141. 1952. p. 30-35.

[43] En el se estipulaba Quedando a salvo las prescripciones de los cánones 621-624, se prohíbe a los particulares, tanto clérigos como seglares, que sin licencia de la Sede apostólica o del Ordinario propio y del Ordinario local, dada por escrito, recojan limosnas para cualquier fin piadoso o instituto eclesiástico. 

[44] Según este artículo 1.- Se prohíbe pedir limosna a todos los demás religiosos de congregaciones de derecho pontificio sino tienen especial privilegio de la Santa Sede; y los que hubiesen obtenido dicho privilegio, si en él no se dispone lo contrario, necesitan además licencia, dada por escrito, del Ordinario Local; 2.- Los religiosos pertenecientes a Congregaciones de derecho diocesano no pueden pedir limosna sin licencia escrita del Ordinario del lugar donde su casa está situada y de aquel en cuya diócesis desean recoger las limosnas; 3.- A los religiosos de quienes se ocupan los numerales 1 y 2 de este canon no deben los Ordinarios del lugar conceder licencia para pedir limosna, sobre todo donde hay conventos de regulares que son mendicantes de nombre y en realidad, sino les consta que la casa u obra piadosa padece necesidad verdadera que de otro modo no puede remediarse; y si se puede atender a dicha necesidad pidiendo limosna dentro del lugar, distrito o diócesis donde aquellos religiosos habitan, no deben concederle licencia más amplia; 4.- Sin un rescripto auténtico y reciente de la sagrada Congregación de la Iglesia Oriental, no deben permitir los Ordinarios latinos que en su territorio recoja dinero ningún oriental, de cualquier orden ni dignidad; ni tampoco enviar con el mismo objeto a ningún súbdito propio a las diócesis orientales.

[45]C.F.: Mensajero Coromotano. Nº 16 de noviembre y diciembre de 1951. p.1-5.

[46]Entre el 19 y el 26 de abril.

[47] C.F.: Mensajero Coromotano. Nos. 17 y 18 de enero-abril de 1952. p. 3.

[48] Del 26 de abril al 3 de mayo.

[49] Del 3 al 10 de mayo.

[50] Del 10 al 17 de mayo.

[51] Del 17 al 24 de mayo.

[52] Del 24 al 31 de mayo.

[53] Del 31 de mayo al 7 de junio

[54] Del 17 al 14 de junio.

[55] Del 14 al 21 de junio.

[56] Del 21 al 28 de junio.

[57]El costo total de esta obra fue de Bs. 363.183.- Véase: Informe de la Junta Pro-Tricentenario de la Aparición de Nuestra Señora de Coromoto y Pro-Basílica Nacional de Guanare. (s.i.). 1955.

[58]Nació el 28 de diciembre de 1879 de la unión matrimonial formada por Don Rosendo Arteaga Montejo y doña Delia Betancourt Guerra, quien era hermana del Mayor General Miguel Betancourt Guerra, distinguido oficial de la guerra de la independencia. Un hermano de su padre el ejemplar sacerdote Don Ricardo Arteaga Montejo, se desempeñó como Canónigo y Deán de la Catedral de Caracas y profesor de teología en el Seminario Diocesano. Este sacerdote en 1892 viajó a Cuba, y de regreso a Venezuela se trajo consigo a su sobrino Manuel Arteaga y Betancourt. Una vez instalados en Caracas, el joven ingresa en el Seminario donde cursa sus estudios, recibiendo la primera tonsura clerical y las órdenes menores el 10 de agosto de 1902 de manos  del  Delegado Apostólico, Monseñor Julio Tonti, pasando luego por el subdiaconado, el 9 de noviembre y por el diaconado, el 7 de diciembre del mismo año, por el Obispo del Zulia, Monseñor Francisco Marvéz, hasta que es ordenado sacerdote el 17 de abril de 1904 por Monseñor Juan Bautistia Castro, Arzobispo Titular de Serre y Coadjutor de Monseñor Uzcátegui, Arzobispo de Caracas.. Ya ordenado continuó sus estudios en la Universidad Central donde recibió el laudo doctoral en Ciencias Eclesiásticas, el 13 de julio de 1906. Posteriormente fue nombrado Vicario Coadjutor de Cumaná, y en 1909 fue ascendido al cargo de Vicario Foráneo. Dos años después, en 1911 asistió al Congreso Eucarístico Internacional de Madrid, en representación del Arzobispo de Caracas. Luego fue encardinado a la Diócesis de Camagüey. Al llegar a su ciudad natal fue nombrado párroco de la iglesia de Nuestra Señora de la Caridad, y  Capellán propietario de la Nueva Iglesia. En 1913, el Arzobispo de La Habana, Monseñor Pedro González Estrada, lo nombró Vicario General del Arzobispado y al año siguiente, Canónigo de la Catedral de La Habana, con dignidad de maestrescuela. Posteriormente participa como representante de su Diócesis a los Congresos Eucarísticos de Amsterdam y  Budapest, y en 1925, le fue concedida la Dignidad Pontificia de Prelado Doméstico de Su Santidad. En 1940, al fallecer el Arzobispo de La Habana, Monseñor Manuel Ruíz y Rodríguez, fue nombrado para ocupar el cargo de Vicario Capitular de la Arquidiócesis durante la Vacante de la Sede hasta que el 24 de febrero de 1942 fue consagrado Arzobispo de La Habana y tres años más tarde, el 24 de diciembre de 1945 fue elevado a la dignidad de Cardenal recibiendo el Capelo Cardenalicio el 24 de febrero de 1946, adscribiéndole el título de San Lorenzo in Lucina.

