Por.- David
R. Chacón Rodríguez
En 1817 las
autoridades realistas dominaban el occidente, el centro y el oriente; y los
patriotas ejercían la supremacía en Margarita, Guayana y llanos de Apure.
Esta
terrible realidad, aunada a la finalización de las guerras napoleónicas que
habían dejado cesante a muchos soldados, hizo que Bolívar encomendara, en enero
de 1817, a Luis López Méndez, su agente en Inglaterra, a contratar un grupo de
soldados ingleses, irlandeses y escoceses que vinieran a reforzar la tropa
republicana.
Después
de muchos contratiempos llegan a Angostura, en Venezuela los primeros
legionarios, de ahí van a Apure y a los
llanos de Calabozo donde está el Libertador en plena campaña.
En
el Hato de San Pablo entre Calabozo y Ortiz, a fines de 1818 los ingleses, el Capitán
Vowel, Grant, Mac Mullin y Brathwaite son presentados a Bolívar por Urdaneta.
Luego llegó Thomas Ferriar, inmortalizado en Carabobo.
Estos
soldados estuvieron adscritos al Ejército patriota hasta el triunfo de Carabobo
aquel glorioso 24 de Junio de 1821.
Una
vez cumplida su misión, regresaron a sus países de origen y algunos de ellos
dejaron escritos narrando sus experiencias. Entre las obras más importante
tenemos las de G. Hippisley, George Chesterton; J.H. Robinson;
Ducoudray-Holstein; C. Brown y Vawell.
Nosotros
nos referimos a la obra Campañas y cruceros[1], escrita
por Richard Longeville Vawell.
Esta obra apareció por primera vez en inglés[2],
luego de este idioma Alphonse Viollet, la tradujo al francés[3].
Posteriormente, Luis de Terán, sub director de la sección de Literatura en el
Ateneo de Madrid, la vertió al español[4].
Ella constituye el testimonio de un oficial inglés del regimiento de Lanceros
venezolanos en la Legión Británica de Bolívar. Es bueno aclarar que con este
nombre se denominan a los voluntarios de Gran Bretaña, Irlanda y Hannover que
prestaron sus servicios a la América del Sur en las guerras por la
emancipación.
La obra original está formada por tres volúmenes: el primero
contiene la obra a la cual nos referimos; los volúmenes II, III son dos novelas intituladas: El Terremoto
de Caracas y las Sabanas de Barinas[5]. El
vol. III lo tradujo al español, Leopoldo Landaeta, agregándole numerosas notas.
Fue publicado por la editorial Cultura Venezolana, y se reeditó con una breve
Introducción de Juan Uslar Pietri, en
1952, en una edición conmemorativa del centenario de la Casa Gathmann de
Caracas.
El Autor:
En el primer
capítulo el autor expone abundantes datos que pudieran orientar a una
aproximación a su identidad. Dice así:
“A principios del año de 1817, salí de
Inglaterra, con varios voluntarios que, como yo, habían ofrecido sus servicios militares al
Estado de Venezuela y a los que don Luis López Méndez, agente acreditado de
aquella república en Londres, había aceptado en nombre de la misma. De los
numerosos cuerpos militares, que por dicha época, se organizaron con el fin de
combatir por la causa de Sur América, nuestro regimiento, el 1º de lanceros
venezolanos, desembarcó, antes que todos los demás, en la playas del Nuevo
Mundo, mandábalo el Coronel Donald Mac-Donald, ex ayudante (Edecán) del General
Ballasteros, en la guerra de España.
Sin
embargo, como los informes que obtuvimos en Londres sobre la situación
respectiva de los ejércitos patriotas y realistas estaban llenos de
contradicciones, el Coronel Mac-Donald, se dirigió por de pronto a la isla de
Santo Tomás, que pertenece al grupo de islas denominada colectivamente La Virgen
Gorda[6].
Fue en 1821, cuando el Doctor Luis Romero Zuloaga, publicó en el
periódico El Universal de Caracas una serie de artículos con el nombre El
General Páez según los legionarios Británicos, atribuyéndole la autoría al
Capitán Vowell.
Tiempo después, José
Toribio Medina, en una rigurosa
investigación llega a la conclusión de que el autor es el oficial inglés
Richard Longeville Vowell[7].
En
una extensa reseña bibliográfica[8]
aparecida en Revue des Deux Mondes, suscrita por E.N. (un tal Eugene Ney)
titulada: “Excursions d’un Officier
Anglais dans le Venezuela, pendant la Guerre de l’Indépendence”, expresa:
“A la
fin de 1829, l’auteur de ce voyage demanda un congé pour revenir en Europe, et
après quatre mois de mer et avoir doublé le cap Horn, il arriva à Portsmouth au
printemps de 1830. Nous regrettons de ne pouvoir donner quelques détails
personnels sur cet officier, non seulement parce qu’il a combattu avec
constance pour une cause sacrée, mais parce que son ouvrage, qu’il n’a pas
voulu signer, est celui d’un observateur impartial et éclairé. C’est un des
livres les plus intéressans qui aient été publiés récemment sur l’Amérique du
Sud”.
En esta obra el autor relata sus
vivencias de un modo sincero, ecuánime e imparcial, sin apasionamiento,
sin tomar parte activa en sus juicios. Simplemente los describe, tal como los
vio.
El libro está formado por 14 volúmenes y en muchos de ellos se
refieren de manera circunstanciada a la ciencia de la salud.
Así tenemos:
En el capítulo segundo se refiere al Almirante Brión y anota: Era un hombre de edad media, de unos cinco
pies y medio de alto, de constitución delgada pero musculosa; era muy moreno y
llevaba grandes bigotes negros; su cara tenía mucho parecido con la de los
israelitas en general, y estaba muy picada de viruelas[9].
En el capítulo
tercero, al referirse a la ciudad de Angostura dice: está construida sobre una roca que tiene su base a orillas del río y se
eleva al nivel de una colina donde hay un pequeño fuerte. Los puntos de vista
que se ofrecen, desde lo alto de este fuerte, son admirables en todas
direcciones. Al otro lado del río se extienden las provincias de Barcelona y
Cumaná, y, por la parte de la Guayana, los pastizales están llenos de ganados,
y las casa de campo rodeadas de plantaciones.
Al
pie mismo del fuerte, en medio de un espeso boscaje, se encuentra un convento,
cuyo aspecto es muy pintoresco, y que,
abandonado por los frailes que le habitaban, se ha convertido en Hospital
Militar[10].
Más adelante, al explicar al declive económico de la región,
apunta que una de su causa es la viruela,
que hizo estragos terribles entre los indios, y la segunda, porque Bolívar se había visto en la
necesidad de expulsar y hasta de fusilar a algunos de aquellos frailes, que,
sin hacer caso de amenazas ni recomendaciones, se obstinaban en predicar a los
indios el derecho divino de Fernando VII[11].
Luego, al describir la laguna que se encuentra al Oeste de la
ciudad expresa:
Mientras que la laguna está
llena, la ciudad es pasablemente sana, a pesar del excesivo calor que reina en
ella de todo el año. Pero cuando cesan las inundaciones y empiezan a decrecer
las aguas con la evaporación, la laguna exhala pestilentes miasmas producidas
por la putrefacción vegetal y animal. Frecuentemente los habitantes de las
clases inferiores, sobre todo los indios medio civilizados, arrojan sus muertos
a la laguna, antes de tomarse el trabajo de llevarlos al cementerio, en lo alto
de la colina. La fiebre amarilla y otras enfermedades contagiosas empiezan a
mostrarse y arrebatan centenares de personas, extranjeras sobre todo[12].