[59] El texto completo de este documento es el siguiente:

 

 

Véase: ADSUM. Boletín Eclesiástico del Arzobispado. Año XLV, Nº 175-177 de julio-septiembre de 1952. p. 93, y Carta Apostólica de su Santidad Pío XII al Excelentísimo  Cardenal Manuel Arteaga y Betancourt (Arzobispo de San Cristóbal de La Habana) nombrándolo legado a latere para la Coronación Canónica de la Virgen de Coromoto.

En: SIC. Revista Venezolana de Orientación. Año 15. Nº 148, de octubre de 1952. p. 349-350.

[60]Archivo Diocesano del Obispado de Barquisimeto: Informe y declaración sobre el estado de conservación de la reliquia de Nuestra Señora de Coromoto, Patrona Nacional de Venezuela, presentado por el Ilustrísimo Monseñor Félix Ignacio Quintana, Camarero Secreto Supernumerario de Su Santidad y Canónigo Magistral de la Santa Iglesia Católica de Barquisimeto, ante el Canciller del Obispado y los Notarios de la Curia Diocesana, el 27 de octubre de 1953. Documento de nueve folios, incluyendo la tapa y la contratapa.

[61]Véase: Gaceta Oficial de la República de Venezuela. Año LXXII. Mes VI, Nº 24.407 del miércoles 31 de marzo de 1954. p. 178.929 a 178.931.

[62] Según esta reforma parcial se erigían varias Entidades Eclesiásticas, comenzando por la Diócesis de Guanare, cuya catedral será la actual Basílica Menor de Nuestra Señora de Coromoto, en la ciudad de Guanare, capital del Estado Portuguesa, con sede en la misma ciudad y circunscrita por los límites de dicho Estado.

[63]La Bula apostólica de su nombramiento para la Sede Episcopal es de fecha 30 de septiembre de 1966, y tomó posesión el 21 de enero de 1967.

[64]Nació en Altagracia de Orituco (Estado Guárico),  el 27 de enero de 1919. Fue ordenado sacerdote el 11 de julio de 1943, y consagrado Obispo de San Fernando de Apure el 30 de abril de 1967 y luego, el 25 de marzo de 1971 fue designado Obispo de Guanare. Renunció el 27 de enero de 1995., fecha en la cual pasó a ser Obispo Emérito de dicha ciudad.  C.F.: Annuario Pontificio. 1990. Librería Editrici Vaticana. p. 247.

[65]Nació en San Juan de Colón, Diócesis de San Cristóbal, Estado Táchira, el 16 de marzo de 1925. Recibió la ordenación sacerdotal  el 12 de marzo de 1950 y ejerció su ministerio  en la Diócesis de San Cristóbal, cubriendo distintas funciones. Desde 1980 hasta 1986 se desempeñó como Vicario General de la mencionada Diócesis. El 12 de marzo de 1986 fue elegido por el Papa Juan Pablo II como Obispo Titular de Forconio y fue nombrado auxiliar de Barinas, siendo consagrado el 25 de mayo. Posteriormente, el 16 de abril de 1994, el mismo Sumo Pontífice le confió el cargo de Administrador Apostólico sede vacante, de la Diócesis de Guanare. Al renunciar Monseñor Polachini, el 27 de enero de 1995, la Santa Sede le extendió el nombramiento de Obispo de Guanare, para que lo sustituyera. 