En el capítulo
cuarto, al retratar la arena que alfombra las orilla del río Orinoco dice que:
ofrecerían
un lecho agradabilísimo, si no se viera uno expuesto a los continuos ataques
del zancudo o mosquito. Durante toda la noche no cesa este insecto de
atormentarnos y solamente la mañana puede poner término a sus evoluciones
hostiles. Aunque el zancudo no sea apenas mayo que el insecto designado entre
nosotros, en Inglaterra, con el nombre de primo, su trompa no por ello deja de
atravesar las mantas y coberturas de toda especie, causando a la víctima a
menudo una gran inflamación y aún úlceras incómodas. La trompa del zancudo es
capaz de atravesar hasta el cuero de los caballos y de las vacas, y parece que
prefieren la sangre de estos animales a la del hombre[13]. Es debido a tal
predilección que los hombres del pueblo prefieren aquí, acostarse cerca de los
sitios donde hay ganado[14].
En el capítulo once describe:
Entre los establecimientos
de caridad de Nueva Granada, el hospital de San Juan de Dios es uno de los más
importantes y mejor tenidos. Varios cientos de enfermos, sean indígenas o
extranjeros, están allí cuidadosamente atendidos por los frailes, quienes les
visten también en caso necesario.
Hay en esta casa una hermosa
capilla y una farmacia para los pobres, a los que también se distribuye todos
los días pan y carne. Estos frailes poseen tierras cuyas rentas, unidas a las
cantidades que obtienen pidiendo por la ciudad, bastan para hacer frente a
gastos tan considerables[15].
Más abajo se
refiere a los eclesiásticos y dice:
En
ciertos conventos situados en medio del campo, los dominicos cuya orden es
considerada la más rica del país, recogieron varias veces a los enfermos y
heridos de Bolívar, sin embargo, nuestros camaradas criollos nos aseguraban que
no había que atribuir semejante hospitalidad sino al peligro a que esos frailes
se exponían con su negativa. Su modo de tratar las heridas no es de lo más
atinado, y no siempre produce afortunadas curaciones, como de esto daremos
ejemplo.
El
Coronel Rooke, que perdió un brazo en la batalla de Vargas, fue dejado a
retaguardia en un convento poco distante de Tunja, porque se había juzgado
peligrosos hacer que, en semejante estado, siguiese al ejército por tan malos
caminos. Habíale hábilmente amputado el brazo un cirujano inglés, que dejó a
los frailes instrucciones detalladas para el tratamiento del paciente.
Los
frailes confiaron más, sin embargo, en sus procedimientos curativos que en
tales instrucciones, y, por esta confianza funesta, quitaron el aparato para
sustituirle por una masa de hilas humedecidas con aceite y vino. Este
tratamiento produjo la mortificación y la muerte de nuestro pobre coronel[16].
En el capítulo trece nos da una descripción poco conocida del
General Sucre y dice:
Era oriundo de Cumaná, se
parecía mucho a Bolívar por la cara y el cuerpo. Su tez era aún más blanca que
la del Jefe supremo; estaba ligeramente señalado por la viruela y no usaba
bigote. Sus facciones eran suaves y sus modales elegantes; pero en los primeros
años de su carrera militar, por lo menos, no se observaba en su aspecto nada
que revelase al futuro vencedor de Ayacucho[17].
Don Manuel Segundo Sánchez, dice que la obra “fue escrita con notoria imparcialidad por un
oficial inglés -cuyo nombre no ha podido averiguarse- de una de las legiones
británicas que vinieron a Venezuela el año de 1817, en ayuda de los patriotas”[18].
Más adelante
agrega: “Sus juicios sobre hombres y
sucesos son elocuentes y precisos”.
[1] /
por Richard Vawell.- Caracas: [Academia Nacional de la Historia], 1973. XXV,
132 p. -[1] f., 1 h.: il.; 23 cm.
(Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia; Fuentes para la
Historia Republicana de Venezuela; 9). Traducción al español de Campaigns and cruises, in Venezuela and New
Grenada, and in the Pacific Ocean, por Luis de Terán (Cap. 1-14 del Vol.
1). Tiene el mismo Prólogo que Rufino Blanco Fombona, hiciera a la realizada por la Editorial
América en 1916. Edición patrocinada por el Ministerio de la Defensa.
[2]
Vawell, Richard Longeville (1795-c.1837).: Campaigns
and cruises, in Venezuela and New Grenada, and in the Pacific Ocean; from 1817
to 1830, etc. [By Richard Vawell.].- London: Longman &
Co., 1831. 3 vols. 12º.
[3]
Campagnes et croisières dans les états
de Vénézuéla et de la Nouvelle Grenade, par un officier du 1er régiment des
lanciers vénézuéliens. Traduit de l'anglais...- París, 1837. In-8˚. Pendant
la guerre de l'Indépendance, 1817-1830. - Le chapitre 21 a paru dans ≤Le Grand
Livre≤, 1er et 15 octobre 1835, les chapitres 5 et 4 dans les nos des 1er et 15
mars 1836
[4]
Vawell, Richard Longeville (1795-c.1837).:
Memorias de un oficial de la legión
británica: campañas y cruceros durante la guerra de emancipación
hispano-americana. Prólogo por R. Blanco Fombona / Luis de Terán,
Traductor.- Madrid: Editorial América, Sociedad Española de Librería. [1916].
241 p., 2 h.; 23 cm. (Biblioteca Ayacucho bajo la dirección de Don Rufino
Blanco Fombona; 8).
Existen
además otras ediciones:
.-
Vawell, Richard Longeville (1795-c.1837).:
Memorias de un Oficial de la Legión
Británica. Campañas y Cruceros durante la Guerra de Emancipación
Hispanoamericana / Richard Vawell; Luis de
Terán, Traductor.-Bogotá, Banco Popular (Biblioteca Banco
Popular; v. 56), 1974. 237p. il.; 21cm. Traducción al español de Campaigns and cruises, in Venezuela and New Grenada, and
in the Pacific Ocean.
.- Vowell, Richard Longeville (1795-c.1837).: Campañas y cruceros en el Océano Pacífico / Richard Longeville
Vowell; traducción, prólogo y notas de José Toribio Medina. 3ª ed.- Buenos Aires: Francisco de Aguirre, 1968. XVI, 267 p.,
[8] h. de lám., 1 h. de retr.;20 cm. (Colección viajeros de antaño; 7). Medina,
José Toribio (1852-1930)
.-
Memorias de un oficial de marina inglés al servicio de Chile durante los años
de 1821-1829 por Richard Longeville Vowell. Santiago de Chile: Imp.
Universitaria, 1923. 22 cms. Xii p. 248 p.
[5]
Vowell, Richard Longeville.: Las sábanas
de Barinas.-Caracas: [Academia Nacional de la Historia], 1973. XXIX, 300
p., 1 h.:il.;23 cm. (Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia; 10)
Vowell,
Richard Longeville.: Las sabanas de
Barinas: novela / Capitán Vowell.- [Buenos Aires]: Dirección de Cultura
Ministerio de Educación Nacional de Venezuela, 1946: Imp. Balmes.- 225 p., 1
h.;18 cm. (Colección Biblioteca Popular Venezolana). Encabezamiento tomado del
prólogo.
[6]
p.1.
[7]
Boletín de la Biblioteca Nacional. No. 9, 1º de octubre de 1925.
Véase
además: art. de José E. Machado, en: Bol. de la BN. No. 6, 1º de Enero de 1925.
Cfr. El Universal de 19 de agosto de 1919, artículo del Dr. Luis Romero
Zuloaga. Se encuentra referido y citado por Juan Uslar Pietri, en la
Presentación de la edición de Las Sabanas de Barinas hecha por la Academia
Nacional de la Historia en 1973.
[8]
Vol. V. 1832, p. 314-338
[9]
p. 16.
[10]
p. 17.
[11]
p. 18.
[12]
p. 19.
[13]
El autor, seguramente confunde el zancudo o mosquito con el tábano, que sí pica
al ganado y puede atravesar con su aguijón una manta de dormir.
[14]
p. 24-25.
[15]
p. 101.
[16]
p. 104.
[17]
p. 121.
[18] p. 143,
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