C.F.: Annuario Pontificio. 1990. Librería Editrici Vaticana.

[66]En la construcción del Palacio y obras anexas se invirtieron Bs. 502.451.- Véase: Informe de la Junta Pro-Tricentenario de la Aparición de Nuestra Señora de Coromoto y Pro-Basílica Nacional de Guanare. (s.i.). 1955. p. 9.

[67]C.F.: Solemne Bendición del Palacio Episcopal de la ciudad de Guanare. En La Religión. Caracas. Nº 19.342, del miércoles 4 de agosto de 1954. p. 14.

[68]Nace en Sevilla el 26 de julio de 1922. Es el hijo menor de los siete hijos del matrimonio formado por Don Gabino Abascal Domínguez y Doña Josefa Fuentes Caro. Este escultor ha hecho para Venezuela otras esculturas, entre las cuales cabe mencionar el Busto de Don Francisco de La Hoz Berrío, en Acarigua; San Rafael (Colección Particular); Nacimiento (Colección Particular) y Nuestra Señora del Real de Barinas.

[69]C.F.: Porras Cardozo, Baltazar Enrique.: Conferencia Episcopal Venezolana. T. 1-A. Caracas: Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).  1978. p.558.

[70]C.F.: Aurora Jubilosa. Nº 82 de octubre de 1979. p. 12.

[71] Véase: Iglesia Venezuela Nº 13 (1976) p. 74-75.

[72] Véase: Liturgia de las horas: Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de Venezuela. Spev. Departamento de Liturgia. Ediciones Paulinas, Caracas. 1977. p. 3-4.

[73]C.F.: Diario de Caracas. Carecas. Nº 1.980 del lunes 28 de enero de 1985. p. 3

[74]Véase: Decreto Nº 2.375 del 31 de enero de 1989, mediante el cual Se declara Sitio de Patrimonio Histórico Cultural Templo Votivo Nuestra Señora de la Coromoto, a una extensión de terreno sobre la cual está construido el Templo. así como su área circundante, ubicada en la jurisdicción del Distrito Guanare del Estado Portuguesa. En Gaceta Oficial de la República de Venezuela. Nº 34.148 del martes. 31 de enero de 1989. p. 268.541; 268.557 y 268.558.

[75] Natural de la ciudad de Segovia, en Castilla la vieja. Llegó a Caracas el 22 de noviembre de 1739. Falleció en Caracas en la madrugada del 6 de mayo de 1747. (Véase: Archivo General de Indias. Sección Caracas, legajo 75).

[76] Entiéndase: Superintendente

[77] En el Manuscrito aparece repetida la sílaba que.

[78] En el original se encuentran duplicadas las palabras sino también.

[79] Entiéndase: Cebrián

[80] La palabra los aparece interlineada.

[81] En esta ocasión el escribano utiliza el pretérito antiguo vido por  vió.

[82] Tronco dividido en partes  para sacar tablas.

[83] Las palabras el dicho Marcos Sánchez se encuentran caligrafiada entre líneas.

[84] La expresión Asimismo testifica el declarante aparecen  escritas entre líneas.

[85] El vocablo  Romeros está escrita entre líneas.

[86] Vestidura blanca de lienzo fino, con mangas perdidas o muy anchas, que llevan sobre la sotana los eclesiásticos.

[87] La palabra José  se encuentra  escrita entre líneas.

[88]Las  palabras  “a esta” aparecen repetidas.

[89] La expresión “y muy hinchado”  está escrita entre líneas.

[90] La palabra “vecino”  está escrita entre líneas.

[91] La sílaba “don” aparece repetida.

[92] El término  “auxilio” se encuentra abreviado por contracción.

[93] La palabra “cual” aparece repetida.

[94] Del latín: Miraculosus: Milagroso.

[95] Dice: necesaria.

[96] La sílaba: “mi” se encuentra repetida

[97] Está escrito entre líneas: testifica el declarante que, estando corriendo         

         una palma.

[98] El término “de tenerlo” está escrito entre renglones.

[99]La expresión: “ va para flecharla”, se encuentra escrita entre renglones

[100] Dice: una india ja ladina

[101] La palabra “toda la” está escrita entre líneas.

[102] En esta ocasión el escribano utiliza el pretérito antiguo “vido” por “vió”.

[103] Esta  grafía  corrige a la palabra “supiese”.

[104] En el original dice  contesté.

[105] Esta  grafía  corrige a la palabra septe.

[106] La palabra a la voz está escrita entre líneas.

[107]En el Estado Portuguesa.

[108] En el original dice “acorcado”.

[109] La sílaba  “tan” se encuentra  escrita entre líneas.

[110]Entiéndase: Aguaviva.

[111] Natural de Lima. Tomó posesión del Obispado el 12 de agosto de 1684. La obra más importante de su gestión fue la convocación del Sínodo que se celebró en Caracas, el año de 1687, en el cual se promulgó las famosas Constituciones Sinodales que rigieron las Diócesis de Venezuela, hasta el año 1904. Con motivo de su llegada, el Cabildo Metropolitano compró una casa al Capitán Juan de Bolívar por 7.100 pesos para la residencia del Señor Obispo y desde ese entonces ha sido el Palacio Arzobispal de Caracas. (Véase: Archivo General de Indias. Sección Santo Domingo, legajo 319). Falleció en Caracas, el 15 de marzo de 1706. A su muerte fue electo para sustituirlo Juan de Jáuregui y Bárcenas, Arcediano de la Catedral de Puebla de los Ángeles, pero el 25 de abril de 1712 se recibió el aviso de la anulación de su nombramiento.

[112] Cerca de San Carlos,  en el Estado Cojedes.

[113]Cama echa con cañas y barro.

[114] La palabra “no”  está escrita entre líneas.

[115] Entiéndase: “José de Nájera”.

[116] La sílaba  “su” está sobrepuesta.

[117] La proposición “a” está corregida sobre la abreviatura de “quien”.

[118] La palabra “el”  se encuentra duplicada.

[119] Tomó posesión del gobierno de su Diócesis el 12 de octubre de 1714. A fines de 1716 fue trasladado al Arzobispado de Santa Fe de Bogotá, en donde ejerció el Arzobispado y la Presidencia del Nuevo Reino de Granada, reuniendo en sí las dos supremas autoridades de aquel país: La eclesiástica y la civil.

[120] Su nombre correcto es Juan José de Escalona y Calatayud. Natural de la Villa de Quel, en la Rioja. Fue electo el 20 de marzo de 1717 y tomó posesión de la Diócesis el 15 de septiembre de 1718, por poder. Llegó a Caracas a principios de diciembre de 1719. Estableció las reglas del Coro de la Catedral y las Constituciones de la Real y Pontificia Universidad. Salió de Caracas, el 29 de julio de 1729 promovido para el Obispado de Michoacán.

[121] Natural de Granada (España). Fue presentado el 8 de mayo de 1728, electo el 15 de noviembre del mismo año, mediante Bula despachada por Benedicto XIII, en San Pedro (Roma). Tomo posesión el 16 de octubre de 1731. Murió en Barquisimeto realizando una Visita Pastoral, el 23 de febrero de 1740. (Véase: Archivo General de Indias. Sección Caracas, legajo 822).

[122] El firma “Cadevila”.

[123] En el original aparece Alonso González Briceño, pero el escribano tachó la palabra González.  Natural de Lima. Tomó posesión de su cargo el 14 de julio de 1661, en Trujillo, donde fijó su residencia, sin ir jamás de visita a Caracas. Falleció y fue enterrado en la iglesia de  esa misma ciudad el 15 de noviembre de 1668.

[124] El término  qui  está escrita entre líneas

[125] Estas palabras  están corregidas  sobre “en lenguaje de castellanos”.

[126] En el original dice “producía”.

[127] Especie de funda.

[128] En el original dice “ciudado”.

[129] Esta  grafía  corrige a las palabras “las luces”.

[130] En esta ocasión el escribano utiliza el pretérito antiguo “vido” por “vió”.

[131] En el original dice “polex”.

[132]La expresión “un indio  se encuentra escrita entre líneas.

[133]La palabra “con  aparece duplicada en el original.

[134] Entiéndase: Finta

[135] Las palabras “la reina  aparecen repetidas en el original.

[136] La palabra “él  está escrito  entre líneas.

[137] Entiéndase: Aguaviva.

[138] Entiéndase: Camoruco.

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